lunes, 28 de noviembre de 2022

chafardero 180

 <<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE

NÚMERO 180  ANNO VIII>>




PRIMERA PLANA

Hace unos días una diputada del chiringuito Vox acusó a la ministra de Igualdad, señora Montero, uno de los blancos preferidos de dicha asociación lucrativa junto a su pareja, el ex vicepresidente Pablo Iglesias, de “liberar a violadores” tras las rebajas penales a dichos delincuentes aplicadas por algunos jueces con la entrada en vigor de la llamada “ley del sí es sí” promovida por su ministerio; mientras que otros magistrados las mantienen aplicando el mismo precepto. Puede ser una norma tan farragosa como para generar interpretaciones tan encontradas, pero también puede suceder que algunos jueces se dejen llevar por su género o  ideología. También la acusaron de carecer de méritos para ocupar su cargo salvo “el de acostarse con el citado Iglesias”. El hecho de que la señora Montero posea un doctorado en Psicología por la universidad de Harvard debe parecerles un asunto menor o desdeñable para un chiringuito disfrazado de partido político acaudillado por los intelectuales Abascal, Espinosa y el argentino Smith. De momento, ningún estamento ha considerado punibles las palabras de la diputada aludida al considerarlas dentro de la libertad de expresión y la estrategia del insulto ante la falta de programa político creíble de los secuaces de Abascal, antiguo presidente de Nuevas Generaciones del PP en el País Vasco (no lo olviden), al que algunos compatriotas -por vivir en el mismo país- quieren como presidente de la nación; como esa minoría masculina -algunos muy jóvenes- que considera los celos o controlar a sus parejas una prueba de amor, que la violencia machista no existe y que algunas mujeres son inferiores o manipuladoras; pero todas, ¡todas!, unas golfas (aunque pierdan el culo tras ellas).

Insultar, descalificar y menospreciar a la mitad de la población es ruin, lamentable y triste; también demostrativo del gran complejo de inferioridad que arrastran quienes lo practican. Pero que lo hagan otras mujeres resulta estúpido e incomprensible, y, a la larga, contraproducente para ellas.

En lo que va de año han sido asesinadas treinta y ocho mujeres a manos de sus parejas o exparejas, mil quince desde el año 2005 hasta noviembre del actual; cuando no debería haber ninguna. Para todos aquellos y aquellas que siguen negando la violencia machista se trata de un simple asunto privado; lo que equivale a dejarlas indefensas ante su agresor (condición a la que, quizá, pertenezcan algunos de los abanderados de esta postura).

Son nuestras madres, nuestras esposas, nuestras hermanas e hijas, nuestras amigas y compañeras de trabajo, algunos de nuestros familiares más queridos. Sin embargo, para muchos “hombres” y “mujeres” deben seguir con la pata quebrada como en tiempos pasados (porque, en el fondo, las temen), sólo están para servir a su marido y parir hijos sin rechistar, o que se atengan a las consecuencias. Un tópico tan falso como el que afirma que un hombre sólo puede hacer una misma cosa a la vez. Como siempre, hay de todo; incluso los que no pueden hacer ninguna como muchos diputados y senadores actuales.

Dependemos de ellas en muchas etapas de nuestra vida. Nos paren, nos crían, nos alimentan, nos confortan, nos aguantan, nos animan, nos quieren (aunque a veces no lo merezcamos) Por supuesto, también hay mujeres que hacen todo lo contrario -la maldad no tiene género-, pero eso no justifica su exterminio. Son nuestro complemento y apoyo, también pueden ser nuestra perdición y locura (como nosotros de ellas), nuestras compañeras de viaje como bien dice una querida amiga.

Son las mujeres de nuestras vidas. Nada más y nada menos.   


¿QUÉ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?

- Un documento del FBI afirma que el inventor Nikola Tesla provenía del planeta Venus.

- Regresa a casa borracho, no encuentra las llaves, fuerza la puerta para entrar y luego denuncia que le han robado. ¡Un prenda!

- Seguidores ultracatólicos de Bolsonaro reclaman ayuda extraterrestre con los flash de sus móviles  tras la victoria de Lula.

- El Consejo Económico y Social de Andalucía, presidido por el exvicepresidente Juan Marín, considera que la Universidad Tecnológica Atlántico-Mediterráneo, avalada por el citado Marín, no cumple todas las condiciones necesarias para ser aceptada como la primera universidad privada de la Comunidad.

- Una campaña de la Xunta de Galicia hace referencia a la forma de vestir y costumbres de mujeres víctimas de violencia sexual. 

- El tutor de un colegio madrileño ampara en "el respeto a las opiniones de los demás" los insultos homófobos a una alumna.

- El Ministerio de Exteriores recomienda  las españolas que viajen al Mundial de Qatar evitar el "uso de faldas demasiado cortas".

- Un pescador de captura un alca común, especie de pingüino, en la playa del Albir (L'Alfàs del Pi) .






OLDIES

Murió Wilko Johnson, profesor de historia y, sobre todo, guitarrista de "Dr. Feelgood", el primer grupo que vive en directo en el extinto Pabellón de baloncesto del Real Madrid, teloneados por Ñu y un jovencito llamado Rosendo vestido de butanero. En su honor, el clásico "Back in the night".

https://youtu.be/9ILyWFhuf3Y


LITERALIA



LAS ESTRELLAS





Bajo un sol de justicia, cogimos el metro frente a la Estación del Norte con dos horas de adelanto para coger un tren en la Estación de Atocha, porque mi abuelo, ferroviario profesional, no soportaba llegar tarde a ningún sitio; a pesar de vivir al otro lado del río, en un barrio habitado mayoritariamente por tranviarios, famoso por su verbena dedicada a san Antonio de la Florida.

Yo tendría unos siete años y era delgado y muy moreno. Llevaba el pelo rapado al uno con el flequillo habitual en la época –por las malas artes de un barbero compadre de mi abuelo- y vestía un pantalón corto azul marino y camiseta blanca con rayas negras horizontales. Completaba mi atuendo con unas playeras y un sombrero de paja con una auténtica pluma de faisán.

