sábado, 31 de agosto de 2019

CHAFARDERO 82



<<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE>>
NÚMERO 82   ANNO V



PRIMERA PLANA

Casi todos los males del mundo provienen de que muy pocos viven y dejan vivir. El ser humano está impelido a dominar, someter, destruir, asolar para satisfacer una ambición casi siempre acéfala. El ser humano no suele actuar por inteligencia, sino por instinto, y, como ya dijo algún filósofo cuyo nombre no recuerdo, éste es ciego y estúpido. Mucho o poco, la inteligencia es lo único que nos diferencia de los animales llamados irracionales. La inteligencia ha creado la cultura, lo mejor de la Humanidad en todos sus aspectos. Sin embargo, siempre nos han gobernado y sometido los más fuertes, los más zafios, los más inhumanos, los más serviles. ¿Existen, acaso, una inteligencia positiva y otra negativa?
Someterse puede resultar eficaz para mantener la vida en caso de peligro o amenaza vital; pero, en realidad, la existencia en esas condiciones depende del humor del dominador. La inteligencia es rebelde, inquieta, curiosa, siempre insatisfecha. No busca tanto premios como inquisiciones, preguntas, aprendizajes. En alguna medida, no es práctica. No ansía tanto el bien material como embarcarse en el camino hacia ese bien. Persigue el arcoiris para transitar la ruta que conduce hasta él, sabiendo que nunca lo alcanzará. La inteligencia busca caminar más que llegar, o, lo importante es el camino y no tanto la meta. La  inteligencia se mueve por el afán de conocimiento, pues se alimenta de él. Tampoco persigue la sabiduría, pues es consciente de su imposibilidad. Sabemos algo, desconocemos más. A lo largo de la historia humana, el conocimiento ha provocado recelo, es decir, miedo: el único responsable de la carnicería en que se resume la gran Historia humana, las decisiones de los grandes adalides que todos los países entronizan en sus panteones más sagrados. Nuestros grandes prohombres son militares y conquistadores, ¿Dónde colocamos a nuestros científicos, artistas y pensadores? ¿En algún rincón olvidado? Los himnos nacionales ensalzan victorias militares, pasados sin sol e imperios remotos; idealizan tiempos pretéritos ajenos a la actualidad. Muchas banderas integran en sus lienzos el color rojo como recordatorio de que el derramamiento de sangre es el mayor servicio que se puede hacer al país. ¿Las batallas y las gestas militares son nuestras máximas hazañas? ¿Toda nuestra inteligencia sólo sirve para matar más y mejor? ¿Dónde colocamos a nuestros científicos, artistas y pensadores? ¿En el rincón de la sospecha, siempre fuera de los círculos decisorios, enmudecidos para que no influyan en el resto de la población? 
La principal cualidad de los políticos/as actuales en general -aparte de la soberbia, la necedad, el sectarismo, la hipocresía,  o la irresponsabilidad- es su incompetencia. Cobran sueldos y complementos demasiado elevados para la tarea que realizan, viven rodeados de privilegios y asesores que los ofuscan y confunden, escurren el bulto cuando ostentan el cargo y, mucho más, cuando lo abandonan; pues nada saben ni supieron, nada oyen ni oyeron, nada ven ni vieron, nada entienden ni entendieron. Entonces, ¿cómo pudieron legislar, firmar, presidir, gestionar?  Desde la soberbia que les hizo creer capacitados, desde la inutilidad que les hizo creer infalibles, desde el sectarismo que les hizo serviles y arrogantes, desde la estulticia que les hizo creer omniscientes; cuando sólo eran acémilas bien vestidas.
Ciudadanos justifica su negativa a formar coalición de gobierno con el PP en la “mochila de corrupción que lleva sobre sus hombros”. Sin embargo, firma pactos de gobierno en varias comunidades autónomas y ayuntamientos con un partido al que considera corrupto. ¿Desvergüenza, oportunismo, paripé o disimulo para que no pensemos que son lo mismo? Un poco de todo.
El exalcalde de Alcorcón, que dejó en la calle a cien personas mayores e incapacitadas al no respetar el acuerdo que mantenían con su antecesor en el cargo, nombrado Consejero Autonómico de la Vivienda. Ciudadanos, tras denunciarle por corrupción, comparte gobierno con él.
Un senador de Vox, ex presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, retira su apoyo a una declaración institucional en apoyo a los afectados por los incendios de Gran Canaria, porque la citada declaración incluía el cambio climático como una posible causa de los incendios; lo que, a su entender, es "un postulado ideológico que coincide con las ideas de Psoe y Podemos".
Mister Trump pretende comprar Groenlandia a Dinamarca y recibe las mofas de los políticos daneses (y del resto de su población). Siempre le quedaría la opción del trueque entre Usamérica  y la isla danesa. 
Mister Trump aconseja al gobierno israelí negar el permiso de entrada a este país a dos congresistas demócratas musulmanas. Como socio bien avenido, el gobierno israelí acata su recomendación. Por supuesto, la culpa de tan lamentable decisión es de los palestinos.








¡QUÉ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?
- Un cliente mata a tiros a un camarero por “ser demasiado lento”.
- Una máquina expendedora vende santos a siete euros la pieza.
- Aparecen microplásticos en la nieve antártica.
- Mal comienzo para la presidenta madrileña: acude a su investidura vestida de rojo.
-Un sacerdote pide a Dios un arquitecto para frenar el deterioro de una carretera.
- “Yo creo que falta poco para que  un político acuse a los patrones del Open Arms de los apuñalamientos de Barcelona”, escribe Jordi Evolé en su Twitter.
- Ciudadanos disculpa la ausencia pública de su líder Rivera durante el mes de agosto, porque "lo que pasa en agosto no existe".
- Las ambulancias gallegas y asturianas obligadas a pagar el  peaje, aunque estén de servicio.
. Un conductor se pasea por Ibiza con una mujer desnuda encima del capó de su Ferrari.





