domingo, 30 de octubre de 2022

chafardero 177

<<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE 

 NÚMERO 177 ANNO VII>>





PRIMERA PLANA 

Dino Buzzatti escribió en 1940 “El desierto de los tártaros”, una afortunada novela. En ella cuenta la historia de un oficial novato destinado a un remoto destacamento sobre una colina para vigilar una llanura denominada como el título de la novela por la que los terribles tártaros invadieron su país y pueden hacerlo de nuevo. El tiempo transcurre lentamente. El oficial se adapta a la rutina cuartelaria, mientras observa la inmensa llanura, esperando la aparición de los terribles tártaros. Algunos compañeros se suicidan incapaces de soportar la espera. Durante un permiso solicita su traslado, dado que las autoridades militares consideran inútil el destacamento, pues los tártaros hace mucho tiempo que no cruzan la frontera. Deniegan su petición, porque otros compañeros más antiguos lo solicitaron antes y, por tanto, tienen prioridad. El oficial nunca llega a ver a los tártaros, mientras se consume presa de la angustia y el temor al enemigo invisible por desconocer su verdadero poder. Esta novela está considerada un modelo del llamado “monólogo interior”, también del terror indefinido.

Algo similar, aunque conozcamos el poder destructivo de las armas nucleares, ocurre en nuestros días con la amenaza de un ataque preventivo (nuclear) de la URRS, Rusia, como se titulaba la canción de Polanski y el Ardor, grupo incluido en la Movida madrileña. Todos sabemos, como ya se ha dicho, las nefastas consecuencias de las armas nucleares tanto para los rusos como para los no rusos Estas consecuencias quizá sean lo único que pueda impedir a Putin y sus generales decidir utilizarlas. Algunos lo llaman persuasión. Reducirían el planeta a largos años de muerte y desolación por la radiación liberada. Ningún refugio nuclear permitiría sobrevivir a sus ocupantes, grandes dirigentes mundiales sin duda, al carecer de las suficientes reservas de agua y alimentos en su interior entre otros productos necesarios para la vida para tan largo período, amén de que el exterior estaría tan contaminado durante mucho tiempo que no sobreviviría ningún espécimen animal o vegetal.

Lo sorprendente del caso es que todos, por acción e inacción, permitimos que dementes como Putin, Trump, Bolsonaro, Xi Jinping, Kim Jong-un, Stalin, los diferentes gobiernos israelíes, los jeques saudíes, nuestro familiar Franco, alcancen y perduren en el poder, se transformen en dictadores con el apoyo de parte de la población vía elecciones, vía apoyo callejero, vía sumisión, vía interés, vía miedo, vía ignorancia, etc. Estos personajes que sospechan de todo el mundo,  incluidos los integrantes de su “aparato”, que saldrán huyendo o colaborarán con “el enemigo” en cuanto se vean en peligro, también tienen seguidores anónimos -y descerebrados como los asaltantes del Congreso usamericano- que no dudan en matar y destruir para defender su ideología y luego ya veremos; pues para ellos su líder es Dios venido a la Tierra.

Mientras no existan medios legales y democráticos para impedir el acceso al poder de especímenes semejantes -y otros futuros- que sojuzgan, encarcelan, torturan y asesinan a sus opositores y disidentes, nunca estaremos a salvo del miedo, el peor compañero de camino; pues, salvo para impedirnos reaccionar ante las situaciones, no sirve para nada.



¿QUÈ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?

- El Tribunal Supremo reduce dos años la condena por asesinato a una mujer que mató a su prima con treinta martillazos por "no disfrazarse ni preparar su huida".



- El Pp de Málaga vota en contra de la construcción de un Hospital Materno-Infantil en Huelva que reclamaba cuando estaba en la oposición.

- El presidente brasileño Jair Bolsonaro acusa de "impotencia sexual" al candidato a la presidencia del país Lula da Silva tras dejarle plantado en un debate televisivo.

- El presidente de la Comunidad de Murcia anuncia que "creará 6200 millones de empleos".

- La lechuga pudo con el liberalismo fiscal


- El Pp de Málaga vota en contra de la construcción de un Hospital Materno-Infantil en Huelva que reclamaba cuando estaba en la oposición.

- El presidente brasileño Jair Bolsonaro acusa de "impotencia sexual" al candidato a la presidencia del país Lula da Silva tras dejarle plantado en un debate televisivo.

- El presidente de la Comunidad de Murcia anuncia que "creará 6200 millones de empleos".

- La lechuga pudo con el liberalismo fiscal




OLDIES

Beth Hart, una voz espectacular, y "Leave the light on" en versión acústica al piano.

https://www.youtube.com/watch?v=ETj8kXNAtuE


LITERALIA



LA DAMA Y EL ESCRIBANO



Manuel Osorio amaba el arte por encima de todo. Pasaba todos sus ratos libres en los museos y galerías del ramo; aunque, al ser un mísero oficinista, no podía permitirse adquirir ninguna de las obras que tanto admiraba. Tan solo poseía una mala copia de un cuadro atribuido a un discípulo anónimo del gran Velázquez que había heredado de su padre, diletante como él. Se trataba del retrato de una dama del siglo XVII conocido como “Madame de Fleury”. Como un verdadero amante del arte, Manuel buscó información sobre ella. Consultó bibliotecas y libros antiguos, se carteó con historiadores y marchantes del ramo hasta que descubrió los siguientes datos biográficos:

Madame de Fleury nació en la bastida de Montfer, hija de Pierre Bourdeau, tonelero, y de Marianne Valmais, panadera y madre de doce hijos. Bautizada como Maríe Isabeau, se crió rubia y lozana, sociable y juguetona. A los trece años entró como sirvienta en la casa del baronet Rochefort, rico hasta la avaricia, rijoso viudo de cuarenta años que gustaba invitar a sus aposentos a las criadas de su residencia, mujeres jóvenes y sanas que le encendían la sangre y los humores. Marie Isabeau no fue una excepción a pesar de su edad y el lascivo noble, tras calibrar su belleza y buenas maneras, le mostró su cámara con sonrisa viciosa. Marie Isabeau rechazó el ofrecimiento amablemente, sufriendo las groseras descalificaciones del baronet; aunque siguió a su servicio cuatro años más hasta que una troupe de actores y saltimbanquis itinerantes llegó a Montfer para actuar durante la festividad de la patrona del lugar Nôtre-Dame de les Épines. El actor principal era un joven moreno y atlético llamado Alain que conquistó el corazón de la inocente Marie Isabeau, quien abandonó su pueblo natal con la compañía y perdió la inocencia una noche de primavera bajo las estrellas y... Alain.

