miércoles, 14 de agosto de 2019

CHAFARDERO 81

<<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE>>
NÚMERO 81.- ANNO V



PRIMERA PLANA
El nuevo ayuntamiento popular-ciudadano de Madrid  continúa con su política de hacer desaparecer cualquier vestigio que recuerde a la anterior alcaldesa Manuela Carmena. El último episodio lo ha protagonizado la concejala-presidenta de la Junta de Distrito de Moncloa-Aravaca al suspender un concierto de Luis Pastor, cantautor comprometido con los más desfavorecidos desde que vivía en Vallecas por los años setenta, y su hijo porque “su perfil no se ajusta a las familias del barrio”. ¿Conoce la señora concejala a todas las familias de dicho barrio? ¿No podía haber pedido al cantautor que cantase con  otro perfil? ¿Puede tratarse de una decisión ideológica, abusiva por tanto, en base a los antecedentes del citado intérprete?
Seguiremos informando.
Uno de los detalles que demuestran la influencia de Chemari Aznar en los actuales dirigentes populares estriba en que son todos tan mediocres como él -Chemari no admite cerca a nadie mejor que él, salvo que sea más poderoso-. Viven convencidos de que vestir un buen traje los convierte en profundos pensadores, grandes estrategas y magníficos gestores; aunque sus actos y decisiones indiquen lo contrario. Basta con oírles hablar para comprobar que sólo saben repetir las consignas que acordaron repetir en alguna reunión de altísimo nivel  en cuanto se les aproximase un micrófono o una grabadora. Miran por encima del hombro como todos los mediocres y acomplejados, y se estiran para parecer más altos, más dignos, más poderosos; pues sólo tienen fachada, apariencia y sus palabras… siempre han sido vanas  e insensatas; por eso pronuncian grandes términos abstractos como España, Constitución, Estado, Libertad, Unidad, etc. Palabras que sirven para cualquier momento y permiten omitir las precisas en cada ocasión. Como viven en su realidad, y no en la común, mantienen un discurso rancio, reaccionario, anquilosado, ineficaz. Sus proclamas son heredadas; sus programas, trasnochados; sus soluciones, baldías como han demostrado siempre que han gobernado.  Es muy posible que, si lo permite el gran líder en la sombra Asinarius, todos los actuales dirigentes populares (mujeres incluidas) se dejen un frondoso mostacho para parecerse más al amado líder. También es posible que sólo sean el traje que lucen, es decir, muñecos y muñecas que manejan otros.
Seguiremos informando.
La Fiscalía General del Estado pide la imputación de Esperanza Aguirre, Ignacio González y Cristina Cifuentes por presunta financiación ilegal de varias campañas electorales desde 2003 hasta 2017, lo que supone una práctica habitual y continuada que perjudicaba a los demás candidatos y alteraba los resultados finales. Como ha sucedido en casos similares, suponemos que los presuntos implicados negarán toda responsabilidad, aducirán desconocimiento -sólo eran los presidentes de la Comunidad- y buscarán algún chivo expiatorio, de menor categoría jerárquica, para que responda por los presuntos delitos; siempre y cuando no denuncien a la Fiscalía o la oposición por atentar contra su honor.
Seguiremos informando.
En otro ejemplo de desfachatez supina, el lanzador de güitos García Egea reclama la abstención del PSOE -la lista más votada en las últimas elecciones, ésa que tanto respetan los populares, cuando los beneficia- para facilitar un gobierno “constitucionalista” PP-CS tras obtener mayoría simple con el apoyo de Vox; pues no suman para alcanzar los diputados necesarios en primera votación, presidido por el gran Pablo Casado como Pablo I de España. Su argumento: han demostrado que pueden formar gobiernos en Murcia, Andalucía, Madrid y Castilla-León. Como los gestionan es otro asunto del que es mejor no hablar.
Seguiremos informando.




