jueves, 9 de abril de 2020

CHAFARDERO 100

<<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE>>
NÚMERO 100    ANNO VI


PRIMERA PLANA

"¿Cómo puedes pagar cuotas de desplazamiento cuando ni Dios sale de su casa? ¿Dónde comes fuera de casa ahora, si llevamos confinados desde mediados de marzo y la gente está perdiendo sus trabajos?", se preguntaba un periodista en un programa de televisión. Parece ser que la suma total de las dietas que perciben diputados y senadores anualmente supera el millón cien mil euros, a lo que debemos añadir las correspondientes a las Comunidades Autónomas. Semejante insensibilidad,  golfería, o desprecio parece llevarnos a la siguiente cuestión, algo manida desde luego: "Sus señorías; ¿sirven o se sirven? Días después de estas palabras, los patrióticos Vox deciden donar sus dietas a una asociación de corta existencia en defensa de los afectados por el coronavirus que preside una de sus afiliadas, es decir, se donan las dietas a sí mismos. ¡Cuán graciosos pueden llegar a ser!
Desde nuestra profunda ignorancia, nos preguntamos si son compatibles los privilegios  y una democracia. De serlo, tal vez algún experto debería explicar de nuevo el concepto de democracia. Desde nuestra profunda ignorancia, nos preguntamos cómo puede haber un grupo de ciudadanos que, por su cargo, incumplen el principio de igualdad ante la ley de todos los españoles; pues, de existir realmente, todos necesitaríamos el permiso del Congreso de los Diputados para ser juzgados por los tribunales. Desde nuestra profunda ignorancia, nos preguntamos por qué seguimos creyendo en esta aparente farsa. Parece que los únicos que creen -y necesitan- un sistema más o menos democrático son los gobernados, mientras que los gobernantes y representantes públicos se limitan a disfrutar sus ventajas y despreciar al resto, titular de algún derecho (teórico) a exigirles honestidad y una defensa eficaz y responsable -ya escucho algunas carcajadas- de sus intereses, que deben ser los comunes. Sin embargo, divididos por ideologías y odios, presenciamos estupefactos e indignados los excesos y desaires de sus señorías.

Por su rareza y precisión, recomendamos el artículo del exportavoz popular en el Congreso, señor
Juan Ramón Calero, sobre la función de la oposición en nuestro país. El enlace es: https://www.elplural.com/politica/espana/argumentos-lider-pp-nacional-hunden-casado-actitud-crisis-coronavirus_237014102




¿QUÉ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?

- Residencias de ancianos de Madrid prohíben a sus empleados hablar con la prensa.
- Un magistrado del Supremo denuncia una conspiración según la cual el Gobierno y la UE ocultan el verdadero origen del virus.
- Conduce de Guadalajara a Madrid para comprar una barra de pan durante el estado de alarma.
- Titular de Alerta Digital: "Tiempo de rojos, hambre y piojos".
- Detenidas tres jóvenes en Valencia que simulaban ser repartidoras de comida para vender droga.
- El coronavirus dispara las venta de armas en Usamérica y míster Trump declara esenciales las armerías para que la población pueda adquirirlas durante el confinamiento.
- Las mismas empresas que aplican ERTES  a sus trabajadores, los obligan a seguir trabajando.
- Tukmenistán prohíbe pronunciar la palabra "coronavirus".
- Vox propone un Masterchef de toreros.
- "Como dijo Adolf Hitler a sus generales cuando propusieron invadir España: ni hablar, los españoles gobernaron una vez el mundo; es el único pueblo mediterráneo verdaderamente valiente, organizarían guerrillas en nuestra retaguardia. No se puede entrar en España sin el permiso de los españoles". Frase de una concejala de Vox en el pueblo toledano de Fuensalida en relación a la epidemia de coronavirus.
- Detenidos varios niños disfrazados de perros por robar helados.





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LITERALIA


CAPÍTULO XXIX



Adalberto Rabazas era un hombre duendo (1)