Meses después llegaron a París, donde actuaron una semana entera en el ya desaparecido Théâtre des Variétés, predecesor del actual. Su amado Alain, celoso y pasional, la introdujo en la obra con un pequeño papel sin texto para tenerla siempre controlada. El tercer día de representación cambió la vida de Marie Isabeau. Entre los espectadores se encontraba Jules Antoine de Frossard, IV conde de Bazin. Embutido en un ajustado traje azul celeste, camisa de seda con chorreras y vistosa peluca rizada azabache, destacaba entre la chusma de menestrales y soldadesca que abarrotaba la sala, pues solía encontrar a sus amantes entre las actrices y meritorias de la ciudad. Nada más verla quedó prendado de Marie Isabeau, decidió que sería suya a cualquier precio. Soltero y adinerado, treinta y dos años y porte imperial, no dudó en que aceptaría sus pretensiones; por lo que se presentó en su camerino al finalizar la representación y le ofreció sus respetos y sus aposentos. Alain tuvo que conformarse con unas cuantas monedas que gastó esa misma noche en una taberna próxima al teatro. Marie Isabeau conoció los colchones de plumas, las viandas y licores más exquisitos, los lujos más extravagantes, los placeres más sofisticados. Esa noche Marie Isabeau ascendió en la escala social, también en el aprendizaje de bailes y etiquetas insospechados para ella hasta entonces. Durante cinco años vivió junto al conde, aprendiendo los refinados modales que la hicieron famosa en la corte española, siempre tan pacata; se codeó con lo más granado -y pervertido- de la nobleza francesa, tanto ellos como ellas, hasta que, durante una recepción ofrecida por su protector, conoció a su futuro marido, François Anthélme Mauriac d'Argenson-Sully, X marqués de Fleury, viudo de setenta años podrido de dinero que, extasiado por la gracia natural de Marie Isabeau y su rotunda anatomía que el lustro de gimnasia continuada en el lecho de su valedor Bazin había afinado hasta la perfección le propuso matrimonio ante el escándalo de los presentes y la resignación de Bazin. Por este enlace, Marie Isabeau, madame de Fleury, frecuentó la corte, conoció al Rey Sol, rechazó las insinuaciones de nobles y algún plebeyo descarado; manteniéndose fiel a su anciano esposo, quien toleraba, no obstante, los ocasionales escarceos amorosos de su joven y ardiente esposa con algún criado o mozo de establo. 

La mujer retratada llegó a España el año del Señor de 1656 durante el reinado de su católica majestad Felipe IV, El Rey Planeta,  tras el nombramiento de su marido como embajador de la regente -por madre del futuro Luis XIV de la Francia- y sobrina del citado Felipe, Ana de Austria. Se instaló junto a su marido en un palacete propiedad de Luis de Haro y Guzmán, II CondeDuque de Olivares, valido de su católica majestad, sito en la calle de Alcalá. Gracias a su elegancia natural y buen talante, se convirtió en dama de compañía de Ana Margarita de Austria, hija extramatrimonial del monarca, hasta que entró en el convento de la Encarnación, del que llegó a ser priora, como Ana Margarita de San José.  Permanecieron en la Corte hasta el fallecimiento del marqués de Fleury en 1664 y el consiguiente nombramiento de un nuevo embajador. Marie Isabeau regresó a su país, y residió en el palacio de su difunto marido, dedicada a la filantropía y la caridad, hasta su muerte a los cincuenta y dos años en 1686 por unas fiebres tercianas; aunque antes posó para el citado y desconocido aprendiz de Velázquez para el retrato cuya copia poseía -y adoraba- Manuel Osorio, quien, durante sus pesquisas, averiguó también un pequeño secreto de la hermosa Marie Isabeau: amaba los rododendros. Desde que lo supo se presentaba con un ramo de estas flores en la sala del Museo del Prado donde se exponía el original y se situaba en silencio frente a la pintura con el ramillete en las manos. Durante varios meses acudió cada mañana de domingo a su cita con Madame de Fleury hasta que un jubiloso día de abril ella salió del cuadro, olió las flores, aceptó el ramo y musitó “Merci” con una sonrisa angelical ante la mirada atónita de Manuel.

El vigilante avisó a su responsable de que había sucedido algo inaudito. Tras darse una carrera y reunirse con su subordinado, los dos hombres contemplaron el cuadro de Madame de Fleury a la que acompañaba un sonriente hombre vestido con un raído traje marrón y un chaleco de punto gris. En la parte baja del marco, descubrieron que el cuadro ahora se titulaba “La dama y el escribano”.



CRÓNICA DE SOCIEDAD (urbi et orbi)


Según las creencias del grupo supremacista blanco yanqui “Identidad Cristiana”, defensores de la Rahowa (Racial Holy War o Sagrada Guerra Racial), los blancos son hijos de Adán y Eva, mientras que los judíos son fruto de las relaciones entre Eva y la serpiente.

La Guerra de los 30 Años , que terminó en 1648, redujo la población de Alemania de 24 a 4 millones. Se legalizó la poligamia y la carne humana se vendía en los mercados de Heidelberg. Sólo los más fuertes y los más despiadados sobrevivieron.

Hace varios lustros, un individuo saltó la tapia de la embajada española con la intención de robar, pero fue descubierto por los vigilantes y ahuyentado a tiros. Al día siguiente, un conserje se presentó ante el embajador y le dijo: “Ha venido el tipo que saltó anoche la tapia”. El diplomático le preguntó: ¿Y qué quiere?”. “Un certificado que demuestre su presencia aquí ayer por la noche. Por lo visto, necesita justificarse ante sus jefes”.

Gilgal Refaim, Rujm al-Hiri o “Rueda de los Gigantes” es un monumento megalítico existente en los Altos del Golán (Siria). Está elaborado con cuarenta y dos mil rocas de basalto que forman cinco círculos concéntricos y pesan más de cuarenta mil toneladas en total. El círculo mayor mide 152 metros de diámetro. En su centro se ha encontrado una cámara funeraria. Los arqueólogos calculan que se construyó durante la Edad del Bronce (3000-2750 a.C). El nombre “Rueda de Gigantes” se relaciona con los Nefilim, una raza gigante mencionada en la Biblia, hijos de mujeres humanas y ángeles malvados que coexistieron con el patriarca Noé y desaparecieron durante el Diluvio.


