domingo, 10 de julio de 2022

chafardero 168

<<NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE

NÚMERO 168  ANNO VIII>>



PRIMERA PLANA

<<Nos, Yusuf Cheribi, muftí (juez) del Santo Imperio otomano por la gracia de Dios, luz de las luces, elegido entre los elegidos, a todos los fieles aquí presentes: majadería y bendición.

Como sea que Said Effendi,  actual embajador de la Sublime Puerta (gobierno turco) ante un pequeño Estado llamado Franquelia (Francia), situado entre España e Italia, ha traído entre nosotros el pernicioso uso de la imprenta, y después de haber consultado acerca de esta novedad con nuestros venerables hermanos los cadíes e imanes de la ciudad imperial de Estambul, y sobre todo con los faquires conocidos por su celo contra la inteligencia, ha parecido bien a Mahoma y a nos el condenar, proscribir y anatematizar la antedicha infernal invención de la imprenta por las causas que a continuación serán enunciadas:

1. Esta facilidad de comunicar los pensamientos tiende evidentemente a disipar la ignorancia, la cual es guardiana y salvaguardia de los Estados bien organizados.

2. Hay que temer que, entre los libros traídos de Occidente,  se encuentran algunos sobre la agricultura y sobre los medios de perfeccionar las artes mecánicas, obras que podrían a la larga -¡Dios no lo quiera- espabilar el ingenio de nuestros agricultores y nuestros fabricantes, excitar su industria, aumentar sus riquezas e inspirarles algún día cierta elevación del bien público, sentimientos absolutamente opuestos a la sana doctrina.

3. Pudiera suceder finalmente que llegásemos a tener libros de historia despojados de esas fábulas que mantienen a la nación en una beata imbecilidad. Se cometería en tales libros la imprudencia de hacer justicias a las buenas y a las malas acciones, y de recomendar la equidad y el verdadero amor a la patria, lo que es manifiestamente contrario a los derechos de nuestra elevada autoridad.

4. Es muy posible que dentro de algún tiempo, miserables filósofos -con el pretexto especioso, pero punible, de ilustrar a los hombres y hacerles mejores- viniesen a enseñarles virtudes peligrosas de las que el pueble nunca debe tener conocimiento.

5. Incluso podrían, aumentando el respeto que tienen por Dios e imprimiendo escandalosamente que lo llena todo con su presencia, disminuir el número de peregrinos a La Meca, con gran detrimento de la salud de las almas.

6. Sucedería también sin duda que, a fuerza de leer a los autores occidentales que han tratado las enfermedades contagiosas y la manera de prevenirlas, llegásemos a ser tan desdichados como para cuidarnos la peste, lo que constituiría un atentado enorme contra las órdenes de la Providencia.

Atendiendo a estas y otras causas, para edificación de los fieles y en pro del bien de sus almas, les prohibimos por siempre jamás leer ningún libro bajo pena de condenación eterna.  Y, temiendo que la tentación diabólica les induzca a instruirse, prohibimos a los padres y a las madres que enseñen a leer a sus hijos. Y, para prevenir cualquier infracción a nuestra ordenanza les prohibimos expresamente pensar bajo las mismas penas; exhortamos a todos los verdaderos creyentes para que denuncien ante nuestra oficialidad a cualquiera que haya pronunciado cuatro fases bien coordinadas de las que pudiera inferirse un sentido claro y neto. Ordenamos que en todas las conversaciones haya que servirse de términos que no significan nada según el antiguo uso de la Sublime Puerta.

Y para impedir que vaya a encontrar algún pensamiento de contrabando en la sagrada ciudad imperial, hacemos especial encargo al primer médico de su alteza, nacido en algún remoto pantano del cansado Occidente septentrional; pues dicho médico, como ya ha matado a cuatro augustas personas de la familia otomana, está más interesado que nadie en evitar la menor introducción de conocimientos en el país; por la presente, le conferimos el poder de capturar toda idea que se presente por escrito o de palabra ante las puertas de la ciudad y le ordenamos que traiga dicha idea atada de pies y manos ante nuestra presencia para que le inflijamos el castigo que nos parezca más conveniente.