Mientras mis padres leían el periódico sentados a la sombra, mi abuelo me tomó de la mano y me llevó a pasear entre las locomotoras y vagones situados en las vías. Me describió modelos y características, me habló de sus viajes de varios días de duración a Galicia y Asturias en los que permanecía sentado en el angosto interior de la garita del vagón de cola; de su pírrico sueldo que completaba con la práctica habitual del estraperlo a pesar de alguna que otra requisación de la mercancía por la autoridad competente; de su estancia en Pola de Lena, cuando aún estaba soltero, y de su hermosa novia, que le esperaba, entregada, en su pueblo natal, cercano a la capital toledana, al regresar de las faenas del campo cada tarde. Ese mismo pueblo al que nos dirigíamos para pasar unos días de vacaciones, pues no había perdido el contacto con sus familiares; aunque había emigrado a la gran ciudad siendo muy joven.

Nada más poner el convoy en su andén correspondiente, subimos a nuestro vagón y nos instalamos en un departamento vacío. Me sentía tan excitado por el inminente comienzo del viaje que no podía parar quieto ante el visible enojo de mi abuelo.

Tras un largo pitido, la locomotora inició la marcha. Lentamente, fuimos abandonando la estación entre los saludos de una multitud desconocida y un señor uniformado que agitaba una banderola encarnada.

Me sentaron junto a la ventanilla para que me distrajera con el paisaje y no importunara con mis travesuras. Mi padre fumaba, como siempre, y mi madre tejía un jersey que nunca llegué a ponerme. Por su parte, mi abuelo sostenía los billetes en la mano; mientras esperaba la llegada del revisor, que no tardó en aparecer. Casualidades de la vida, se reconocieron nada más verse –habían coincidido en un mercancías camino de Asturias- y se saludaron en tono jovial.

  • ¿Sigues en el servicio activo?

  • Hace años que no viajo. Estoy de conserje en el Servicio Jurídico de la Red Nacional.

  • ¡Qué suerte tienes, condenado! Yo seguiré aquí hasta que me jubile.

  • Ya te queda poco – le consoló mi abuelo.

Tras picarle los boletos, su colega se despidió con un:

  • ¡Qué tengas un buen viaje!

  • ¡Igualmente!

En tierras toledanas, el tren se detuvo para enganchar otra locomotora a fin de superar la gran pendiente que había antes del pueblo, cerca de Malagoncillo. En cualquier caso, el convoy debió ralentizar la marcha; ocasión que aproveché para sacar la cabeza por la ventanilla y ampliar mi campo de visión. Con grandes voces, mi abuelo tiró de mi y me reprendió severamente por semejante temeridad; advirtiéndome que podía quedarme ciego si me entraba en los ojos la gravilla que despedía la chimenea de la máquina. Le miré con incredulidad, por lo que trasladó su enfado a mis padres, acusándolos de abandono de obligaciones. En cuanto pude, repetí la acción y, desesperado, me dejó en paz.

Cruzábamos un terreno de grandes cerros cubiertos de retamas, jaras, extensos olivares y viñas cargadas de uvas sin madurar. De vez en cuando, veíamos pasar volando aves que mi abuelo identificaba como perdices, tórtolas, torcaces o, simplemente, palomas. También pudimos distinguir las puntiagudas orejas de algún conejo que movía rítmicamente el bigote, mientras parecía roer algún pedazo de comida; aunque mi abuelo corrigió nuestra apreciación al señalar que se trataba de una liebre.

A media tarde, amodorrados por el calor, llegamos al término de nuestro viaje. En el apeadero, nos esperaba un cuñado de mi abuelo, el tío Milagros, un hombre magro y reservado, y el “Rucio”, un simpático borriquillo pardo que cargaba unas aguaderas con tres cántaros que había llenado en una fuente próxima a la estación. Me sentaron sobre él e iniciamos el lento camino hacia el pueblo bajo la agradable sombra de los árboles que bordeaban el sendero. Aunque el esparto de la cincha me rozaba el interior de los muslos, me sentía muy feliz montado en mi burrito, que trotaba retozón por mis insistentes patadas en sus flancos.

Tras cruzar la carretera nacional, que dividía en dos al pueblo como en otros muchos lugares del país, recorrimos las calles, parándonos a cada instante para que mi abuelo pudiera saludar a sus paisanos; pues muchos le recordaban como un mocoso que no levantaba dos palmos del suelo.

Apoyada en la puerta de su vivienda, nos esperaba una mujer vestida de luto riguroso con los brazos en jarra. Era la tía Práxedes, la cuñada de mi abuelo y mujer del tío Milagros.

  • Pero mira quién viene por ahí –fue su saludo-. ¿Y quién es ese mocito que monta a mi “Rucio”? – prosiguió.

Cuando llegamos hasta ella, se abrazó a mi abuelo y lloró sobre su hombro; pues recordaba a la hermana fallecida, mi abuela Benita. Después, besó a mis padres, y, mientras esperaba mi turno, levanté la vista y, sorprendido, descubrí las ruinas del castillo árabe que, aún hoy, domina el pueblo.

  • ¿Cuándo subimos? – pregunté.

Me apearon de la montura y entramos a la casa, organizada alrededor de un gran patio central. Mientras el tío Milagros encerraba al pollino en la cuadra, fijé mi atención en un galgo color canela que dormitaba lánguidamente bajo el porche. Despertado por nuestra irrupción, el animal se estiró y bostezó en silencio, y, luego, intentó acercarse hasta nosotros para darnos su bienvenida; pero una tranca de madera que colgaba de su collar y le trababa las patas delanteras, le impidió lograr su objetivo.

  • ¿Por qué lleva ese palo? – interrogué curioso.

  • Para que no corra – respondió mi abuelo.

  • En el colegio, nos han dicho que son los perros más rápidos que existen. Entonces, ¿por qué no quieren que corran? – porfié incrédulo.

  • El palo evita que se escape, si consigue soltarse – concluyó mi padre.

Me acerqué al animal y le acaricié la cabeza. Ninguno de los dos entendía su situación. Me lamió la mano en señal de solidaridad, creo. La tía Práxedes nos fue mostrando la vivienda, pero no hallé ningún motivo de interés en sus dependencias hasta que entramos al corral, ganado al cerro que coronaba el castillo. Descubrí varias gallinas y un hermoso gallo rubio que se paseaba arrogante por sus dominios; varios pavos y pavas comunes y cinco o seis cabras, con sus crías, que comían dentro de un redil formado por grandes montones de ramas de olivo que terminarían sus días en forma de hoguera. Toda mi curiosidad se centró en los simpáticos cabritos que mamaban ávidamente de las ubres maternas. Abrí la rústica puerta del aprisco y me acerqué con la intención de jugar con ellos; pero una de las hembras me miró fijamente, agachó la cabeza y se arrancó hacia mi con el claro ánimo de toparme. Mi abuelo gritó: “Sacar a ese chico de ahí que lo va a matar”. Yo corría delante de ella y le incitaba a perseguirme con frases como: “¡Que no me coges, que no me coges!”, ebrio de hilaridad y ajeno al verdadero peligro a que me exponía, hasta que mi padre entró en el corralón y, cogiéndome en brazos, dio por finalizada la diversión; aunque...

