viernes, 29 de septiembre de 2023

candil literario 1


<<EL CANDIL LITERARIO>>

NÚMERO 1   ANNO I




 



SOCIEDAD LIMITADA





I






Compré la planta al salir de la oficina, un viernes por la tarde. Había pensado, tras pararme frente al escaparate de la tienda todos los días de laborables del mes, dar una sorpresa a mi familia. Por aquella época, se reducía –la planta- a un bulbo morado del tamaño de una cebolla y cuatro hojas amarillas de aspecto quebradizo y, todo sea dicho, nauseabundo. La componían –mi familia-: mi mujer, mis tres hijos y don Vitaliano, padre de mi señora y dueño de la vivienda que habitábamos. Mi esposa era, por entonces, muy aficionada a los tiestos y todas esas zarandajas, y recibió con gran satisfacción un regalo tan imprevisto. La colocó en el centro de la terraza, entre dos matas de petunias. El abuelo se limitó a escarbar la tierra de la maceta y exclamar:

  • ¡Has traído la ruina a esta casa! Pero... ¡antes me llevaréis con los pies por delante!

No hizo falta.

En cuanto a los niños, pues... ¡odiaban, cuanto les recordaba a los adultos!

Días después, mi mujer me comentó, alarmada, que las plantas se le secaban. Distraído, pregunté:

  • ¿De los dos pies?

  • ¡Pies!, ¿qué pies?

  • ¿No te referías a las plantas de los pies?

  • ¡Nooo!... Podrías prestarme un poco más de atención.

  • Hemos tenido tres hijos. Creo que no está nada mal.

  • ¡Ya estamos! ¡Siempre lo mismo! Me refería a los tiestos. Desde que trajiste esa planta tan rara, las demás se han ido marchitando poco a poco.

  • ¿Y ella?

  • Mide cerca de metro y medio y se ha comido todas las pinzas de la ropa que había en las cuerdas.

  • ¿Comido? ¿Quieres decir que la has visto masticar?

  • ¡Claro que no, imbécil! Sólo la he visto devolver las partes metálicas de los alfileres.

  • ¿Cómo los desprende de la cuerda? ¿No tendrá manos o algo semejante, verdad?

  • Las plantas no tienen articulaciones.

  • ¡Vaya problema! Con lo maja que parecía en la tienda.

  • Tendrás que llevártela.

  • ¡De acuerdo! Pero, ¿dónde la coloco?

  • Regálasela a tu madre.

  • ¡Buena idea! En el pueblo, tendrá más terreno para ella.

Nos olvidamos del tema y, después de comer, hicimos la siesta.

Ese fin de semana cargué la planta en la baca del coche y nos trasladamos hasta la población donde vivía mi madre, viuda desde los treinta años. Como fuimos sin avisar, pude conocer al que, meses después, sería mi quinto padrastro; aunque, por entonces, sólo era el médico del pueblo. “Sansón”, el viejo y fiel mastín que guardaba la casa, nos recibió con alegres ladridos que desaparecieron en cuanto olisqueó a la planta. Desde ese momento, sólo conseguimos sacarle amenazadores ladridos. Como decía, íbamos a llamar a la puerta, cuando, desde dentro, abrió un hombre de unos cincuenta años y aspecto juvenil que se despedía de alguien invisible –aún no le habíamos visto- con un natural:

  • ¡Adiós, castañita mía!

El ser invisible –mi madre- rondaría los cuarenta y cinco y aún tenía buena presencia de... ánimo.

  • Tu hijo ha venido. ¡Casi nos pilla, je, je!

Sin más, abandonó la casa y se perdió calle abajo. “Sansón” continuaba gruñendo. Mi madre, despeinada y en camisón, nos recibió en la cama entre aturdida y soñolienta. Sólo acertó a decir:

  • No os esperaba tan pronto.

  • ¡Discúlpanos! Otra vez llamaremos por teléfono.

  • Era el médico. Anoche tuve una ligera indisposición.

  • ¿De qué tamaño? – preguntó mi suegro, que no la podía ver.

  • ¿Qué insinúa usted? – inquirí, lógicamente indignado.

  • No insinúo, afirmo. Don Jaime, nuestro médico de toda la vida, también...

  • ¡Toda la vida no, papá! Sólo durante tres años, los últimos que vivió mamá – le corrigió mi esposa.

- Como iba diciendo..., también se despidió de mi mujer, la última vez que la vio, con un: “¡Castañita mía!”. Tanta familiaridad me pareció excesiva, y le despedí sin más explicaciones. Mi señora murió diez días después, según el nuevo médico, de... “nostalgia”.

  • En fin, mamá, es tu vida. Veníamos, más que nada, a traerte un regalo: esta planta.

La deposité en el centro del cuarto. Medía –la planta- metro ochenta centímetros de altura. Del bulbo, había salido un tallo verdoso y bamboleante que culminaba en una especie de alcachofa color berenjena. Mi madre esbozó una mueca de asco.

  • Es que, verás, en casa no nos cabe y habíamos pensado que... ¡como tienes más sitio que nosotros, pues... ¡

  • En fin, ya que habéis venido hasta aquí... Os quedáis a comer, ¿verdad?

  • ¡Hombre, claro! – contestó mi suegro.

Pasamos el resto del día en el pueblo y, por la noche, regresamos a la ciudad. No supimos nada de ellas –mi madre y la planta- hasta seis meses después; pero, antes, una desgracia quebró nuestra paz familiar.




II




La noche anterior había helado mucho y la calle estaba resbaladiza. Muchos ciudadanos tuvieron que tomar los transportes públicos para acudir a sus trabajos al no poder arrancar el motor de su automóvil. Después de desayunar, mi suegro se enfundó la gabardina y se dirigió al Hogar de Ancianos; pero..., ¡no era su día de suerte! No había caminado diez metros, cuando resbaló teatralmente y cayó al suelo. Mi mujer, su hija, que le observaba desde la ventana de la cocina, profirió un grito horrible y, después, vino a despertarme a la cama. No había ido a la oficina, pretextando un fuerte catarro. A medio vestir y en zapatillas, sin lavarme la cara ni peinarme, hecho un verdadero asco, me vi arrastrado hasta la calle por mi cónyuge, dueña de unos ímpetus desconocidos hasta ese momento. Aunando sus fuerzas, tres viandantes habían levantado a don Vitaliano y apoyado contra un coche cercano. El pobre hombre se quejaba de la cadera y de la frialdad de la carrocería. Tras pasar su brazo izquierdo por encima de mi hombro, trasladarle hasta mi coche y abrir la puerta delantera derecha, le coloqué, no sin grandes esfuerzos, en el asiento correspondiente y nos dirigimos hacia el hospital más cercano. Durante el trayecto, le pedí que agitara un pañuelo blanco por la ventanilla para que nos franquearan el paso; pero, entre lamentos, se limitó a contestarme:

  • ¡Estoy yo bueno! Conduce con una mano y mueve el pañuelo con la otra.

  • ¿Qué tiene que ver la cadera con el brazo?