LITERALIA I




ODISEA ESPACIAL



Hace cuatro días que giro lentamente –sin más compañía que una radio portátil para seguir las incidencias de la Liga de fútbol- alrededor de la Tierra. Hace cuatro días que, tras ocho meses, seis horas, quince minutos y cincuenta segundos de permanencia en el espacio, Houston (Texas) permitió a mi compañero Harry Strong volver a casa para reunirse con su desconsolada esposa. Yo también pude haber regresado con él, pero no soporté la idea de ver nuevamente a mi mujer –zafia y rabanera donde las haya- y he preferido quedarme por aquí; mientras envían una nueva tripulación para sustituirme. Por otra parte, existe una obligación contractual que debo respetar y...
Reconozco que, al principio, las horas se me hicieron largas y solitarias; pero, tras conocer los últimos resultados de mi equipo favorito, todo se hizo más llevadero. Además, me he dedicado a sintonizar todos los satélites que he descubierto en mi periplo para poder seguir los partidos desde cualquier punto de la órbita sin perderme detalle alguno.
Cuando me canso de tanto deporte, recuento los cadáveres de los ingenios artificiales que, fuera de servicio, vagan fantasmales alrededor del planeta; antes de incendiarse al entrar en contacto con la atmósfera y estrellarse, luminosos y atractivos, contra su superficie; mientras mis congéneres los ven caer con rostro embobado. En mi pueblo, los llamamos estrellas fugaces; pero siempre hemos sido muy atrasados. 
Provengo de rancia familia manchega que se dedica desde hace varias generaciones al cultivo y recolección de la uva, la oliva y  diversos cereales según la época del año. Poseemos tres viviendas, cuatro tractores, una cosechadora y diez yuntas de mulas, es decir, que no estamos desnudos. 
Mi odisea espacial comenzó un buen día en que marché a la capital para resolver unos asuntos particulares y leí en el periódico un anuncio en el que un desconocido –para mí- Instituto Nacional de Aeronáutica Planetaria (INAP) solicitaba candidatos para realizar  pruebas dirigidas a seleccionar astronautas para la lanzadera espacial. Por gastarles una broma, envié mi currículo agrario a las señas indicadas en el aviso y regresé al pueblo; donde seguí dedicándome a las tareas propias del campo.
Mes y medio después, recibí una carta del citado organismo en la que me notificaba que “me presentase en Robledo de Chavela el día catorce de marzo a las nueve de la mañana, desayunado y con una muda limpia, libre de compromisos, para realizar varios test psicotécnicos, pruebas físicas, cursos intensivos de matemáticas exponenciales y simulacros de pilotaje durante los seis meses siguientes”. ¡No lograba entenderlo! ¿Por qué habían elegido a un simple agricultor como aspirante a astronauta? El citado día catorce los responsables del programa me lo aclararon: “porque era representativo del país”.
Cuando lo comuniqué en casa, mi señora quiso avisar al pediatra –le sonaba igual 
que psiquiatra-, mi padre habló de desheredarme; mientras gritaba: “ ¡Es mi ruina! ¿Quién recogerá ahora la cosecha?”  y mis amigotes se carcajearon en mis narices; mientras me dedicaban toda clase de lindezas y exabruptos. ¡Eran unos pobres ignorantes que confundían la velocidad con el tocino, como suele decirse!
Partí en el coche de las seis de la mañana sin más equipaje que un cepillo de dientes y la muda reglamentaria. Tras dos horas de accidentado viaje, llegué a Robledo de Chavela y me presenté ante los plantones que hacían guardia en la dirección indicada en el sobre.
Me miraron de pies a cabeza y me hicieron girar varias veces sobre mí mismo, mientras sus rostros adoptaban una mueca de profunda incredulidad; pero, como la notificación que les presenté no admitía dudas ni suspicacias, avisaron a un oficial, que me acompañó hasta el despacho del Director del Centro: don Samuel Vázquez, alias “Apolo XII” por ser el más alto  de todos, doctor en Astronomía y Aeromodelismo Aplicado por la Universidad Central. En su compañía, me dirigí hacia un barracón de madera, en cuyo techo destacaba un gran radar que describía un movimiento constante de izquierda a derecha en un ángulo de 33º 15’, según me aclaró el doctor Vázquez.
Tras asignarme una habitación, me presentó a los demás aspirantes –treinta y cuatro en total-, todos ellos titulados superiores con amplia experiencia en el campo aeroespacial. Por supuesto, yo también había incluido en mi currículo que poseía “amplia experiencia en el campo”.
Al día siguiente, el doctor Vázquez –que acompañaría a Estados Unidos al astronauta elegido finalmente- nos presentó a los demás profesores, nos pormenorizó la duración y naturaleza de nuestros trabajos y nos animó a esforzarnos al máximo en todos los estudios y prácticas que desarrollaríamos en los meses siguientes. Para terminar, añadió que “muchos eran los llamados y pocos los elegidos” –estuve tentado de señalar que a mí me habían escrito-; por lo que nos rogaba un buen ambiente para evitar sucesos tan desagradables como los acaecidos en la convocatoria anterior, donde los aspirantes se habían matado entre sí para eliminar competidores. Lo único importante era, según sus palabras, “que un español volviera a conquistar las Américas”.
Desde un principio, me concentré plenamente en cuantas pruebas nos plantearon los instructores para lograr equipararme a los demás candidatos, dado su nivel superior de preparación académica. Resultaba curioso, pero parecía como si las materias que nos explicaban se hubieran pensado para mi; porque, a pesar de mi analfabetismo total, las comprendía perfectamente; aunque no entendía una sola palabra de inglés, idioma en que se impartían las clases. Pronto, la trigonometría, la teoría de la relatividad, Einstein, los números cuánticos y el espacio curvo se hicieron familiares entre todos los aspirantes, con los que no podía intercambiar ninguna frase; pues nos habían prohibido hablar en español para familiarizarnos con la lengua internacional de la astronáutica: el citado inglés. Sin embargo, los paseos en la cámara de ingravidez y las pruebas de pilotaje en el simulador de vuelo me resultaron entretenidas y, tras dos prácticas, dejaron de tener secretos para mí. El propio doctor Vázquez, “Apolo XII”, empleó una palabra imposible –metempsicosis- para explicar mi caso. Al finalizar el curso de preparación, ante la sorpresa de propios y extraños, el citado doctor anunció que tendría el gran placer de acompañarme a mi, Fermín Estrellado,  a Estados Unidos. Todos los candidatos caímos redondos al suelo.