Después de la siesta, salimos a recorrer el pueblo; aunque apenas pudimos caminar por la cantidad de vecinos que nos paraban por la calle para saludar a mi abuelo. No obstante, conseguimos llegar hasta la tienda de ultramarinos de Agapito, un señor tan alto como yo que colmó toda mi curiosidad; pues era capaz de cambiar su estatura sin más esfuerzo que estar delante o detrás del mostrador hasta que descubrí una pequeña tarima ascendente tras él. Desde ese momento, le incluí en el grupo de los tramposos.

Al caer la noche, sacaron unas sillas de madera y asiento de pleita y nos sentamos en la puerta de la casa alrededor de una bota de vino. Mi abuelo evocó la infancia compartida junto a sus cuñados allí presentes; con su mujer, fallecida tras el segundo parto; con un hermano de la tía Práxedes, preso y muerto en la cárcel de Carabanchel durante la feroz posguerra por motivos políticos, y con un sobrino que se ahorcó muy joven debido a un desengaño amoroso. Aún recuerdo con espanto el huesudo dedo del tío Milagros señalando la viga donde se colgó el infeliz.

El cielo estaba despejado de nubes e irradiaba una paz infinita. Mientras los hombres apuraban el pellejo de tintorro, las mujeres frieron un conejo con patatas en una sartén que, sobre unas trébedes, pusieron en una lumbre de leña, con lo que el guiso adquirió un sabor exquisito. Mi abuelo relataba su época de pastor de cabras por los montes de Toledo y de segador junto a su hermano pequeño, residente en un pueblo cercano junto a su segunda esposa, cuando mi madre informó que la cena estaba preparada. Nos trasladamos al patio y acomodamos alrededor del guiso. El tío Milagros sacó la faca y partió grandes rodajas de una hogaza de pan que fue repartiendo entre todos. Como era muy pequeño, me apartaron la ración en un plato; mientras ellos comían directamente de la sartén. Aquélla fue la primera vez que bebí directamente de la botella, merced a un curioso artilugio formado por un tapón de corcho en el que habían practicado dos agujeros: en uno estaba insertada una caña corta por la que salía el aire, y en el otro, otra más larga por la que manaba el líquido elemento. Rematamos el banquete con una sandía tan sabrosa que la devoramos en un periquete.

Cansados del viaje, mis padres se acostaron temprano. Por su parte, mi abuelo marchó a visitar al único pariente rico que tenía; pues nunca se sabe a quién puedes necesitar.

Mientras su mujer fregaba los platos, el tío Milagros me sentó sobre sus piernas y comenzó a preguntarme por la escuela, si me gustaba leer, si me portaba bien y atendía en clase. No recuerdo mis réplicas, pero debieron parecerle oportunas; pues, cogiéndome del mentón y levantándome la cabeza, me obligó a mirar el cielo.

  • ¿Te gusta? – inquirió.

  • En Madrid, no hay tantas - contesté.

  • Están las mismas, pero el aire no es tan limpio. Todas tienen su nombre y su historia, que ya describieron los antiguos griegos.

  • ¿Y tú los conoces?

  • Algunos. Por ejemplo, ¿ves aquellas tres que están muy juntas? (Señaló con el dedo un grupo muy brillante situado a nuestra derecha). Forman el llamado “Cinturón de Orión”.

  • ¿Quién?

  • Un gigantesco cazador amado por la Aurora, la diosa de la mañana, y muerto por Artemisa, la Diana de los romanos, que protegía los bosques y la caza. El dios supremo, que se llamaba Zeus, le convirtió en constelación; la misma que estamos viendo ahora tú y yo.

  • ¡Es increíble!... Cuéntame más.

  • ¿Ves aquella otra que brilla mucho?

  • Sí, sí, la veo.

  • Es la Estrella Polar y, con otras seis, forma la Osa Menor o Pequeño Carro; porque recuerda su aspecto. (Con el dedo índice, me las fue mostrando una por una para que apreciara el contorno de la figura). Como es tan reluciente y está muy próxima al Polo Norte celeste, sirve de orientación a los navegantes.

  • Entonces, ¿también habrá una Osa Mayor, no?

  • Por supuesto. También se conoce como Gran Carro y está formada por otras siete estrellas.

  • Y aquella otra que parece una uve doble –le dije a mi ahijada, mientras íbamos sentados en la parte trasera del automóvil que nos transportaba hacia Villablino-, se llama Casiopea, nombre de una legendaria reina de Etiopía que alumbró a Andrómeda; a quien su padre ofreció en sacrificio a un monstruo marino que mató el semihéroe Perseo.

  • ¿Cómo sabes tanto? – preguntó la niña.

  • Me lo contó el tío Milagros, un cuñado de mi abuelo, cuando yo era muy pequeño. No lo he olvidado desde entonces.

  • Ya estamos llegando – comentó su padre sin perder la vista la carretera.

  • Una noche semejante invita a la nostalgia – añadió Ana, su esposa.

  • Y todo el sistema solar del que formamos parte se integra en un conjunto llamado Vía Láctea, porque, según la mitología, se formó con la leche de la cabra Amaltea, encargada de criar a Zeus.

  • ¡Oh, qué bonito, padrino! En el colegio, no nos cuentan estas historias – señaló la niña.

  • Así os educan – comenté.

  • Háblale del Camino de Santiago – intervino nuevamente su padre.

  • Es otra denominación de la galaxia –palabra que proviene del griego gala: leche- que nos acoge, porque las estrellas parecen formar una senda que desemboca en Santiago de Compostela.

  • Será una casualidad – afirmó su madre.

  • Es posible, pero te recuerdo que Compostela deriva del latín Campus Stellae o Campo de la Estrella; porque, según la tradición, cuando encontraron el cuerpo de Santiago Apóstol dentro de un ataúd de piedra, una estrella muy brillante les indicó dónde debían enterrarlo: el mismo que hoy ocupa la imponente mole de la catedral.