Dado en nuestro palacio de la estupidez, el día 7 de la luna de Muharem, en el año 1143 de la hégira>>.

Opúsculo escrito por monsieur Voltaire (François Marie Arouet), autor francés exiliado casi toda su vida por textos semejantes, en 1764 y editado el año siguiente en el tercer volumen de las "Nouveaux Mélanges" (Nuevas Mezclas).



¿QUÉ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?

En 1999, 508 iraníes donaron uno de sus riñones para pagar el asesinato de Salman Rushdie, escritor condenado a muerte tras escribir los “Versos Satánicos”.

- Detienen en Valencia a un joven por arrancar los audífonos a dos discapacitados para robarles.

- Un juez concede el cambio de sexo registral a un niño de ocho años.

- ¡UPWARD SPORTS: descubre a Jesús mientras practicas deporte!

- Mata a tiros a una camarera por ponerle demasiada mayonesa en el bocadillo.

- El lobby cárnico denuncia a una empresa de comida vegana por emplear la palabra "carne" al considerarlo competencia desleal.

- Un restaurante argentino despide a una empleada por "fea".

- "Creemos que las familias medias que ganan más de 100.00 € al año tendrán difícil llegar a fin de mes, por eso les damos estas becas".- Enrique Ossorio, Consejero de Educación y vicepresidente autonómico madrileño.

- "El Pp se debe a las rentas bajas" afirma o galego popular.

- Unos vecinos atacan a un arquitecto con una katana por el ruido que ocasionaban sus obras.


OLDIES

John Mayall, el padre del blues blanco según algunos, y sus Bluesbreakers, entre los que podemos citar a  Eric Clapton y Mick Taylor,  segundo guitarra solista de los Rolling Stones tras la muerte de Brian Jones. "Dancing shoes", un clásico.

https://www.youtube.com/watch?v=2T0QeNxK0bw



LITERALIA




 LA GALERÍA DE CELEBRIDADES



  • Y éste, ¿quién es? – me preguntó el señor conde.

  • Don Alfonso Cabeza de Vaca y Leighton Carvajal y Are, decimoséptimo marqués de Portago y decimotercer conde de Mejorada – respondí en un castellano límpido y diáfano.

  • Por lo que veo, era piloto de carreras – afirmó, contundente, el señor conde.

  • Fue piloto de Ferrari durante la década de los cincuenta. Murió en accidente, a doscientos kilómetros por hora – recalqué lapidario y preciso.

  • Y usted, ¿cómo es tan aficionado a la fotografía? – interrogó el señor conde, mientras encendía su pipa de espuma de Mar de las Antillas.

  • Estimado don Vincenzo, la culpa es de Parkinson, mi criado. El supo inculcarme el respeto hacia la obra de mis antepasados – confesé, humilde y recatado.

  • ¿Parkinson? ¿No me le presentó como Bautista? – interpeló el señor conde.

  • Veo que es usted un hombre observador. Se llama Bautista, en efecto, pero le apodo Parkinson, porque padece dicha enfermedad desde que entró en esta casa hace treinta años.

El señor conde de Istria, don Vincenzo Malaparte di Corpo, sexagésimo barón de La Valetta, se detuvo ante la joya de mi colección: el retrato de John Swyzht, mi primer antepasado, aborigen australiano que emigró a España e hizo fortuna como zahorí ante su propia extrañeza y la de sus coetáneos. Con el paso del tiempo, el apellido Swyzht –pronúnciese swyzht- se transformó en Sánchez, combinación fonética más tradicional.

Como indicaba, mi antepasado aparecía –en la instantánea tomada de un original pintado con la boca- vestido con un taparrabos de piel de kiwi –ave corredora del género Apterix, del tamaño de una gallina, plumaje pardo negruzco y cuerpo poco esbelto, patas gruesas con cuatro dedos provistos de uñas y un pico bastante largo dotado de pelos táctiles en la base / Arbusto trepador originario de China, de hojas alternas y redondeadas y flores blancas o amarillas con cinco pétalos. El fruto, de piel ligeramente verdosa y pulpa de color verde, es comestible y muy apreciado / Conocida marca de betún y otros artículos de limpieza para el calzado- y  una vara de avellano en forma de “i griega” entre las manos dirigida hacia el suelo. Sus contemporáneos decían que era “un radiestesista único, un rabdomante incomparable, un zahorí sin igual”. En su defensa, John Swyzht –pronúnciese awyzht- alegaba que él sólo era maorí. Don Vincenzo comentó:

  • ¿Qué comía este hombre? Está esquelético.

