jueves, 28 de mayo de 2020

CHAFARDERO 106

<<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE>>
NÚMERO 106.- ANNO VI





PRIMERA PLANA

En algunas ocasiones, el líder visible de un partido político no es el líder real del mismo, como sucede en los dos principales partidos conservadores del país –Ciudadanos es un funambulista a punto de caer al suelo (desaparecer), escindirse, o integrarse en alguno de los ya citados-, siendo Vox una mera sucursal del partido innombrable surgida por la, para algunos,  excesiva debilidad de Mariano Rajoy.
¡Cómo nos engañan! El verdadero cabecilla de ambas organizaciones actúa en la sombra, como muchas personas inteligentes; aunque en este caso hablamos del espécimen más deplorable, mediocre, rastrero, vengativo, soberbio y cobarde nacido en este país en los últimos tiempos; tal vez desde sus primeros pobladores. Los latinos lo llamaron asinarius, el que cuida asnos.
Por supuesto, no desglosaremos sus hazañas durante sus innecesarios gobiernos. Casi nadie ha conseguido olvidarlas. Lo que nos resulta más incomprensible –admitimos nuestra  incapacidad- es que tenga tantos seguidores y que sean tan vociferantes y agresivos  como para insultar, amenazar o agredir a compatriotas que piensan diferente a ellos. Lo más lamentable es descubrir que haya individuos más estultos que él; reconocer que nuestro país siempre será pequeño y subdesarrollado, porque alberga demasiados cavernícolas que secundan y vitorean a sabandijas como nuestro protagonista.
¿Cómo explicar, si no, que la única estrategia desarrollada por ambos partidos conservadores, que él maneja en la sombra según nuestra teoría, sean la confrontación y el acoso continuo a un gobierno legalmente constituido que califican como “sociocomunista” para crear la idea de peligroso o deslegitimado entre los ciudadanos en una situación de crisis sanitaria con miles de muertos e infectados como la que padecemos? Sólo una mente retorcida y enfermiza puede considerar que sembrar odio entre compatriotas, enfrentándolos hasta el extremo de hablar de “ambiente guerracivilista” (consciente del miedo atávico que encierran este adjetivo),  alentado por la prensa afín paniaguada, es un buen medio para alcanzar el gobierno -su gobierno- de la nación -su nación-, pues solo el gran Chemari Aznar, nuestro protagonista, merece tan alto honor; aunque pueda ostentar el cargo otro presidente títere (sólo o en coalición, según los resultados electorales). Los señores Casado y Abascal, por tanto,  son meros Pinochos a los que no deja de crecer la nariz.





¡LA INTELIGENCIA AL PODER!



¿QUÉ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?

- Un sacerdote bendice a los fieles con una pistola de agua para mantener la distancia de seguridad.
- El Secretario General del Partido Innombrable en Andalucía critica que las becas se vayan a conceder por las rentas familiares en vez de por méritos académicos.
- Míster Trump afirma que "contar con más casos de COVID19 que nadie es una insignia de honor".
- Bruselas también odia a Madrid: denuncia los estragos producidos por los recortes en el sistema sanitario madrileño.
- Adelanta en carretera a la Guardia Civil y termina detenido por el tufo a marihuana que deja al pasar.
. Un alcalde peruano finge estar muerto para no ser arrestado al saltarse el confinamiento.
- "La violencia de género es una teoría feminista que la izquierda ha utilizado tras la caída de la URSS para no vaciar su discurso", afirma Carla Toscano, diputada de Vox.
- "Comienzan a abrir librerías y museos, ¡otro ataque del presidente Sánchez a la derecha!".- (Tremending, Público).
. Vox presidirá la Comisión de Reconstrucción en el Parlamento andaluz tras oponerse a su creación.
- Un tribunal holandés obliga a una abuela a borrar de  Facebook las fotos de sus nietos por publicarlas sin su permiso.
- Cincuenta  euros al mes por un contrato de teletrabajo en prácticas: "Queremos que seas feliz y disfrutes al máximo. Para que vivas al máximo: trabaja desde cualquier parte del mundo", afirma la empresa.
- Usamérica privatiza la Luna (para asegurarse el monopolio de sus minerales).




LITERALIA




LA JUSTIFICACIÓN)
(Relato Mecanicista)