  • ¡Ojalá todas las clases fueran tan interesantes como este viaje! –comentó mi ahijada-. Así da gusto aprender.

  • Pues aprovéchate del padrino – aconsejó su madre.

La noche era muy hermosa; pero, como no había nubes y estábamos a mucha altitud, hacía un frío que pelaba. Las cumbres cercanas aparecían completamente nevadas.

Cuando fui a desear buenas noches a la niña, me dijo.

  • Cuéntame otro cuento.

  • No era un cuento, sino una parte de mi infancia

  • Cuando tenga hijos, les hablaré de las estrellas.

  • ¡Que duermas bien!

Me reuní con sus padres en el salón de la casa, donde ya me esperaba una cerveza recién sacada del frigorífico.

  • ¿Es verdad todo lo que le has contado a la cría? – preguntó Ana.

  • Los mitos y leyendas sólo son metáforas, imágenes que nos permiten explicar algunos puntos oscuros de nuestra Historia. De paso, entretienen y estimulan la imaginación de los niños y de los que no crecen nunca.

  • Por cierto, ¿qué fue del tío Milagros?

  • Sobrevive en mi recuerdo, como la historia de las estrellas.




CRÓNICA DE SOCIEDAD (urbi et orbi)

Austrialia del Espíritu Santo es el nombre que dio a la actual república de Vanuatu, antiguas Nuevas Hébridas, el navegante portugués Pedro Fernandes de Queirós en homenaje a su señor Felipe III. Una de las islas del archipiélago sigue llamándose Espíritu Santo.

Alrededor del año 820 d.C., el arzobispo Agobardo de Lyon escribió sobre el pánico de los aldeanos al creer que las granizadas y otros fenómenos atmosféricos que destruían sus cosechas tenían un origen mágico, lo que les llevaba a responsabilizar -y linchar- a los sospechosos de provocarlos o tempestarii.

- Die Glocke o La Campana era una supuesta Wunndewaffen o "arma milagrosa"  que los nazis fabricaron durante la IIª Guerra Mundial; aunque nunca se ha confirmado su existencia. No obstante algunos autores la han descrito como un "artilugio brillante y giratorio que producía algún tipo de efecto antigravedad" y que era "una máquina del tiempo" y "un programa antigravedad para un platillo volante llamado Repulsine". Fabricada en un metal pesado y duro, medía 2'7 metros de diámetro y entre 3'7 y 4'5 metros de altura. Contenía dos cilindros contrarotatorios llenos de un líquido violeta similar al mercurio que algunos científicos han relacionado con el peróxido de mercurio que llamaban Xerum 55. Tenía un alcance de doscientos metros y sus efectos principales eran: producir cristales en la piel y gelatificación y separación de la sangre, mientras que las plantas se convertían en grasa. Toda esto datos se basan en unos supuestos planos ofrecidos por un oficial nazi a los usamericanos  a cambio de su libertad, pero nunca se encontraron ni se conoció la identidad del militar; lo que ha propiciado los bulos y las especulaciones sobre el artefacto.



- Groom of the Stool ("Novio del taburete cercano al Rey") fue un cargo muy anhelado y envidiado por los nobles ingleses hasta su desaparición en 1559 por la cercana intimidad al  rey que otorgaba. Hasta entonces se ocupaba de "ayudar al monarca a ir al baño, proporcionales un cuenco, agua y toallas y controlar su dieta y deposiciones". Incluso se ha afirmado que limpiar el culo real tras hacer sus necesidades también entraba entre sus obligaciones.  En tiempos de Enrique VIII, también se ocupó de las finanzas y la política fiscal. 



FRASE DEL DÍA (sea el que sea)

 Los poderosos siempre han apoyado la religión, porque hace que los pobres se conformen con sus vidas y no se rebelen contra los poderosos que los explotan.- (Clóvis de Barros Filho, profesor de ética brasileño).

CONTRAPORTADA



viernes, 18 de noviembre de 2022

chafardero 179

 <<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE

NÚMERO 179   ANNO VIII>>



PRIMERA PLANA


La Ley Orgánica 4/2015, del 30 de marzo de dicho año, que modifica la Ley de Seguridad Ciudadana de 1992, atribuye nuevas facultades a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado frente a los ciudadanos (que, por lo visto, sólo pertenecen al Estado cuando se comportan bien según el gobierno de turno), pues, según el gobierno de Rajoy (que promulgó esta norma), “las fuerzas de Orden Público carecían de suficientes instrumentos legales para responder a determinados comportamientos individuales o de grupos sociales (por lo tanto los asociales e insociables quedan fuera del ámbito de esta ley)”.

Entre los comportamientos que la norma considera infracciones leves podemos citar:

  • Las reuniones en lugares de tránsito público (p.e. la M-30).

  • Exhibir armas u otros objetos peligrosos para la integridad personal (p.e un paragüas sacaojos).

  • Las faltas de respeto a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad (según su criterio).

  • El exhibicionismo obsceno y cualquier acto que atente contra la libertad sexual (con lo quedan exentas de cumplir esta ley todas aquellas personas que se declaran o consideran asexuales).

  • La ocupación de inmuebles contra la voluntad del propietario (lo que invalidaría algunas inmatriculaciones de la iglesia sustraídas a sus legítimos dueños).

  • Los daños a bienes públicos o privados (p.e. orinar en la estatua al legionario inaugurada recientemente por el alcalde capitalino).

  • Dejar sueltos a animales dañinos (también según el criterio de las citadas fuerzas).

  • Beber en la calle (lo que debe incluir sentarse en las terrazas de los bares para consumir).

Los infractores serán sancionados con multas entre 100 y 600 €.


Considera faltas graves:

  • Perturbar las reuniones públicas y religiosas multitudinarias (p.e., una misa concelebrada).

  • Manifestaciones ante organismos estatales (p.e, ante una oficina del Instituto de la Sociedad Social para que te atiendan sin cita previa).

  • Hacer barricadas (con coches ardiendo en particular por poco estéticas).

  • Asaltar servicios básicos para la comunidad (p.e., un banco)

  • Llevar armas sin licencia o consideradas ilegales (p.e, un tirachinas, una catapulta, una guillotina, una katana...).