En la Iglesia guipuzcoana de Deba o Deva se veneraban varias reliquias ofrecidas por Don Juan De Lastur, tesorero de los ejércitos reales en Flandes; aunque parece que desaparecieron alrededor del año 1767 sin que se conozca su paradero en la actualidad. Entre ellas queremos destacar la cabeza completa de una de las once mil vírgenes, parte de la cruz de Cristo, tres cabellos de la Virgen María, parte de la cabeza del apóstol san Andrés y huesos de san Gervasio y san Blas el de la cigüeña.


Charles D.B. King fue elegido presidente de Liberia tras unas elecciones en las que consiguió 243.000 votos a favor,  cuando sólo había 23.000 votantes


FRASE DEL DÍA (sea el que sea)

Allí donde encuentres leyes más numerosas, encontrarás la mayor injusticia.- (Arcesilao, filósofo griego del siglo III a.C.).


CONTRAPORTADA


"Monja de rodillas"
Martyn von Meytens, pintor sueco

miércoles, 19 de octubre de 2022

chafardero 176

<<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE

NÚMERO  176  ANNO VIII>>






PRIMERA PLANA

Dice el señor presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), ese “pobrecito” que hace unos años ganaba medio millón de euros anuales, que “hablar de ricos y pobres radicaliza la sociedad”. Desde su punto de vista debe ser mejor maquillar la realidad para impedir que algún pobre se ofenda y termine agrediendo a un rico, a un elegido de los dioses; preferible hablar de no ricos y no pobres, no deshauciados, no colas del hambre, o no parados de larga duración por ejemplo. Por contra, invertir en gobiernos favorables a los intereses empresariales, aunque no coincidan con los generales, evadir capital al extranjero y pagar salarios bajos y los menos impuestos posibles es patriotismo; nunca insolidaridad o egoísmo. Tampoco es responsabilidad suya que los altos ejecutivos de las empresas cobren cincuenta o sesenta veces más que esos trabajadores rasos a los que no pueden subir el sueldo o mejorar el salario mínimo, porque “es malo para el país”; ergo los trabajadores no pertenecen al país, ergo el país sólo lo forman los ricos, poderosos e influyentes. Entonces, ¿los demás en que categoría estamos incluidos? Tal vez en la de “males necesarios” -pues las empresas siempre necesitarán, hasta que los robots la sustituyan, mano de obra lo más barata y desamparada posible- que no comprenden el justo reparto de papeles en la sociedad y la perfecta jerarquía estratificada que permite el buen funcionamiento del sistema en la que cada cual nace, crece y se desarrolla en un nivel cerrado que, salvo excepciones, nunca podrá superar, porque “sería malo para el país”.

También afirmó el citado ejecutivo que “vivimos una época de crisis y no es momento de que el actual gobierno les suba los impuestos -nunca es buen momento según los empresarios, ni justo salir de dicha crisis entre todos y no gracias a la “mayoría pobre”-, sino que debe ayudar a las industrias; porque muchas pequeñas y medianas empresas -suponemos que no se refiere a la estatura de sus dueños- podrían verse abocadas al cierre y al consiguiente despido de la plantilla”.

Es decir, el señor Garamendi -y sus representados- pretende que todo siga igual, que los ciudadanos “pobres” financien las empresas y sus pérdidas, mientras los empresarios y los accionistas se reparten los beneficios por “el bien del país”; que no haya incrementos fiscales y se les permita distraer algún euro que otro de vez en cuando. De lo contrario, reinarían el caos más absoluto y la radicalización social, la absurda pretensión de que somos todos iguales -ni ricos ni pobres- y tenemos los mismos derechos, con lo que la economía -lo único importante- empeoraría y perjudicaría los balances empresariales y, por ende, las condiciones sociolaborales.

Es decir, un asunto es vivir en democracia y disfrutar cierto grado de libertad y otro muy distinto pretender la desaparición de las clases sociales y las obligaciones que las bajas tienen con las más altas.

¡No lo permita Dios!



¿QUÉ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?

- Una exposición en conmemoración de la festividad de la Guardia Civil en León califica como "sublevados" a los guerrilleros antifranquistas.

- Multa de 240 € a un camionero por "rascarse la espalda con un tenedor, mientras conducía".

- Una mujer gana 20000 dólares al mes vendiendo fotos de sus axilas sin depilar.

- Libertad de expresión:


 - Vox solicita la condición de "bien de interés cultural" para los símbolos de la dictadura franquista.
- Detenido por rajar la rueda de un autobús al que pretendía subir sin mascarilla.
- Cientos de personas se manifiestan en Nueva York con la denuncia de que: "Los pájaros no existen. Son drones teledirigidos".




OLDIES

"Brown eyed girl" es un clásico del grandioso Van Morrison de su primera etapa grabada en 1967. 

https://www.youtube.com/watch?v=kqXSBe-qMGo




LITERALIA



PANDORA



Chet Baker y Bill Evans, “September Song”, en el reproductor de compactos. Ambiente melancólico. Spleen, como decía Baudelaire tras la visita de su mulata preferida. Chet Baker, desdentado por una brutal paliza. Chet Baker, trabajando en una gasolinera olvidado por todos. Chet Baker, aprendiendo a tocar la trompeta de nuevo tras la agresión, a crear atmósferas desnudas para almas sensibles quizá sin esperanzas.

Me llamo José García. Gano el sueldo mínimo interprofesional y debo ser feliz, porque tengo edad suficiente para saber lo que quiero y me pertenece, lo que deseo y necesito, como... mi amada, nuestro pequeño piso, el utilitario, algunos amigos, mi tierra..., que nunca ha marchado mejor, según dicen; aunque nadie diga hacia dónde, si marchamos todos o si debemos marchar todos sus habitantes, pues, si vivimos en democracia, ¿puede haber diferencias sociales, laborales, culturales, raciales o económicas? ¿Se trata, por el contrario, de otro nombre de la necesaria estabilidad política que permite enriquecerse a los ya adinerados? Dicha estabilidad, ¿supone la permanencia de la jerarquía, el chantaje, el abuso y el clasismo? ¿Cambiar para no cambiar? Mi amada ha conseguido un contrato de seis meses en un gran hospital. Tiene turnos semanales y apenas distingue la hora en que vive, pero trabaja con enfermos y se siente útil para los demás. También, ha logrado erradicar el fantasma por una temporada y... hay que aprovechar las buenas rachas, vivir al día o... ¿era al minuto? Ella es muy vital, alegre, optimista; aunque no tenga verdaderos motivos para serlo. Siempre dice que vendrán tiempos mejores, que la suerte no puede olvidarse de nosotros. Pero, para recordarte, ha tenido que conocerte antes, respondo yo. Es tan comprensiva que soporta con estoica resignación mis neuras y mis prontos de mal genio, irracionales casi siempre. Acepta mis quejas, porque soy el hombre que la protege y defiende de los peligros del mundo. ¿Yo? ¿Acaso comprendo sus llantos ocasionales? ¿Su rabia malcontenida? ¿Sus deseos de licenciarse en Historia, aunque considere que apenas tiene salidas profesionales? ¿Entiendo sus ambiciones, tan dignas de realizarse como las mías, o le presento mi rostro más amable para que no se sienta una pobre desamparada? ¿Soy consciente de que podemos ser la causa del fracaso de la persona que más nos importa? ¿Nos amamos por costumbre, por miedo a perder alguna última oportunidad? ¿Mientras hay vida, podemos liberar la esperanza que se quedó en la Caja de Pandora para que nos muestre el camino hacia alguna certeza? ¿Nos permitiría superar la cruel realidad en todo momento?