Me llamo Esteban Bienhecho, aunque el apellido proviene de un antepasado muy remoto, cuando este apelativo podía referirse a una característica física de mi ancestro.
Sentir pudor implica considerarse culpable por algún acto realizado o no, que la educación recibida considera inadecuado o malvisto. También implica ceder a los prejuicios vigentes en vez de liberarse de ellos.
Mi abuelo Sebastián decía que nos pasamos la vida buscando justificaciones para todos nuestros actos y decisiones, es decir, presentando excusas más o menos creíbles para tranquilizar nuestra conciencia o las ajenas. Yo solía responderle que era una actitud cobarde y él contraponía que ya cambiaría de opinión, cuando alcanzase su edad. Mi abuelo falleció hace veinticinco años y aún no he llegado a su edad, pero he caído en la trampa de buscar justificaciones para todos mis actos y decisiones, como si necesitase una excusa externa a mi para realizarlos y tomarlas, o , dicho de otro modo, otro responsable de los mismos. Bien pensado, es una actitud más cómoda que apechugar con toda la responsabilidad.
Esta situación se agravó cuando conocí a Martina, una hermosa mujer más joven que yo, a través de una amiga, vecina suya. Soltero recalcitrante, egoísta redomado según otras opiniones, no esperaba grandes cambios sentimentales en mi vida dadas mi edad y situación económica hasta que Amelia, la amiga ya citada, me habló de mi alma gemela, como la llamó, e insistió en que la conociera. Por simple cortesía, accedí a su deseo; aunque la idea no me desagradaba. La justificación era que a casi todos los hombres nos gustan las mujeres y Martina era una mujer.
Nos citamos en una cafetería céntrica. El encuentro fue cordial, aunque temeroso. Incapaces de mantener una conversación interesante, la tarde languideció entre monosílabos y frases manidas. Lo forzoso de la situación pudo con el posible interés que tuviéramos el uno en el otro. Nos separamos con educados besos en la mejilla y saludos corteses antes de regresar a nuestros respectivos domicilios. Ambos creíamos que no volveríamos a vernos y que olvidaríamos pronto la triste escena que habíamos compartido.
Así sucedió durante varios meses. Mi amiga Amelia reprendió el comportamiento desangelado que había mantenido durante la cita con Martina, quien la había calificado, por su parte, de estúpida pérdida de tiempo. Amelia se sentía traicionada por mi actitud. Su justificación era que existen mujeres empeñadas en casar o emparejar a todos sus amigos y conocidos solteros o en edad de merecer. Nuestro encuentro había fallado como otros muchos, pero mi amiga quería salvarnos de la soledad -malsana a su entender- que soportábamos su amiga y yo, y, según su opinión, no habíamos hecho nada para romper el aislamiento en que vivíamos. Sin embargo, ella también permanecía soltera.
Meses después, olvidada la cita con Martina, me telefoneó Amelia tras un viaje profesional para interesarse por mi. Entre otras novedades que he olvidado, comentó que, por fin, Martina se había comprometido con un hombre más joven que ella y muy bien situado. No indicó dónde. ¿No había insistido ella en que nos conociéramos? Entonces, ¿por qué se mostraba tan entusiasmada con el compromiso de Martina? ¿Por salvar a otra víctima de la soledad? Me sentí aliviado. La justificación era que me liberaba de cualquier obligación hacia ella. Comenté que me alegraba por ella sin poder disimular un profundo desinterés.
Poco después, falleció la madre de Amelia y, lógicamente, acudí a su velatorio; aunque no conocía al resto de su familia. Tras presentar mis respetos a los deudos y departir brevemente con mi amiga, me senté en un banco; donde pronto me concentré en mis pensamientos, ensimismado en las musarañas. Al rato, noté que alguien se sentaba junto a mi; aunque no le presté la menor atención hasta que una voz familiar dijo:
- Me alegro mucho de verte, Esteban.
Como ya dije, la voz me resultó familiar. Giré la cabeza y miré a la persona que me había hablado. Reconocí a Martina, aunque me pareció una mujer diferente, más hermosa, más simpática e interesante. La justificación era que otorgamos a ciertas mujeres cualidades extraordinarias, porque, en el fondo, deseamos tener algo con ellas. Anhelé conocerla, pasar más tiempo con ella, acapararla para mi solo. Soñé despierto. La justificación era que las personas que pasamos mucho tiempo solas nos aceleramos en cuanto alguien nos presta atención; mucho más si se trata de una mujer tan bella como Martina. De la nada pasé al todo. Planeé cambios en mi vida y en mi vivienda, pues viviríamos juntos, amigos y amantes, seríamos felices y comeríamos perdices. Seguí soñando hasta que recordé a su prometido, un hombre inocente. Más tarde, un gran amigo que le conocía bien le calificó como impresentable; lo que, sin motivo alguno, me hizo creer que aumentaban mis posibilidades. Pero, ¿no era ella la que decidía? Entonces, ¿qué más daba como fuese su prometido a los ojos de los demás, si ella lo había elegido? Para empeorar la situación, Martina me confesó que no había podido olvidarme y que le encantaría volver a quedar conmigo para reanudar la conversación iniciada tiempo atrás, aunque se resumiese en monosílabos y balbuceos educados. Reconocí en silencio que yo también quería verla, tocarla, sentirla, acapararla para mi solo. Me había impresionado tanto, me parecía tan diferente y magnífica que secundé su deseo. Quedamos en la misma cafetería una semana después. Luego, ella regresó junto a su prometido, presente en el velatorio, y yo volví a ensimismarme en mis pensamientos; aunque sólo pensara en ella. La justificación era que, soltero recalcitrante, había abierto una puerta que permanecía cerrada con o sin mi aprobación.
¿Estaba imaginando, como otras muchas veces, o realmente el interés de Martina por verme traspasaba la mera cortesía, pues no desconocía las llamadas de Amelia para pedirle que me diese una nueva oportunidad? ¿El prometido no le parecía suficiente para nuestra común amiga¿ Su sentido de la amistad le obligaba complacer a su amiga, aunque estuviese comprometida, aunque recordase la mala experiencia de la primera cita? ¿Todo se reducía a buena educación o jugaba a varias bandas? ¿El aumento de mi interés por ella era real o respondía también a sentirme obligado con Amelia tras la frustrante primera cita? En ese caso, ¿no estábamos siendo injustos el uno con el otro? Decidí que me resultaba indiferente. La justificación fue que Martina era muy hermosa y yo, un soltero necesitado de cariño. En todo caso, siempre podía alegar un malentendido, si ella rechazaba mis pretensiones (naturales por otra parte). Siempre he considerado muy complicadas las amistades entre hombre y mujer por resultar difícil una relación desinteresada entre ellos.
Aunque mi educación tradicional me recordaba que Martina mantenía una relación estable con otro hombre y que debía respetarla, mi deseo insistía en conocerla más y mejor. La justificación era que los hombres no quieren compartir sus mujeres con otros hombres; aunque olvidaba, o parecía olvidar, que Martina no era mía y que yo siempre había defendido la libertad femenina y, por tanto, negaba cualquier tipo de propiedad a ese respecto. Sin embargo, mi parte racional -alguna tendría- reclamaba que mitigase mi apasionamiento repentino -en pura lógica, era la misma mujer de la primera vez- y que no olvidase su compromiso con otro hombre (al que empezaba a odiar con todas mis fuerzas). Entonces, ¿qué ocurría? El amor es posesivo, excluyente, egoísta. ¿El amor? ¿Cómo podía sentirme enamorado de una mujer a la que había visto dos veces y hablado una? Se trataba de curiosidad desaforada por mi parte, de perplejidad por su interés hacia mi, estando comprometida con otro? ¿Nada más?. Nadie, en su sano juicio, admitiría su egoísmo. Por tanto, consideraba lógico que Martina cancelase su compromiso, mientras yo seguía frecuentando algunas mujeres que consolaban mi soledad y ofendían a Amelia; aunque no olvidaba a los amigos que se habían entrometido en relaciones estables y habían salido malparados física o anímicamente. .
Sin embargo, pasé los siguientes días contando los segundos que faltaban para nuestro reencuentro. Para terminar de tranquilizar mi ánimo, las primeras palabras de Martina, tras instalarnos en una mesa lateral, fueron:
- No sabes las ganas que tenía de verte, Esteban. Nunca pensé que los segundos fueran tan lentos.
¿A qué estaba jugando? Por que…¿estaba jugando, verdad?
- Me ha salido un trabajo temporal en una localidad de la sierra. Tendré que alquilar un piso para vivir allí los próximos meses - prosiguió.
- Me alegro por ti - mentí.
- Lo malo es que veré menos a mi chico.
- Puede visitarte los fines de semana.
- Tendré turnos y trabajaré algunos domingos, así que será complicado.; pero tú sí podrías venir a verme. En coche, son dos horas de viaje.
- Sí…. No estaría mal.. - balbuceé.
- ¡Venga, hazlo por mi!
Estaba muy confundido. Nunca me había gustado ser segundo plato. Nunca me había gustado que me organizasen el tiempo.
- ¿Dónde vamos después? - inquirió.
- Eh…
- A las ocho he quedado con Jaime (su prometido) y aún tenemos tiempo por delante.