Seguiremos informando.
El BBVA decide suprimir los cajeros físicos para aumentar, quizá, sus beneficios; lo que obligará a muchas personas -ancianas en su mayoría-  a sacar dinero de los cajeros automáticos, conozcan o no su funcionamiento. Puede darse el caso paradójico de que el cajero físico u otro compañero pase toda su jornada laboral en la calle junto al cajero automático, atendiendo a los confundidos clientes. Quizá, un gobierno responsable mediaría para que no se adoptasen medidas semejantes que desamparan a muchas personas, reducidas a meros daños colaterales, pero… poderoso caballero es don Dinero.
Seguiremos informando.
En su reciente discurso de investidura, la señora Díaz Ayuso afirmó que "la lucha contra la contaminación es obligación de todos". Parece que ha olvidado muy pronto sus críticas ideológicas a Madrid Central, una medida pensada para reducir la contaminación.
Seguiremos informando.
Míster Trump insiste en que es totalmente ajeno a las matanzas acaecidas en su país dos días seguidos. También insiste en que ni siquiera es responsable de su comportamiento.
No seguiremos informando.




¿QUÉ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?
- Cinco suboficiales del ejército investigados por llamar “comechichis” a una sargento.
- Dos de los cuatro habitantes de las islas Columbretes harán huelga para que se reconozcan sus derechos como guardas marinos.
- La Iglesia Cristiana Palmariana  de los Carmelitas de la Santa Faz .-El Palmar de Troya- ha decretado excomunión permanente para todos los espectadores pasados, presentes y futuros de “Jesucristo Superstar”.
- Un narcotraficante se disfraza de su hija para intentar escapar de la cárcel.
- Un conductor de VTC finge su secuestro y se gasta el rescate en una orgía.
- La portavoz parlamentaria popular, XIII marquesa de Casa Fuerte, señora Álvarez de Toledo, recomienda al presidente en funciones hacerse una lobotomía.
- El Ministerio de Defensa ficha a una empresa de cazatalentos para decidir los ascensos de coronel a general.
- El presidente brasileño,, señor Bolsonaro, aconseja defecar días alternos para salvar al planeta.
- Aficionados taurinos  cantan el "Cara al Sol" para silenciar una manifestación animalista.
- El Parlamento andaluz califica de "fallecimiento" el fusilamiento de Blas Infante, Padre de la Patria Andaluza. 
- Estados Unidos establece una ley que permite expulsar a inmigrantes legales con ingresos bajos.
- Le regalan un BMW y lo tira a un río, porque quería un Jaguar.
- La clínica navarra del Opus Dei afirma que la homosexualidad provoca gastroenteritis.