Canción de septiembre”. El batería desliza las escobillas por el parche de la caja. El contrabajo rellena huecos con precisión matemática. La guitarra se reduce a un rasgueo casi imperceptible. Estoy tumbado en la cama, fumando un cigarrillo. Cuando ella entre en casa, tendré que vestirme, darle un beso de bienvenida/despedida, coger de su mano las llaves del coche e integrarme en el tráfico ciudadano para llegar a mi trabajo por llamarlo de alguna manera. Soy contable de una tienda infame en la que no veo futuro ni, por supuesto, presente. Pero mi país marcha mejor que nunca y sería improcedente plantear quejas o recordar desigualdades sociales. Soy solidario, por tanto debo alegrarme de la prosperidad de algunos compatriotas; aunque me parezca que siempre son los mismos y que seguimos separados por la cuenta corriente, porque la mía, amén de magra, es de lo más vulgar.

Ángel es un orondo jubilado con el que comparto despacho, aunque sería más exacto describirlo como un “húmedo cuartucho lleno de desconchones en las paredes e insalubridad en cada uno de sus rincones”. Cobra una pensión miserable tras cuarenta y seis años como zapatero remendón y reside en una infravivienda de Lavapiés con su mujer, enferma crónica de una dolencia pulmonar que mejoraría, si viviese en el litoral. Ese es el motivo de que Ángel pase todas las tardes del año pegado a un teléfono, anotando los pedidos de los clientes habituales. Nuestro jefe es vecino suyo y, como donde hay confianza sigue dando asco y conoce la precaria salud de su esposa, le explota a cambio de un sueldo mezquino. Encima, presume de buen samaritano que ayuda a los más necesitados.

Siempre que le miro, sentado tras su mesa, gastando bromas con los clientes a través del teléfono, me repito mentalmente: “No terminaré así, no terminaré así”. Pero, entonces, recuerdo que lo hace por amor, es decir, por generosidad, y pienso en mi amada y me reconozco egoísta, miserable... Sin embargo, Ángel casi siempre está de buen humor, cuenta a todo el mundo que ya ha pagado la entrada de un apartamento en Benidorm, que se retirará ese mismo año y se marchará junto a su mujer al Levante para que se restablezca completamente y vivan felices el resto de sus muchos años. ¿Haría yo lo mismo por mi amada? ¿Sacrificaría mis posibilidades por ella, si estuviera en la misma situación? Ella es tan cariñosa que debería bastarme con saber que me quiere y me espera, pero no puedo resignarme ni bajar la guardia. ¡Tenemos toda la vida por delante, mientras que Ángel y su señora...!

Cuando llego al despacho, mi compañero ya está recogiendo los pedidos para el día siguiente. Nos saludamos con un gesto manual y me siento frente a él. Abro el Libro Mayor, compruebo que no se han producido cambios en los últimos asientos y, luego, anoto los nuevos gastos e ingresos en el debe y el haber. Como es tradición en la empresa, estamos en números rojos. La verdadera contabilidad la lleva mi jefe, porque no se fía de nadie y recela desde hace años una imprevista inspección de Hacienda. Dada la aparente ruina económica en que vivimos, me veo obligado a utilizar una calculadora antediluviana sin tinta en la cinta, por lo que nunca consigo marcar la cantidad tecleada con los tipos que levanto con un largo brazo lateral. Por eso, sólo la uso cuando me siento deprimido y necesito armar ruido para salir de la frustración. Después, empleo una calculadora digital más pequeña para repetir las operaciones hasta llegar siempre a la misma conclusión: faltan justificantes, facturas, albaranes.., dinero en definitiva. Por tanto, o los clientes habituales no pagan regularmente o algunas cantidades se desvían hacia otro destino. Sospechoso, cuando menos. Mi jefe está ampliando el chalet que tiene en Asturias y parece que tiene muchos gastos. En cualquier caso, es el dueño del negocio y yo, un simple empleado. Pero, ¿y si me despide, porque necesita reducir costes? Ajo y agua, reconversión industrial.

Cuando ella trabaja de noche, me telefonea para despedirse, desearme buena noche y recordarme que lo cambiaría todo por quedarse conmigo, abrazarnos en la cama, sentir nuestros cuerpos, vencer la soledad, esa vieja enemiga. Siempre cuelga tras un ¡Jo! desencantado que me rompe el alma por no poder evitar que trabaje, por no poder darle lo que se merece, sea lo que sea.

Cuando está de mañana, me telefonea para informarme de las novedades de la tarde y del menú que ha preparado para la cena. Algunos días protesto por la rutina que suponen esas llamadas, pero Ángel me recuerda la suerte que tengo y lo canalla que puedo ser. “¿De qué te quejas, chaval?”, repite entre pedido y pedido. “Tienes alguien que te quiere y espera en casa, que te recibe con un beso y una sonrisa... Entretanto, yo me encuentro una mujer enferma, una vivienda desangelada, la cena sin hacer... Hay que tener mucho valor para seguir en esas condiciones”, afirma con orgullo. “Pero, ¿y tus hijos?”, le pregunto alguna vez. “Esos malnacidos no quieren saber nada de nosotros. ¡Somos viejos, José, viejos y... pobres!”, grita Ángel fuera de sí; aunque se recupera pronto y marca el siguiente número de teléfono. “El show debe continuar”, como cantaba Farrokh Mulsara., alias Freddy Mercury. Mientras preparo las nóminas de las dos dependientas y los tres repartidores, en las que no puedo incluir el incremento aprobado en el nuevo convenio, porque, según mi jefe, le robaríamos el pan y la sal a su único hijo, un treintañero encantador que disfruta profanando las sacristías de las iglesias y bebiéndose el vino de misa, lo que denota cierto gusto, pienso en la miseria inherente a la sociedad humana, en lo bien que se me da condenar a tirios y troyanos y compadecerme de mi mala suerte y de mis seres queridos.