  • Era una persona muy frugal. Admiraba mucho a Don Quijote.

  • ¿Lo conocía? ¿No me ha comentado que vino remando desde nuestras antípodas? ¿Cómo logró orientarse?

  • Poseo en mi biblioteca un manuscrito de su puño y letra, traducido posteriormente por mi bisabuelo Wilbur Swyzht –es decir, Julio Sánchez-. Se titula: “DE LA IMPORTANCIA DE SALIR A PESCAR BALLENAS GRISES EN EL EQUINOCCIO DE VERANO PARA ENCONTRAR NUEVAS RUTAS HACIA EL NUEVO MUNDO O, EN SU DEFECTO, HACIA LA PENÍNSULA IBÉRICA”. En él se detalla su odisea, que duró seis meses y doce minutos. Sería muy larga de contar, pero bástele saber que embarrancó en la playa del Sardinero en el año 1356 de nuestra Era, cuando aún no existía Santander ni las sardinas recibían ese nombre.

  • ¡Notable, muy notable!

  • Disculpe mi pregunta, don Vincenzo, pero ¿no tiene calor?

  • Un poco, la verdad sea dicha. Estas corazas modernas son muy incómodas; pero la educación es lo primero.

El señor conde de Istria lucía una coraza florentina del siglo XVI adornada con grabados del “Orlando Furioso”, la obra cumbre del gran Ariosto; más concretamente, reproducía las escenas del rapto de Ifigenia por Baco, siempre tan irresponsable. El resto de la armadura, adquirida en la tienda de un anticuario toledano, parecía de calidad inferior y peso desmesurado a tenor de los soplidos de tan noble caballero. A pesar de mis argumentos favorables, no conseguí que se quitara el yelmo.

  • ¿Y dice usted que llegó hasta Santander?... ¡Qué interesante!... ¿Cómo fue el dedicarse a zahorí? Chocaría con la incomprensión general, mi dilecto amigo.

  • ¡Y quién no, don Vincenzo, quién no! La vida es pura casualidad. Mi antepasado, desconocedor del idioma y las costumbres, abandonó su canoa en la orilla, se colgó la bolsa vacía de las vituallas, el arco y las flechas y se dirigió hacia la aldea más cercana. Tenía hambre y sed; sobre todo, mucha sed. No había bebido nada desde que salió de su Nueva Zelanda natal; llamada Swyzhtlandia por entonces.

  • ¿Cómo no se le ocurrió filtrar el agua del mar?

  • Nunca le gustó la sal. De hecho, tomaba sus alimentos sin aderezar.

  • ¡Sana costumbre, vive Dios!... ¿Qué hizo cuándo llegó a la aldea?

  • Demandó a cuantas personas vio un poco de agua; pero, claro, la barrera idiomática le impidió comunicarse. Por tanto, se acercó hasta un avellano, cortó la varita del retrato con su cuchillo y la dirigió hacia el suelo tal y como había visto hacer al brujo de su tribu. Entre la hilaridad general, fue caminando hasta que la rama comenzó a vibrar; arrastrando a mi antepasado hacia la tierra. En ese preciso momento, se convirtió en un ser reconocido y apreciado. Había encontrado el manantial de la Corregidora, primer antecedente del Canal de Isabel II según el libro de Covarrubias.

  • ¿Y luego qué hizo?

  • Dejarse querer. Se instaló en la población y se casó –le conminaron a ello, aunque él pretendía comprarla como era costumbre en su tribu- con la hija del fontanero -una profesión nueva por entonces, pero con gran futuro y difusión-. Tuvieron veintinueve hijos en dos años de feliz coyunda.

  • ¡Era todo un carácter! Imagino que enseñaría sus amplios conocimientos a los nativos.

  • ¡En absoluto! Creó una sociedad anónima -¿quién era capaz de pronunciar su apellido?- para la fabricación de ramitas de avellano.