  • Son huesos, al fin y al cabo. Me duele todo el cuerpo. ¡Ay, ay, ayyy! Acelera, que no llego.

  • Está cerrado el semáforo.

  • Tú lo que quieres es que me muera. ¡Verás, cuando se lo cuente a mi hija!

En resumidas cuentas, que me tocó mover el pañuelo y conducir a la vez. Cuando llegamos al hospital, pregunté por las Urgencias. Me respondió el conductor de un coche fúnebre.

  • La tercera desviación a la izquierda.

Allí, entre los histriónicos alaridos de don Vitaliano y las prisas de los enfermeros, pude explicarle lo sucedido al médico. Tras cuatro horas de pruebas, lamentos y llamadas telefónicas a mi señora, el diagnóstico fue:

  • Fuerte traumatismo en la zona de la cadera que interesa a ...

  • Mi, me interesa a mi – aduje, nervioso y desesperado.

  • ... al sacro, con rotura múltiple del coxis y osteopatía aguda de pubis – prosiguió, imperturbable, el facultativo.

  • ¿Cree que se salvará, doctor? – pregunté, mientras calculaba el montante de la operación.

  • ¡Descuide! En cuarenta días, estará en casa.

  • ¿No podrían ser ochenta? Andamos muy justos de camas.

  • Por cierto, ¿es beneficiario de la Seguridad Social?

  • Pensionista.

  • Le operaremos mañana mismo; aunque, de momento, permanecerá aquí hasta que le asignemos una habitación.

  • Entonces, ¿puedo irme ya?

  • Aquí ya no tiene nada que hacer.

Aún no había terminado la frase, cuando ya aceleraba por la autopista rumbo a mi domicilio





III




En esta ocasión, no encontré al médico en casa de mi madre, sino al alcalde; pero, curiosa coincidencia, eran la misma persona. Me le presentó como “don Mariano, un buen amigo”. Él, por su parte, yo no la llamaba “castañita mía”, sino “María de los Portentos”. Con grandes aspavientos y comentarios irreproducibles en estas páginas, me confeccionó una panorámica diáfana de la situación. Insistía una y otra vez en que le había regalado una planta carnívora.

  • Mamá, ¡no seas ingenua! Las plantas no comen. Viven del aire y de las sustancias minerales disueltas en el agua – dije, haciéndome el erudito.

  • Pues ésta, no. Mira, mira; aún quedan plumas de la última gallina que se zampó.

La planta, que había llegado a los dos metros de altura y presentaba una tonalidad rosácea, abrió la alcachofa culminante color berenjena, y dejó escapar otra pluma. Por primera vez me asustaron las apariencias. Con el tiempo justo para despedirnos, cargué la cosa -¿cómo llamar a un ser de aspecto vegetal y alimentación animal?- en la baca del coche y enfilé la carretera hacia la ciudad. Se nos presentaba un nuevo problema: ¿dónde metíamos semejante engendro para que no devorara a mi familia o a la vecindad? De nuevo en el hogar, cada día menos dulce, la cosa en el coche, trasladé mis temores a mi señora. En consecuencia, debí prepararle una tila. No hallamos ningún arreglo satisfactorio para situación tan comprometida. Como medida provisional, depositamos la cosa en el cuarto comunal o trastero. Don Vitaliano, tras una lenta pero productiva rehabilitación, volvió a casa. Mejor dicho, hubo que traerle a casa. En un principio, entre mi mujer y yo tuvimos que levantarle de la silla de ruedas. Después, le apoyamos sobre los bastones ingleses y echamos a andar hacia el coche. Abrí la puerta y, sin mirar, dije:

  • Ya puede subir. Nos vamos.

Silencio. Mi suegro no se había movido ni un ápice, manteniéndose en la misma posición en que le dejamos, acodado sobre los bastones. Me acerqué hasta él:

  • ¿Qué le sucede? – pregunté con candidez.

  • El médico me ha prescrito reposo absoluto y una vida sin esfuerzos innecesarios. ¡Llévame hasta el coche!

  • ¿Cómo dice?

  • Que me lleves hasta el coche. Si ando solo, puedo caerme y... sufrir un nuevo percance.

  • ¿Está seguro de haber entendido bien las instrucciones del doctor?

  • ¡Segurísimo!

Me coloqué tras él, me agarré a los bastones y, de esta guisa, avanzamos hasta el automóvil.

  • Más despacio que no estoy para extraordinarios.

  • Recuerde: primero, el pie y el bastón derechos; luego, los dos izquierdos. No se olvide, que acabamos los dos en el suelo.

  • ¿Me tomas por imbécil o qué?

  • Sólo pretendía concretar un plan de actuación.

  • Muévete y déjate de puñetas.

Sudoroso, pero contentos, llegamos hasta el coche. Le coloqué frente a la puerta trasera, que aún permanecía abierta, y corrí hasta mi asiento, frente al volante. Arranqué en dirección a mi casa. Cuando llevábamos recorridos unos ochocientos metros, intervino mi mujer.

  • Mi padre no ha subido.

Frené en seco. Los que me seguían, también; incluidos los ocupantes de una ambulancia.

  • ¡Otra vez no!... ¿Por qué no habrá subido este hombre?

Aunque estaba prohibido, giré allí mismo. Con la mejor y más hipócrita de mis sonrisas, me disculpé con los demás conductores y regresamos al hospital. Don Vitaliano, visiblemente enojado, permanecía quieto, en silencio, con la mirada perdida en algún infinito y el bastón derecho en alto, amenazante.

  • ¿Qué le ocurre ahora? – pregunté, crispado.

  • No puedo entrar en el coche yo solo. ¡Ayúdame!

  • ¿Lo ha intentado?

  • Yo ya lo tengo todo hecho en la vida.

Resignado, le libré de los bastones ingleses y, cuando iba a colocarlos sobre el asiento, noté su cuerpo contra el mío.

  • ¿Qué hace? ¿No puede esperar a que suelte las muletas?

  • El médico me recomendó no estar mucho tiempo de pie.

  • Por un minuto más, no pasaba nada.

  • ¡Tú que sabes! Podrían saltárseme los puntos.

  • Mucho morro es lo que tiene usted.

  • ¡Un respeto, Ubaldino, un respeto!

  • ¡Unas narices!

Me vi obligado a cogerle en brazos y meterle en el interior del automóvil. Mi mujer, bien aposentada en su asiento, me indicaba cómo debía poner a su padre para que estuviera más cómodo. Después, cuando ambos consideraron terminada dicha operación, emprendimos la marcha hacia nuestro domicilio. Desde ese momento, se comportó como un perfecto mueble. Tenía que sentarle y levantarle de su sillón; meterle, tumbarle y sacarle de la cama; acercarle hasta la mesa; lavarle y vestirle... pero, cuando no estaba yo en casa, ¡lo hacía él personalmente! según confesaron mis hijos. Me tenía totalmente desconcertado.