- ¿Qué te apetece hacer? ¿Ir al cine, dar un paseo, entrar al teatro…?
- Podríamos… despedirnos hasta pronto con unas horas inolvidables - comentó, mientras parpadeaba con falsa ingenuidad.
¿Qué estaba insinuando? Plantearle mi casa ya me parecía demasiado aventurado, pues podía sentirse ofendida, podía descubrir -¿aún no estaba claro?- mis auténticas intenciones; aunque fueran las mismas que las suyas.
- ¿Vemos una película, entonces? - sugerí.
Ante mi sorpresa, respondió:
- ¡Picarón!… Recuerda que estoy comprometida.
Volvió a desconcertarme. ¿Cómo olvidar que, cuatro horas después, se reuniría con el aludido, y yo debería renunciar a su presencia, a su perfume, a su calor, a su…? Por otro lado, temía que nuestra amiga común volviese a reñirme por desaprovechar las oportunidades. No quería sobrepasarme, aunque sus gestos y palabras me incitaban a hacerlo.
- Tienes razón, Martina. Disculpa mi atrevimiento.
- No estoy molesta. Sólo has demostrado tu interés por mi.
-¿Por decir que podríamos ir al cine?
-No, por pensar en que estaríamos a oscuras, en que me pasarías tu brazo por mis hombros y en que intentarías besarme y, entonces, yo te rechazaría, ofendida por tu osadía, y tú retirarías el brazo hasta que me asustase una escena de la película --.elegirías un filme de miedo para poder protegerme ¡Todos los hombres sois iguales!-, cuando me refugiase entre tus brazos. Entonces, me dirías que sólo era una película, que no era real, que estabas junto a mí, que no temiese nada, y , entonces, yo levantaría la cabeza, te miraría con falso temor en los ojos, entreabriría los labios y, por fin, me besarías con suavidad, al principio, y luego, con pasión, con nuestras lenguas entrelazadas durante el resto de la proyección.
- ¡Menuda imaginación tienes, Martina!
- En realidad, es lo que necesito ahora, pero en un cine hay demasiada gente. Estamos estancados y nuestra relación necesita un impulso.
- Yo también lo creo.
- Conozco un hotelito por aquí cerca en el que ya he estado con Jaime alguna vez. Es limpio y discreto.
Me cogió la mano, sonrió y añadió:
- ¿Nos vamos ya?
Mi abuelo decía que la caza era un mal necesario, cuando azuza el hambre o la pieza merece el esfuerzo y, en este caso, se cumplían ambas condiciones. Cogidos del brazo, caminamos unos diez minuto hasta el “Hotel Mediodía”. El recepcionista la saludó con un: “Usted de nuevo por aquí, señorita Cardenal”; lo que me hizo pensar que Martina tenía vidas secretas, pues no era su verdadero apellido. Siempre he sido bastante sagaz. ¿Había estado allí con otro u otros hombre diferentes a su prometido y a mi? ¿Qué número hacía yo? Y, sobre todo, ¿qué representaba en su vida? Necesitaba respuestas, aunque admiraba su naturalidad.
La habitación era funcional y anodina, pero no estaba allí para disfrutar la decoración. Martina se comportó como una amante solícita, cálida y paciente. Yo… actué como un novato nervioso y atolondrado la primera vez. La segunda, más calmado, pude transmitirle todo el cariño que le profesaba. Mi abuelo solía decir que hay ciertos actos en la vida que no necesitan justificación. En todo caso, ella insistió en que la visitase en su nueva residencia, cuando estuviese instalada; lo que debía significar que no le había defraudado demasiado.
A las ocho menos diez, nos reunimos con su prometido en un bar del centro; donde hicimos el intercambio. Me despedí con educación y el corazón destrozado. No sería la última vez que se repetiría esta escena, pero nunca logré asumirla con normalidad. Su chico me parecía un cretino, pero yo no podía ser ecuánime. Deseaba seguir estando en el “Hotel Mediodía”.
Días después, recibí un whatsapp suyo. Me comunicaba que tenía mucho trabajo y mucho cansancio, por lo que no podríamos vernos de momento. Respondí que comprendía su situación. ¿Ya había olvidado el “Hotel Mediodía”? Yo quería, necesitaba, conocerla, estar con ella, demostrarle toda mi dependencia;. ¿Ya había colmado sus expectativas? ¿Había otros hombres y otros “Hoteles Mediodía” en su nueva residencia? ¿Se habría asustado con mi comportamiento pedigüeño, con mi necesidad imperiosa? No encontraba justificación a su actitud. Yo era un pobre diablo devorado por el deseo al que se negaba su plena satisfacción. Me sentía utilizado. Volvía a repetirse el viejo juego de ni comer ni dejar comer. Era incapaz de pensar que Martina necesitaba -¿exigía?- su espacio y su tiempo, cuando yo siempre había defendido mi tiempo y mi espacio ante los demás; pero, como decía mi abuelo, el hambre no entiende filosofía.
Semanas más tarde, un whatsapp reavivó algunas brasas.
- Nos vemos en tu casa en diez minutos.
¿Quién le había dado la dirección? ¿Y si no estaba solo?
Respondí:
- ¿A qué hora has quedado con tu novio?
- No lo estropees, bonito. Disfrutemos el presente… Tengo tantas ganas de verte.
El mensaje finalizaba con un rostro sonriente enviando un beso.
Me entró el pánico. Recorrí la casa en busca de algún fallo, de alguna prenda tirada en el suelo o en una silla. Comprobé que no hubiera pelos en la bañera, comida pasada en la nevera o platos sucios en el fregadero. Debía encontrar la vivienda en perfecto estado. ¿Por qué? De repente, me importaba su opinión. De repente, estaba preocupado por el qué dirán. ¿Estaba enamorado o enajenado? ¿Era lo mismo?
Todos mis temores se disiparon en cuanto la vi. Mi abuelo tenia razón, cuando decía que la mujer nos deja sin palabras y sin aliento. Debía saber de lo que hablaba, pues se casó cinco veces. Reconocí su superioridad, su dominio, mi infinita pequeñez. Tras el beso de bienvenida, entró al baño. Después, pasó a mi habitación, donde ya la esperaba. Se desnudó sin dejar de mirarme y dijo:
- Amelia te envía saludos.
- ¿Sabe que venías aquí?
- Me proporcionó tu dirección. ¿Sabías que está enamorada de ti?
- ¿Cómo? Pero si fue ella quien me arrastró hacia ti. No entiendo nada- insistí-. ¿Por qué me empuja Amelia hacia ti, si me ama también?
- No hables tanto. Me estoy quedando fría.
- ¡Claro, claro!… ¿Cuándo ves a Jaime?
- He quedado con él a las nueve en el metro. Por cierto, yo nunca he dicho que te quisiera.
- ¿Cómo?…Entonces, ¿el “Hotel Mediodía”, este momento, tu interés en que te visitara?
- Eres muy hermoso, señor Bienhecho, y siempre he admirado la belleza. Contigo, tengo la oportunidad de disfrutarla. Además, sabes hacer reír a una mujer.
Sentir su cálido y sinuoso cuerpo junto al mío logró que mi aplomo varonil quedase fuera del lecho, innecesario.
Mientras nos besábamos como preámbulo a otras actividades, pensaba en Amelia, en lo extraños y retorcidos que somos. ¿No se atrevía a declararse y disfrutaba escuchando las descripciones de nuestros encuentros que le haría su buena amiga Martina? Mi abuelo solía decir que estamos como chotas. La justificación debía ser que actuamos sin lógica, cuando nos consideramos una raza lógica y exigimos lógica a todos los actos propios y ajenos.
A las nueve en punto realicé el intercambio con Jaime en la estación del metro. Nos saludamos con un flácido apretón de manos. La situación era incómoda para ambos. Nos mirábamos como rivales, molestos y perplejos por compartir la misma mujer, una situación para la que no habíamos recibido ninguna instrucción de manejo o comportamiento. Pero… ¡que más daba! Cuanto antes asumiéramos que éramos sus juguetes y sus caprichos, más disfrutaríamos todos. Sin embargo, no imaginaba un trío con él. Tenía demasiado vello.
Martina volvió a su trabajo y los whatsapp se sucedieron con irregularidad y aparente nostalgia. Tuvimos nuevos encuentros en mi casa y en la localidad donde trabajaba. En esos casos, disponíamos del fin de semana completo para nosotros; pues el contrario, Jaime, siempre tenía guardia esos días. Martina también era muy hábil con el calendario. Amelia no volvió a preguntarme por mi relación con su amiga, bien informada por ésta. Parece que había aprovechado mis oportunidades. Cinco meses después, Martina me anunció su boda, sin avisar, sin preparativos, tras un fogoso abrazo en su alcoba. La justificación era que había sopesado los pros y contras y Jaime le parecía más solvente y estable que yo; aunque más aburrido. Apelé a mi belleza, que tantas veces había alabado, pero me besó la punta de la nariz y afirmó que no cambiaba nada y que podíamos seguir viéndonos. Ignoraba si Jaime era comprensivo, o adaptable a las circunstancias, o estaba dispuesto a tragar lo que fuese con tal de seguir acostándose con ella. El brillante del anillo de pedida parecía bueno e inalcanzable para mis posibilidades.
En el convite tras las nupcias, me sentaron junto a Amelia. Charlamos como los viejos amigos que éramos. Después, fuimos al cine a ver una película de miedo. La besé, cuando se escondió entre mis brazos. Mientras nos amábamos en mi cama, sin ningún afecto por mi parte, supuse que, en aquellos momentos, Martina y Jaime estarían consumando su matrimonio. Saber que seguiríamos viéndonos como hasta ahora me liberó de todos mis complejos y remordimientos. La justificación era que Martina me había recordado que lo que se comerán los gusanos lo disfruten antes los humanos..