  • ¿Cómo dice? No se pueden fabricar artificialmente ramitas de avellano.

  • ¡Ya lo sé! Pero era muy testarudo y no hubo forma de convencerle. En vista de los malos resultados de la fábrica, cambió el negocio por una agencia de viajes. Fue el primer hombre del mundo que estableció una red regular de canoas entre España y Nueva Zelanda. Ni que decir tiene que se hizo de oro.

  • Por cierto, señor Sánchez, me tomaría un oporto. Esta coraza empieza a molestarme.

  • Pasemos al salón. ¡Parkinson, dos Old Madeira’s, please!

  • Yes, sir.

Nos aposentamos en dos grandes butacones de cuero de cebú cingalés y proseguimos la conversación.

  • Entonces, ¿podría decirme cómo es que usted se dedica la chatarra? ¿Quebró su antepasado?

  • No, regresó a su país, dejando plantados a su mujer e hijos. Siempre fuimos muy pobres, por lo que tuvimos que trabajar en cualquier cosa. Carecíamos de oficio conocido, pero nunca nos faltó la suerte.

  • ¿A qué hora suelen servir la cena? Empiezo a tener hambre.

  • A las nueve en punto, señor conde. En esta casa, somos muy respetuosos con los horarios y las tradiciones.

  • ¿Cómo ha conseguido usted tantas fotografías curiosas de personajes tan admirados?

  • Con tesón, paciencia y dinero. Mis buenas monedas me han costado; pero ha merecido la pena. No todos los retratados querían aparecer en situaciones tan comprometedoras. Si supiera cuánto me costó convencer a Luis XVI de Francia para que simulara ser guillotinado... ¡Era tan supersticioso!

  • Es decir, que usted les obligó a posar. ¡Qué complicado resulta ser original, señor Sánchez!

  • Era la única manera de que el Gran Maestre de la Golden Dawn se dejase fotografiar en la bañera con su patito hinchable favorito o que Madame Bovary se prestara a lucir sus bien formadas piernas al paso del metropolitano.

  • ¿Pero no fue Marilyn Monroe?

  • No..., no..., fue Emma. Ella lo hizo primero.

  • ¡Ah, bueno, si usted lo dice!

  • Sus refrescos, sir.

  • Cenaremos a las nueve, Parkinson. Dispón los preparativos.

  • ¿El señor conde cenará armado?

  • ¡Oh, no! Me quitaré la coraza y el resto de la armadura. Me sentaré a la mesa desnudo, tal como soy.

  • Avísanos a menos diez, Parkinson.

  • Yes, sir.

  • ¿Cómo logró que John Wayne se dejase fotografiar disfrazado de Hermanita de la Caridad?

  • ¡Muy simple! Después de tres días –con sus noches- de juerga y whisky, se puede conseguir cualquier cosa. Por cierto, don Vincenzo, ¿le importaría posar para mi esta noche? Me gustaría incluirle en mi galería de celebridades.

  • ¡Será un verdadero honor, señor Sánchez! Pero quiero que mi retrato sea algo espontáneo, natural.

  • No hablemos más. Usted mismo determinará las condiciones de la fotografía.

  • Por cierto, ¿conoció personalmente al marqués de Sade y a Catalina la Grande?

  • No, por supuesto. Son daguerrotipos realizados a partir de dibujos de antepasados míos. La colección pasa de padres a hijos desde 1750.

  • Y dígame, ¿qué retrato le falta?

  • El de Billy el Niño. Le mataron un cuarto de hora antes de acudir a la cita que había concertado con Shawn Swyzht mi tatatarabuelo. Con sinceridad, Pat Garrett le hizo un flaco servicio a la historia. Había pensado vestirle de Dama del Ejército de Salvación. ¡Con una biblia en la mano habría quedado arrebatador!

  • ¡Habría sido epatante!

  • Son las nueve menos diez, sir.

  • ¡Gracias, Parkinson!... ¿Pasamos al comedor, señor conde?

  • Por supuesto, pero antes debo librarme de la coraza.

  • Parkinson, ayuda a don Vincenzo.

  • Yes, sir.

  • Le espero en el comedor.