En el pueblo, al conocer la noticia, declararon fiesta local el día de mi nacimiento. Mi padre maldijo al cielo, pues comprendió que la cosecha se había perdido definitivamente. No obstante, se rascó el bolsillo e invitó a comer a toda la familia –y algunos agregados que no conocía-; mientras, a los postres, algo bebido, brindaba en  voz alta “Por el par de mi hijo”. El alcalde –que hacía años que no nos hablaba por un asunto de lindes- pronunció un enardecido discurso en el que me glosó como varón esclarecido e hijo predilecto de la población. Mi mujer, por su parte, empezó a llamarme “¡Adúltero!... ¡Adúltero”, cuando una prima le dijo que “iba  a hacer las Américas”.
Cuando aterrizamos en Houston (Texas), nos encontramos con seis americanos, cuatro soviéticos, un danés despistado, dos ingleses, un japonés que no paraba de hacer fotografías y un lapón con su trineo y sus ocho perros esquimales. Eran mis contrincantes en la prueba final.
Nos sometimos a nuevos y tortuosos experimentos, entrenamientos, simulacros, clases de inglés, adaptación a los hipersensibles instrumentos de la estación orbital y a una profunda resignación ante las insípidas comidas que tomaríamos en el espacio. ¡Cuánto he añorado el cocido de mi señora y el tintorro de mis viñas cada vez que tragaba una de esas anodinas pastillas y esa agua envasada al vacío con que nos alimentábamos!
Tras cuatro meses de continuos tormentos, análisis semanales y perfeccionamiento del idioma –que incluyó una semana de convivencia con los algonquinos  para conocer su lengua-, las más altas jerarquías del programa espacial decidieron que Harry Strong, comandante de las fuerzas aéreas norteamericanas y graduado en Ciencias Físicas por la ilustre, por entonces, universidad de Georgetown, y yo –según rumores nunca confirmados, parece que confundieron mi expediente con el de Anatoli Smirnoff, matemático bielorruso con un coeficiente intelectual de doscientos cincuenta- seríamos los dos primeros astronautas enviados al espacio exterior.
Como pueden colegir, el lanzamiento resultó un completo éxito y, a pesar de la brutal aceleración que nos mantuvo pegados a nuestros asientos, pude ver al “Apolo XII” dando saltos de alegría, mientras se elevaba el cohete, y leer en sus labios: “¡Viva tu par! ¡Viva tu par!” antes de que dos fornidos policías militares le sujetasen por las axilas y le detuvieran por altercado público. Los norteamericanos son muy respetuosos con las ceremonias.
Al principio, la convivencia con mi compañero en la estación resultó fácil y agradable, pues nos pasábamos el tiempo realizando experimentos y comunicando sus resultados a Houston (Texas). Dormíamos en turnos de cuatro horas diurnas y cuatro nocturnas; aunque apenas notábamos la diferencia en nuestras condiciones de noche perenne.
A los siete meses de estancia, situados en una órbita constante de 375 kilómetros sobre el hermoso planeta azul, se produjo la primera crisis de Harry. Comenzó a llorar como un poseso y a perseguirme por toda la estación. Se aproximaba su aniversario de boda y añoraba a su mujer; más concretamente, su anatomía, accidentada y sugestiva, según sus acomentarios nada inocentes. Rogó, imploró, chantajeó, amenazó con destruir la nave; pero el Jefe del Programa Espacial se mantuvo firme desde su cómodo despacho de Houston (Texas) y no le permitió descender antes del plazo estipulado para reunirse con su mujercita en el rancho que tenían en Pensacola (Florida). Le recordó que había firmado un contrato por el que se comprometía a permanecer en el espacio durante un año entero y le aconsejaron, mediante amenazas veladas, que se mantuviera sereno; si no quería perder la pensión de su retiro. La consecuencia fue que aumentaron su nostalgia y desesperación. En algunas ocasiones, cuando se hundía completamente, me mostraba una fotografía de su señora en bañador y me miraba con ojos implorantes. A fuer de sincero, yo también hubiera protestado,  pataleado y blasfemado con tal de conocer mejor a esa montaña rusa llamada Peggy Sue. 
A los nueve meses justos, Peggy consiguió que le permitieran bajar; aunque ignoro los métodos que empleó para lograrlo e imaginármelos quizá resultase injusto con ella. Harry me comunicó su partida, mientras yo estaba fuera de la estación, contemplando las estrellas. Me animó para que le acompañara, y, aunque en un principio pensé que me invitaba a compartir lecho y mujer, le respondí que cumpliría mi contrato con la Agencia Espacial -de lo contrario, podían apalearme en el pueblo- y que esperaría tranquilamente la llegada de la nueva tripulación. Nos despedimos con un efusivo abrazo, amigos para siempre. Prometió bautizar a un hijo suyo con mi nombre -ganas de acomplejar a la criatura- y, luego, separó su cápsula de la estación y la dirigió con habilidad hasta situarse en órbita de acercamiento y atravesar la atmósfera terrestre en un descenso vertiginoso, a la vez que preciso y espectacular, hasta convertirse en lo que mis paisanos como una estrella fugaz.Por mi parte, inicié la sintonización de los satélites artificiales para mantenerme al tanto de los resultados deportivos, no siempre agradables. He alcanzado tal perfección en esta tarea que, cuando el día está despejado, logro reconocer a algunos espectadores.
Dando vueltas lentamente, espero la llegada de mis nuevos compañeros; mientras, agradecido, contemplo la majestuosa aparición del Sol por detrás de la Luna; aunque me deslumbre y tenga que utilizar esa maldita visera que me impide disfrutar espectáculo tan fascinante.
Entretanto, Félix Soteiro sigue comunicando….




