EL CANDIL LITERARIO
Nº 46
31 de Diciembre de 2024
Querido Enrique, la última carta que te remitiré no contiene grandes novedades con respecto a las anteriores, pues te supongo enterado del devenir mundial, de la sorprendente caída en trece días de la dictadura siria que había durado cincuenta y tres años; del consiguiente descubrimiento de sus atrocidades (que nadie conocía y, por tanto, no denunciaba); de los constantes ataques de Israel a sus vecinos al ser la única democracia de la zona (45.000 palestinos muertos, todos terroristas, que ya no son noticia relevante); de las quejas de los afectados por la Dana valenciana, mientras su presidente autonómico nombra generales y empresas afines a su partido, algunas investigadas por corrupción, para reconstruir la zona; de los jueces que investigan presuntos delitos de corrupción del actual gobierno, a veces basándose en la simple palabra de algún delincuente confeso que tal vez busque rebajar su condena; de la leal oposición acusando al gobierno de ser lo peor de lo peor desde su púlpito de honestidad y buena gestión (como refleja su reciente condena por pagar en negro la reforma de su sede nacional de la calle Génova 13); de la presidenta capitalina tolerando que algunos estudiantes se abriguen con guantes y mantas en clase, porque no tiene dinero para encender la calefacción, mientras entrega 4'5 millones para festejos taurinos como el resucitado toro embolao... ¡Ah, qué recuerdos tan entrañables ocupan mi mente, como la espera del toro de fuego en las calles de mi antiguo barrio, excitado y asustado por igual!... ¡Eso es tradición y no la enseñanza pública!...; o de Trump, amenazando con aranceles y muros kilométricos para impedir la entrada de inmigrantes ilegales, mientras promete expulsar a varios millones que ya están dentro del país -me pregunto si los expulsará antes de construir el nuevo muro de la vergüenza (si nos queda alguna) y cuánta mano de obra necesitará para construirlo y evitar que vuelvan a entrar mientras lo levanta-, aunque siempre cabe la posibilidad de que los obligue a construirlo y dejarlos, después, al otro lado del muro como en el episodio de los Simpsons... Todo esto se hace gracias a la manida soberanía popular, concepto que solo parece existir a la hora de votar y desaparece a continuación; pues, si somos soberanos (como establece nuestra sacrosanta Constitución), ¿por qué casi siempre desprecian las iniciativas legislativas populares nuestros queridos diputados y gobernantes? Cuando un mínimo de quinientos mil ciudadanos -número tan elevado que ya supone una traba por sí mismo- presenta ante el Congreso una petición para legislar sobre un asunto concreto que considera necesario, ¿por qué los legisladores la ignoran o simplemente desprecian? ¿No habíamos quedado en que somos el pueblo soberano? Es decir, ¿no emanan de nosotros, el pueblo, todos los poderes del Estado según esa Constitución que todos dicen respetar y ninguno cumple? Es decir, ¿la soberanía popular consiste en hablar un día y callar los cuatro años siguientes? Es decir, si somos soberanos, ¿por qué los gobernantes de turno mandan reprimirnos a las llamadas fuerzas del orden? ¿De qué orden? ¿Ostentar la soberanía popular no implica representar el orden constitucional? Si somos soberanos, ¿por qué nos detienen, golpean, someten, cuando ejercemos nuestro legítimo derecho a la reclamación y la protesta, cuando recordamos a los gobernantes que su poder emana de nosotros? Parece, por tanto, que somos y no somos soberanos, que todo depende del momento, que todo, en realidad, es una dictadura de nuestros representantes; pero, como la palabra dictadura contiene tintes negativos, hemos decidido llamarlo democracia, concepto que nos retrotrae a la Grecia clásica, y...¡ya sabes cuán respetables eran los griegos, aunque considerasen a sus mujeres ciudadanos de segunda (como siguieron haciendo sus herederos: los romanos!
La soberanía popular permite elegir dirigentes como el malhadado alcalde capitalino, perro faldero de la presidenta autonómica, quien, tras ser denunciado por los pérfidos socialistas al apoyar las acusaciones sin pruebas concretas de un empresario contra un exministro y su principal asesor, se ha declarado orgulloso de dicha denuncia y afirmado que acudirá al juzgado, porque él cree en la justicia, no como otros, donde presentará las pruebas que avalan sus palabras; aunque el único que debe tenerlas es el empresario denunciante que, hasta la fecha, solo ha presentado un papel con cuatro anotaciones cutres que no aclaran nada. ¿Cómo piensa conseguirlas el edil? ¿Se las prestará el citado empresario para la ocasión? ¿Serán pruebas preparadas por su partido para seguir atacando al gobierno ilegítimo que tenemos?
La soberanía popular, como toda teoría, es un concepto afortunado y necesario; aunque, en la práctica, hace aguas como aquello de “que todos somos iguales ante la ley”. Como bien sabes, la mano del hombre puede corromperlo todo tal y como demuestra esa Historia que tanto te interesó. Sin embargo la soberanía popular puede equivocarse -a nuestro juicio- y elegir a dirigentes que terminan perjudicándola o anulándola por muy demócratas que se califiquen. Mejor nos iría a todos con gobernantes más cultos y respetuosos y menos empresarios y militares en el poder. Solidaridad ante obediencia ciega.
Dentro de unas horas millones de personas expresarán sus deseos irreales de paz, prosperidad y amor para el Año Nuevo, símbolo de renovación, pero promesa de continuismo; pues seguirán los conflictos bélicos actuales y los que puedan aparecer, las hambrunas, las injusticias, las fobias, las mentiras y los desprecios. Israel continuará matando en Palestina, Líbano, Siria o dónde le plazca con el beneplácito mundial; el nuevo presidente yanqui provocará guerras comerciales con sus aranceles proteccionistas e inestabilidad general con proyectos como la deseada compra de Groenlandia, la anexión de Canadá y el Canal de Panamá; Rusia y Ucrania seguirán matándose, mientras el zar Putin amenaza con la guerra nuclear (en este caso concreto, Trump inició conversaciones de paz con Putin al margen del presidente ucraniano al que Donnie calificó de “dictador” tras tres años de invasión y guerra con Rusia); proseguirán las guerras en África de las que nadie habla, como seguirán los crímenes de género, los naufragios y las muertes de migrantes en el mar, los desahucios, la macroeconomía frente a la microeconomía y los jueces haciendo política; nos olvidaremos poco a poco de la DANA, sus afectados y el nefasto Mazón; la leal oposición insistirá en el acoso al gobierno ilegítimo que tenemos, el particular de Ayuso continuará denunciando a todo bicho viviente por atreverse a informar de su delito confeso a través de su abogado, mientras su juicio se dilata sine die...
Con acierto profético tituló el gran Rimbaud uno de sus poemarios más conocidos: “Una temporada en el infierno”, donde incluye versos como:
“La raza inferior ha cubierto todo
-el pueblo, como se dice, la razón; la nación y la ciencia-”
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