LITERALIA I





A SANGRE FRÍA


Sin ánimo de remedar las brillantes carreras de los grandes escritores policíacos, me dispongo a narrarles con minuciosidad malsana los pormenores del célebre atraco al “BANCO ACAPARADOR”, que ha sido imputada erróneamente al conocido ratero Manolillo Centella, “Dedos de seda”, en el que estuve involucrado de forma accidental.
La noche de autos disfrutaba de  una cálida velada junto a mi becaria, reconvertida en amante desde que adquirí un ordenador con impresora y le quedaba más tiempo libre, cuando la molesta insistencia del teléfono me obligó a cambiar de postura.
El diálogo fue, más o menos, el siguiente:
- Será a las cuatro.
- ¿Cómo dice?
- Esquina de Luján y Desengaño.
- ¿Con quién hablo?
- Conduce con las luces apagadas.
- ¿Quién es? ¿Qué desea?
CLIP.
Miré a mi acompañante y susurré: “¡Están todos chavetas!”. Después, preparamos una cena fría, descorchamos una botella de vino y miramos las estrellas; pero, como seguía intrigado por la llamada, decidí acudir a la cita. Tras una dulce despedida, descolgué mi mejor gabardina, cogí las llaves del utilitario y me dirigí hacia el ascensor. Tuve que regresar precipitadamente  a mi domicilio, pues había olvidado los zapatos y calarme el sombrero negro de las grandes ocasiones. De paso, desconecté la computadora. Sospechaba que mantenía una relación poco clara con mi becaria. Ya en la calle, respiré profundamente, consulté el reloj digital, cambié un neumático pinchado y… contemplé las estrellas. No faltaba ninguna.
Encendí el motor y avancé lentamente por las calles de la ciudad, vacías y silenciosas. Mi única compañía se reducía  a taxis parados a la espera de clientes, estridentes autobuses llenos de noctámbulos -que no dejaban descansar a los vecinos- y mujeres que, desde las esquinas, me ofrecían sus mejores cuidados. En la radio, Count Basie y su orquesta.
Al doblar el callejón entre Luján y Desengaño, me detuve ante un semáforo en rojo. Un automóvil se paró junto a mi y un individuo -que me reconoció a pesar de la semioscuridad existente- se sentó a mi lado.
“Eres puntual” fue su saludo. “Ponte esta careta… Sólo falta Toni, como siempre”, añadió. Obedecí en silencio, mientras me enfundaba unos guantes negros. Hacía bastante frío. Encendí un pitillo de boquilla dorada y contemplé las estrellas. El semáforo cambió de color tres veces, pero no se movió nadie. Por la derecha, apareció un Mercedes negro que detuvo su marcha junto a un buzón. Apagó y encendió los faros seis veces. Mi compañero se dirigió a su reloj y preguntó:
- ¿Quién conduce?
- No es de los nuestros.
- ¿Contesto?
- Al primero que haga un movimiento, me lo cargo.
- ¡Contigo no hay quien hable!…¡Eres un amargado!
Cortó la comunicación. Le comenté la originalidad de su reloj, pero se limitó a gruñir. Un individuo vestido de limpiacristales se acercó al Mercedes y encendió una linterna. El automóvil arrancó y se perdió en dirección a la Casa de la Moneda, anexa al BANCO ACAPARADOR. A nuestras espaldas, sonó un claxon y mi acompañante ordenó:
- Arranca.
- ¿Hacia dónde?
- Tú siempre tan bromista.
Tras recorrer unos quinientos metros, aparcamos en una callejuela adyacente a la sede bancaria; en cuya puerta nos esperaba un hombre vestido de guardia-jurado de la CASA DE LA MONEDA. Por los comentarios de mi compañero, deduje que se trataba de Toni, el tardón del grupo. Cuando  nos reunimos con él, el que parecía el jefe le preguntó:
- ¿Qué ha pasado?
- Nada, que he tardado más de lo previsto en agenciarme el uniforme.
- ¿De qué vas vestido?
- De lo que me dijeron.
- ¿Quién te informó?
- Él.
Y me señaló  a mi. “¿Cómo pudo reconocerme, si llevaba puesta una careta?”. El que parecía el jefe me miró severamente y afirmó:
- Siempre pensé que tenía un gran don de gentes.
Le agradecí el piropo lo mejor que supe y desaparecí de su vista. En silencio, sombras en la noche sombría, ocupamos nuestras  posiciones. Ante mi estupor, llamaron a  la puerta principal del Banco. Luego, nos escondimos entre las columnas dóricas del pórtico y esperamos la salida del vigilante. Mi compañero se frotaba las manos, mientras murmuraba:
- ¡Es un genio, un auténtico genio!
- ¿Quién? - pregunté intrigado.
- Tú siempre tan bromista.
No entendía absolutamente nada, pero… ¡hacía una noche tan hermosa que decidí quedarme para ver cómo terminaba la fiesta! La gran puerta de bronce se abrió con un leve chirrido. Un guardia alto, corpulento y aparatosamente armado avanzó unos metros y miró, receloso, a su alrededor. De algún lugar cercano a  nosotros, partió un “¡Cú, cú!” que obligó al centinela a buscar su origen. Mi compañero insistía en la genialidad de alguien. Entretanto, reclamado por el canto de un pájaro impensable a esas horas, el guardián se había alejado unos doscientos metros de la puerta principal. Con un golpe en el hombro que me sobresaltó, mi acompañante dijo:
- ¡Vamos!
- ¿Adónde?
- Dentro, ¿dónde si no?
- ¿Conocemos a los dueños?
Caminamos hasta el gran portón, pegados al muro. El que parecía el jefe nos contó uno por uno. Después, Toni emitió un segundo “¡Cú, cú!” que facilitó el regreso del guardia hasta la puerta. A estas alturas, yo ya estaba preparado para todo, incluido un juicio sumarísimo por atraco a mano armada. Entramos en el edificio y, por señas, me indicaron dónde debía esconderme.
- Y ahora, ¿qué? - inquirí.
- ¿No recuerdas el plan?
- ¡Ah!, ¿pero tenemos un plan?… ¡Magnífico, qué salgan las chicas!
- ¡Chssst! - bramó el que parecía el jefe.
- Esperamos al polizonte, le pescamos y yo le sustituyo - confirmó Toni, algo más comunicativo.
- ¿Por qué no le hemos cogido en la calle?
- Podrían vernos.
- ¿En una noche sin Luna y a las cuatro y veintidós de la madrugada?
- ¡Chsst! - insistió el que parecía el jefe.
Comencé a sospechar que alguien -la persona que suplía por algún extraño malentendido- debía estar desesperado, medio loco, sin un mal cigarrillo que llevarse a la boca; porque ya se los había fumado todos; pendiente de una llamada que, finalmente, no se produciría; presintiendo que la gran fortuna de su vida se le escapaba de las manos entre un opresivo e irracional silencio. “¿Por qué no llamaban? ¿Habrá alguna avería en la línea?… ¿Habrán perdido mi número de teléfono?”.
Por fin, el guardia entró en el edificio y cerró la puerta. Ocho sombras chinescas saltaron al unísono sobre él y le redujeron merced a un artístico nudo. Algún gracioso le colgó una tarjeta en la que podía leerse: “Recuerdos de tu pichoncito”. El que parecía el jefe cambió las cintas por unas esposas y le rogó que guardase silencio. Después, le selló la boca con quince metros de cinta embaladora.
Toni, erguido y resultón, se paseaba por el patio de operaciones del BANCO ACAPARADOR vestido con el uniforme de la CASA DE LA MONEDA. Con las prisas, había olvidado intercambiar su atuendo con su colega reducido.
“Nuestro plan no podía fallar”, comentó mi acompañante. Nos dirigimos hacia la oficina del DIRECTOR. Antes de entrar, el que parecía el jefe golpeó ligeramente el cristal. Por lo visto, el ocupante del despacho solía trabajar hasta muy tarde y no era cuestión de asustarle sin necesidad. En el interior, sin embargo, no había nadie; tal y como debió hacernos sospechar la luz apagada.  A través de una claraboya, pude contemplar las estrellas y varias sombras indefinidas. El que parecía el jefe nos ordenó absoluto silencio, mientras se encaraba con la caja fuerte. Después, sacó una ganzúa y maniobró en el segundo cajón de la mesa. Ayudado por la luz de una linterna, consultó una agenda de lomos negros y anotó unos números -que resultaron ser la combinación- en un cuadernito de hojas cuadriculadas. Toni caminaba marcialmente de un extremo a otro de la gran sala, mientras silbaba un himno militar. Mi acompañante resultó ser el dinamitero. Para demostrarlo, y sin esperar las indicaciones del que parecía el jefe, explosionó la caja fuerte con gran estruendo y nula actividad.
- ¿No recuerda que está fabricada a prueba de explosivos? - le preguntó el que parecía el jefe.
- Me ha podido la ilusión - se disculpó.