OLDIES

The Style Council, El Consejo de Estilo, fue un dúo formado por Paul Weller, uno de los músicos ingleses más interesantes de los últimos treinta años, que venía de The Jam, un trío post punk de ritmos acelerados y bailables, y el teclista Mick Talbott. Crearon grandes temas de r& b, soul y funk y un elepé tan elegante -y lánguido como en "Café Bleu", que titula el disco- y que les ofrecemos junto a "The whole point of no retunr", del que escribí hace unos años un texto, incluido en la novela "La tela de araña" (199..), que resume bien, a mi entender, la comunicación ideal entre oyente e intérprete y que, por supuesto, podrán disfrutar tras esta breve introducción:



"Imagina, querida, un estudio de grabación y, dentro de él, un cantante y un guitarrista ensayando una nueva melodía. No pueden verme, no pueden oírme, no pueden hablarme; sin embar­go, también estoy allí, con ellos. Me siento cerca de los dos, en un taburete del que cuelgan unos cascos estereofónicos que adapto a mi cabeza. Comienza la grabación. De repente, siento en el cuerpo cada arpegio, cada punteo, cada nota, cada ras­gueo de la púa sobre las cuerdas y sobre las pastillas; el desplazamiento de unos dedos ágiles y rápidos por el mástil. Con los ojos cerrados, por su sonido, podría reconocer el modelo de guitarra empleado. La misma sensación me invade cuando la voz irrumpe en la escena. Sobre mi cabeza se concentran el timbre, el idioma foráneo, la modulación nasal del intérprete, la respiración agitada, los dedos mar­cando el ritmo. Pero, especialmente, sobrecogedor, aprecio el silencio que rodea a los dos hombres, a los tres hombres. Un silencio, un vacío, perfectos, redondos, que trans­forman la interpretación en simple y sencilla armonía, como miembros de un mismo ser vivo desarrollando acciones complementarias. Sí, querida, me siento inmerso en un vacío cósmico que, sin rostro apreciable, entona una composición para voz y guitarra. «THE WHOLE POINT OF NO RETURN». Me descubro el único y afortunado receptor de un canto imprevisto, ideal, mágico. Tras su audición, por un momento, intenso y fugaz segundo, me contemplo incapaz de regresar a mi yo anterior, ese yo bien protegido de la soledad abisal, del infinito, de la terrible atracción del abismo. Me ha trasladado a una encrucijada desconocida, atractiva, peligrosa, hermosamente coloreada. Porque ese silencio, esa calma, esa imperturbabilidad, me acompañan desde la primera nota, desde el primer sonido perci­bido, desde el primer e inconsciente paso hacia el estudio de grabación donde un cantante y un guitarrista interpretan «THE WHOLE POINT OF NO RETURN», mientras un técnico controla los niveles de la mesa y yo controlo el volumen de mi pletina para obtener una audición perfecta de The Style Council a través de mis cascos estereofónicos".


"



CRÓNICAS DE SOCIEDAD (urbi et orbi)

- Lady Caroline Ponsoby (1785-1828), hija del 3er. conde de Bessborough y prima política de Annabella Byron (nacida Anna Isabella Milbanke), fue una mujer muy hermosa y brillante novelista; aunque su paso a la historia no se debió a sus textos, sino a su obsesión malsana -según la aristocracia de la época a la que pertenecía- por George Gordon, el afamado poeta cojo que tanto gustaba a mujeres y hombres y que la rechazó una y otra vez con su desdén habitual. A los diecinueve años contrajo matrimonio con William Lamb, con el que tuvo dos hijos que no unieron más a la pareja. En  1812, se enamoró de George, Lord Byron. Al principio, la relación fue apasionada y dichosa hasta que él se cansó y la rechazó. Ella enloqueció y protagonizó varias situaciones "escandalosas" para la época, como aquella vez que intentó cortarse las venas tras ser insultada por el bardo o aquella otra ocasión en que, según se cuenta, se unció desnuda al tiro de los caballos del carruaje del poeta. El amor la convirtió en un juguete roto que nunca se recuperó.
- Diego Corrientes (1757-1781) fue un bandolero utrerano que, según la leyenda, robaba a los ricos para entregar parte del botín a los más necesitados, cual Robin Hood carpetovetónico. No hay nada que moleste más a un rico que repartan su riqueza entre los más necesitado; por este motivo, las autoridades pusieron precio a su cabeza. Tras ser apresado en Portugal, donde huyó de sus perseguidores, sufrió el trato habitual reservado a los bandoleros: juicio, condena, horca, desmembramiento, envío de las partes de su cuerpo a las provincias donde delinquió y colocación de su cabeza, con un garfio en el cráneo (como solía hacerse con las cabezas de los ajusticiados) en una plaza de Sevilla. En la memoria popular, ha permanecido como una especie de buen ladrón.
- El llamado "Gigante de Cerne Abbas" es una figura de 55 metros de longitud tallada en la tierra rica en tiza, de donde proviene el color blanco de su contorno. El primer registro de su existencia data de 1649. Recibe muchos visitas al año, muchas de las que rodean varias veces su miembro, acorde al tamaño de la figura, por considerarlo un símbolo de fecundidad.






- En 1923, el poeta portugués Antonio Botto publicó su libro "Cançoes", que contenía numerosos poemas sobre el amor homosexual que profesaba el autor. Tildada de "literatura de Sodoma" por las instancias más conservadoras del país, los alumnos de las escuelas políticas exigieron un auto de fe público contra él y que fuera ahorcado. En la época fue definido como "mercurial", signifique lo que signifique.





FRASE DEL DÍA (sea el que sea)


Era la hora en que el crepúsculo besa a la Tierra.- (Lord Dunsany)

CONTRAPORTADA


Dos por el precio de una










martes, 19 de mayo de 2020

CHAFARDERO 105

<<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE>>
NÚMERO 105  ANNO VI





PRIMERA PLANA


Recientemente el Departamento de Salud de Nueva York ha publicado un manual con consejos "para disfrutar la sexualidad en tiempos de confinamiento" bajo el título; "El sexo y el coronavirus COVID19". Dado que el virus puede infectar a menos de dos metros de distancia y a través de la saliva, los responsables municipales aconsejan que, aunque no se ha demostrado el contagio sexual del virus, "la pareja más segura es uno mismo"; de donde parecen inferir que la masturbación es la práctica sexual más segura en los tiempos que corren. También recomiendan lavarse las manos antes y después del acto (sea el que sea).
En cuanto a posibles relaciones con otra persona, recomiendan que "se viva con ella"; a ser posible antes de la relación sexual. Es decir, no sirve alguien que se haya conocido en la compra o  un compañero/a de trabajo. No obstante, los munícipes no exigen ningún justificante de convivencia, pues les mueve la salud; no la burocracia. Por supuesto, tampoco vale la socorrida excusa de subir -o bajar- a pedir sal a la vecina por muy hermosa que sea ni tampoco que ella suba -o baje- por lo mismo, si bien el manual no indica nada en caso de necesitar otras sustancias, la encontremos en la escalera o coincidamos en el ascensor..
En un alarde final de sensatez, el citado manual recomienda suspender "la actividad en caso de indisposición o malestar"; aunque no aclara la posición ni la actividad.
El matrimonio González Rius, formado por Aniceto y Neus, ha leído atentamente el manual y, con la excusa del confinamiento, se ha lanzado a enriquecer su vida marital con la adquisición de varios "juguetes eróticos"; aprovechando las ofertas existentes y la entrega discreta en el domicilio (lo que ha provocado un incremento del 30% de las ventas en nuestros país, muy lejos, eso sí,  del  espectacular 130% de Canadá, si bien, el hecho de que haga más frío en aquellas latitudes podría ser una explicación para esta diferencia). Ella se decidió por las tradicionales bolas chinas, el popular Satisfayer, el G7 de siete velocidades ("el asesino del clítoris", según la publicidad) y un vibrador doble para los días en que la vencía la depresión por el encierro. En cuanto a él, más recatado, eligió  un anillo vibrador 24 horas (que le mantenía en un grito y al borde del infarto de miocardio), y el "Cobra", vibrador sumergible ideal para el baño con leds incorporados por si el usuario decide bucear en su bañera. No citamos, por exhaustiva, la gran cantidad de geles, aceites y lubricantes adquiridos por la pareja para facilitar las manipulaciones, no sea que nuestros lectores piensen que hablamos de unos esposos algo desvergonzados.
El matrimonio González Rius se está quedando ciego.