LITERALIA II



CAPÍTULO X



Adalberto Rabazas era un hombre sorprendido (1).

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NOTAS:

1) Desde que conoció  a Adriana Montenegro sentía que había disminuido su amor por Maripi Civantos de la Esparraguera, aunque seguía pareciéndole muy rubia y  sugestiva (2).
2) Obsesionado con volver a verla, una tarde, a la salida del banco, caminó hasta la cercana calle de  la Cabeza y buscó el número diez. Era una casa estrecha de dos plantas y portal de hierro forjado. ¿No había dicho ella que vivía en el 4º D? Extrañado, pulsó al azar un piso del portero automático, y, tras oír una voz áspera (su dueña debía estar durmiendo la siesta), preguntó:
- Disculpe usted, ¿hay cuarto piso en este inmueble?
- No quiero nada. ¡Vete, Vete!
- No, no, señora. No vendo nada. Sólo quiero saber si hay cuarto piso en su edificio.
- ¿No saber contar? No cuarto piso.
- ¡Gracias, muy amable! (3)
3) La calle de la Cabeza tomaba su nombre de una curiosa leyenda: “En tiempos de Felipe III vivía en ella un rico sacerdote con un criado portugués que huyó a su país tras decapitarle y robarle el oro. Días después, un sacristán se presentó en la vivienda para llevarle unas rentas. Encontró la puerta abierta sin rastro de amo y criado. Avisada la justicia, no pudo esclarecerse el asunto, olvidándose con el tiempo. Años después, el asesino regresó a Madrid vestido de caballero para visitar El Rastro. Encaprichado de una cabeza de carnero, la compró y guardó bajo su capa. Un alguacil, alertado por el reguero de sangre que dejaba al pasar, le inquirió sobre la naturaleza de lo que ocultaba bajo sus ropajes; contestó que una cabeza de carnero. Amoscado el ministril,  el falso caballero mostró la cabeza del animal que, ante la incredulidad general, se transformó en la cabeza de su amo el sacerdote que había matado tiempo atrás. Confesó su crimen allí mismo y, tras el correspondiente juicio, murió ahorcado en la Plaza Mayor. Cumplida la sentencia, la cabeza sacerdotal volvió a convertirse en cabeza de carnero”.
Durante el reinado del indeseado Fernando VII, hubo en ella una cárcel del Santo Oficio en la que penaron y sufrieron diputados liberales contrarios al absolutista monarca.
Perplejo, Adalberto Rabazas avanzó sin rumbo, moviendo la cabeza. La curiosidad le hizo detenerse ante unas taquillas inalcanzables que había en la calle de Lavapiés. ¿Para quién estaban construidas? En algún momento, ¿el edificio fue más bajo? ¿Por qué hacían tantas cosas sin sentido? (4)
4)  Al salir a la plaza de Tirso de Molina, donde pensaba regalarse una ración de mejillones y unas cervezas en “La Ría”, vio a una joven que le recordó a Adriana Montenegro por sus formas “mórbidas y redondeadas”, pero el maquillaje gótico que llevaba lo descolocó. Ni siquiera intentó abordarla. La obsesión puede crear espejismos (5)
5) Tras devorar dos raciones de moluscos acompañados de varias cervezas, cogió el metro hasta su domicilio. Allí telefoneó a Eudoxio Matallán, un antiguo compañero de estudios que había sido el inspector de policía más joven del país. Tras los saludos de rigor y las preguntas corteses sobre las respectivas familias, Adalberto Rabazas tanteó la posibilidad de que indagase sobre Adriana Montenegro; alegando que había ingresado una cantidad muy elevada en la sucursal bancaria donde trabajaba y que las normas del banco recomendaban informarse sobre el depositante. Su camarada le solicitó los datos que poseía sobre la interfecta, y le emplazó para un par de días después. Luego se despidieron como si no llevaran diez años sin verse, citándose para un próximo encuentro que ambos sabían bastante improbable. Adalberto Rabazas se duchó, y bajó al bar “Los Vencejos” para cenar unas deliciosas croquetas de jamón y Cabrales y un pincho de tortilla insuperables que regó con varias copas de Ramón Bilbao Gran Reserva (6).
6) De vuelta a su piso, telefoneó a Maripi Civantos de la Esparraguera para disculparse por no poder verse el fin de semana por un inexistente curso del banco en Cercedilla. Después, habló con Indalecio Gandarias para quedar a las seis de la tarde en la puerta ocho del Santiago Bernabéu y ver ganar al Real Madrid (7).
(7) La  tradición madridista de la familia Rabazas viene desde don Sisenando, el cornetín de órdenes. Acérrimo seguidor blanco, había pensado llamar Alfredo a su primogénito como el gran Di Stefano, “la saeta rubia“;  pero la insistencia -y cerrazón- de su señora le aconsejó olvidar su intención inicial. Famoso por su afición futbolera en los cuarteles donde sirvió, calentaba la boca tocando el himno madridista con el cornetín de órdenes (8).
8) Adriana Montenegro se apeó de un coche negro con cristales tintados. Precedida por un hombre corpulento trajeado con gafas de sol y pinganillo en un oído, entró en la sede diplomática de un país extranjero donde se celebraba un cóctel en honor del nuevo embajador.





CRÓNICA DE SOCIEDAD (urbi et orbi

- El famoso toro de Osborne es un diseño de Manuel Prieto, pintor y diseñador gaditano (1912-1991), comunista y republicano. La silueta del astado fue un encargo de la empresa vinícola a Azor Publicidad en la que trabajaba como director de arte. 
- En arameo, Tomás significa gemelo. Parece ser que santo Tomás era hermano gemelo de Jesús y que ocupó su lugar tras la crucifixión, lo que negaría la resurrección, según afirman los manuscritos de Qunram.
- A las doce de la Noche de san Juan, cada siete años bisiestos todas las fuentes del mundo manan agua del río Jordán, Cunqueiro dixit.
- Según una sentencia del Cabildo de Tuy, los "que tocan flauta, clarinete, oboe o fiscorno no pueden comer guisantes ni habas, pues engordan el aliento y espesan el sonido de los instrumentos".
- En la antigua Roma, existió el "derecho al beso", por el cual los maridos podían besar en cualquier momento a sus esposas para comprobar si habían bebido, pues lo tenían completamente prohibido.





FRASEOLOGÍA
-Cuando más oscura es la metáfora, más el entendimiento entiende que aquella metáfora entiende.- (Raimon LLull).
- El militar es una planta que hay que cuidar para que no dé sus frutos.- (Jacques Tati,  cómico francés).
- Habría una manera de resolver todos los problemas económicos: imponerle impuestos elevados a la vanidad.- (" " ").
- La gente inteligente habla de ideas; la gente común habla de cosas; la gente mediocre habla de gente.- (Jules Romain, escritor francés).
- Hombre paciente no es vencido.- (Raimon Llull)