  • Solicitar los servicios de prostitutas/os (suponemos que incluye a las de alto standing frecuentadas por algunos redactores de esta norma).

  • Consumo de drogas en general (p.e.,Telecinco).

  • Filmar o grabar a las Fuerzas de Seguridad sin su permiso (¿Quién se atreve a pedírselo?).

La multa en estos casos oscila entre 601 y 30.000 €.


Son faltas muy graves:

  • Manifestaciones espontáneas en servicios básicos para la comunidad que puedan generar peligros para los ciudadanos (por ejemplo, congregarse frente a un centro de salud en protesta por la falta de médicos o ante una central nuclear para exigir su cierre inmediato o intentar parar un desahucio ordenado por un juez).

  • El uso de armas sin licencia (es decir, cazadores y tiradores olímpicos podrán disparar a diestro y siniestro contra todo lo que se mueva).

  • Celebrar actos púbicos contraviniendo la expresa prohibición de la autoridad competente (si encuentran alguna).

  • Deslumbrar con luces y láseres a los conductores (especialmente durante un rally o una carrera de Fórmula 1).

En estos casos las multas se mueven entre los 30.001 y los 600.000 €.


Popularmente conocida como “ley mordaza”, ha servido para que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado pudieran presentar denuncias contra los ciudadanos y realizar detenciones basadas en su sacrosanto criterio, lo que puede implicar cierto grado de abuso o impunidad y convertir a cualquier persona en “presunto delincuente” por decisión de un agente, ya que su palabra siempre vale más que la del simple ciudadano miembro del pueblo soberano.

Durante la moción de censura que derrocó a Mariano Rajoy, el candidato -y actual presidente- Pedro Sánchez prometió derogarla sin que lo haya hecho todavía, tres años después.

¿Por qué no ha derogado una ley reaccionaria que limita derechos y libertades individuales y colectivas un gobierno que presume de progresista, socialista, izquierdista y demás istas?

Silencio administrativo.



¿QUÉ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?

- El asistente virtual Alexa aconseja "dar un puñetazo en la garganta" a los hijos para que paren de reír.

- Intervenido de urgencia tras dispararse en el pene con una pistola.

- La Junta de Andalucía inaugura un consultorio médico en Huelva sin luz.
- La presidenta capitalina afirma que el cambio climático  contradice la evidencia científica y lo relaciona con el comunismo.


´"¿Avisó la Virgen de una Tercera Guerra Mundial en Ucrania?".- (La Razón).

- El demócrata alcalde capitalino ordenó apagar las cámaras de tráfico durante la manifestación en defensa de la Sanidad para que no se viera a la multitud de manifestantes y las encendió durante la minoritaria manifestación de transportistas del día siguiente.

- Una mujer juzgada por agredir y morder a curas y feligreses en Palma de Mallorca, mientras gritaba; "Eres el Anticristo" o "Yo te condeno".

- El Congreso aprueba una ayuda de 500.000 euros para reparar el castillo de un pueblo que no tiene castillo al confundirlo con otro pueblo del mismo nombre que sí tiene.



OLDIES

Sidney Bechet y el clásico de Duke Ellington "Old Man Blues" (1930), saxo soprano y clarinetista genial.

 https://www.youtube.com/watch?v=l2wd-sbBt1w



LITERALIA


TRÍPTICO POP



IMAGEN


Todo enigma presupone una solución había escrito un famoso erudito en una pared de su estudio. Para encontrarla consultó libros y manuscritos artículos y folletos almanaques y enciclopedias antologías y glosarios cuando la encontró empezó a suponer el enigma



CRISTAL


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REFLEJO


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PUNTUACIONES

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CRÓNICA DE SOCIEDAD (urbi et orbi)


En la mezquita de Abraham de Alepo, siglo XII, se veneran los restos de san Juan Bautista.

Una antigua leyenda árabe relata que el alminar de la gran mezquita de Mosul (Iraq), se inclinó para rendirse ante Mahoma, cuando pasó frente a él; permaneciendo inclinado todavía.

La palabra trabajo deriva del latín “tripalium”, un instrumento de tortura usado por los romanos que consistía en una especie de cepo con tres puntas o pies para sujetar a bueyes y caballos para poder herrarlos que también se empleó para atormentar a esclavos y prisioneros. En el siglo XII significó tormento psicológico o sufrimiento físico".

Coloca una placa de cobre limpia en una olla de barro. Cúbrelo con vitrolo azul y luego agrega aserrín húmedo encima. A continuación, coloca una lámina de cinc recubierta con amalgama de mercurio sobre el aserrín para evitar la polarización . Como resultado del contacto, se forma una energía llamada "Mitra-Varuna”. Este párrafo está incluido en un texto hindú escrito por el sabio Agastiya hace unos tres mil años y describe una batería eléctrica. Añade que, utilizando unas cien ollas similares, se obtiene energía suficiente para disociar el agua en hidrógeno y oxígeno.

Entre los años 245 y 253 d.C., el imperio romano eximió de impuestos a la Bética (actual Andalucía más o menos) por los estragos que produjo una gigantesca inundación consecuencia de un tsunami que se originó en una laguna existente desde el año 400 a.C. en la desembocadura del Guadalquivir llamada Lacus Ligustinus, de la que salían tres brazos fluviales. Uno de ellos llegaba hasta Híspalis (Sevilla), distante cuarenta kilómetros entonces y setenta y cinco ahora. Se calcula que el puerto sevillanos medía un kilómetro de longitud y movía 18.000 toneladas de mercancías anuales. La ola originada en la laguna avanzó por el citado brazo arrasando todo lo que pillaba hasta llegar a Híspalis arrastrando fauna, flora y edificios. En la década de los setenta del pasado siglo, los arqueólogos estudiaron los restos de un edificio romano encontrado en los Reales Alcázares a 6'70 metros sobre el nivel del mar y descubrieron entre las ruinas limo y conchas marinas procedentes de la desembocadura del Guadalquivir, cuando el edificio se construyó con piedra caliza y ladrillos. Los expertos apuntan que la ola que arrastró estos depósitos aluviales debió ser la más grande registrada nunca.





Según el Tratado del Espacio Ultraterrestre firmado por EEUU, Inglaterra y URSS en 1967 cualquier ciudadano puede reclamar la propiedad de un cuerpo celeste, ya que, según el artículo I de dicho acuerdo, pertenece a toda la Humanidad. Y eso es lo que ha hecho una ciudadana española en 2012, cuando registró ante notario ser la propietaria del Sol, por lo que ahora insiste en cobrar un impuesto a todo el mundo por su uso y disfrute.