Sobre las ocho, me despido de Ángel y atravieso la ciudad para regresar a nuestro piso del extrarradio. Allí, gastaré buena media hora buscando un hueco libre donde aparcar el coche; cuando lo que deseo es abrazar a mi amada; decirle que no puedo vivir sin ella, que, efectivamente, vienen mejores tiempos, que pagaremos la hipoteca, aunque la hayan subido un cuarto de punto; que podremos plantearnos tener un hijo, sólo uno, con el prometido incremento salarial y la paga extraordinaria que corrige la imprevista subida de los precios; que no se preocupe, si la gasolina, el gas y el tabaco siguen subiendo o ese maldito pollo que siempre estropea las previsiones gubernamentales; que nos tenemos el uno al otro, que no necesitamos más que nuestro amor y nuestra esperanza, que...

Cuando entro en casa, reina un silencio sepulcral. Me dirijo hacia la cocina, pero no veo a nadie. Luego, paso a nuestra habitación; pero también está vacía. Un leve sollozo me dirige hacia el aseo, donde la encuentro sentada sobre la taza del vater. Me arrodillo frente a ella, introduzco mi cabeza entre sus manos y le pregunto qué sucede; pero se limita a incrementar la frecuencia del llanto. Derrotado por una impotencia acéfala, insisto en mis demandas e interrogantes. De pronto, señala con un dedo hacia la cocina. Tengo un olfato tan fino que no percibí nada extraño al entrar en ella. Sin embargo, ahora comienzo a distinguir un tufo sospechoso y, lo que es peor, preocupante. “¿Se te ha quemado la cena?”, inquiero. “Sí”, acierta a responder entre lágrimas. “No importa, mujer”, respondo con naturalidad. Entonces, levanta los ojos, me mira con perplejidad y me pregunta: “¿Has bebido?”.

Encargo por teléfono una pizza cuatro estaciones con mucho champiñón, que odio desde pequeño y a ella le encanta. Después, descorcho una botella de rosado muy frío, lleno dos vasos y me reúno con ella en el baño. La beso en las mejillas, mientras le ofrezco la bebida. “Llamó mi madre, cuando tenía el besugo en el horno, y... “, comenzó a decir.

Tras lavarse la cara, nos sentamos en el diminuto salón y encendemos el televisor. Un locutor repeinado con gafas sin montura y traje italiano nos comunica sólo a nosotros dos, ¡qué maravilla!, que el Tribunal de Cuentas ha descubierto un gran agujero en la Seguridad Social, imputable a gobiernos anteriores, y que, por tanto, no podrá abonarse a los trabajadores, ¿a las hormigas?, la anunciada paga extra que les permitiría soportar las continuas subidas de los precios en contra de las optimistas previsiones de los expertos económicos. El país seguía marchando mejor que nunca, pero el horizonte parecía cada vez más lejano y la realización de los sueños, ni te cuento.

Brindamos por las buenas nuevas y seguimos esperando la llegada de la cena. Por fin, suena el portero automático y, poco después, llama al timbre un joven motorista con el casco en la mano y ataviado con un impermeable rojo, pelo rapado al uno y un pendiente en cada oreja. Nos entrega una gran caja de cartón blanco a cambio de dieciséis euros y se despide a la carrera, pues ha dejado la moto atravesada en medio de la acera. Por lo visto, no puede o no sabe aparcarla mejor. Nos comemos la pizza sin perder detalle de un concurso televisivo en el que los participantes, con los ojos cegados, deben adivinar mediante el tacto, el gusto y el olfato el contenido de diversas cajas transparentes. Cabezas de animales, vísceras variadas, sopas de ingredientes inconfesables, líquidos putrefactos, rabos de toro o de cerdo, gusanos repulsivos, lagartos escurridizos y arañas peludas pasan por las manos y labios de los famosos concursantes, que parecen dispuestos a soportar todas las judiadas a cambio de un primer plano exclusivo. La realidad volvía a derrotarme. Ella ríe a carcajadas y yo fumo en silencio. ¿Merece la pena seguir creyendo en la inteligencia humana? ¿Seguir deseando ver realizados nuestros deseos más legítimos? Si merece la pena, ¿dónde encajan los participantes, los presentadores, el público, los cerebros grises, o de otro color, que han ideado ese engendro infumable que parece divertir a todo el mundo menos a mí? ¿Qué prometen a los asistentes a cambio de sus ovaciones y carcajadas? ¿Una noche loca con algún famoso o famosa? ¿Nuestra esperanza se reduce a destacar un instante fugaz a cualquier precio y sin importarnos el ridículo?

De repente, interrumpen el concurso para anunciar, en un avance informativo, que unas lluvias torrenciales han devastado varios países sudamericanos y que necesitan ayuda urgente en forma de alimentos, mantas, medicamentos, potabilizadoras de agua y fondos que pueden ingresarse en una cuenta bancaria cuyo número también se facilita. Tras la locutora, proyectan las imágenes de una mujer con dos niños pequeños empapados y ateridos de frío, rodeados de agua por todas partes, subidos en el tejado de su vivienda a la espera de ser rescatados.

El concurso se reanuda finalizado el avance. Debe estar grabado con anterioridad y no hay motivos para variar la programación. Mi amada se felicita por la suerte que teníamos de vivir en un país moderno y civilizado. Luego, pregunta al aire si necesitarán enfermeras en aquellas tierras. Le respondo que llame a la Cruz Roja. Luego, me retiro a la habitación, enciendo el tocadiscos, me coloco los casos estereofónicos y espero el comienzo de “On Hynford Street”. Con inquebrantable devoción, escucho las primeras notas de un órgano omnipresente que crea una atmósfera casi opresiva sobre la que empieza a sonar la poderosa voz del querido Van Morrison, que no cesa de preguntar: “Can you feel the silence?”, “¿Puedes sentir el silencio?”.