¿QUÈ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?

- Pacientes de COVID19  presentan pruebas de una aparición de la Virgen.
- Una calle separa las localidades catalanas de Cunit y Calafell. Los vecinos de la acera correspondiente a esta última están en fase 1; la de enfrente permanece en fase O:
- El presidente gallego Feijóo esgrime informes médicos para justificar las elecciones de julio, pues, cuanto antes se hagan, menor es el riesgo de rebrote del coronavirus.
- Detienen  a una mujer que llevaba cincuenta papelinas bajo la mascarilla que llevaba.
- La patronal vallisoletana culpa del retraso en la desescalada que sufre la ciudad a los ancianos de las residencias, "un colectivo no productivo".
- La Santa Madre pide ayuda económica a los católicos, porque los dos meses de confinamiento le ha costado -según propios cálculos- unos treinta y ocho millones de euros en ingresos y "el cura tiene que comer, pues no vive del aire". ¿En qué han gastado los pobres de pedir de la Conferencia Episcopal los 267 millones que han recogido en el IRPF del año 2018?
- El líder bielorruso, señor Lukasenko, afirma que: "Hay que volver a las granjas. Los tractores nos curarán el virus".
- "Virus Shut Out" es una tarjeta de plástico azul fabricada en Asia, cuya publicidad asegura "purificar el aire, eliminando el coronavirus y bacterias durante un mes". La mesiánica presidenta de Bolivia y su gobierno lo lucen con orgullo.
- El presidente de la Fundación ultracatólica "Villacisneros" propone retirar el derecho de voto a los parados (porque votan mayoritariamente a la izquierda).El citado señor añade que deberían perder ese derecho todos aquellos que están subvencionados por el gobierno (siempre que sea de izquierdas).
-Incluyen en su curriculum vitae ser inmunes al coronavirus.
- Un club  de fútbol llena las gradas de su estadio con muñecas hinchables ante la ausencia de público por el coronavirus..
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LITERALIA



EL PÓSTER



Al mes de solicitar la cita, Rafael Alcántara acudió a la consulta del urólogo, porque sentía molestias al orinar. Cuando llegó a la sala de espera, ya había cinco pacientes. Se sentó en una silla, y leyó el periódico del día hasta que llegó su turno. Al ver su número en la pantalla situada sobre la puerta de la consulta, se levantó, plegó el diario, y caminó hasta ella. Golpeó la puerta con los nudillos, y, a continuación, pasó al interior. Se sentó en otra silla, frente a la doctora -una treinteañera morena de buen ver-, al otro lado de la mesa. La facultativa -apellidada Saavedra, como pudo leer en su tarjeta identificativa-, tras teclear algo en su ordenador, dijo:
- ¡Buenas tardes, Rafael! ¿Qué le ocurre?
- Llevo un tiempo con molestias al orinar.
- ¿Cuánto tiempo?
- Un mes.
- ¿Por qué ha esperado tanto?
- La cita no salió antes.
- Comprendo ¿Tiene usted cincuenta y cuatro años, verdad?
- Sí, señora.
- Llámeme Almudena. El señora envejece.
- Bien.
- Supongo que será una simple cistitis. ¿Han aumentado las molestias desde que notó el primer síntoma?
- No.
- Le haré un volante para que entregue una muestra de orina en nuestro laboratorio. Tiene que venir desayunado.
- ¿Dónde está el laboratorio?
- En la planta baja. Allí le entregarán el bote correspondiente.
- ¿Pido cita con usted para conocer los resultados?
- En recepción, también en la planta baja.
Rafael Alcántara se levantó, y despidió de la doctora.
Un mes después volvía a estar en el mismo sitio y la misma situación, es decir, con molestias al orinar. Volvió a entrar a la misma consulta, y a enfrentarse a la misma doctora Saavedra, pero esta vez hubo un detalle diferente: un cartel colgado en la pared, tras la especialista, en el que no se había fijado la primera vez. Le sorprendió mucho.
- ¡Buenas tardes, Rafael! -dijo la doctora-. ¿Cómo se encuentra?
- Igual.
- Ya tengo los resultados de su análisis de orina. Como suponía, se trata de una cistitis bacteriana.
- ¿Es grave?
- Sólo molesto. Le recetaré un antibiótico específico y se curará en unos días.
- ¡Gracias!
Rafael Alcántara no podía apartar la mirada del póster en el que aparecían cinco hombres jóvenes vestidos de riguroso negro -traje, gafas y sombrero- y corbata blanca. Bajo ellos, un nombre: Los bandidos del ritmo.
- Disculpe, doctora, ¿dónde encontró ese póster? - inquirió, mientras lo señalaba con un dedo.
- Era de mi madre.
- ¡Ah!
- Murió hace un par de años, y lo puse para recordarla. Era muy fan suya.
- Yo también los conocía.
- ¡Qué coincidencia!
- Los seguía por toda la ciudad para escuchar sus actuaciones.
- Eran una mezcla de Dr. Feelgood y los Blues Brothers.
- Lo mismo decía mi madre.
- Tuvieron una carrera muy efímera, pero intensa. Aquélla fue una época muy interesante. Había grupos por todas partes que abarcaban todos los estilos imaginables.
- Eso creo. Mi madre les tenía un cariño especial. En realidad, solo a uno de ellos. Decía que podía ser mi padre.
- ¿Cómo dice, Almudena?
La doctora se levantó, y señaló con un dedo a uno de los integrantes del grupo. Era moreno y delgado y lucía una voluminosa melena rizada negra.
- Se llamaba -o se hacía llamar- Micky Kazoo, porque tocaba ese instrumento.
- Humilde, pero divertido - señaló Rafael.
- Carezco de oído musical.
- ¿Vive con usted?
- No le conozco. Mi madre me contó que se acercó a él tras un concierto en la Facultad de Caminos, le comentó que le gustaba mucho su música, bebieron un poco, fumaron otro tanto, y una cosa llevo a la otra hasta que terminaron en un bosquecillo cercano; donde se dieron un buen revolcón. Luego, sonó el claxon de una furgoneta, él dijo que le llamaban, y salió corriendo.
- ¿No volvieron a verse?
- Mi madre acudió a otros conciertos, y habló con él; pero se hizo el loco. Dijo que había conocido a muchas mujeres, que no podía recordarlas a todas Lo de siempre.
- ¡Qué cerdo!
- Mi madre insistió, le dijo que estaba embarazada, que podía ser hijo suyo, pero él se excusó con que era joven, con que tenía una prometedora musical por delante y no le convenía complicarse la vida, con que era una época muy liberal, con que ¡ni siquiera recordaba su nombre!
. ¡Menudo cabronazo! -exclamó Rafael Alcántara. Luego, añadió: Disculpe, doctora. Me he dejado llevar.
- No se disculpe, tiene razón. El caso es que el grupo se disolvió meses después por diferencias musicales entre sus miembros y porque sus novias no lo veían nada claro.
- Suele ocurrir.
- ¿En qué trabaja usted, Rafael?
- En seguros.
- El hombre del kazoo se colocó en una multinacional.
- ¿Cómo lo sabe?
- Mi madre se enteró por medios que desconozco.
- ¿Estaba enamorada?
- Era más bien el romanticismo de la primera vez. ¿Está usted casado? ¿Tiene hijos?
-No, estoy soltero.
- Mi madre nunca olvidó aquel encuentro en el bosquecillo. Algunas mujeres no aprenden nunca.
- Hay que agarrarse a algo para sobrevivir.
- En fin, Rafael, tómese tres pastillas al día, antes de cada comida, y le remitirán las molestias. En caso contrario, vuelva a verme.
- ¡Gracias, doc Almudena! ¿Le interesaría escuchar cintas de Los bandidos del ritmo?
-No grabaron nada que yo sepa.
- Son grabaciones piratas. Como ya le dije, yo también los seguía.
- Le agradezco el ofrecimiento, pero no tengo un buen recuerdo. 
Se estrecharon las manos. Rafael Alcántara salió de la consulta, y descendió a la planta baja. En la puerta del ambulatorio, cogió un autobús hasta su pequeño apartamento. Se desnudó, y duchó concienzudamente. Luego, puso una vieja cinta en la pletina, se enfundó el uniforme negro de Los bandidos del ritmo, y comenzó a acompañar con su querido kazoo la melodía de una de sus viejas canciones.