- Se lo descontaré de su parte - concluyó el que parecía el jefe.
Una vez disipado el  humo y retirados los escombros, nos dispusimos a vaciar la caja. Tarea inútil: alguien se nos había adelantado. Aunque, si mal no recuerdo, había una pequeña llave a la que ninguno prestamos especial atención y que hizo murmurar al que parecía el jefe: “Este García siempre tan responsables”. Con sonrisa triunfal, cogió el llavín con sus dedos y, señorial, avanzó hacia la cámara acorazada. Los otros cinco miembros de la banda le seguimos como alegres colegiales. Creí distinguir dos hechos: varias sombras subiendo por la escalera y un ruido cristalino tras la puerta redonda de la cámara acorazada. Uno de los muchachos desactivó las numerosas alarmas instaladas en torno a ella. El que parecía el jefe introdujo la  llavecita en una pequeña ranura situada en el ángulo inferior izquierdo de la puerta de acero y la giró seis veces en el sentido de las agujas y otras en sentido contrario. Un ruido semejante a un quejido no logró distraernos de nuestra ocupación. Antes de abrir la pesada puerta, desenrollamos las sacas preparadas al efecto.
Tras esperar a que se abriera el portón, pasamos al interior. Cuando pensábamos encontrar innúmeras cajas de seguridad llenas de joyas y bonos del Estado que, por descontado, guardaríamos en las sacas,  nos recibieron seis hombres ataviados igual que nosotros con copas de champán en las manos. El que parecía el jefe se abrazó cordialmente a uno de ellos, mientras murmuraba: “García, usted siempre tan puntual”. Deduje que habían entrado a través de la CASA DE LA MONEDA tras saltar la claraboya que unía ambos edificios. ¿Serían los del Mercedes negro?
Visto el buen ambiente que reinaba entre todos nosotros, alguien improvisó un mantel con pagarés del Tesoro y degustamos unos langostinos y varias botellas de albariño que aparecieron como por arte de magia. Sin embargo, una voz desconocida  nos sacó de nuestra algarabía, cuando exclamó, estridente: “¡Manos arriba!… ¡Quedan detenidos!”. El que parecía el jefe se volvió hacia él, se quitó la careta y ofreció una copa al vigilante (había cambiado el turno, mientras Toni bebía con nosotros). Luego, se presentó.
- ¡Tranquilícese, amigo! Soy el Director General del Banco -le mostró el carnet de identidad- y he venido con unos amigos a comprobar personalmente nuestras medidas de seguridad.
El guardia-jurado, que, por su expresión, parecía estar acostumbrado a situaciones parecidas, se disculpó y volvió a su puesto de trabajo.
De nuevo en la calle, el que parecía el jefe y Director General nos dijo a todos:
- Mañana pueden tomarse el día libre. El banco permanecerá cerrado para arreglar los desperfectos y comprobar que no falta nada.
Respondimos con una carcajada general.
Antes de despedirnos y regresar a nuestros hogares,  se acercó hasta mi y me rogó que:
- Aunque desconozco los motivos de su presencia, señor Estrellado, le diré que sigo su carrera desde hace años y que me encanta su cinismo. Así que, aprovechando su inesperada asistencia y que la entidad que dirijo necesita nuevos inversores, le ruego que escriba un buen artículo sobre lo sucedido esta noche; pero, sobre todo, que haga buena publicidad del Banco. Le enviaré un cheque a su domicilio por todas las molestias.
- Pero, ¿quién le asegura que ninguno de ellos intentará repetir los sucesos de esta noche para su propio beneficio?
- Porque todos son empleados ejemplares y, por tanto, respetan las normas no escritas de nuestra empresa. Es decir, creen que, si ayudan al crecimiento del banco, éste nunca les despedirá, lo que no deja de ser una hermosa ingenuidad. ¡Buenas noches!
Me senté en el coche y encendí un cigarrillo. El nuevo día se insinuaba entre los edificios de la ciudad. Regresé a mi apartamento, donde mi becaria seguía durmiendo. Escribí una apresurada nota de despedida, metí algo de ropa en una maleta y todo el dinero que tenía en casa, y, luego, telefoneé  a mi representante para que me sacara de aquel nido de grillos. Oportuno como siempre, me consiguió un empleo de…