NOTAS:
1) Doméstico y manso.
Había quedado en el apartamento de su prometida Maripi Civantos de la Esparraguera para comentar algunos detalles sobre su próximo connubio. Por el camino, la había comprado una caja de bombones surtidos. Lo consideraba un gesto de reconciliación con la muy rubia y sugestiva joven tras varios días sin verse por los interrogatorios policiales y los tórridos encuentros conn Adriana. Maripi creía que seguía realizando cursos del banco en Cercedilla.
Ataviado con un ligero terno gris perla, corbata azul marengo, camisa color hueso y su inseparable borsalino, saludó al portero del edificio y cogió el ascensor para subir al tercer piso, planta donde residía su amada. Sin embargo, el elevador se detuvo en el segundo, donde entró... la inspectora Ballesteros ante la sorpresa de Adalberto, quien, recordando el último encuentro entre ambos, se pegó contra el cristal de la caja y se cubrió la cara, mientras decía:
- No he vuelto a ver a Adriana.
  • Es un caso cerrado – afirmó la policía.
  • ¡Qué alivio! - comentó Adalberto.
  • ¿Vienes a ver a Maripi? - sin esperar su respuesta, añadió: Yo también.
  • ¿La conoce? - inquirió un sorprendido Adalberto.
  • Soy una de las amigas con las que merienda todos los sábados por la tarde (2).
  • ¿Y me lo dice ahora?
  • No había salido el tema hasta el momento – argumentó la inspectora.
  • ¿Vive aquí también?
  • En este piso. Vamos a mi apartamento – respondió la inspectora, que había mantenido abierta la puerta del ascensor hasta entonces.
  • ¿Por qué?
  • Creo que ha llegado el momento de conocernos mejor. ¡Eres un hombre atractivo, Adalberto!
  • ¿Me pegará otra vez?
  • ¡No digas sandeces!
  • Maripi me está esperando. ¿No se preocupará por mi tardanza?
  • Telefonéala desde mi piso.
  • ¿Y cómo justifico su compañía? ¿Y cómo no se saludaron, cuando coincidimos en la exposición de joyas?
  • Maripi sabe que no debe hacerlo, cuando estoy trabajando. Podría desvelar mi verdadera identidad. En cuanto a la primera pregunta, me ha hablado tanto de ti que creerá que te he reconocido al coincidir en el ascensor.
  • Es usted muy peligrosa - admitió Adalberto.
  • ¿Cuándo vas a tutearme?
  • Nunca. Soy muy respetuoso con la autoridad.
Entraron al apartamento de la inspectora, y, mientras ésta servía dos vermuts, Adalberto comunicaba su paradero a Maripi, quien quedó en reunirse con ellos enseguida. Después, Adalberto y la inspectora brindaron por los viejos tiempos, aunque le trajesen malos recuerdos.
  1. Como quedó dicho al comienzo de esta inocente historia, Maripi y sus amigas merendaban todas las tardes de sábado en el Gran Hotel Emperador Maximiliano. El imponente edificio de fachada neoclásica, rematado por un conjunto escultórico que reproducía el fusilamiento del infortunado gobernante mexicano que titulaba el inmueble, estaba situado en la intersección de las calles de José Abascal y Zurbano (3). Un lujo recargado dominaba todos sus rincones, desde el vestíbulo, con su gran araña de cristal de Bohemia, hasta la suite nupcial con su capilla privada, su decoración caribeña y su pequeña playa artificial. Tenía quince plantas, otras tantas cafeterías, sin incluir la situada en la terraza, noventa ascensores y una plantilla estimada en más de seiscientos empleados. El dueño era un jugador profesional norteamericano que lo había ganado en una partida de poker. Maripi y sus amigas se reunían en la llamada “cafetería negra”, donde clientes de ambos sexos se situaban en torno a una diminuta pista de baile circular, sentados en reservados sin iluminación desde los que podían seguir las actuaciones de bailarines y bailarinas ligeros de ropa o sin ella. También tenían la posibilidad de reunirse con alguno o alguna u otro cliente en discretos aposentos ubicados en el mismo local, donde podían realizar actos imaginables denominados “merendar” en el argot de los congregados.
  2. José Abascal y Carredano, natural de Pontones (Santander), político progresista y alcalde de Madrid.
    Martín Zurbano, riojano, contrabandista y militar. Luchó primero contra Napoleón y después contra los Cien Mil Hijos de San Luis, lo que es mucho pelear. Tras ser indultado, volvió a la agricultura -su primer oficio- hasta que estalló la Guerra carlista y se adhirió a los isabelinos. Famoso por su sanguinaria ferocidad, bombardeó Barcelona y se enfrentó a Prim. Fusilado junto a sus dos hijos por apoyar a Espartero en una rebelión fallida.
    Cuando Maripi abrió la puerta -eran tan buenas amigas que poseían llaves de sus respectivos apartamentos-, descubrió a la inspectora Ballesteros y su prometido compartiendo un beso con lengua. Sin extrañarse, comentó:
  • ¡Ah, ya veo que os conocéis!