Si ya se presentaba complicada la convivencia familiar, un nuevo contratiempo se sumó a mi esforzada realidad. La cosa había devorado todos los enseres que se guardaban en el trastero, y, consecuencia lógica, los vecinos habían protestado y exigido una indemnización y su traslado automático. Para entonces, medía tres metros de altura y sesenta centímetros de grosor. Presentaba un aspecto sano y envidiable. Pero, ¿dónde la metíamos? Mi mujer había plantado nuevas matas de petunias y no quería perderlas. Los niños no querían saber nada de ella y el abuelo... ni se dignó contestarme. ¿Era otro de sus esfuerzos innecesarios? Yo la había comprado, yo debía resolver la papeleta. ¡Ah, la justicia del mundo! Por fin, decidí cortarla por la mitad y esperar a que se secara. Pero, misterio insondable, la cosa lo barruntó y cada vez que me acercaba a ella con el hacha en la mano, me recibía con la alcachofa color berenjena abierta y un ruido amenazante y disuasorio. Tras reiteradas y fracasadas tentativas, la coloqué en un rincón del comedor. Para poder alimentar a la cosa, me busqué un trabajo los sábados por la mañana. Mis hijos no estaban para complicaciones y mi mujer, simplemente, la odiaba; sin embargo, no cesaba de recordarme el precario estado de su progenitor, que había engordado doce kilos desde que le trajimos del hospital. Pero, a pesar de tan desesperada situación, nuestra vida familiar se desarrollaba pacífica y metódica, es decir, rutinaria.




IV



El último domingo de enero sucedió el hecho, imprevisible pero inevitable, que marcó nuestras vidas para siempre. Tras sentar al abuelo y arrimarle hasta la mesa, mi mujer sirvió el primer plato. Con una velocidad impropia de su precario estado, don Vitaliano devoró la sopa en un santiamén. No había tenido tiempo ni para felicitar a mi señora por su nuevo peinado. El segundo plato, pollo al limón, permitió unificar el criterio de toda la familia: abrimos los ojos desmesuradamente y nos relamimos los labios. Pero, cuando mi suegro se disponía a llevarse la boca un sabroso muslo, seis apéndices verdes, semejantes a zarcillos, rodearon la presa y la trasladaron hasta la cosa. Olvidándose de todos sus achaques imaginarios, don Vitaliano se volvió sobre sí mismo y peleó con la cosa por el muslo. Tras insultos, patadas, mordiscos y forcejeos, la planta resultó victoriosa y engulló el trozo de pollo y a mi suegro. Sorprendidos, boquiabiertos, perplejos, no supimos cómo reaccionar. Mi mujer, histérica y desolada, chillaba:

  • ¡Haz algo! No te quedes así.

Entre la hilaridad de mis descendientes, que gritaban: “¡Yupi, ya tenemos otra habitación para jugar”, cambié de postura.

  • Mi pobre padre devorado por ese monstruo. ¡Tú y solamente tú tienes la culpa!

  • Sí, querida, tienes toda la razón.

Después de quince años de matrimonio, había aprendido que los maridos siempre tenemos la culpa de todo lo malo que se produce durante la vida conyugal.

Pero lo más curioso vino después. La cosa empezó a hablar con la voz y la prepotencia de don Vitaliano. Lo primero que dijo que:

  • Coge mi tiesto y ponme sobre la silla.

  • ¿Cómo dice? – pregunté atemorizado.

  • ¡Imbécil! ¿No me has oído?

Por algo decía mi madre que “la distancia da seguridad”.

Ante los insistentes codazos de mi mujer, que exigía: “Respeta su última voluntad”, sólo pude argüir:

  • ¿Estás segura de que es la última?

  • ¡Haz lo que dice!

Levanté la cosa y la senté a la mesa. En cinco minutos, la vació de alimentos y bebidas. Después, adoptó la misma postura, semiagachada y temblorosa, que asumía mi suegro, cuando quería algo de mi.

  • Llévame hasta el sofá y acomódame – ordenó, tajante.

Obedecí en silencio. Desde ese infausto momento, la cosa suplantó totalmente la personalidad y las manías de don Vitaliano. Y aunque, a primera vista, la desaparición de mi suegro parecía resolver un problema: él; en realidad, sólo se había producido una duplicidad en base a la cual la agresora y el agredido habían conformado una sociedad limitada para la que, por desgracia, desconocíamos el método de disolución.

Fue mi hijo pequeño quien tuvo la idea salvadora. Por algo decía el psicólogo del colegio, refiriéndose a él: "Vale para cualquier carrera. No le presionen demasiado a la hora de elegir. Comprendo que mi consejo puede parecerles algo ambiguo, pero nunca falla".

Por eso, cuando el director contestó afirmativamente a nuestra desusada petición, toda la familia –incluidos don Mariano, gobernador civil, y mi madre- saltó de alegría; pues, sin que sirviera de precedente, un sí resolvía todos nuestros problemas y los de la honesta institución que había decidido acoger a la cosa en base a “que tenemos un agujero libre en el jardín”.

Un miércoles inolvidable, radiante y despejado, entregamos la cosa –que fumaba Celtas cortos como don Vitaliano- al señor Corcuera, Director de la Residencia para Ancianos “Virgen de los Desamparados”.

¡Qué felices somos desde entonces!






V




Según las últimas noticias publicadas en los periódicos, tan respetable institución se ha visto obligada a cerrar sus puertas, debido a la fulgurante desertización de su jardín y el progresivo deterioro sanitario de sus residentes.

Aunque ningún experto ha podido relacionarnos con dicha catástrofe; las sospechas policiales, sin embargo, apuntan hacia los proveedores de cierta planta de aspecto repugnante, encontrada en el jardín del asilo. Por fortuna, dejamos una dirección y un número de teléfono falsos.

¡Qué sería de nosotros sin las ideas de nuestro hijo pequeño!













lunes, 25 de septiembre de 2023

candil 3





 <<EL CANDIL>>

NÚMERO 3    ANNO I






PRIMERA CLARIDAD

Las llamadas "ratlines" o "líneas de fuga" fueron un sistema organizado para facilitar la huida a numerosos criminales de guerra nazis a Sudamérica y países europeos como España, Italia o Francia y eludir, de paso, la acción de la justicia sobre ellos. Veamos algunos:


FRANK STANGL: Comandante SS de los campos de concentración de Treblinka y Sobibor en Polonia. 1908-1971. Se calcula que mandó eliminar a 900.000 personas. Extraditado de Brasil a Alemania, donde había llegado gracias a las Líneas de Fuga citadas, fue juzgado y condenado a cadena perpetua. Falleció de un infarto de miocardio en prisión.


ERICH PIEBKE: Capitán SS. 1913-2013. Participó en la masacre de las Fosas Ardeatinas de Roma en la que murieron 355 personas en represalia por el atentado partisano contra un batallón nazi en el que fallecieron treinta y un soldados. Hitler ordenó ejecutar a diez civiles por cada militar caído. Escapó a Argentina, de donde fue extraditado en 1955. Acusado de crímenes de guerra, el juez del caso declaró prescritos los delitos y fue liberado; aunque el Tribunal Supremo ordenó un nuevo juicio en el que fue condenado a cadena perpetua, pero, dado su edad, permaneció en arresto domiciliario en Roma hasta su muerte.