LITERALIA II

CAPÍTULO IX



Adalberto Rabazas era un hombre enigmático (1).


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NOTAS:
1) En el sentido de que le interesaban los enigmas: los ovnis, el triángulo de las Bermudas, la isla de Pascua, las pirámides de Egipto, las catedrales góticas, las construcciones megalíticas, los druidas, las vírgenes negras, la piedra filosofal,  el regreso del rey Arturo, los prodigios del mago Merlín, los masones, las civilizaciones perdidas; el uróboros, la serpiente que se muerde la cola, símbolo del eterno retorno y la naturaleza cíclica de las cosas; Ofiuco, el decimotercero signo zodiacal, entre Escorpio y Sagitario… Sin embargo, Adalberto Rabazas  no comprendía que personas instruidas como su antiguo vecino Felipe Redondela, doctor en Físicas y Gran Comendador del Rito Escocés, se tomasen en serio -e incluso estudiasen- semejantes patochadas.(2).
2)  Maripi Civantos de la Esparraguera llevaba un arquero dorado colgado de una pulsera que le regaló Adalberto Rabazas por su cumpleaños. Como buena Sagitario es una mujer muy sociable, lo que le ha permitido conocer a muchas personas; algunas interesantes. Una tarde, mientras merendaban en una chocolatería, Adalberto Rabazas la preguntó por sus escritores favoritos. Su prometida  respondió que había demasiadas fiestas en la ciudad como para perder el tiempo con especuladores. Perplejo y desilusionado, arrojó a la primera papelera que vio el ejemplar de ”El principito”, de Saint-Éxupery, que le había comprado (3).
3) He ahí un buen misterio: la desaparición  del piloto Saint-Éx -como le llamaban sus allegados- durante un vuelo de reconocimiento en la Segunda Guerra Mundial. Aunque se ha afirmado varias veces que se habían encontrado los restos de su avión, nunca se ha confirmado plenamente. Otro  misterio: que miles de personas consideren “El Principito” un libro infantil (4).
4) Una mañana cualquiera Adalberto Rabazas leía en su despacho del banco un artículo sobre una serpiente que se había tragado una cría de elefante como en el libro de Saint-Éx. Era una historia tan excepcional que no escuchó a Marquínez, el cajero. Al tercer carraspeo, levantó la vista del texto, y lo descubrió en la puerta.
- ¿Qué pasa?
- Una clienta quiere abrir una cuenta.
- ¿No puedes atenderle tú?
- Se trata de una cantidad muy elevada.
- Que se ocupe el director.
- Está reunido en la central.
- ¡Dita sea!… Hazla pasar.
Instantes después, la esbelta figura de una mujer joven -entre veinticinco y treinta años-, media melena azabache, maquillaje tenue, embutida en un entallado traje chaqueta gris ceniza que destacaba sus formas -”mórbidas y redondeadas”, como decía la canción- , bolso de mano y zapatos de tacón negros se destacó en el umbral del despacho.
Sin dejar de mirarla, Adalberto Rabazas, con un gesto manual, la invitó a pasar y sentarse al otro lado de la mesa.
La mujer se acomodó, colocó el bolso sobre sus muslos, y dijo:
- Quisiera abrir una cuenta.
- Mi compañero me ha informado al respecto. 
- Por lo visto, dada la cantidad que quiero ingresar, no podía ocuparse él.
- Sí, el banco tiene unas normas muy estrictas. ¿De qué montante hablamos?
- Cincuenta mil euros.
- ¡Eh!…¿Los lleva encima?
- ¡Claro que no!... Traigo un cheque al portador.
A continuación, abrió el bolso, extrajo el pagaré, y se lo entregó a Adalberto Rabazas, incapaz de apartar la mirada de sus ojos verdes, lo que le impidió observar que el talón llevaba el membrete de un banco afincado en un paraíso fiscal..
- Mientras comprobamos la autenticidad del cheque -dijo-, podemos cumplimentar el papeleo.
- De acuerdo.
Telefoneó a Marquínez, quien, tras saludar de nuevo a la joven, se marchó con el pagaré.
- ¿Vive usted por la zona? - se interesó Adalberto Rabazas.
- Sí.
- Bien… Nombre y apellidos.
- Adriana Montenegro
- Domicilio.
- Calle de la Cabeza nº 10, 4º D. El código postal es el 28012.
- Profesión.
- Estudiante.
- ¿Universitaria?
- No exactamente… Estudio  Diseño.
- Una profesión con futuro.
- Me encanta la moda.
Marquínez regresó con el cheque tras comprobar su bondad. Volvió a despedirse de la mujer. Adalberto Rabazas lo fulminó con una mirada asesina.
- Teléfono de contacto.
Adriana Montenegro le acercó una agenda negra para que copiase los números del fijo y del móvil.
- Sólo queda su firma.
Adalberto le presentó la documentación, e indicó dónde debía estampar la rúbrica. Aprovechó la ocasión para admirar sus delicadas manos y la magnífica manicura de sus uñas. Después, le entregó la correspondiente libreta, se irguió y estrechó la mano de la mujer; mientras decía con tono profesional:
- ¡Bienvenida, señorita Montenegro!… ¡Gracias por su confianza!
Ella no le corrigió sobre su estado civil, y abandonó la sucursal entre las miradas de todos los presentes, mujeres incluidas (5)
5) Adalberto Rabazas había encontrado un auténtico misterio.




CRÓNICAS DE SOCIEDAD (urbi et orbi)


De nuestro corresponsal en Sagunto.


FRASEOLOGÍA
- El hombre es una enfermedad que padece la piel de la Tierra.- (Friedrich Nietzche).
- Ningún artista tolera lo real.- (“ “ “).
- Todo individuo, como poseedor de un “alma inmortal”, ocupa el mismo nivel jerárquico que los demás.- (“El anticristo”, Nietzsche).
- Fe equivale a no querer saber la verdad.- (“ “ “).
- Las convicciones son cárceles, son un medio para conseguir algo; no son más que una falsedad radical, porque se hallan al servicio de un fin.- (“ “ “).
- La gente prefiere contemplar gestos a escuchar razones.
- El placer de los más fuertes, de los más espirituales, consiste en vencerse a sí mismo.- (“ “ “).

CONTRAPORTADA

HERMANOS MARX: Harpo, Chico, Gorucho, Gummo y Zeppo.




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