CONTRAPORTADA




La Amazonia arde por todas partes ante el regocijo del presidente brasileño

miércoles, 14 de agosto de 2019

CHAFARDERO 81

<<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE>>
NÚMERO 81.- ANNO V



PRIMERA PLANA
El nuevo ayuntamiento popular-ciudadano de Madrid  continúa con su política de hacer desaparecer cualquier vestigio que recuerde a la anterior alcaldesa Manuela Carmena. El último episodio lo ha protagonizado la concejala-presidenta de la Junta de Distrito de Moncloa-Aravaca al suspender un concierto de Luis Pastor, cantautor comprometido con los más desfavorecidos desde que vivía en Vallecas por los años setenta, y su hijo porque “su perfil no se ajusta a las familias del barrio”. ¿Conoce la señora concejala a todas las familias de dicho barrio? ¿No podía haber pedido al cantautor que cantase con  otro perfil? ¿Puede tratarse de una decisión ideológica, abusiva por tanto, en base a los antecedentes del citado intérprete?
Seguiremos informando.
Uno de los detalles que demuestran la influencia de Chemari Aznar en los actuales dirigentes populares estriba en que son todos tan mediocres como él -Chemari no admite cerca a nadie mejor que él, salvo que sea más poderoso-. Viven convencidos de que vestir un buen traje los convierte en profundos pensadores, grandes estrategas y magníficos gestores; aunque sus actos y decisiones indiquen lo contrario. Basta con oírles hablar para comprobar que sólo saben repetir las consignas que acordaron repetir en alguna reunión de altísimo nivel  en cuanto se les aproximase un micrófono o una grabadora. Miran por encima del hombro como todos los mediocres y acomplejados, y se estiran para parecer más altos, más dignos, más poderosos; pues sólo tienen fachada, apariencia y sus palabras… siempre han sido vanas  e insensatas; por eso pronuncian grandes términos abstractos como España, Constitución, Estado, Libertad, Unidad, etc. Palabras que sirven para cualquier momento y permiten omitir las precisas en cada ocasión. Como viven en su realidad, y no en la común, mantienen un discurso rancio, reaccionario, anquilosado, ineficaz. Sus proclamas son heredadas; sus programas, trasnochados; sus soluciones, baldías como han demostrado siempre que han gobernado.  Es muy posible que, si lo permite el gran líder en la sombra Asinarius, todos los actuales dirigentes populares (mujeres incluidas) se dejen un frondoso mostacho para parecerse más al amado líder. También es posible que sólo sean el traje que lucen, es decir, muñecos y muñecas que manejan otros.
Seguiremos informando.
La Fiscalía General del Estado pide la imputación de Esperanza Aguirre, Ignacio González y Cristina Cifuentes por presunta financiación ilegal de varias campañas electorales desde 2003 hasta 2017, lo que supone una práctica habitual y continuada que perjudicaba a los demás candidatos y alteraba los resultados finales. Como ha sucedido en casos similares, suponemos que los presuntos implicados negarán toda responsabilidad, aducirán desconocimiento -sólo eran los presidentes de la Comunidad- y buscarán algún chivo expiatorio, de menor categoría jerárquica, para que responda por los presuntos delitos; siempre y cuando no denuncien a la Fiscalía o la oposición por atentar contra su honor.
Seguiremos informando.
En otro ejemplo de desfachatez supina, el lanzador de güitos García Egea reclama la abstención del PSOE -la lista más votada en las últimas elecciones, ésa que tanto respetan los populares, cuando los beneficia- para facilitar un gobierno “constitucionalista” PP-CS tras obtener mayoría simple con el apoyo de Vox; pues no suman para alcanzar los diputados necesarios en primera votación, presidido por el gran Pablo Casado como Pablo I de España. Su argumento: han demostrado que pueden formar gobiernos en Murcia, Andalucía, Madrid y Castilla-León. Como los gestionan es otro asunto del que es mejor no hablar.
Seguiremos informando.




Seguiremos informando.
El BBVA decide suprimir los cajeros físicos para aumentar, quizá, sus beneficios; lo que obligará a muchas personas -ancianas en su mayoría-  a sacar dinero de los cajeros automáticos, conozcan o no su funcionamiento. Puede darse el caso paradójico de que el cajero físico u otro compañero pase toda su jornada laboral en la calle junto al cajero automático, atendiendo a los confundidos clientes. Quizá, un gobierno responsable mediaría para que no se adoptasen medidas semejantes que desamparan a muchas personas, reducidas a meros daños colaterales, pero… poderoso caballero es don Dinero.
Seguiremos informando.
En su reciente discurso de investidura, la señora Díaz Ayuso afirmó que "la lucha contra la contaminación es obligación de todos". Parece que ha olvidado muy pronto sus críticas ideológicas a Madrid Central, una medida pensada para reducir la contaminación.
Seguiremos informando.
Míster Trump insiste en que es totalmente ajeno a las matanzas acaecidas en su país dos días seguidos. También insiste en que ni siquiera es responsable de su comportamiento.
No seguiremos informando.




¿QUÉ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?
- Cinco suboficiales del ejército investigados por llamar “comechichis” a una sargento.
- Dos de los cuatro habitantes de las islas Columbretes harán huelga para que se reconozcan sus derechos como guardas marinos.
- La Iglesia Cristiana Palmariana  de los Carmelitas de la Santa Faz .-El Palmar de Troya- ha decretado excomunión permanente para todos los espectadores pasados, presentes y futuros de “Jesucristo Superstar”.
- Un narcotraficante se disfraza de su hija para intentar escapar de la cárcel.
- Un conductor de VTC finge su secuestro y se gasta el rescate en una orgía.
- La portavoz parlamentaria popular, XIII marquesa de Casa Fuerte, señora Álvarez de Toledo, recomienda al presidente en funciones hacerse una lobotomía.
- El Ministerio de Defensa ficha a una empresa de cazatalentos para decidir los ascensos de coronel a general.
- El presidente brasileño,, señor Bolsonaro, aconseja defecar días alternos para salvar al planeta.
- Aficionados taurinos  cantan el "Cara al Sol" para silenciar una manifestación animalista.
- El Parlamento andaluz califica de "fallecimiento" el fusilamiento de Blas Infante, Padre de la Patria Andaluza. 
- Estados Unidos establece una ley que permite expulsar a inmigrantes legales con ingresos bajos.
- Le regalan un BMW y lo tira a un río, porque quería un Jaguar.
- La clínica navarra del Opus Dei afirma que la homosexualidad provoca gastroenteritis.