JOSEF MENGELE: 1911-1979. Médico alemán del campo de concentración de Auschwitz en Polonia. Apodado el “Ángel de la Muerte”, realizó horribles y letales experimentos con los prisioneros del campo- Huido a Brasil, tras llegar a Argentina con un pasaporte de la Cruz Roja, falleció de un ictus en este país.


WALTER RAUFF: 1906-1984. Coronel nazi acusado de eliminar a medio millón de personas en Auschwitz en su época de comandante del campo. Antes dirigió la ejecución en cámaras de gas de 200.000 enfermos mentales, alemanes en su mayoría. Propuso la construcción de cámaras de gas móviles, en las que murieron otros 97.000. Terminada la guerra, permaneció escondido dos años con la ayuda del obispo Hudal ya citado; luego viajó a Argentina con documentación facilitada por Cáritas y la Cruz Roja. Años después se instaló en Quito, donde trabajó para la Mercedes Benz y la Opel. También espió para el MI6 británico. En Chile, colaboró con la DINA de Pinochet y residió en la famosa “Colonia Dignidad” junto a otros muchos nazis. Falleció en esta ciudad, pues la Constitución chilena impidió su extradición en 1963, ya que los delitos de lesa humanidad de que se le acusaba prescribían a los quince años de su ejecución.


OTTO WACHTER: 1901-1949. Teniente general SS nacido en Austria. Gobernador de Cracovia y Galitzia en Polonia (ahora pertenece a Ucrania), donde murieron cien mil polacos. En 1948, fue acusado de “asesinato en masa, disparos y ejecuciones”. En 1949 se refugió en Roma con la ayuda del citado obispo Hudal; aunque murió ese mismo año de una enfermedad renal.


RICHAR BAER: 1911-1963. Comandante del campo de Auschwitz con rango de mayor. De pastelero pasó a guarda en el campo de Dachau. Tras afiliarse al partido nazi, trabajó como ayudante en el campo de Neuengamme, donde participó en la ejecución de prisioneros rusos en cámaras de gas. Después dirigió Auschwitz entre marzo de 1944 y principios de 1945. Se refugió en Hamburgo con identidad falsa, donde trabajaba como forestal. Denunciado por un compañero tras reconocer su fotografía en un periódico, fue detenido en 1960. Murió de un infarto tres años después sin llegar a ser juzgado.


RUDOLF HOSS o HOB: 1901-1947. Teniente coronel nazi. Comandante del campo de Auschwitz entre 1940 y 1944, período en el que demostró gran eficacia en la eliminación de judíos en las cámaras de gas del campo. Escribió una memorias tituladas “El comandante de Auschwitz”. Ordenó colocar a la entrada de Auschwitz el famoso lema “El trabajo libera”. Detenido en 1946, fue juzgado en Nuremberg, donde admitió haber eliminado a dos o tres millones de personas, y condenado a muerte. Fue ahorcado un año después en el campo de Auschwitz.


ADOLF EICHMANN: 1906-1962. Teniente coronel SS. Responsable de la Solución Final en Polonia sobre todo. Huyo a Argentina con la identidad de Ricardo Klement, donde permaneció entre 1950 y 1960; año en que fue secuestrado por el Mossad israelí y trasladado a Israel, donde fue juzgado y condenado a muerte en la horca por crímenes contra la humanidad y el pueblo judío tras basar su defensa en la “obediencia debida”. La sentencia se cumplió el 1 de junio de 1962.


KLAUS BARBIE: 1913-1991. Alto oficial de las SS y la Gestapo. Apodado “El carnicero de Lyon” por torturar personalmente a prisioneros franceses en dicha ciudad. Huyó a Sudamérica gracias a las Líneas de Fuga y los servicios secretos norteamericanos (para los que trabajó como espía o informador), se instaló en Bolivia, donde organizó comandos paramilitares y colaboró con diferentes dictadores hasta que fue extraditado a Francia en 1983; donde fue juzgado y condenado a cadena perpetua por crímenes de guerra (que incluían la muerte de 41 niños de un centro católico y del máximo dirigente de la Resistencia, Jean Moulin). Condenado a cadena perpetua, falleció en prisión de leucemia.

ALOIS o LUIGI HUSAL: 1885-1963. Obispo austríaco. Rector durante treinta años del seminario alemán de Santa María dell'Ánima en Roma hasta 1952, año en que dimitió. En 1937 publicó el libro “Los fundamentos del nacionalsocialismo” en el que  elogiaba la obra de Hitler. Terminada la IIª Guerra Mundial, colaboró en la organización y funcionamiento de las llamadas "Ratlines" o Líneas de Fuga que permitieron escapar a numerosas criminales nazis como Adolf Eichmann, Erich Piebke, Josef Mengele, Frank Stangl, Klaus Barbie, Otto Wächter o Walter Rauff entre otros. Hasta el final de sus días intentó conseguir una amnistía para ellos.

Se calcula que la CIA salvó de la justicia a unos doscientos mil nazis para emplearlos en sus servicios de espionaje e inteligencia, aunque ignoro la razón de este último apelativo.


SEGUNDA CLARIDAD

- El PP gallego vota en contra de que se hable gallego en el Congreso de los Diputados.

- El aceite de oliva sube un 114% entre 2021 y 2023, cuando aún había buenas cosechas. El gobierno afirma que los precios bajarán cuando llueva mucho.

- Se cambia de sexo para pedir el indulto por ser otra persona tras maltratar a dos mujeres.

- Despiden a una doctora del Centro de Salud del puerto de Sagunto por solicitar el ingreso urgente en psiquiatría de un paciente homosexual al considerarlo "un peligro para los niños".

- Ejemplo de progreso: el párroco de la iglesia toledana de san Andrés declara "Generalísima" a la Virgen de la Alegría y le impone el fajín rojo del general retirado Blas Piñar, hijo de su famoso padre, en presencia de destacados políticos locales de Pp y Vox.

- Un grupo de transespecies, sean lo que sean, se manifiestan en Berlín para exigir ser reconocidos como perros.

- Soporte técnico para traducción simultánea en el Congreso de Diputados: 53.000 €. Enseña nacional en la Plaza de Colón: 378.000 €.   

- Espejismo vs montaje vs casualidad





TERCERA CLARIDAD

- Estatuas de un templo hindú que parecen -o no- manipular herramientas actuales. 



- Esculpido en un único bloque de mármol por Giuseppe Sanmartino en 1753, mide 50x80x180 cm. Representa a Jesucristo muerto de tamaño natural cubierto por un sudario que se adapta prodigiosamente a su anatomía. A sus pies, permanecen los clavos, la corona de espinas y las pinzas, conocidas como Arma Christi. La perfección de todo el conjunto y del velo o sudario en particular ha suscitado suspicacias de algunos, incrédulos ante la belleza y excelencia de la escultura conocida como "Cristo velado". Puede verse en la capilla napolitana del séptimo Príncipe de Sansevero, previo pago de siete euros, Raimundo di Sangro, científico y alquimista que descubrió, al parecer, un método para ablandar el mármol; hecho en que se basan los críticos del escultor para negar mérito a su excepcional trabajo.