Mi amada se reúne conmigo al término del concurso. Desconecta el tocadiscos, me quita los cascos y me propone presentarnos voluntarios a la campaña de ayuda a los países sudamericanos afectados por las lluvias. ¿Entendería mi jefe los motivos de mi despido, dado que la excedencia se me antoja desconocida para él? ¿Mi amada conseguiría otros contratos, si renuncia al actual, teniendo en cuenta la vigente política de empleo? ¿Aceptaría el banco retrasar el pago de la hipoteca?

Lleva dos semanas en Sudamérica. El teléfono no funciona y el correo tarda mucho en llegar, pero he comprendido que aún quedan personas capaces de posponer su vida por los otros y liberar la esperanza de la Caja de Pandora durante algunos instantes.

Somos felices.




CRÓNICA DE SOCIEDAD (urbi et orbi)

“No debe haber escuela alguna para la población no alemana del Este que supere el nivel elemental. La función de esta escuela elemental será solo poner en condiciones de saber contar hasta quinientos, saber escribir el propio nombre, aprender la enseñanza según la cual es un mandato divino obedecer a los alemanes, ser honestos, diligentes y buenos. No creo que sea necesario hacer aprender a leer”. Estas palabras forman parte de un discurso que pronunció el Ministro del Interior nazi y jefe de las SS y la Gestapo, Heinrich Himmler, tras la ocupación de Polonia y  visitante del monasterio de Montserrat en compañía de los jerarcas franquistas para buscar el Santo Grial, la copa que utilizó Jesucristo en la Última Cena según la leyenda.

En tiempos de Felipe III, se fundó en 1615 la Hermandad de Nuestra Señora del Refugio y la Piedad con sede en la iglesia de san Antonio de los Alemanes, sita en la calle de la Corredera Baja. Su principal misión era atender a los mendigos de la calle, por lo que formó la llamada “Ronda del pan y el huevo”, compuesta por un sacerdote, dos seglares y varios criados con unas parihuelas, una tabilla para medir los huevos y cestas con hogazas. Recorría la ciudad por las noches entregando un pan y dos huevos duros a los menesterosos, llevaba a los enfermos a los hospitales sobre las parihuelas y enterraba a los difuntos. Funcionó hasta 1838, cuando se creó la guardia urbana de Madrid; aunque se sigue atendiendo a los necesitados en la citada iglesia, donde pueden verse las colas de menesterosos esperando una limosna, ropa y comida; además de dispensar noventa cenas diarias.

En su recomendable libro “La madre del cordero” el autor Juan Eslava Galán señala que, aún hoy, podemos contemplar una cruz de piedra con una zarpa en su interior en la conquense ermita de Nuestra Señora de las Angustias en el mismo lugar donde, según una leyenda, el diablo en forma de hermosa doncella tentó a su enamorado, quien, en su huida despavorida, recibió un zarpazo del Maligno. De ahí la inclusión de la zarpa en el monumento.


-  Parece ser que José Ibáñez Martín, ministro de Educación Nacional, era algo sordo; hasta el punto de que, en cierta ocasión en que compartía mesa con un obispo, el religioso le preguntó cómo estaba su señora y el político respondió: “Está muy buena y muy caliente. Pruébela usted, señor obispo”, cuando el aludido le había preguntado por la sopa.- (“ Deslices Históricos”, Pedro Voltes).

Lord Cornbury, pariente de la reina Ana de Inglaterra y tercer conde de Clarendon, fue nombrado gobernador de Nueva York y Nueva Jersey en 1702. Asistió a su toma de posesión vestido de mujer. Cuando le interpelaron algunos de los presentes sobre su curioso atavío, les respondió que: “Estoy representando en este cargo a una mujer y mi obligación consiste en hacerlo del modo más fiel posible”.- (Pedro Voltes).

El llamado bozal de hierro, máscara Scold de brida, máscara de regañona o freno de chismes se utilizó durante los siglos XVI-XVII en Inglaterra, Escocia y Gales como antídoto para los chismorreos y obscenidades de las mujeres de clase baja. Constaba de un “mordisco” de hierro que se introducía en la boca de la condenada y presionaba su lengua para que no hablase y una estructura de hierro que se colocaba alrededor de su cabeza. Algunas tenían  una correa o brida para que el marido -u otro hombre- pudiera sujetarlas y controlar a la penada.. En Alemania se añadió una campanilla para avisar a los demás del paso o cercanía de las mujeres condenadas.




FRASE DEL DÍA (sea el que sea)

Una ventaja de ser inteligentes es que puedes simular ser imbécil, mientras que al revés es imposible.- (Woody Allen).


CONTRAPORTADA


 


jueves, 13 de octubre de 2022

chafardero 175

EL NUEVO CHAFARDERO

NÚMERO 175    ANNO VIII




PRIMERA PLANA

Mil seiscientos libros han sido prohibidos en las escuelas y bibliotecas públicas usamericanas, especialmente en aquellos Estados controlados por el partido republicano. Algunas de las razones que han llevado a las celosas autoridades educativas a adoptar una medida tan radical, amén de proteger la inocencia de sus cándidos descendientes (algunos de los que pueden utilizar armas sin embargo), son: escenas sexuales explícitas, lenguaje inapropiado (para el censor que decide la ideología que deben aprender las futuras generaciones lejos de la libertad o el libertinaje según se mire), textos confusos, y la difusión de ideas contrarias a la única religión verdadera (cuyo nombre ya debe conocer todo el mundo a estas alturas de la Historia). Por contra, dichas autoridades educativas recomiendan vivamente la lectura de la Biblia, porque, como ya sabemos, no contiene escenas violentas, ni muertes fulminantes, ni escenas sexuales explícitas; aunque en sus páginas se hable de un tal Onán o se incluya el Cantar de los Cantares del muy sabio rey Salomón.

Todos los libros prohibidos por el bien de los ciudadanos han sido víctimas del pensamiento único, pero verdadero, que no acepta más interpretación que la suya convertida en dogma de fe como sucede en las otras dos religiones monoteístas.

Veamos algunos textos prohibidos por los protectores de la Moral:

  • Por tres razones” fue prohibido por hablar del suicidio sin emplear un lenguaje infantil.

  • El diario completamente verídico de un indio a tiempo parcial”, prohibido por presentar blasfemias contra ciertas instituciones y contener, como ya se dijo, escenas sexuales explícitas.

  • El cómic “Drama” fue prohibido por “confuso”.

  • Cometas en el cielo”, que ha vendido seis millones de ejemplares en todo el mundo, fue prohibido por “incluir violencia, inducir al terrorismo y promover el Islam”.

  • George, simplemente sé tu mismo” y “Soy Jazz” fueron prohibidos, porque sus protagonistas son niños transgénero.