Durante una tempestad acaecida en 1543 en Canterbury, los aldeanos rociaron sus casas con agua bendita para protegerlas de rayos y truenos; mientras que la hostia consagrada era utilizada para apagar fuegos, curar la peste porcina y realizar hechizos amorosos.



FRASE DEL DÍA (sea el que sea)

Lo que el Partido sostiene que es verdad es efectivamente verdad.- (George Orwell, “1984”).

CONTRAPORTADA



lunes, 7 de noviembre de 2022

chafardero 178

 <<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE

NÚMERO 178   ANNO VIII>>





PRIMERA PLANA

Popularmente conocida como “Silla Palpati”, cuya fotografía incluimos, parece que su verdadero nombre es “Sedia Stercoraria” o “Silla del Estiércol”. Utilizada en el Vaticano durante muchos años hasta su prohibición en 1552 durante el pontificado de Adriano VII, aunque existen imágenes de su uso en 1644 con Inocencio X como protagonista, su función era la siguiente: el Papa recién elegido se sentaba en ella sin ropa interior y un joven diácono o un cardenal se arrodillaba frente a él, metía una mano bajo el alba, la túnica blanca sacerdotal, y palpaba sus genitales para comprobar que era hombre y no mujer a fin de evitar una nueva Papisa Juana, la única mujer pontífice de la Historia, asesinada por la plebe tras quedarse embarazada. El “palpati”, el que palpa, tras comprobar la hombría papal, exclamaba la fórmula: “Duos habet et bene pendentes” (Tiene dos y cuelgan bien), que podía sustituirse por un sucinto: “Testículos habet” o simplemente “Habet!”.

Los responsables vaticanos siempre han tildado de leyenda esta ceremonia, aunque la citada silla puede contemplarse en los museos de san Pedro con el nombre ya señalado. En cualquier caso suponemos que el afortunado “palpati” debería cumplir algunas condiciones previas como tal vez ser familiar o conocido del pontífice o... tener las manos limpias y calientes.

También se afirma que los reyes británicos empleaban un asiento similar para que un sirviente les limpiase el ojete tras defecar gozosamente, aunque en este caso no hay constancia escrita o gráfica de la existencia de la silla.






¿QUÉ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?

- Sopa con gusanos en el menú de los trabajadores del Hospital de León.

- El cuadro "New York City 1" del pintor abstracto Piet Mondrian ha permanecido 75 años colgado al revés en el museo de arte contemporáneo de Düsseldorf. No entendemos cómo han podido confundirse. 


- Traslados forzosos de sanitarios en Uber para cubrir las nuevas urgencias de la Comunidad de Madrid.
- Un cazador se cuelga una perdiz de los genitales, mientras grita: "¡Viva España!".
- La República Checa aprueba un impuesto a la banca y las empresas energéticas que gravará el 60% de sus beneficios "caídos del cielo".


- Una mujer pare en un taxi camino del hospital y le pasan la factura de la limpieza del vehículo.



OLDIES

El desconocido, para mi, dúo Larkin Poe, formado por las hermanas Rebeca y Megan Lovell, nos presentan su tema "Strike Gold". Observen la curiosa forma de tocar la slide guitar.

https://www.youtube.com/watch?v=qPrIJQnoXTc


LITERALIA




LAS MUJERES



Desde que salimos del puerto de Iquitos, en el Perú, y avanzamos por el río Napo en la carabela “VIRGEN DE LA CARIDAD” bajo las órdenes de Francisco de Orellana, segundo de Pizarro, hemos encontrado inmensas nubes de mosquitos sanguinarios y enormes bancos de peces de sabor muy agradable que los nativos denominan caribes y nosotros, pirañas. Su voracidad es tan notable que Juan Facúndez perdió la mano derecha –y la jofaina-, mientras cogía agua del río para afeitarse. Algunas distracciones pueden resultar fatales. También nos hemos topado con varias tribus de indios pacíficos que nos han proporcionado frutas maduras y varios intérpretes para entendernos con otras tribus, dada la variedad lingüística que reina por estos parajes. Por el contrario, no hemos descubierto Eldorado ni otras ciudades maravillosas ni, por descontado, ninguna salida al mar. Los días se suceden monótonos, mientras navegamos vigilantes entre la tupida vegetación que, lujuriosa, invade ambas orillas.

Como encargado del timón, he podido seguir algunas conversaciones mantenidas entre la oficialidad. Recuerdo con especial agrado aquella ocasión en que el piloto Francisco de Osuna se aproximó al capitán y le informó de que, tras estudiar diferentes cartas marinas y efectuar complejas operaciones matemáticas propias de su oficio, podía asegurarle sin miedo a equivocarse que estábamos perdidos. Imperturbable, Don Francisco de Orellana respondió que “le parecía lógico, ya que las cartas marinas nunca han servido para la navegación fluvial”. Se odiaban fraternalmente desde que les enfrentó un asunto de faldas. Cabizbajo, el piloto volvió a sus cálculos y dejó de importunar a Su Excelencia. En otro momento, Calicán, uno de los traductores, le habló de la existencia, más allá del lejano horizonte, de un gran río que nadie había recorrido entero en el que vivían “las mujeres”. Al nombrarlas, tembló de miedo. El capitán decidió continuar con el mismo rumbo.

  • ¡Ja, mujeres a mí! – exclamó Juan de Ibarra, calafate extremeño.

Entretanto, el licenciado Belarmino Dávila preguntó al indígena si había oído el nombre de Pantasilea. Presa de un pánico inexplicable, el pobre indio se lanzó al agua entre grandes alaridos; donde las pirañas lo recibieron con las fauces abiertas, por lo que sufrió muy poco.

A nuestra izquierda, dejamos un río de aguas tan oscuras que Su Excelencia, en un alarde de originalidad que le honra, bautizó como Río Negro. Tras enviar vigías a patrullar las riberas, decidió pasar la noche en aquellos contornos.

El nuevo día amaneció cálido y despejado. Aves ocultas inundaban el aire con sus trinos melodiosos. Algunas lagartijas enormes, que el licenciado Dávila denominó yacarés, abandonaron las orillas y se sumergieron en las aguas hasta que sólo resultaron visibles sus ojos redondeados. También escuchamos gritos y chillidos que asociamos con monos u otras bestias desconocidas; pero Bandán, otro intérprete, volvió a citar a “las mujeres”, a lo que respondimos con una carcajada general.