 

- El papiro 55001 o de Turín se escribió durante el reinado de Ramsés II hacia el 1150 a.C. y se conserva en el Museo Egipcio de Turín, de donde procede su apelativo. Mide 260x25 cm. aunque está muy deteriorado. El primer  tercio  contiene dibujos antropomórficos de La Mascarada de los Animales y El Mundo al Revés; los otros dos contiene doce viñetas que los expertos consideran "relajadas, discretas y eróticas" como bien puede apreciarse en la siguiente imagen.


 


CUARTA CLARIDAD


Dicen los entendidos que los robots son el futuro, pero también el presente nos permitimos añadir. De hecho estamos rodeados de ellos: ordenadores, electrodomésticos, automóviles sin conductor, los que trabajan en las fábricas, etc. Su empleo reduce costes a las empresas, y, por tanto, aumentan sus beneficios. No enferman, no protestan, no se cansan ni hacen huelgas. De vez en cuando se averían como todas las máquinas, pero pueden repararse o, quizá ya, autorrepararse. Por contra, los obreros resultan más gravosos para los empresarios: hay que pagarles salarios y cotizaciones sociales, enferman, protestan, hacen huelgas, se ausentan con o sin permiso... Los robots son los empleados ideales, por lo que terminarán reemplazando el trabajo humano. Entonces, ¿qué harán las autoridades del momento para que tanto ocioso tenga una vida digna y satisfactoria? ¿De dónde o de quién saldrá el dinero para costearla? ¿Cómo se sufragarán las pensiones y los servicios públicos, si existen todavía? ¿Aumentará la delincuencia tal vez, si escasean los recursos? Recuerden las discusiones y críticas que generó la renta básica universal. Nadie quiere dar algo por nada. Lo llamamos solidaridad. Los empresarios y banqueros sólo piensan en aumentar sus beneficios y reducir sus costes, por lo tanto rechazarán -e intentarán influir en el gobierno de turno o poner uno que favorezca sus intereses, aunque perjudique a la mayoría. La economía nunca ha sido democrática- cualquier planteamiento que les genere gasto; por lo que tendrán que ser los gobernantes los que deban buscar recursos para mantener a la enorme población ociosa consecuencia del trabajo robotizado y de la desaparición del obrero humano; aunque siempre cabe la posibilidad de que subsista alguna actividad en la que siga resultando imprescindible (el obrero). Los impuestos a los ricos, sea cual sea el origen de su riqueza, parece una buena medida; salvo para los aludidos, aunque fomente la evasión fiscal. Solidaridad ante todo. Por ejemplo, podría imponerse una tasa por cada robot fabricado, amén de la ya existente sobre los beneficios empresariales, etc; pero siempre será contra la voluntad de dicha -y mal llamada- élite económica. Otro asunto a solucionar será impedir que los empresarios repercutan los tributos citados a los precios que pagan los ciudadanos.

En fin, esperamos que las brillantes personas que dirijan el mundo futuro en este mismo siglo ya estén pensando en esta situación y sus posibles soluciones; pues no parece tan descabellada como pueda creerse.

En todo caso, siempre queda una solución ya utilizada con relativo éxito en otras épocas: una guerra, una epidemia, una buena bomba de neutrones; aunque todas tienen efectos indeseados y se sabe cómo empiezan, pero no cómo terminan. Y, si todo falla, puede producirse la rebelión de los robots dotados de Inteligencia Artificial, en la que eliminarán a todos los humanos y resolverán para siempre el problema del tiempo libre.


CONTRAPORTADA




Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir.- (Francisco de Quevedo)

jueves, 14 de septiembre de 2023

candil 2




 <<EL CANDIL>>

NÚMERO 2   ANNO I





PRIMERA CLARIDAD

El tiempo y el olvido blanquean y desfiguran las acciones del pasado, incluso las más inhumanas e execrables como las realizadas por algunas famosas empresas actuales durante el IIIer Reich.

Veamos algunas que colaboraron con los nazis y/o utilizaron como trabajadores esclavos a prisioneros de los campos de concentración:


  • COCA-COLA. Debido al boicot que sufrió la Alemana nazi, la filial alemana de la empresa se quedó sin sirope para fabricar su famoso refresco y, al no poder obtenerlo de su matriz usamericana, en 1941 creó un nuevo producto sólo para el mercado alemán que denominó “Fanta” (que quizá aún recuerden). En 1944 vendió tres millones de cajas de la nueva bebida.

  • IBM. Su filial alemana facilitó a las autoridades nazis las máquinas Hollerit para realizar un censo de judíos en su territorio mediante tarjetas perforadas, una por ciudadano, en las que constaban su raza y religión entre otros datos.

  • PORSCHE. Su fundador fue el ingeniero austríaco Ferdinand Porsche, así como de Volkswagen; en cuyas instalaciones fabricó, a petición expresa de Hitler, el famoso Volkswagen (automóvil para el pueblo) Beetle o Escarabajo. Se calcula que, durante el conflicto bélico, el 80% de su plantilla eran esclavos; pues herr Porsche tenía comunicación directa con las SS para que le facilitase presos del campo de Auschwitz para trabajar en sus cadenas de montaje de carros blindados.

  • KODAK. Esta empresa usamericana también empleó esclavos por la amistad que unía a herr Wilhelm Kepler, asesor económico de Hitler, con los ejecutivos de la compañía.

  • BAYER. La archiconocida farmacéutica fabricó el gas ZyklonB con que se eliminó a los presos de los campos de concentración y apoyó firmemente los experimentos realizados con ellos en dichos campos como los del conocido doctor Mengele. Cada vez que tomen una aspirina, recuérdenlo.

  • HUGO BOSS. Este modisto se afilió al partido nazi en 1931; lo que facilitó que se convirtiera en proveedor oficial de uniformes para las SS y la Wermach. Utilizó cuarenta mil esclavos en sus fábricas para satisfacer los pedidos de los jerarcas nazis.

  • FORD. Parece que míster Henry Ford era antisemita. También se le considera el principal respaldo nazi fuera de Alemania. Adolf le cita en su innecesario “Mi lucha” (Mein Kampf). Fabricó camiones para el ejército alemán, lo que le valió una medalla como “extranjero distinguido” en 1938.

  • SIEMENS. Construyó cámaras de gas con prisioneros esclavos, muchos de los cuales murieron en ellas.

  • GENERAL MOTORS. Fue el principal fabricante de camiones para el ejército nazi a través de su filial alemana en la que también utilizó prisioneros esclavos.

  • BMW. Fabricó motores de avión y vehículos militares para el ejército con el sudor de cuarenta mil prisioneros esclavos. Algunos de sus ejecutivos estaban afiliados al partido nacionalsocialista y fueron juzgados por crímenes de guerra.

  • ADIDAS Y PUMA. Fundadas por los hermanos Dassler. Durante la IIa Guerra Mundial fabricaron repuestos de tanques y lanzamisiles por orden de Hitler. Uno de los hermanos se adhirió a la causa nazi y fundó, tras un juicio por desnacificación al denunciarle su hermano, Puma. El otro creó Adidas.