OLDIES

Desde los míticos tiempos del Rock Ola y su banda "Música Inculta", disfruto la magnífica música del señor Quique Merchán, excelso músico y poeta talaverano; admiro su talento, aplaudo su arte, agradezco su generosidad.  Sirvan estas breves palabras para rendirle tributo y reconocimiento.
abrazo eternohttps://www.youtube.com/watch?v=3FR72pAxIuE
Somos buenos: (Música Inculta): https://youtu.be/Iotry2OZd_I




CRÓNICAS DE SOCIEDAD (urbi et orbi)

- Sor María de Jesús fue consejera del rey Felipe IV. A su muerte, fue enterrada en el Convento de la Concepción de Àgreda (Soria). La reina María Gabriela de Saboya visitó la ciudad en 1702, y se acercó al citado convento para rezar ante el arca donde reposaban los restos de la religiosa, que abrieron para que la soberana pudiera verlos. Aprovechando la ocasión, alguien (desconocido entonces y ahora) cortó los pies y manos de la monja, que aparecieron luego en casa de algún noble y varios conventos zaragozanos y otras localidades patrias.

- Un militar portugués ordenó construir un mausoleo para su familia en forma de fortín con torreones, emblemas militares y cañones defensivos.

- A mediados del siglo XVIII, visitó Santander un embajador inglés con tan mala fortuna que falleció su secretario en la ciudad cántabra. Al ser protestante, se le denegó entierro en tierra santa, por lo que se decidió arrojarle al mar. Esa misma noche, los pescadores de la zona sacaron el cadáver de las aguas y lo abandonaron en un campo remoto, temerosos de que Dios les negase la pesca si permanecía  un hereje en el mar.

- Cuenta Luis Carandell que "una huérfana acudía todos los días a la tumba de su madre con el jilguero de la familia, porque le gustaba escuchar su canto".

 Durante la Guerra de Secesión usamericana, el rey de Siam ofreció sus elefantes de guerra al presidente Abraham Lincoln, que rechazó la propuesta. ¡Lástima, hubiera sido un espectáculo impresionante!.

- June Almeida  (1960-2007) fue una viróloga escocesa que, sin formación universitaria, descubrió nuevas técnicas para el microscopio electrónico, lo que permitió obtener las primeras imágenes de virus como el llamado B814, al que, dada su forma, denominó "coronavirus"; siendo el primero de una larga serie que ha llegado, por desgracia, hasta nuestros días.También ayudó a obtener las primeras imágenes del virus VIH.

- La tribu usamericana de los wampanoag, cuyo jefe o sachem era Massasoit, fue la primera en contactar con los viajeros del Mayflower en  1620 en las costas de Massachussetts. Los "Padres Peregrinos" llamaron Nueva Inglaterra a aquellas tierras. Los nativos les ayudaron a instalarse y se bautizaron. Cincuenta años después, había ocho colonos por cada indio, los habían expulsado de sus tierras y convertido en sus criados y personal de segunda categoría. El jefe o sachem, entonces, era Metacomet, segundo hijo del citado anteriormente. Al bautizarse, adoptó el nombre de Felipe. Cansado de los abusos y amenazas de los colonos, se entrevistó con las demás tribus de la zona para formar una alianza contra los usurpadores blancos. Sólo consiguió su apoyo en 1675, tras la muerte en extrañas circunstancias de John Sassamon, un wampanoag, tras advertir al gobernador de Plymouth de las intenciones de Felipe. Acusados tres nativos cercanos a éste, fueron ahorcados en junio de 1675. A los wampanoag se unieron los nipmuck y los narragansett. El primer episodio de la guerra se produjo contra las granjas de varios colonos en Swansea; después, asaltaron y quemaron sus iglesias y asesinaron a los sacerdotes y algunos fieles. En 1676, los narragansetts incendiaron Providence (Rhode Island), Muchos colonos retornaron a Inglaterra. Sin embargo, la ejecución por los mohogan, aliados de los colonos, del  jefe narrangasett Canonchet declinó la balanza del conflicto hacia los colonos. Felipe había tenido muchas bajas y escaseaban los alimentos y la munición. El 12 de agosto de 1676 lo mató el disparo de un indio de la milicia de Plymouth. Con su muerte, acabó la rebelión. Mil indios de las tribus enfrentadas a los colonos fueron vendidos como esclavos y trasladados a las islas inglesas del Caribe. Otros tantos murieron de hambre y enfermedades El cadáver de Felipe fue descuartizado y su cabeza expuesta en una pica durante varios años como aviso de lo que los severos protestantes hacían con sus criados rebeldes. La cultura nativa usamericana desapareció prácticamente de la zona.

- Dorothy Levitt (1883-1922) fue piloto de carrera automovilísticas británico, En su libro " "La mujer y el automóvil: un manual amigable para todas las mujeres que compiten en automovilismo o desean hacerlo" (The Woman and the Car: A chatty little handbook for all women who motor or who want to motor), escribió que las mujeres deberían "llevar un pequeño espejo de mano en un lugar conveniente cuando conduzcan", para que "puedan levantarlo de vez en cuando para ver hacia atrás cuando conduzcan en medio del tráfico"; y así inventó el espejo retrovisor antes de que este fuera introducido por los constructores de automóviles en 1914". 

- La Sacra Culla, exhibida en la Cripta de Belén de la basílica romana de Santa María la Maggiore, guarda reliquias de la madera y la paja de la cuna usada por el Niño Jesús (tal y como ilustra la fotografía siguiente).




- NECROLÓGICA (Luis Carandell): "Mucho se echará en falta al bueno de don Antonio, que resolvía las muchas averías mecánicas con la rapidez que le caracterizaba, pues era un trabajador incansable y gozaba de una salud extraordinaria".



FRASE DEL DÍA (sea el que sea)

¡Bienaventurados los borrachos, pues verán a Dios dos veces!.- (Eduardo Galeano)