LITERALIA I





A SANGRE FRÍA


Sin ánimo de remedar las brillantes carreras de los grandes escritores policíacos, me dispongo a narrarles con minuciosidad malsana los pormenores del célebre atraco al “BANCO ACAPARADOR”, que ha sido imputada erróneamente al conocido ratero Manolillo Centella, “Dedos de seda”, en el que estuve involucrado de forma accidental.
La noche de autos disfrutaba de  una cálida velada junto a mi becaria, reconvertida en amante desde que adquirí un ordenador con impresora y le quedaba más tiempo libre, cuando la molesta insistencia del teléfono me obligó a cambiar de postura.
El diálogo fue, más o menos, el siguiente:
- Será a las cuatro.
- ¿Cómo dice?
- Esquina de Luján y Desengaño.
- ¿Con quién hablo?
- Conduce con las luces apagadas.
- ¿Quién es? ¿Qué desea?
CLIP.
Miré a mi acompañante y susurré: “¡Están todos chavetas!”. Después, preparamos una cena fría, descorchamos una botella de vino y miramos las estrellas; pero, como seguía intrigado por la llamada, decidí acudir a la cita. Tras una dulce despedida, descolgué mi mejor gabardina, cogí las llaves del utilitario y me dirigí hacia el ascensor. Tuve que regresar precipitadamente  a mi domicilio, pues había olvidado los zapatos y calarme el sombrero negro de las grandes ocasiones. De paso, desconecté la computadora. Sospechaba que mantenía una relación poco clara con mi becaria. Ya en la calle, respiré profundamente, consulté el reloj digital, cambié un neumático pinchado y… contemplé las estrellas. No faltaba ninguna.
Encendí el motor y avancé lentamente por las calles de la ciudad, vacías y silenciosas. Mi única compañía se reducía  a taxis parados a la espera de clientes, estridentes autobuses llenos de noctámbulos -que no dejaban descansar a los vecinos- y mujeres que, desde las esquinas, me ofrecían sus mejores cuidados. En la radio, Count Basie y su orquesta.
Al doblar el callejón entre Luján y Desengaño, me detuve ante un semáforo en rojo. Un automóvil se paró junto a mi y un individuo -que me reconoció a pesar de la semioscuridad existente- se sentó a mi lado.
“Eres puntual” fue su saludo. “Ponte esta careta… Sólo falta Toni, como siempre”, añadió. Obedecí en silencio, mientras me enfundaba unos guantes negros. Hacía bastante frío. Encendí un pitillo de boquilla dorada y contemplé las estrellas. El semáforo cambió de color tres veces, pero no se movió nadie. Por la derecha, apareció un Mercedes negro que detuvo su marcha junto a un buzón. Apagó y encendió los faros seis veces. Mi compañero se dirigió a su reloj y preguntó:
- ¿Quién conduce?
- No es de los nuestros.
- ¿Contesto?
- Al primero que haga un movimiento, me lo cargo.
- ¡Contigo no hay quien hable!…¡Eres un amargado!
Cortó la comunicación. Le comenté la originalidad de su reloj, pero se limitó a gruñir. Un individuo vestido de limpiacristales se acercó al Mercedes y encendió una linterna. El automóvil arrancó y se perdió en dirección a la Casa de la Moneda, anexa al BANCO ACAPARADOR. A nuestras espaldas, sonó un claxon y mi acompañante ordenó:
- Arranca.
- ¿Hacia dónde?
- Tú siempre tan bromista.
Tras recorrer unos quinientos metros, aparcamos en una callejuela adyacente a la sede bancaria; en cuya puerta nos esperaba un hombre vestido de guardia-jurado de la CASA DE LA MONEDA. Por los comentarios de mi compañero, deduje que se trataba de Toni, el tardón del grupo. Cuando  nos reunimos con él, el que parecía el jefe le preguntó:
- ¿Qué ha pasado?
- Nada, que he tardado más de lo previsto en agenciarme el uniforme.
- ¿De qué vas vestido?
- De lo que me dijeron.
- ¿Quién te informó?
- Él.
Y me señaló  a mi. “¿Cómo pudo reconocerme, si llevaba puesta una careta?”. El que parecía el jefe me miró severamente y afirmó:
- Siempre pensé que tenía un gran don de gentes.
Le agradecí el piropo lo mejor que supe y desaparecí de su vista. En silencio, sombras en la noche sombría, ocupamos nuestras  posiciones. Ante mi estupor, llamaron a  la puerta principal del Banco. Luego, nos escondimos entre las columnas dóricas del pórtico y esperamos la salida del vigilante. Mi compañero se frotaba las manos, mientras murmuraba:
- ¡Es un genio, un auténtico genio!
- ¿Quién? - pregunté intrigado.
- Tú siempre tan bromista.
No entendía absolutamente nada, pero… ¡hacía una noche tan hermosa que decidí quedarme para ver cómo terminaba la fiesta! La gran puerta de bronce se abrió con un leve chirrido. Un guardia alto, corpulento y aparatosamente armado avanzó unos metros y miró, receloso, a su alrededor. De algún lugar cercano a  nosotros, partió un “¡Cú, cú!” que obligó al centinela a buscar su origen. Mi compañero insistía en la genialidad de alguien. Entretanto, reclamado por el canto de un pájaro impensable a esas horas, el guardián se había alejado unos doscientos metros de la puerta principal. Con un golpe en el hombro que me sobresaltó, mi acompañante dijo:
- ¡Vamos!
- ¿Adónde?
- Dentro, ¿dónde si no?
- ¿Conocemos a los dueños?
Caminamos hasta el gran portón, pegados al muro. El que parecía el jefe nos contó uno por uno. Después, Toni emitió un segundo “¡Cú, cú!” que facilitó el regreso del guardia hasta la puerta. A estas alturas, yo ya estaba preparado para todo, incluido un juicio sumarísimo por atraco a mano armada. Entramos en el edificio y, por señas, me indicaron dónde debía esconderme.
- Y ahora, ¿qué? - inquirí.
- ¿No recuerdas el plan?
- ¡Ah!, ¿pero tenemos un plan?… ¡Magnífico, qué salgan las chicas!
- ¡Chssst! - bramó el que parecía el jefe.
- Esperamos al polizonte, le pescamos y yo le sustituyo - confirmó Toni, algo más comunicativo.
- ¿Por qué no le hemos cogido en la calle?
- Podrían vernos.
- ¿En una noche sin Luna y a las cuatro y veintidós de la madrugada?
- ¡Chsst! - insistió el que parecía el jefe.
Comencé a sospechar que alguien -la persona que suplía por algún extraño malentendido- debía estar desesperado, medio loco, sin un mal cigarrillo que llevarse a la boca; porque ya se los había fumado todos; pendiente de una llamada que, finalmente, no se produciría; presintiendo que la gran fortuna de su vida se le escapaba de las manos entre un opresivo e irracional silencio. “¿Por qué no llamaban? ¿Habrá alguna avería en la línea?… ¿Habrán perdido mi número de teléfono?”.