  • OETKER. Fundada en 1891 por el farmacéutico August Oetker. Durante la IIª Guerra Mundial, surtió al ejército alemán de pasteles, frutas y levadura en polvo. Utilizó prisioneros esclavos del “fondo de compensación por trabajos forzosos”. Actualmente ha diversificado sus productos -que abarcan desde pizzas y cervezas, pasando por transportes marítimos, banca o vinos, hasta hoteles de lujo y compuestos químicos- bajo la marca Dr. Oetker.

También colaboraron las acerías Krupp, o la empresa Daimler-Benz. August von Fink, fundador de los seguros Allianz en 1890, consiguió que Hitler le “regalase” dos bancos judíos tras ayudarle a financiar la Casa del Arte de Munich y uno de sus directivos fue ministro de economía en un gobierno nazi. También se acusó a la empresa de negarse a pagar sus pólizas a clientes judíos, etc, etc, etc.



SEGUNDA CLARIDAD

- Inteligencia artificial: Para los preclaros cargos públicos de Vox, quizá para todos sus afiliados y simpatizantes, un concebido no nacido o zigoto es una persona con derecho a ayudas públicas. Nos gustaría ver la cara del funcionario de turno cuando se  presente alguno solicitando dichas ayudas.


2017




TERCERA CLARIDAD

Los países y las sociedades siempre han estado dominadas por los más fuerte y torpes como emperadores, reyes, sultanes, califas, rajás, validos, presidentes, visires, boibodas, primeros ministros, empresarios, banqueros, guerreros o militares, fuerzas del desorden, etc. Bajo ellos subsiste una gran masa de pobres e ignorantes, verdaderos mantenedores del sistema con su trabajo y su continua renovación de obreros, que permanecen sometidos por la violencia y el miedo que generan los primeros para que no los derroquen o cambien un orden establecido que los beneficia; lo que convence a esta masa sobre la conveniencia de soportar y mantener sus condiciones de vida, pues la alternativa puede ser mucho peor para su supervivencia; ya que los gobernantes siempre están dispuestos a emplear contra ellos a sus fuerzas de desorden tras calificarles como “delincuentes o terroristas” por atreverse a quebrantar su condición o su papel asignado dentro del sistema imperante. Unos nacen ricos o pobres, poderosos o débiles, y tienen que aceptar esta situación injusta por el bien común, es decir, del sistema. Algunos lo llaman fatalismo; otros... es lo que hay.

Alrededor de ambos, más o menos fuera del sistema, se mueven los marginados, voluntarios o forzosos, por desgracia o convicción. A ojos de los gobernantes estos últimos son los más peligrosos, pues  pueden desempeñar labores importantes para el sistema, por lo que pueden atacarle desde dentro con las herramientas y conocimientos suministradas por él mismo; lo que implica cierta preparación académica y posibilidad de generar ideas propias, y, en consecuencia poder influir  en la masa de pobres e ignorantes e incitarlos a rebelarse contra el poder establecido. Serían los llamados “revolucionarios”, término peyorativo que busca asustar a los pobres e ignorantes. En cuanto a los marginados forzosos -desempleados de larga duración, drogadictos, delincuentes,  etc-, resultan una molestia que muchos gobernantes prefieren ocultar a base de subsidios temporales. En todo caso, los gobiernos se ocupan de educar a los pobres e ignorantes, una domesticación dicho con otras palabras, para que puedan absorber la información necesaria para desarrollar su labor dentro del sistema; pero nunca suficiente para plantearse sus desigualdades e intentar cambiarlo  en su beneficio.  También resulta imprescindible la participación de la poderosa industria de la cultura y el entretenimiento que los distrae y aleja de pensamientos "peligrosos".

En todo caso, los tres grupos citados están sometidos -y atrapados- al sistema social imperante, pues no pueden escapar ni sobrevivir fuera del mismo. Además deben permanecer unidos para asegurar la pervivencia propia y del grupo, es decir, toda sociedad se sustenta en la colaboración activa de sus integrantes para garantizar su existencia a cambio de alimentos, protección y seguridad y aceptación de las normas establecidas, aunque lesionen o nieguen derechos individuales como la libertad y la sexualidad personales; encauzada esta última más hacia la perpetuación de la especie (del sistema por tanto) que hacia la obtención de placeres gratuitos o fuera del marco señalado.

Podemos concluir, por tanto, que gobernantes, pobres y marginados mantienen y perpetúan un sistema social necesario, pero injusto, por interés, incapacidad o indolencia, que puede oscilar entre la más siniestra dictadura hasta la democracia más liberal; sistemas sociales inventados y mantenidos por los mismos que permanecen en libertad condicional en su seno; pues no existe -todos los intentos por organizar la sociedad de otra manera han fracasado o quedado en meras anécdotas utópicas- otra forma de satisfacer las necesidades básicas de los individuos, aunque algunos no lo consigan nunca o les cueste más que a otros. La injusticia fundamental del sistema surge cuando algunos quieren dirigirlo y perpetuarse en el disfrute de sus privilegios, lo que implica someter  a todos aquellos que se opongan, o pretendan  organizarse en pequeñas colectividades autosuficientes, o vivir simplemente en paz, o realizar actividades sin beneficios políticos o económicos, alejadas del bien común impuesto; pues los gobernantes suelen verlo como desviaciones intolerables que deben eliminar por el bien de la patria (por supuesto), ya que el sistema es más importante que el individuo.

Es el precio de ser... sociales y sociables.  



CUARTA CLARIDAD

El celibato sacerdotal se aprobó en el Concilio de Letrán y se confirmó en el de Trento, convocado por Alejandro Farnesio, alias Paulo III, Papa entre 1534 y 1549. El hecho de que tuviera cuatro hijos con una dama de la nobleza romana es un detalle sin importancia.

La máscara de “regaño” se empleó durante la Edad Media para castigar y humillar a las mujeres que criticaban a la autoridad vigente. 



La isla de Yerba o Djerba se encuentra en Túnez. Entre 1520 y 1560 perteneció al imperio español y se llama Isla de los Gelves desde el siglo XIII. Este último año se produjo un enfrentamiento naval entre una armada cristiana, integrada por españoles, florentinos, genoveses, sicilianos y los Estados Pontificios y dirigida por un sobrino del famoso Andrea Doria, y otra, otomana, mandada por Piali Bajá. La principal causa de la derrota fue la disparidad de criterios entre los diferentes capitanes de cada facción de la armada cristiana. El resultado: cinco mil prisioneros futuros esclavos y entre nueve y dieciocho mil muertos. Los mil cristianos que formaban la guarnición de la isla fueron atacados y exterminados por los hombres del líder otomano de la isla. Con sus calaveras formaron un monumento conocido como Burj al-Rus o Torre de los Cráneos, existente hasta 1846, en que fue reemplazado por un obelisco en su misma ubicación.