  • ¡Ja, mujeres a nosotros!

Por un afluente lateral, surgieron cuatro o cinco canoas repletas de indios emplumados que cantaban, mientras bogaban. Cuando llegaron hasta la carabela, el cacique se dirigió a nuestro capitán con gran aparato de gestos. El traductor le comunicó que “eran umanas y que vivían en un poblado cercano llamado Conlapayara”. Añadió que “nos ofrecían su amistad y carne de cerdo recién curada”. Su Excelencia permitió subir a bordo a una pequeña comitiva para afianzar nuestros lazos y trocar sus viandas por baratijas toledanas. El jefe departía acaloradamente con el intérprete, que trasladaba su preocupación al capitán, cuando una flecha surgida de la espesura atravesó el pecho de Rafael de Lebrija, que cayó al suelo exánime. Bandán corrió a esconderse en la bodega, mientras gritaba: “¡Las mujeres, las mujeres!”. El cacique y su séquito saltaron a las embarcaciones y se alejaron a todo remo hacia la seguridad de sus chozas. En un momento, nos vimos rodeados de una docena de canoas ocupadas por mujeres semidesnudas y fuertemente armadas que disparaban sus arcos con mortífera precisión. El licenciado Berlarmino Dávila alertó a Su Excelencia sobre una singularidad común de nuestras atacantes: carecían de seno derecho como testimoniaba la terrible cicatriz que adornaba sus vigorosos cuerpos.

  • Igual que las amazonas del río Termodonte en Leucosiria – concluyó su explicación.

Impertérrito, nuestro capitán mandó virar la nave para refugiarnos en la orilla; pero allí nos recibieron con más flechas. Entretanto, algunas mujeres lograron subir a la carabela y apoderarse de numerosos marineros. Luego, desaparecieron tal y como habían llegado: de repente.

Su Excelencia bautizó el río en que nos encontrábamos como Amazonas y proseguimos el viaje, dando por desaparecidos a nuestros compañeros. El médico aprovechó la ocasión para curar a los innumerables heridos que nos habían causado “las mujeres”, mientras fray Ambrosio de Liébana consolaba a los desahuciados. Las siguientes jornadas transcurrieron muy tensas. Mientras seguíamos navegando despacio por el centro del cauce, Su Excelencia ordenó que dos grupos de soldados, con la pauta de disparar tres veces al menor incidente, reconocieran las riberas; aunque, según las mediciones de nuestro piloto, distasen once mil novecientas sesenta y dos varas entre sí.

Un atardecer especialmente caluroso escuchamos un arcabuzazo. El grupo del teniente Zamora nos hizo señas con una bandera blanca desde la orilla izquierda. Acerqué la carabela hasta ella y les recogimos junto a varios hombres prematuramente envejecidos que vestían igual que nosotros. ¿Alguna expedición perdida en el laberinto de la selva? Sin embargo, entre ellos reconocí a mi compadre Joselillo de Utrera. Por tanto, eran los compañeros que habían apresado “las mujeres”. ¿Cómo habían logrado escapar?, nos preguntamos toda la tripulación. Su Excelencia mandó dirigirnos hasta la otra orilla para coger al escuadrón que la reconocía. Luego, volvimos al centro del río y echamos el ancla. No nos moveríamos hasta saber qué había sucedido desde la desaparición de nuestros camaradas. El capitán nos congregó en el castillo de popa y esperamos con impaciencia el relato de nuestros colegas.

El alférez Álvaro Buendía, como autoridad superior de los evadidos, se puso en pie y tomó la palabra:

  • Antes de comenzar la narración de nuestras peripecias, quiero aclarar que las mujeres guerreras nos han tratado satisfactoriamente y que nunca hemos temido por nuestras vidas; aunque, si llegamos a permanecer más días entre ellas, no sé cómo hubiéramos acabado.

Algunos de sus acompañantes sonrieron cómplices tras sus frases. Pero... ¿cómo habían envejecido tan deprisa unos hombres que apenas rondaban los treinta años? ¿A qué misteriosos tormentos les habían sometido esas arpías? ¿Qué pretendían de ellos, si no era matarles o esclavizarles?

El oficial retomó la palabra y nos informó de que:

  • Con las manos atadas a la espalda y unidos por una soga enlazada a nuestros cuellos, atravesamos la selva hasta llegar a su poblado. Nos sorprendió no ver correr a ningún niño pequeño ni distinguir adolescentes o adultos. En un principio, pensamos que estarían cazando y, finalmente, que se trataba de caníbales especialmente aficionadas a la carne masculina; pero, aunque si les gustaba, no llegamos a sospechar sus auténticas preferencias. Nos encerraron en una gran choza y apostaron vigilancia permanente en su puerta. Tras ofrecernos toda clase de alimentos, zumos naturales e ingentes cantidades de agua dulce, nos dejaron solos. Bandán, que también había sido atrapado, nos sirvió de intérprete como cabía esperar. Por él, supimos que no eran antropófagas y que seríamos los protagonistas de una gran fiesta nocturna; por lo que nos aconsejó que comiéramos bastante, pues gastaríamos muchas energías. Calmamos el hambre con las viandas que nos habían suministrado; pues, aunque soldados, apreciamos la diversión. Pronto comenzamos a contar chistes verdes y chascarrillos sobre la hermosura y desnudez de “las mujeres” a pesar de su horrible mutilación. Juan Ibarra, aquí presente –el alférez señaló a un hombre consumido y pelicano que no recordaba en nada al fornido carpintero que todos habíamos conocido-, no cesaba de repetir: “¡Ja, todas las mujeres para nosotros!”, lamentará mientras viva tan inoportuna vena profética.

A media tarde, compareció ante nosotros la más bella entre ellas, que Bandán nos presentó como la reina Pantasilea y...

  • ¿Visteis a Aquiles? – le interpeló el licenciado Belarmino Dávila.

  • Ni a su talón tampoco – le respondió, jocoso, Juanillo Bermúdez.