Por fin, el guardia entró en el edificio y cerró la puerta. Ocho sombras chinescas saltaron al unísono sobre él y le redujeron merced a un artístico nudo. Algún gracioso le colgó una tarjeta en la que podía leerse: “Recuerdos de tu pichoncito”. El que parecía el jefe cambió las cintas por unas esposas y le rogó que guardase silencio. Después, le selló la boca con quince metros de cinta embaladora.
Toni, erguido y resultón, se paseaba por el patio de operaciones del BANCO ACAPARADOR vestido con el uniforme de la CASA DE LA MONEDA. Con las prisas, había olvidado intercambiar su atuendo con su colega reducido.
“Nuestro plan no podía fallar”, comentó mi acompañante. Nos dirigimos hacia la oficina del DIRECTOR. Antes de entrar, el que parecía el jefe golpeó ligeramente el cristal. Por lo visto, el ocupante del despacho solía trabajar hasta muy tarde y no era cuestión de asustarle sin necesidad. En el interior, sin embargo, no había nadie; tal y como debió hacernos sospechar la luz apagada.  A través de una claraboya, pude contemplar las estrellas y varias sombras indefinidas. El que parecía el jefe nos ordenó absoluto silencio, mientras se encaraba con la caja fuerte. Después, sacó una ganzúa y maniobró en el segundo cajón de la mesa. Ayudado por la luz de una linterna, consultó una agenda de lomos negros y anotó unos números -que resultaron ser la combinación- en un cuadernito de hojas cuadriculadas. Toni caminaba marcialmente de un extremo a otro de la gran sala, mientras silbaba un himno militar. Mi acompañante resultó ser el dinamitero. Para demostrarlo, y sin esperar las indicaciones del que parecía el jefe, explosionó la caja fuerte con gran estruendo y nula actividad.
- ¿No recuerda que está fabricada a prueba de explosivos? - le preguntó el que parecía el jefe.
- Me ha podido la ilusión - se disculpó.
- Se lo descontaré de su parte - concluyó el que parecía el jefe.
Una vez disipado el  humo y retirados los escombros, nos dispusimos a vaciar la caja. Tarea inútil: alguien se nos había adelantado. Aunque, si mal no recuerdo, había una pequeña llave a la que ninguno prestamos especial atención y que hizo murmurar al que parecía el jefe: “Este García siempre tan responsables”. Con sonrisa triunfal, cogió el llavín con sus dedos y, señorial, avanzó hacia la cámara acorazada. Los otros cinco miembros de la banda le seguimos como alegres colegiales. Creí distinguir dos hechos: varias sombras subiendo por la escalera y un ruido cristalino tras la puerta redonda de la cámara acorazada. Uno de los muchachos desactivó las numerosas alarmas instaladas en torno a ella. El que parecía el jefe introdujo la  llavecita en una pequeña ranura situada en el ángulo inferior izquierdo de la puerta de acero y la giró seis veces en el sentido de las agujas y otras en sentido contrario. Un ruido semejante a un quejido no logró distraernos de nuestra ocupación. Antes de abrir la pesada puerta, desenrollamos las sacas preparadas al efecto.
Tras esperar a que se abriera el portón, pasamos al interior. Cuando pensábamos encontrar innúmeras cajas de seguridad llenas de joyas y bonos del Estado que, por descontado, guardaríamos en las sacas,  nos recibieron seis hombres ataviados igual que nosotros con copas de champán en las manos. El que parecía el jefe se abrazó cordialmente a uno de ellos, mientras murmuraba: “García, usted siempre tan puntual”. Deduje que habían entrado a través de la CASA DE LA MONEDA tras saltar la claraboya que unía ambos edificios. ¿Serían los del Mercedes negro?
Visto el buen ambiente que reinaba entre todos nosotros, alguien improvisó un mantel con pagarés del Tesoro y degustamos unos langostinos y varias botellas de albariño que aparecieron como por arte de magia. Sin embargo, una voz desconocida  nos sacó de nuestra algarabía, cuando exclamó, estridente: “¡Manos arriba!… ¡Quedan detenidos!”. El que parecía el jefe se volvió hacia él, se quitó la careta y ofreció una copa al vigilante (había cambiado el turno, mientras Toni bebía con nosotros). Luego, se presentó.
- ¡Tranquilícese, amigo! Soy el Director General del Banco -le mostró el carnet de identidad- y he venido con unos amigos a comprobar personalmente nuestras medidas de seguridad.
El guardia-jurado, que, por su expresión, parecía estar acostumbrado a situaciones parecidas, se disculpó y volvió a su puesto de trabajo.
De nuevo en la calle, el que parecía el jefe y Director General nos dijo a todos:
- Mañana pueden tomarse el día libre. El banco permanecerá cerrado para arreglar los desperfectos y comprobar que no falta nada.
Respondimos con una carcajada general.
Antes de despedirnos y regresar a nuestros hogares,  se acercó hasta mi y me rogó que:
- Aunque desconozco los motivos de su presencia, señor Estrellado, le diré que sigo su carrera desde hace años y que me encanta su cinismo. Así que, aprovechando su inesperada asistencia y que la entidad que dirijo necesita nuevos inversores, le ruego que escriba un buen artículo sobre lo sucedido esta noche; pero, sobre todo, que haga buena publicidad del Banco. Le enviaré un cheque a su domicilio por todas las molestias.
- Pero, ¿quién le asegura que ninguno de ellos intentará repetir los sucesos de esta noche para su propio beneficio?
- Porque todos son empleados ejemplares y, por tanto, respetan las normas no escritas de nuestra empresa. Es decir, creen que, si ayudan al crecimiento del banco, éste nunca les despedirá, lo que no deja de ser una hermosa ingenuidad. ¡Buenas noches!
Me senté en el coche y encendí un cigarrillo. El nuevo día se insinuaba entre los edificios de la ciudad. Regresé a mi apartamento, donde mi becaria seguía durmiendo. Escribí una apresurada nota de despedida, metí algo de ropa en una maleta y todo el dinero que tenía en casa, y, luego, telefoneé  a mi representante para que me sacara de aquel nido de grillos. Oportuno como siempre, me consiguió un empleo de…