En 1966, el diario “Alcázar” promovió un concurso bajo el lema “Madrid necesita un mirador” para construir uno en la ciudad. Entre los diversos proyectos presentados, el más aclamado fue el del urbanista y arquitecto Casto Fernández Shaw llamado “Torre del Espectáculo”. Consistía en una torre de quinientos metros de altura con revestido exterior de aluminio y cristal, trescientos treinta metros de diámetro en la base y un kilómetro de circunferencia. Se levantaría en terrenos de la Casa de Campo. Constaba de un campo de fútbol reglamentario con capacidad para 45000 espectadores. Sobre él, un circo para quince mil asistentes, cine con seis pantallas, sala de conciertos, teatro con platea giratoria alrededor de un escenario circular, piscinas, tiendas variadas y varios miradores en diferentes orientaciones; lo que sumaba un aforo total de cien mil personas. Se podía acceder a ella en el propio coche. Su creador, el citado señor Fernández Shaw, la definió como “un símbolo del espíritu de la trayectoria vertical, tan dentro del hombre que nos acerca a Dios”. El Ministerio de Información y Turismo consideró muy urgente su erección, pero, por razones que desconozco (tal vez su elevado coste), nunca se ejecutó.







CONTRAPORTADA





Ahorcamos a los ladrones de poca monta y nombramos a los grandes para cargos públicos.- (Esopo, fabulista griego).

domingo, 3 de septiembre de 2023

Candil 1





<<El Candil>>

ANNO I    NÚMERO I 

 






PRIMERA CLARIDAD

Hay muchos tipos de cobardía -ninguna buena-, pero tal vez el peor sea el representado por macarras como Luisito Rubiales. Consiste en abusar de una posición de poder y pronunciar discursos grandilocuentes, vacíos y amenazadores ante una caterva de agradecidos, obedientes y pusilánimes súbditos, defendiéndose de las acusaciones por agresión sexual a la  jugadora Jenny Hermoso durante la entrega de medallas en el reciente Mundial de fútbol femenino que ganó junto a sus compañeras. Entre los asistentes estaban las tres hijas adolescentes del citado Rubiales, presidente de la Federación de fútbol como todos sabemos. Si toman a su progenitor como modelo masculino, es probable que acaben en manos de otros abusones como él que terminen maltratándolas. Es un comportamiento muy común -por desgracia- entre políticos, empresarios, directivos y gentes poderosas en general. Bien plantado con los pies en el suelo, presumiendo de hombría -que no tiene nada que ver con el sexo-, Luisito Rubiales debería haber pronunciado su flamígera perorata rodeado por todas las campeonas mundiales. Entonces, habríamos descubierto su verdadero poder, su auténtica humanidad, su cobardía fundamental. Por eso no lo hizo ni lo hará jamás.

Resulta curioso que Luisito Rubiales solo haya besado en la boca a "la señora Hermoso" -como la ha llamado la Federación en un comunicado laudatorio con su presidente y acusador con la jugadora- y no a las veintidós futbolistas restantes. En su defensa, Luisito alega que fue un "pikito" (término macarra donde los haya) -si era inocente total, ¿por qué intentó convencer, incluso con amenazas, a la jugadora en el avión de regreso del Mundial para que sacarán un comunicado conjunto que aclarase lo sucedido durante la entrega de medallas? Como ella se negó, pasó de heroína y víctima a villana- consentido y fruto de un momento de euforia tras el sorprendente triunfo en el reciente Mundial femenino. ¿No sentía euforia al abrazar a las demás jugadoras? ¿Había algo más que euforia en la cabeza -que no cerebro- de Luisito, cuando besó a "la señora Hermoso"?. ¿Y cómo justifica Luisito Rubiales su toque de genitales en el palco presidencial rodeado de autoridades, media familia real entre ellas? ¿Euforia también o quizá grosería y zafiedad? ¿Tal vez estulticia y pésima educación, inaceptables en el representante de un país? Claro que estamos suponiendo que el señor presidente tiene algún tipo de educación y conciencia, aunque tal vez sea mucho suponer.

El cobarde que se siente culpable acusa a sus víctimas de provocarle, débil e indefenso el pobre, como si estuviese obligado a abusar de ella.

Otro grupo de cobardes son aquellos que, también aficionados, seguidores, simpatizantes o fanáticos del fútbol, aprovechan y aprovecharán el anonimato de la grada, la falsa seguridad del grupo, para insultar a "la señora Hermoso" y sus compañeras por ser mujeres, futbolistas -un deporte solo de machos-, acusar al gran presidente y atreverse a ganar un campeonato mundial; mientras que la selección masculina camina con más pena que gloria desde que ganó su mundial en 2010; pero, con la mediocridad de Luisito, vinieron la mediocridad de los seleccionadores y los jugadores elegidos para jugar. Muchos ciudadanos, pequeños hombres, siguen pensando que la mujer debe estar atada a la cama y con la pata quebrada. El miedo nunca ha sido buen consejero.

Un tercer grupo de cobardes muy numeroso lo integran los clubs de fútbol y los jugadores que aún no se han pronunciado sobre el asunto hasta la fecha y.... el que calla, otorga. Por lo visto, no quieren meterse en política. ¡Triste argumento!

Progresar también significa igualdad de condiciones y derechos, erradicación de dirigentes chulescos, machistas, sectarios y prepotentes como Luisito Rubiales; pues, al final, el progreso es inteligencia, valentía y educación; cualidades de que carece el pequeño Luisito.

Días después, en un giro propio de Berlanga, la madre de Luisito Rubiales se encierra en una  iglesia de Motril, lugar de vacaciones familiares, e inicia una huelga de hambre por "la injusta cacería que sufre su hijo querido". 

Peroa su pesar, ¡ganamos el Mundial! -Lo único importante y de lo que menos se habla. 



SEGUNDA CLARIDAD




- Anuncio en unas pompas fúnebres: 

ATENCIÓN PERMANENTE 




- Subcampeonas Mundiales de Gimnasia rítmica posan, arrodilladas, junto al presidente de la Generalitat valenciana, señor Mazón (que no había ganado nada).



- La Armada española gastará 1'8 millones de euros en un velero de regatas que podría usar el actual monarca.

- En Nebraska, hace unos días.





TERCERA CLARIDAD



  LA ILUSIÓN



Una mujer de avanzada edad entró a la tienda a media mañana. Vestía un traje chaqueta negro que había conocido mejores tiempos. Unos zapatos del mismo color con hebilla plateada, de moda muchos años atrás, un bolso marrón oscuro y un gracioso sombrerito de paja con flores sujeto con alfileres a un pequeño moño italiano completaban su atuendo. Tras dar los buenos días, se acercó hasta el mostrador. Un sesentón enjuto de cuidadas melena y perilla blancas, gafas multifocales y mirada inquisitiva la observaba tras él.

  • ¿Qué desea? - preguntó a la recién llegada.

  • Quiero empeñar esta joya familiar – respondió, mientras le mostraba un camafeo del que sobresalía un busto clásico.

  • ¡Ah, una joya interesante! - reconoció el prestamista.