  • ..., tras palparnos concienzudamente, señaló a José de Utrera. Bandán musitó un “¡No la defraudes por la cuenta que nos trae!”, antes de que tres mujeres fuertemente armadas le sacaran de la cabaña; a la vez que otra docena nos amenazaba con la punta de sus lanzas para frenar cualquier atisbo bélico por nuestra parte. A la soberana, le sucedieron otras mujeres en lo que resultó ser la selección de favoritos. Cuando nos dejaron nuevamente solos, y como no escuchamos gritos ni peticiones de auxilio de nuestros compañeros, nos tranquilizamos de nuevo. Hice un aparte con Bandán, que ha decidido volver a su tribu para contarles una experiencia tan insólita, y le interrogué sobre la ausencia de niños y hombres en la aldea. Me respondió que ahogaban a los recién nacidos y que los pocos adultos que sobrevivían trabajaban como esclavos en la recolección de alimentos y otras labores pesadas; pues se regían por un matriarcado estricto en el que los hombres eran considerados una especie inferior.

  • ¿Qué se podía esperar de alguien que se corta una teta? Barbarie, barbarie y nada más que barbarie – interrumpió Juan Ibarra.

  • Tercera imaginaria – sentenció Su Excelencia.

  • Tras agradecerle sus informes –prosiguió el alférez-, comencé a sospechar la suerte que nos esperaba; pero no trasladé mis recelos a los hombres para evitar euforias prematuras.

  • ¡Muy prudente, oficial! – comentó nuestro capitán.

  • Al llegar la noche, volvieron “las mujeres” y cada una se llevó a su elegido tras ponerle un cuchillo en el cuello. Ninguna escogió a Bandán, pues le consideraban algún tipo de animal. En resumidas cuentas, yacimos con ellas hasta el nuevo día sin parar un momento para recuperar fuerzas.

  • ¡Cómo os habéis puesto, condenados! – exclamó Joseba de Hernani-. Llevamos meses sin oler una hembra.

  • Segunda imaginaria – sentenció Su Excelencia, que viajaba con su amante nativa.

  • Ajenas a nuestros ruegos y protestas, las mujeres parecían dominadas por un frenesí que no encontraba satisfacción definitiva. Incluso, algunas entraron a otras chozas para entregarse a otros hombres, pues los suyos ya estaban agotados.

  • Che passione! – intervino Gian Battista del Picciuolo, comerciante veneciano empeñado en abrir nuevas rutas para sus productos.

  • Cuando volvimos al exterior –insistió el oficial-, hartos y exhaustos, nos reunimos junto al fuego y nos miramos detenidamente: apenas nos reconocimos. En unas horas, parecíamos haber cumplido muchos años. El que llegó imberbe, terminó senil; tales habían sido los devastadores efectos de su furor desaforado. Reapareció la reina Pantasilea más hermosa que nunca junto a un demacrado José de Utrera. Tras exigir la presencia de Bandán para que realizara sus funciones –único motivo por el que le habían mantenido vivo-, le comunico que “nos devolvía la libertad y nos proporcionaría seguridad y alimentos hasta que nos reuniéramos con nuestros compañeros”. “Gracias a vuestra contribución”, prosiguió la soberana, “nuestra tribu tendrá una nueva descendencia y seguirá existiendo”. Las mujeres que nos acompañaban desaparecieron nada más avistar al teniente Zamora y su grupo. Aquí termina el relato.

Nos sumimos en un profundo silencio. Tras comprobar las secuelas que había provocado en nuestros amigos el trato con “las mujeres”, un miedo cerval se apoderó de todos nosotros. Tras pasear a todo lo largo del puente, Su Excelencia me ordenó:

- Timonel, sigue recto hasta el mar, esté donde esté, y reza, porque sólo encontremos hombres en nuestro camino. ¡Al menos, sabremos cómo defendernos!


CRÓNICA DE SOCIEDAD (urbi et orbi)


¿Qué es?


El coro de la basílica de la Santísima Trinidad de Morella (Castellón) fue construido en el primer tercio del siglo XV sobre cuatro pilares anteriores. Obra del escultor morellano Antoni Sancho y el italiano Giuiseppe Belli, se asciende hasta él por una elegante escalera de caracol que rodea once columnas de diferente grosor.



 En la iglesia de la Santísima Trinidad de Marylebone puede contemplarse una estatua, obra del escultor Paul Fryer, que representa a Pateta o Príncipe de las Tinieblas.



La catedral gótica de Colonia empezó a construirse el año 1248 para albergar los huesos de los Reyes Magos, custodiados en Milán hasta el saqueo de la ciudad por Federico Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, quien los entregó al arzobispo de la ciudad alemana Reinaldo de Dassel en 1154. Para contenerlos se encargó al orfebre Nicolás de Verdún la construcción de un relicario de madera recubierto con oro, plata, filigranas y mil piedras preciosas que terminó hacia 1225. Mide 200x110x153 cm y consta de tres sarcófagos, dos adosados entre sí y un tercero que descansa sobre las aristas superiores de ambos.


La Inquisición gratificó la delación hasta extremos delirantes al perseguir la gastronomía de las religiones consideradas heréticas como el judaísmo y el Islam. Sirva de ejemplo el caso del plato judío llamado adafina, cuya preparación y/o consumo era suficiente para que el Santo Oficio incoase expediente por hereje a sus cocineros y comensales. Por fortuna,  la Inquisición no pudo impedir que el humilde cocido permaneciese entre nosotros.

- El caracol de patas escamosas o volcánico  vive en los respiraderos volcánicos más profundos del mar. Puede llegar a pesar medio kilogramo y es carnívoro. Su principal característica es que su caparazón está formado por tres capas: la más externa es de sulfuro de hierro, lo que le convierte en un caracol blindado; la intermedia es de perióstraco, un material orgánico común a otros moluscos, y la interior está compuesta de aragonito, un cristal de carbonato de calcio.



Las Decretales de Gregorio IX o Decretales Smithfield es un manuscrito medieval elaborado en el sur de Francia entre 1300 y 1340. Incluye cartas papales, doctrinas y decretos eclesiales. Es famoso por la figura verde de grandes orejas ataviada con una saya que aparece en la página dedicada a Sansón y que recuerda a cierto  personaje de una saga cinematográfica.





FRASE DEL DÍA (sea el que sea)

 Sí, lo sé. Todos los grandes primero fueron ignorados, pero yo no soy un gran hombre; así que preferiría ser famoso inmediatamente.- (Jules Renard, escritor francés).


CONTRAPORTADA

PUENTE