CONTRAPORTADA




EL NUEVO 8 M

lunes, 11 de mayo de 2020

CHAFARDERO 104

<<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE>>
NÚMERO 104    ANNO VI



PRIMERA PLANA


Los filósofos cínicos siempre me han resultado simpáticos. No tanto, porque decidieran vivir en la calle como perros -de donde proviene su apelativo-, sino por la naturalidad de sus actos (según los clásicos); desvergüenza para otros a los que ellos tildaban de hipócritas. El poco conocido Crates de Tebas,  tras donar una gran fortuna a su ciudad, se amancebó con una señorita de la nobleza llamada Hiparquia (según relata Marcel Schwob en sus "Vidas Imaginarias") con la que desarrolló todas -¡todas!- sus necesidades en la calle. Recomendaba la práctica de la autarquía -autosuficiencia- y la sencillez de costumbres, viviendo con lo mínimo, sin ataduras familiares, sociales o laborales (nunca seré un buen cínico; necesito paladear una cerveza bien fría de vez en cuando, todos los días). Fue maestro de Zenón, fundador del estoicismo; nombre que deriva de la stoa, la edificación hipóstila  donde ejercía su magisterio.
A su vez, Crates fue discípulo del fundador del cinismo, Diógenes de Sinope (puerto pesquero del Mar Negro, en la actual Turquía), el que vivía en un barril, un filósofo devorado por su leyenda, es decir, su realidad histórica se diluye en las numerosas anécdotas cuasi legendarias que se cuentan sobre él; lo que desvirtúa su realidad.  Una de ellas refiere que un día recorrió Atenas con  su lámpara encendida en busca de "un hombre honesto". Parece que no lo encontró. 
El término cínico presenta un segundo significado, alejado de la filosofía:  "alguien que actúa con falsedad y desvergüenza descaradas" según la Rae. Por este motivo, también en nuestros días Diógenes el cínico podría recorrer con su lámpara encendida Congresos y Senados, consejos de administración, despachos oficiales, cualquier centro de poder económico y religioso, viviendas particulares, calles de cualquier ciudad en busca de su hombre honesto. Por un motivo u otro, tampoco lo  encontraría; incluso en situaciones tan extremas como las que vivimos. Tal vez, nuestras profundas ignorancia y ambición descerebrada, sobre todo en nuestros dirigentes, nos impiden diferenciar el bien del mal,  lo correcto de lo incorrecto.



¿QUÉ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?

- Retiran del mercado unos caramelos canadienses con sabor a pene que curan la homosexualidad según explica la publicidad del producto.
- Una pareja granadina saca a la calle a un familiar muerto para que la policía no descubra su plantación de marihuana.
- "La pizza se come desde hace mil años y Sanidad no la prohibió", argumenta la sagaz presidenta capitalina.
- La policía detiene a un conductor de cinco años en Utah.
- Vox anima a sus simpatizantes a participar en una Guerra Mundial virtual.
- La patronal del juego pide ayudas fiscales como "industria cultural".
- Se le aparece su abuelo cada vez que se sienta en la taza del retrete.






LITERALIA




LA PELÍCULA



  1. estaba sentado en el salón de su vivienda, viendo una película de ambiente medieval. Paladines de relucientes armaduras montados sobre recios palafrenes mantenían luchas encarnizadas sobre campos devastados entre numerosos cadáveres, cosechas arruinadas y aldeas incendiadas contra un ejército invasor de guerreros semidesnudos armados con hachas dobles y largas lanzas que derribaban a los caballeros con suma facilidad. No obstante, seguían atacándolos con admirable inoperancia. M presentía la inevitable derrota de los paladines, el abandono al saqueo y la barbarie de sus damas y castillos. Los siervos no contaban para ellos. Consumado el descalabro, los caballeros huyeron despavoridos en todas las direcciones conocidas, perseguidos con ahínco por un enemigo ágil e incansable que los alcanzaba con certeros golpes de sus hachas, provocando gran mortandad entre ellos. Después, cuando en el campo sólo quedaron caballos moribundos y las hordas victoriosas dedicadas a la rapiña de los caídos, resonó un cuerno de caza. Todos detuvieron su pillaje e hincaron una rodilla en tierra. Sobre un poderoso percherón negro, surgió entre la humareda un jinete imponente de anchos hombros embutido en una armadura también negra; aunque el detalle más destacado en él era su yelmo: oblongo y sin aberturas, tenía dos adornos a ambos lados que le conferían un aspecto inquietante. El director de la película acercó la cámara hasta su figura para encuadrarla en un primer plano central poderoso e intimidante. Rezumaba fuerza, soberbia, impiedad. El caballero dirigió su casco en dirección a los espectadores, a M., que permanecía sentado tranquilamente frente al televisor, algo aburrido por las obviedades del guión.
    Aprovechando una pausa publicitaria, M. se levantó del sillón y entró a la cocina para coger una lata de cerveza del frigorífico. Cuando regresó al salón, se le cayó de la mano. El caballero de anchos hombros y armadura negra estaba ante él, fuera del televisor, mirándolo fijamente (o eso supuso M. dado que el yelmo cerrado impedía ver sus ojos). M. retrocedió sorprendido, alarmado. Del interior del casco surgieron sonidos guturales e ininteligibles que M. interpretó como algún tipo de lenguaje con el que el desconocido intentaba comunicarse con él, tal vez sorprendido también por haber salido del televisor; aunque sólo comprendió, o creyó comprender, uno: Dragomir. Después, sobrevino un silencio tenso y sobrecogedor. El desconocido desenvainó su descomunal mandoble y, apoyándolo en el hombro de M., le hizo arrodillarse ante él. Dos guerreros semidesnudos armados con hachas dobles salieron del televisor, se situaron a ambos lados de M., y, cogiéndolo por las axilas, lo arrastraron al interior del aparato.
    La película continuaba con M. como actor imprevisto, aunque el campo de batalla había sido sustituido por una estación ferroviaria donde numerosos viajeros esperaban la llegada del tren. Ninguno llevaba equipaje. Todos se miraban con ojos perplejos, alucinados. M. no descubrió a los guerreros por ningún lado ni ningún familiar o amigo charlando amistosamente con los viajeros. En cuanto a él, divorciado y sin hijos, no esperaba la presencia de ningún rosto conocido.
    Una gran humareda precedió a la entrada de una enorme y poderosa locomotora de vapor en la estación. M. pudo contar treinta vagones antes de que, según supuso, empleados del ferrocarril de severos uniformes negros, empujasen a los viajeros al interior del convoy, y los distribuyeran de ocho en ocho en cada departamento. M. se descubrió junto a siete desconocidos de rostros atemorizados sin fuerzas para hablar, apelotonados en las ventanillas del vagón por las que no dejaban de mirar hacia el exterior. M. ocupó un asiento junto a la puerta, mientras estudiaba los ojos recelosos de sus acompañantes. Nadie se atrevía a realizar las preguntas evidentes: “¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por qué yo? ¿Adónde vamos? ¿Quién es nuestro anfitrión?”.
    Tras un viaje de varias horas en el que atravesó cordilleras nevadas y profundos barrancos, el convoy llegó a la estación terminal; en cuyo andén esperaban numerosos guerreros semidesnudos armados con hachas de doble filo. Empujados por los mismos empleados de severos uniformes negros, los viajeros descendieron obedientes, resignados. M. y sus compañeros fueron separados en grupos de seis y conducidos por los guerreros hasta carros de madera cerrados tirados por briosos percherones negros. La nieve cubría todas las tierras que vieron por los respiraderos de los carromatos hasta llegar a un tenebroso castillo erguido sobre un solitario altozano que barría un viento gélido y huracanado que ululaba enloquecido. Los compañeros de M. se apretaron en el carro. Temblaban de miedo e incertidumbre. Comenzaron a escuchar lamentos, quejidos y tímidas protestas según se acercaban a su destino que los guerreros sofocaban con latigazos sobre las paredes de los carretas. Dentro del castillo, tras descender, los viajeros fueron conducidos a sus aposentos; donde un camarero, por señas, les conminó a embutirse en las ricas vestimentas que descansaban en las camas con dosel. Las mujeres lucieron vestidos largos de brillantes colores y tocados cónicos que recordaban a las hadas de los cuentos. Los hombres, jubones dorados y rojos -tal vez, los colores del caballero de anchos hombros-, calzas oscuras y gorros con cascabeles que les conferían cierto aire bufonesco. El camarero reapareció para acompañar a los viajeros hasta el descansillo de una gran escalera de piedra, donde los recogió un mayordomo ataviado con una elegante librea . Descendieron los escalones hasta una gran sala hipóstila en la que estaban dispuestas numerosas mesitas con una lamparita cada una y cuatro sillas. Sobrios camareros con uniformes negros de chaquetilla corta y movimientos precisos les indicaron sus respectivos asientos. Después, les sirvieron un cóctel que a M. le recordó a las cerezas. Frente a él y sus compañeros, una orquesta interpretaba viejas melodías que M. reconoció como estándares del período de entreguerras. Algunas parejas bailaban muy apretadas, obligadas por algunos guerreros. Habitualmente frío, M. seguía con su pie el ritmo de las canciones; lo que no le impidió comprobar que, de vez en cuando, algunos guerreros levantaban a los ocupantes de algunas mesas y los conducían a otra estancia de la que no regresaban. M. pensó que estarían en los aseos o que existirían otras salas con diversiones distintas. Quizá, con juegos de mesa, boleras..., El desalojo de las mesas continuó con una frecuencia constante hasta que sólo permaneció ocupada la de M. Al llegar su turno, dos guerreros lo levantaron por las axilas y lo trasladaron hasta un enorme comedor en el que. M. pudo observar los restos de lo que conjeturó un fastuoso banquete. Tras las paredes, escuchó sonidos que le recordaron a los perros cuando masticaban huesos. Los guerreros lo dejaron solo en la estancia, mientras conducían a sus compañeros a otra estancia. Los sonidos de masticación aumentaron poco después. M. volvió a enfrentarse al caballero de anchos hombros, armadura negra y yelmo oblongo, que había permanecido oculto tras una columna. Volvió a escuchar los mismos sonidos guturales e ininteligibles que oyó en el salón de su vivienda y, como entonces, sólo comprendió, o creyó comprender, uno: Dragomir. Luego, cesaron los ruidos. El caballero empezó a despojarse del yelmo, dejando ver su cabeza. Con asombro y cierta preocupación, M. descubrió que era igual que el casco, que los adornos de los laterales protegían sus orejas, o lo que fueran, los apéndices que observó en su testa,, que su lengua era distinta a la suya, que dos ojos negros lo miraban con frialdad, que el caballero se acercaba hacia él, que... La imagen se fue difuminando hasta desaparecer. La palabra FIN apareció en la pantalla. M. apagó el televisor. Después, se lavó los dientes en el aseo. Cuando entró a su habitación, comprendió que la película aún no había terminado.