  • El sexo es una palabra divertida”, escrito por un educador sexual autorizado (o un degenerado para mentes estrechas), fue prohibido por “inducir a los niños a practicar sexo o a preguntar por él”; pues es mucho mejor rezar a Dios para que nos explique cómo practicarlo.

  • La celebérrima “Matar a un ruiseñor” de Harper Lee -¿quién no ha visto su espléndida versión cinematográfica con el gran Gregory Peck a la cabeza?-, ganadora de un Pulitzer, fue prohibida por “su violencia y el uso de palabras despectivas hacia los afroamericanos”.

  • El odio que me das”, libro muy premiado, fue prohibido por “ser vulgarmente vulgar, fomentar las drogas y contener personajes que emplean lenguaje ofensivo”.

  • Con Tango son tres”,  prohibido por presentar la historia de dos pingüinos adultos homosexuales -¿cabe mayor aberración?- que crían a un polluelo .

Para evitar que textos tan peligrosos contaminen a nuestros jóvenes y no caigan en el adoctrinamiento más letal, recomendamos la lectura de libros más educativos como: “Sexus”, “Trópico de Cáncer” o “Trópico de Capricornio” del melifluo Henry Miller; cualquier novela de Charles Bukowski o John Fante y su realismo sucio; “La filosofía en el tocador” o “Los 120 días de Sodoma” del divino marqués; el inocente opúsculo (nouvelle) de monsieur Apollinaire “Las once mil vergas”, ideal para leerla acompañado, y, en otro orden de cosas, “Una temporada en el infierno” del visionario Rimbaud, o “Los Cantos de Maldoror” del maldito Conde de Lautréamont; todos ellos convenientemente incluidos en el Index Librorum Prohibitorum  o Índice de Libros Prohibidos de nuestra intachable Iglesia Católica.



¿QUÉ SUCEDIÓ EN LA SEMANA?

- El presidente andaluz pide mil millones al gobierno central para combatir la sequía tras dejar de recaudar novecientos tras suprimir el impuesto sobre el Patrimonio.

- Circula con una silla de ruedas motorizada por el carril central de la autovía de Málaga.

- Twitter de 2012 del señor Feijóo, aspirante a presidir el país, publicado por la Voz de Galicia en su momento: "Un pescador me dijo: "Si no pescamos masivamente merluza, llegan a las playas y morderán a la gente. Esto hay que decirlo en Bruselas".

- El gobierno revolucionario cubano considera "gestación solidaria" los vientres de alquiler.

- Coca-Cola, la empresa que más basura plástica genera, patrocinará la próxima Cumbre del Clima.

- El partido patriótico Vox rechaza la Ley Trans, porque "discrimina a personas que puedan sentirse un ornitorrinco o Lady Gaga". 

- Expulsan de una universidad privada a un profesor de matemáticas, porque su alumnos se quejaron de la dificultad de sus clases.




OLDIES

"Wild Horses", uno de los grandes clásicos de los Rolling Stones.

https://www.youtube.com/watch?v=Xb3fZmkzy84


LITERALIA




LA GESTACIÓN DEL MONSTRUO




El poeta y su familia llegaron a media mañana tras un agotador viaje en diligencia desde Le Havre. Tras recibirles cortésmente, ordené a los criados que se ocupasen del voluminoso equipaje de tan ilustres visitantes. Milord les saludó con la lectura de su última e insuperable composición (según él).

A continuación, sometí a las mujeres a un breve reconocimiento médico, en el que pude constatar que la esposa del poeta estaba nuevamente embarazada –la fugaz Clara-, que su hermana Jane-Claire padecía gonorrea y que la pequeña Allegra, fruto de su relación con mi señor (según ella), incubaba una inoportuna gripe. Más tarde, nos sentamos en un velador bajo la refrescante sombra de una higuera centenaria, cuyos primeros frutos picoteaba vorazmente una familia de pavos comunes. Hice servir una limonada, mientras los dos bardos se confesaban su mutua admiración y Jane-Claire perseguía a la rubia Allegra, que correteaba tras los avestruces y jirafas sueltas en el amplio jardín de “Villa Diodati”.

El lago presentaba su rostro más sedante y pacífico.

El recién llegado había girado la conversación hacia las grandes dificultades que encontraba para publicar en su país –ningún editor se atrevía a imprimir sus poemas por considerarlos escandalosos-, mientras que milord era, a pesar de su juventud, un autor de éxito acosado por las mujeres y... algún que otro hombre cuyo apellido prefiero silenciar.

Atrás habían quedado su esposa Belle, su hija Ada, y una elevada suma de dinero en concepto de manutención que ella no necesitaba. Desde su divorcio y posterior salida de Inglaterra, habíamos recorrido medio mundo perseguidos por la creciente fama de Milord como poeta y como varón excéntrico y libertino. Dondequiera que fuéramos, le precedía su prestigio; viéndose obligado, en ocasiones, a deshacerse de jóvenes histéricas como Jane-Claire (según él), de madres que le presentaban a sus primogénitas para que las iniciase en el necesario arte venéreo y de algún que otro vicioso que pretendía conocer el secreto de su atractivo. En todo caso, ninguno superó el escándalo que protagonizó lady Caroline Lamb, única hija del tercer conde de Bessborough, allende los mares, cuando se unció desnuda con los caballos que tiraban del coche en que viajaba Milord.

Tras una agradable comida, el recién llegado propuso que aprovechásemos el encuentro de “dos genios tan incomparables como nosotros”, añadió Milord, para componer una obra sobre un tema que le venía obsesionando desde tiempo atrás –la figura de Prometeo- y para navegar por las tranquilas aguas del lago. Su esposa le recordó que no sabía nadar, pero él alegó que era demasiado viejo para aprender y demasiado joven para morir; dando por zanjado un tema tan desagradable para él mismo.

A media tarde, aparejamos una precaria embarcación a la que subieron ambos artistas –desde ese día se trataron como Shiloh (nuestro invitado) y Albé (Milord)- junto a Charles Vivian, marino profesional que hizo las veces de patrón del barco. Recorrieron la serena superficie de las aguas y visitaron el castillo de Chinon y la casa de Gibbon en Laussanne. Cuando regresaban, estalló una tormenta con gran aparato eléctrico que les obligó a acelerar la marcha hacia tierra firme. Impasible, rodeados de rayos y truenos, Milord apareció ante nosotros de pie sobre el frágil navío -detalles semejantes eran los que le hacían tan fascinante a los ojos femeninos-, recitando el “Kublai Khan” de don Samuel Taylor Coleridge, cuya publicación facilitó mi señor.