  • Está llena de recuerdos e ilusiones... De ilusiones vivimos, pero casi todas terminan frustrándose – añadió la mujer.

  • ¿Por qué dice eso?

  • Era mi ilusión, mi deber, mantener este dije en la familia; pero ya no podré cumplirlos. Necesito empeñarlo para poder vivir hasta que cobre mi pensión de viudedad a final de mes. ¡Es mi última esperanza!

  • ¿No tiene hijos que puedan ayudarla hasta entonces? - se interesó el prestador.

  • Están casados y... yo soy muy mayor... ¿comprende?

  • Comprendo, señora, y... lo lamento – afirmó el dependiente.

  • Somos trastos viejos que sólo molestamos, salvo que nos necesiten para ocuparnos de los nietos.

  • ¡Es ley de vida! -comentó con cierta resignación el hombre-. ¿Cuánto pide por el camafeo?

  • ¡Quinientos euros!... Es de auténtico marfil. Se abre apretando sobre el busto.

El prestamista estudió la pieza con la ayuda de una pequeña lupa de relojero. Oprimió el relieve de la joya, que se abrió tal y como dijo la mujer, mostrando el retrato de una pareja joven que sonreía al fotógrafo.

  • Son mis padres recién casados -afirmó la mujer-. Estaban llenos de sueños e ilusiones. Luego, vinieron la guerra, la venganza y la represión... A mi padre se lo llevaron, porque el suyo estaba afiliado a la UGT y no lo encontraron cuando fueron a buscarle. Tenía veintiséis años y... no volvimos a verlo... Mi madre estaba embarazada de mi y mi hermano Juan tenía dos años... La obligaron a recorrer desnuda y rapada las calles del pueblo de sus abuelos donde nos habíamos refugiado... Logramos sobrevivir, porque nos acogió el tío Nicanor, un familiar lejano, en su casa -las viudas estaban mal vistas-. Aunque nunca se casaron, tuvo cuatro hijos con mi madre, que debió soportar sus abusos y humillaciones por miedo a que nos echara a la calle. A mi hermano y a mi nos trató con frialdad. Con diez u once años ya trabajábamos en sus tierras de cultivo, mientras mis hermanastros iban a la escuela o se quedaban en la casa. Mi madre murió tras el último parto y al tío le faltó el tiempo para largarnos a mi hermano y a mi; pues... no éramos nada suyo. Desamparados, mi hermano Juan entró como monaguillo del cura del pueblo a cambio de cama y comida y yo, a un convento de monjas que me tuvieron de criada hasta que conocí a mi futuro marido; con el que me trasladé a esta ciudad, donde él trabajaba en el ayuntamiento. Falleció hace seis años... En fin, penas y más penas... Yo quería ser maestra -con lo mal que trató el Régimen a los profesores- y mi hermano, abogado... Me casé muy joven, porque una mujer soltera provocaba maledicencia y murmullos a su alrededor; aunque mi marido y yo nos quisimos mucho. Juan se colocó en la Renfe como peón y se jubiló como maquinista. No se casó, porque tenía demasiado dolor dentro y no para transmitírselo a alguien.

  • ¡Cuántas desgracias!...¡Cuántas esperanzas destruidas por un odio irracional! - comentó el prestamista.

  • En fin..., ¿puede darme los quinientos euros que le he pedido?

  • No, señora. Trescientos como mucho, si quiero sacarle algún beneficio - respondió el hombre tras calcular que podría vender el camafeo por la cantidad que pedía la mujer.

  • No es suficiente... ¿Quiere devolvérmelo? Probaré en otro sitio... Quizá en el Monte de Piedad...

El prestamista volvió a estudiar el dije. Después, miró a la anciana, y dijo:

  • Vamos a hacer lo siguiente. Guarde el camafeo, y cumpla su ilusión de mantenerlo en su familia para que preserve vivos los recuerdos de sus seres queridos.

  • Pero... no podré comer.

  • A mi padre, un humilde gañán, lo mataron los falangistas -soy el decimoquinto hermano-, por ser el alcalde socialista del pueblo donde vivía y había nacido. Mi madre, mis hermanos y yo tuvimos que huir en plena noche con lo puesto para salvar la vida. No he vuelto allí desde entonces. Nos refugiamos en casa de un hermano de mi padre en la capital de provincia. Salimos adelante, porque mi madre se dejó la salud limpiando casas hasta que nosotros comenzamos a trabajar. Todos tenemos algún dolor que soportar, querida señora.

  • Lo siento.

  • El odio es la peor base para construir una convivencia, un futuro, un país – filosofó el prestamista.

  • Pero algunos y algunas se beneficiaron de la victoria. Incluso quieren seguir haciéndolo hoy mismo.

  • Sólo los más viles, los más despreciables. En fin, le propongo... un trato, señora.

  • Usted dirá.

  • Yo le presto los quinientos euros y usted me los devuelve poco a poco según sus posibilidades.

  • Pero... Yo... ¿Por qué lo hace? … Usted no gana nada.

  • Gano una buena sensación en el cuerpo – admitió el prestamista.

La anciana le estrechó la mano, guardó el dinero en el bolso, y abandonó la tienda. Mientras regresaba a su casa, con el camafeo prendido en la solapa de su chaqueta negra, recordó que no había firmado ningún pagaré que le obligase a devolver el préstamo.



CUARTA CLARIDAD

- Parece ser que se llamó Roger Godberg y vivió durante el siglo XIII de nuestra era. Hábil arquero, hombre honesto en años de abusos feudales, sus conciudadanos, humildes campesinos en su mayoría sometidos a una elevada carga fiscal por el señor dueño de la tierra y el monarca de turno, le llamaron Robin Good; que, con el tiempo y una caña, degeneró en Robin Hood. También parece que, en un principio, era amigo del sheriff de Nothingam; aunque la literatura nos los han presentado como enemigos irreconciliables bajo el reinado de Juan sin Tierra, hermano de Ricardo Corazón de León (Richard Lionheart para los amigos).  La leyenda parece aproximarse a la realidad, pues robaba a los ricos para repartirlo entre los pobres, un pecado imperdonable como todos sabemos. Murió traicionado por uno de sus hombres para cobrar la recompensa ofrecida por su captura. Descansa en un cementerio de Yorkshire (foto) desde hace 800 años. Suponemos que todo el mundo sabrá de quién hablamos.


 

- La catedral de Wells, construida entre 1175 y 1490 en el denominado gótico inglés, si bien posee una pila bautismal datada en el año 700. En su fachada destacan 365 estatuas a tamaño natural de reyes, caballeros y santos. Su elemento arquitectónico es un inusual arco en tijera construido entre 1338 y 1348 que separa el altar del coro.


   

- Homenaje a Francisco Ibañez, genio y figura.



- Retrato familiar del consorte de Isabel II de España, Francisco de Asís de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, también conocido como "Paquito Natillas", felizmente unido al aristócrata Antonio Ramos Meneses


 



CONTRAPORTADA

 

 




<<No estudio para saber más, sino para ignorar menos>>.- (Sor Juana Inés de la Cruz)