OLDIES

Chet Baker fue un trompetista y cantante de jazz. Blanco y atractivo, arrasó entre las mujeres junto a sus melodías suaves y envolventes. Drogadicto y pendenciero, perdió todos sus dientes tras una paliza. La dentadura postiza le obligó a reaprender a tocar la trompeta, aunque no perdió el talento. A continuación sus clásicos "My funny Valentine" y "Almost Blue".

My funny Valentine: https://www.youtube.com/watch?v=jvXywhJpOKs
Almost Blue: https://www.youtube.com/watch?v=z4PKzz81m5c



CRÓNICA DE SOCIEDAD (urbi et orbi)

. "Las Venus" son dos cuadros pintados por Francisco de Goya y Lucientes entre 1797 y 1800. Ambos representan a la misma modelo, la duquesa de Alba de la época. Son más conocidos como "La Maja desnuda" y  "La Maja vestida".  En un principio adornaron el gabinete particular de Manuel de Godoy, valido de Carlos IV, en su Palacio de las Siete Chimeneas, actual Ministerio de Cultura. Los cuadros estaban colocados de tal manera que sólo se veía la maja desnuda hasta que un artilugio o botón secreto lo elevaba para permitir la contemplación de la desnudez de la duquesa, aunque se sigue dudando sobre la personalidad de la modelo retratada. 

- Jean David Nau fue un bucanero (literalmente, comedor de bucan, carne a la parrilla) francés original de  Les Sables d'Olonne, más conocido como "El Olonés" como parece lógico. que apareció en las Antillas como soldado; aunque pronto se pasó al lado pirata, protegido por el gobernador de la Tortuga para que atacase barcos españoles y robase su carga. Famoso por la crueldad con que trataba a sus prisioneros. Tras interrogarles y torturarles, mandaba descuartizar a uno elegido al azar como advertencia a los demás. Después, arrojaba los despojos a los tiburones, o le arrancaba el corazón y lo mordía en presencia de los demás presos. En los casos en que se sentía más inspirado, cortaba los brazos a todos los tripulantes del barco apresado y los arrojaba ( a los desmembrados) al mar con las consecuencias previsibles. Murió a manos de los guna, exkuna, una tribu  del actual Panamá, a los 37 años.




Bandera de la Revolución Guna (o kuna) de 1925 y de la República de Tule. La esvástica representa al pulpo que originó el mundo.

- Tras el nacimiento de Alfonso XII -"El Pacificador" según algunos- , séptimo de sus once hijos, y dado el papel de España como sostén del catolicismo, el Papa Pío IX otorgó a Isabel II, madre de la criatura, la más alta distinción vaticana: la Rosa de Oro, a pesar de que las críticas de algunos cardenales que la consideraban "ligera de cascos" no sin razón; a lo que el Santo Padre alegó que: "Puttana, ma pía". El ginecólogo de su majestad, don Tomás Eustaquio del Corral y Oña, recibió el título de Marqués del Real Acierto tras anunciar que tendría un niño -el citado Alfonso XII-. Posteriormente, el título se trocó por Marqués de san Gregorio por las críticas recibidas. Para algunas almas sensibles, el título original sonaba a cachondeo.

- Erich von Manstein (Fritz Erich von Lewinski, apellido judío)  fue mariscal de campo y uno de los principales estrategas militares del ejército nazi, responsable de la invasión de la Unión Soviética "Operación Barbarroja". En los juicios de Nuremberg fue condenado a doce años de prisión. Un grupo de oficiales ingleses en desacuerdo con la sentencia pagó su fianza: saliendo de prisión cuatro años después. Reintegrado a su cargo de general, asesoró a la OTAN como miembro de la Bunderwehr o  Fuerzas Armadas alemanas unificadas.

- Lancelot Blackburne, "el alegre y viejo arzobispo de York, que tenía todos los modales de un hombre de calidad", según Horace Walpole, vivió entre 1658 y 1743.  Fue fundador de la Real Inclusa y mantuvo su domicilio en Downing Street  desde  1739  hasta su muerte en 1743 al ser Consejero Privado de Jorge I por su cargo eclesiástico. Una historia popular afirma que entre 1681 y 1684 navegó en barcos piratas, bien como capellán o bien como bucanero, rumor que nunca desmintió. También se rumoreó que casó. aunque tenía esposa, con Melusina de Schulenburgo, amante de Jorge I de Gran Bretaña, para guardar las apariencias, aunque tuvo tres hijas con el monarca.
El citado Walpole afirma que el señor arzobispo mantuvo en Inglaterra alguna de sus costumbres piratas: entre ellas, disponer de un harén personal.

- La gentil y delicada Lady Kiligrew (nacida Mary Wolverston, 1525-1587)  estuvo casada con sir John IV Kiligrew (como cabía esperar) de Arwenack, en Cornwall o Cornualles. Era hija de Philip Wolverston (como también cabía esperar), descrito como "un pirata".  Por orden real de Enrique VIII, la familia Killigrew, desde su castillo de Pendennis,  mantenía el control de todo el tráfico marítimo de Carrick Roads, el tercer puerto natural más grande del mundo; aunque el matrimonio parece que confundió sus obligaciones  y  fue acusado de esconder bienes robados en su casa y sobornar a funcionarios. Años después, la gentil lady Killigrew fue arrestada y condenada a muerte por comandar el asalto a algunos barcos atracados cerca de su mansión; aunque recibió el perdón de Isabel I de Inglaterra, la famosa reina virgen. 

- Epitafio real citado por Luis Carandell: "¡Marianita, nos dejaste a los cinco meses! ¡Qué pronto empezaste a darnos disgustos!".



FRASE DEL DÍA (sea el que sea)

La juventud de un ser no se mide por los años que tiene, sino por la curiosidad que almacena. (Salvador Paniker, filósofo catalán de origen hindú). 



CONTRAPORTADA