LITERALIA II

CAPÍTULO IX



Adalberto Rabazas era un hombre enigmático (1).


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NOTAS:
1) En el sentido de que le interesaban los enigmas: los ovnis, el triángulo de las Bermudas, la isla de Pascua, las pirámides de Egipto, las catedrales góticas, las construcciones megalíticas, los druidas, las vírgenes negras, la piedra filosofal,  el regreso del rey Arturo, los prodigios del mago Merlín, los masones, las civilizaciones perdidas; el uróboros, la serpiente que se muerde la cola, símbolo del eterno retorno y la naturaleza cíclica de las cosas; Ofiuco, el decimotercero signo zodiacal, entre Escorpio y Sagitario… Sin embargo, Adalberto Rabazas  no comprendía que personas instruidas como su antiguo vecino Felipe Redondela, doctor en Físicas y Gran Comendador del Rito Escocés, se tomasen en serio -e incluso estudiasen- semejantes patochadas.(2).
2)  Maripi Civantos de la Esparraguera llevaba un arquero dorado colgado de una pulsera que le regaló Adalberto Rabazas por su cumpleaños. Como buena Sagitario es una mujer muy sociable, lo que le ha permitido conocer a muchas personas; algunas interesantes. Una tarde, mientras merendaban en una chocolatería, Adalberto Rabazas la preguntó por sus escritores favoritos. Su prometida  respondió que había demasiadas fiestas en la ciudad como para perder el tiempo con especuladores. Perplejo y desilusionado, arrojó a la primera papelera que vio el ejemplar de ”El principito”, de Saint-Éxupery, que le había comprado (3).
3) He ahí un buen misterio: la desaparición  del piloto Saint-Éx -como le llamaban sus allegados- durante un vuelo de reconocimiento en la Segunda Guerra Mundial. Aunque se ha afirmado varias veces que se habían encontrado los restos de su avión, nunca se ha confirmado plenamente. Otro  misterio: que miles de personas consideren “El Principito” un libro infantil (4).
4) Una mañana cualquiera Adalberto Rabazas leía en su despacho del banco un artículo sobre una serpiente que se había tragado una cría de elefante como en el libro de Saint-Éx. Era una historia tan excepcional que no escuchó a Marquínez, el cajero. Al tercer carraspeo, levantó la vista del texto, y lo descubrió en la puerta.
- ¿Qué pasa?
- Una clienta quiere abrir una cuenta.
- ¿No puedes atenderle tú?
- Se trata de una cantidad muy elevada.
- Que se ocupe el director.
- Está reunido en la central.
- ¡Dita sea!… Hazla pasar.
Instantes después, la esbelta figura de una mujer joven -entre veinticinco y treinta años-, media melena azabache, maquillaje tenue, embutida en un entallado traje chaqueta gris ceniza que destacaba sus formas -”mórbidas y redondeadas”, como decía la canción- , bolso de mano y zapatos de tacón negros se destacó en el umbral del despacho.
Sin dejar de mirarla, Adalberto Rabazas, con un gesto manual, la invitó a pasar y sentarse al otro lado de la mesa.
La mujer se acomodó, colocó el bolso sobre sus muslos, y dijo:
- Quisiera abrir una cuenta.
- Mi compañero me ha informado al respecto. 
- Por lo visto, dada la cantidad que quiero ingresar, no podía ocuparse él.
- Sí, el banco tiene unas normas muy estrictas. ¿De qué montante hablamos?
- Cincuenta mil euros.
- ¡Eh!…¿Los lleva encima?
- ¡Claro que no!... Traigo un cheque al portador.
A continuación, abrió el bolso, extrajo el pagaré, y se lo entregó a Adalberto Rabazas, incapaz de apartar la mirada de sus ojos verdes, lo que le impidió observar que el talón llevaba el membrete de un banco afincado en un paraíso fiscal..
- Mientras comprobamos la autenticidad del cheque -dijo-, podemos cumplimentar el papeleo.
- De acuerdo.
Telefoneó a Marquínez, quien, tras saludar de nuevo a la joven, se marchó con el pagaré.
- ¿Vive usted por la zona? - se interesó Adalberto Rabazas.
- Sí.
- Bien… Nombre y apellidos.
- Adriana Montenegro
- Domicilio.
- Calle de la Cabeza nº 10, 4º D. El código postal es el 28012.
- Profesión.
- Estudiante.
- ¿Universitaria?
- No exactamente… Estudio  Diseño.
- Una profesión con futuro.
- Me encanta la moda.
Marquínez regresó con el cheque tras comprobar su bondad. Volvió a despedirse de la mujer. Adalberto Rabazas lo fulminó con una mirada asesina.
- Teléfono de contacto.
Adriana Montenegro le acercó una agenda negra para que copiase los números del fijo y del móvil.
- Sólo queda su firma.
Adalberto le presentó la documentación, e indicó dónde debía estampar la rúbrica. Aprovechó la ocasión para admirar sus delicadas manos y la magnífica manicura de sus uñas. Después, le entregó la correspondiente libreta, se irguió y estrechó la mano de la mujer; mientras decía con tono profesional:
- ¡Bienvenida, señorita Montenegro!… ¡Gracias por su confianza!
Ella no le corrigió sobre su estado civil, y abandonó la sucursal entre las miradas de todos los presentes, mujeres incluidas (5)
5) Adalberto Rabazas había encontrado un auténtico misterio.




CRÓNICAS DE SOCIEDAD (urbi et orbi)


De nuestro corresponsal en Sagunto.


FRASEOLOGÍA
- El hombre es una enfermedad que padece la piel de la Tierra.- (Friedrich Nietzche).
- Ningún artista tolera lo real.- (“ “ “).
- Todo individuo, como poseedor de un “alma inmortal”, ocupa el mismo nivel jerárquico que los demás.- (“El anticristo”, Nietzsche).
- Fe equivale a no querer saber la verdad.- (“ “ “).
- Las convicciones son cárceles, son un medio para conseguir algo; no son más que una falsedad radical, porque se hallan al servicio de un fin.- (“ “ “).
- La gente prefiere contemplar gestos a escuchar razones.
- El placer de los más fuertes, de los más espirituales, consiste en vencerse a sí mismo.- (“ “ “).

CONTRAPORTADA

HERMANOS MARX: Harpo, Chico, Gorucho, Gummo y Zeppo.