De regreso a la cocina, Bautista mantuvo esta breve, pero aclaratoria, conservación con la doncella.

  • Candela, el capullo ése del conde se ha tragado toda la historia que la contado el zumbao de tu primo Alberto. Se ha creído que es el señor Sánchez.

  • ¡Pobrecito! Disfruta tanto cada vez que sale del manicomio.

  • Pero hoy se ha pasado. ¿Tú recuerdas los retratos que pintó el señor Sánchez a algunos internos del frenopático y que colgó en el corredor principal? Pues le está contando que son fotografías de grandes celebridades. Y el otro se lo cree. ¡Inaudito!

  • ¡Déjale! No hace daño a nadie.

  • ¡En fin, como tú digas, mujer! Pero, si regresa el señor Sánchez, yo no me hago responsable.




La cena transcurrió con toda normalidad. Don Vincenzo Malaparte di Corpo prosiguió celebrando mis fotografías; en particular, la de Cleopatra con el áspid, siempre tan joven. Con una copa de Calvados en la mano derecha y un habano en la izquierda, nos dirigimos hacia el cuarto donde realizaba mis sesiones fotográficas. En la puerta había un rótulo con la inscripción: “BOLERA”. Parkinson, siempre atento a mis deseos, nos esperaba con la cámara preparada. No hubo necesidad de disfrazar al señor conde ni obligarle a simular posturas forzadas. Su originalidad y disposición fueron tan imponentes que evitaron cualquier ingerencia por mi parte. En el retrato número 3615 -¿o era el 7210?-, mis asiduos visitantes pueden contemplar la sonrisa clarividente de un rostro distendido y confiado. Don Vincenzo Malaparte di Corpo no tenía cuerpo; sólo armadura.




CRÓNICA DE SOCIEDAD (urbi et orbi)

Llegada la Cuaresma, los monjes del monasterio orensano de San Estevo de Rivas do Sil (Ribera Sacra) tiraban cerdos al rio para poder pescarlos y justificar su consumo durante los días de abstinencia en que sólo podían comer pescado.

En la región argentina de Catamarca existe una localidad llamada Londres, cuyos habitantes son los londinos. No conciben la existencia de otro Londres habitado por londinenses.

Hermótimo de Clazómenas (actual Anatolia) practicaba la transmigración del alma, es decir, hacía viajes astrales. Dado que la vida nos reserva sorpresas, un mal día, cuando regresaba de un viaje, su alma encontró que, creyéndolo muerto, estaban quemando su cuerpo en una pira funeraria y, por tanto, no tenía dónde meterse.

En 1514, György Dázsa fue sentado en un trono de hierro y adornado con una corona del mismo metal calentados al blanco: un rey campesino asado vivo por los aristócratas magiares por sublevarse en defensa de los derechos de los agricultores.

- La abadía benedictina de Admont se halla en la región austriaca de Estiria. Fue fundada en 1074 por el arzobispo Gerhard de Salzburgo, patria de un tal Wolfgang Amadeus. Es famosa la decoración al fresco de su biblioteca realizada en el siglo XVIII.


El Papa Paulo III prohibió que la tortura a los réprobos durase más de una hora. Desde entonces los inquisidores interrumpen su trabajo un rato cada hora y lo reanudan después. También ordenó que no se usara leña en las hogueras para no apestar la ciudad donde se realizase la quema de los condenados y que se realizasen en días con cielo claro para que pudiesen admirarlas todos los ciudadanos de buen corazón.

- En esta fotografía pueden verse las caballerizas reales próximas al Palacio de Oriente, cuyos restos han aparecido durante las obras de remodelación de la Plaza de España, y, enfrente el Palacio del marqués de Grimaldi, también conocido como palacio de Godoy al ser su inquilino durante sus años como favorito de Carlos IV (y de la reina María Luisa según las malas lenguas).
Las caballerizas son el edificio de la izquierda y el palacio a la derecha. La calle central es la actual Bailén.



 

FRASE DEL DÍA (sea el que sea)

El camino más frecuentado y famoso es el que más engaña.- (Séneca).


CONTRAPORTADA


Biblioteca del Palacio del Seminario de Ljublana

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