Entramos a la casa y, mientras les preparaba un ponche bien cargado, los dos poetas se pusieron ropa seca, ayudados por las solícitas mujeres; aunque Milord había prohibido a Jane-Claire la entrada en sus aposentos.

Reaparecieron en el gran salón de la planta baja vestidos con sendos fracs y las damas, con elegantes trajes de noche que habían pertenecido a olvidadas amantes de mi señor.

Degustamos una cena exquisita, cuyo plato principal fue un pavo asado con almendras y champiñones, acompañado de un suave vino de Borgoña; aunque no perdí la ocasión de recordarles los peligros de una comida excesiva, tal y como obligaba el juramento hipocrático de mi profesión. Milord me dedicó sus comentarios más ácidos, mientras se servía grandes raciones de carne que, finalmente, no consumió. Arropados por un buen fuego y los reconfortantes vapores de un coñac centenario que se calentaba lentamente bajo la llama de varias lamparillas semejantes a la de Aladino, iniciamos una amena conversación en la que tratamos de lo divino y lo humano hasta que nos centramos en Horace Walpole y su admirada novela “El castillo de Otranto”. Entonces, resurgió la idea de narrar las aventuras del nuevo Prometeo; juramentándonos para llevarla a cabo entre paseo y paseo por los tupidos jardines de la villa e idílicas singladuras por el lago.

Pretextando una ligera indisposición, me retiré a mi estancia; mientras Milord comentaba que “huía a mi covacha para redactar un panfleto ilegible sobre la reinserción de los marginados”. Esa noche le odié más que nunca. Odié su éxito, su facilidad, su riqueza, su desdén por la vida que tanto le había dado.

Me senté en el escritorio, mojé la pluma en el tintero y comencé a pergeñar las aventuras de mi héroe; pensando en la gran sensación que produciría en mis acompañantes, obligados a reconocer mi indiscutible talento. Sin embargo, mis planes se vieron alterados por los acontecimientos.

Shiloh se trasladó con su familia a una finca que había alquilado cerca de la nuestra y todos tuvimos que colaborar en la mudanza de su voluminoso equipaje; salvo Milord, demasiado sensible como para rebajarse a efectuar vulgares actos humanos. Transcurrieron varios días sin vernos, que aproveché, a pesar del cansancio acumulado en las jornadas anteriores, para perfeccionar mi obra; mientras Milord paseaba por la villa con una joven admiradora que había venido desde Inglaterra para mostrarle su más rendida devoción. La última vez que le vi, mi señor, siempre tan caballeroso, la llevaba por el talle hacia la parte más frondosa del jardín.

Cuando, por fin, nos reunimos todos, sólo Mary se presentó con un voluminoso manuscrito. En mi cámara, había abandonado varios pergaminos a medio escribir; completamente frustrado por mi incapacidad literaria. Nos instalamos en el salón árabe, donde Milord, ataviado con una holgada chilaba, encendió su pipa de porcelana y se acomodó sobre unos mullidos cojines; Jane-Claire se acurrucó junto a él; Shiloh degustó una taza de té con pastas y yo me senté en una otomana con las manos sobre las rodillas.

Cuando Mary comenzó a leer su relato, comprendimos que el monstruo ya estaba entre nosotros.

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NOTA: El monstruo se apellidaba Frankestein.



CRÓNICA DE SOCIEDAD (urbi et orbi)

En la Inglaterra de 1770, un decreto del Parlamento condenaba como bruja y anulaba el matrimonio de la mujer que lo consiguiera mediante peluca, tacones altos, perfumes y pinturas.

Aymard de Guéron, capitán de la caballería de Tolosa, confesó haber matado a once mujeres. Fue ahorcado y, luego, descuartizado y quemado. Cuando le desnudaron para decapitarle, descubrieron que tenía un pie de plata.

El llamado “Huevo de Nubia” es la cáscara decorada de un huevo de avestruz descubierta en 1907 y conservada en el Museo de Nubia de Egipto. Nubia es una antigua región que corresponde al sur de Egipto y norte de Sudán y que dio varios faraones al imperio egipcio. Los expertos la han datado en cinco mil años. Su peculiaridad reside en que, entre sus dibujos, destacan tres figuras piramidales que los citados expertos afirman representar las pirámides de Gizeh. Sumando los cinco mil años antes de Cristo más los dos mil transcurridos después, otorgan al dibujo siete mil años de antigüedad. Sin embargo, la pirámide más antigua, la del faraón Djoser en Saqqara está data en el año 4700 a.C y las de Giza unos 2500 años. Entonces, ¿cómo pueden aparecer en un dibujo de siete mil años de antigüedad?


El Códex Gigas mide 90x50'5x22 cm, consta de 624 páginas y pesa 75 kilogramos. Es el manuscrito medieval más grande conocido. También se lo conoce como “Códice del Diablo o de Satanás”. Su autor fue el monje benedictino alemán Herman el Recluso en el siglo XIII (1204-1230) durante su estancia en el monasterio checo de Podlazice. Los colores rojo, azul, amarillo, verde y oro iluminan sus páginas. Actualmente se conserva en Suecia tras una invasión sueca a territorio checoeslovaco (por entonces). Está rodeado por una leyenda según la cual el autor, condenado a empalamiento vivo por haber cometido un delito terrible, propuso conmutar su pena por escribir un códice en una sola noche que contuviese la Biblia y todo el conocimiento humano. Para lograrlo reclamó la ayuda de Satanás, quien aceptó con la condición de que su imagen apareciese en una de las páginas del volumen (tal y como ilustra la fotografía inferior) y de donde proviene su apelativo de “Código del Diablo”, si bien la realidad es más prosaica y el monje Herman el Recluso tardó treinta años en elaborarlo.


El emperador Tiberio, ya desdentado y viejo, tenía un esclavo cuya única misión era masticar los alimentos por él. Aunque las citas son poco fiables, se cree que respondía al nombre de Odontólogo.

El Reglamento del Departamento de Consumo de California de 1973 señalaba que “a los fines de las presentes normas, el tiempo presente incluye el pretérito, y el futuro, el presente; el género masculino incluye al femenino, y el femenino, al masculino; y el singular, al plural”.- (Pedro Voltes, "Historia de la Estupidez Humana").



FRASE DEL DÍA (sea el que sea)

Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor, el físico más que el intelecto. Vivimos en la cultura del envase que desprecia el contenido.- (Eduardo Galeano).


CONTRAPORTADA