  • ¡Hola, cariño! -dijo la policía, mientras abandonaba a Adalberto y repetía la caricia con la recién llegada-. Tu prometido es una monada: educado, correcto, atento y... ¡muy servicial! – remató, mientras la guiñaba un ojo.
  • ¡He tenido mucha suerte con él! - admitió Maripi.
  • Te he traído unos bombones – intervino Adalberto.
  • ¡Gracias, cariño! - dijo Maripi, mientras lo besaba en la mejilla.
  • ¿Y qué le trae por aquí, Adalberto? - se interesó la inspectora.
  • Eeehhh.... Maripi y yo íbamos a hablar sobre nuestro próximo enlace. Aún quedan pequeños detalles por concretar: el color de las flores...
  • Sólo falta eso, cariño. De todo lo demás está encargándose mi padre – señaló su muy rubia y sugestiva prometida.
  • ¡Claro, claro!
  • ¿Quieres tomar algo, querida?
  • Dos dedos de whisky – respondió la aludida ante la sorpresa de Adalberto.
  • ¿Desde cuándo bebes whisky?
  • Tengo una vida secrerta -tenemos, en realidad, dijo, señalando a la inspectora- que no conoces, cariño.
  • Comienzo a pensar que no te he conocido nunca.
  • Adalberto, Maripi y yo hemos decidido que...
  • ¿Hemos? - inquirió el aludido.
  • Sí, se trata de su despedida de soltera y la hemos organizado nosotras.
  • Yo he quedado con mis amigos.
  • Tendrás que posponerlo, cariño. Tú también participas en mi despedida.
  • Pero... va contra la tradición.
  • ¡Paparruchas! - señaló la inspectora.
  • ¿Mi opinión no cuenta para nada?
  • En este caso, no – ratificó la policía. Luego añadió: Voy a ducharme.
Cuando se quedaronn solos, Adalberto dijo a su prometida:
  • Tengo la sensación de que no eres tan modosa como creía.
  • Soy joven y me gusta divertirme – se defendió la aludida.
  • Pero... yo tengo una buena posición laboral que podría verse afectada por cualquier escándalo..
  • Soy joven y me gusta divertirme – insistió Maripi.
  • ¿Cambiáras de hábitos, cuando nos casemos, verdad? Seremos una familia respetable, recuérdalo.
  • Bueno..., sí..., algo tendré que hacer.
  • ¡Maripi, me siento engañado!
  • ¿Tú nunca te has divertido? - inquirió la joven con tono ingenuo.
  • Siempre dentro de un orden, querida.
  • ¡Es tan agradable!
  • ¿Volvemos a tu apartamento para hablar de nuestra boda?
  • Ya te dije que mi padre se encarga de todo.
  • Quizá, “Suzette” esté preocupada por tu ausencia.
  • No sabía que la quisieras tanto.
  • Es un amor recíproco, cariño.
  • Subiré a cambiarme de ropa.
  • ¿Vas a salir?
  • Nos vamos al hotel para reservar la cafetería.
  • ¿Yo también?
  • Tú serás el centro de la fiesta, pero no puedo decirte más. Se lo prometí a Bárbara.
  • ¡Qué engañado me tenías!... ¿No pudiste decirme que la conocías al salir de la exposición de joyas?
  • Estaba trabajando, querido.
  • Ya me ha comentado vuestro acuerdo, pero ya habíamos salido.
  • Pero tú sabrías que era policía y podrías desvelar su identidad..
  • ¿Y cuándo vais a la cafetería esa también está de incógnito?
  • Más que en ningún otro sitio. Perdería su trabajo, si la descubren.
  • ¿Qué clase de gente os juntáis en el hotel?
  • Los más guapos y ricos de la ciudad. No falta de nada: champán, bailarines, diversion, alguna rayita....
  • ¿Se droga la inspectora?
  • Está fuera de servicio, cariño.
  • ¿Tú también?
  • Sólo por no llamar la atención.
  • ¡Ah, en ese caso...!.. Ahora sube a cambiarte. Yo te esperaré aquí.
Como si hubiese estando esperando la marcha de su amiga, la inspectora Ballesteros apareció totalmente desnuda en la sala donde estaba Adalberto, quien tragó saliva. Luego, agachó la cabeza para no mirarla. Conocía sus métodos y no quería enfadarla.
  • Creí que había dejado aquí el albornoz.
  • Yo no lo he visto – comentó Adalberto sin levantar la vista.
  • ¿Te escandaliza verme desnuda?
  • No, pero estoy comprometido y...
  • También lo estabas, cuando te acostabas con esa delincuente.
  • Es diferente: la amo.
  • ¿Y a Maripi no?
  • También, pero de otra manera.
  • ¡Eres un golfo!... Ahora resulta que existen varios tipos de amor. ¡Y yo sin enterarme!
  • Están el amor apasionado, el amor respetuoso, el amor fou, el amor correspondido, el amor rechazado, el amor...
  • ¡Corta el rollo! Sólo existe uno: la posesión, la conquista del otro – exclamó la inspectora.
  • ¿Usted nunca se ha enamorado?
  • Una vez y salió mal. Decidí que nunca más me ocurriría. Practico el usar y tirar; lo mismo que le aconsejé a Maripi, pero dice que eres muy atento y cariñoso.
  • Soy muy afortunado por tenerla – señaló Adalberto.
  • ¡Hipócrita!
Maripi volvió a entrar ataviada con un mono negro con cremallera central -idéntico al utilizado por la inspectora en una ocasión anterior- zapatos negros con tacón de aguja, muy maquillada y el pelo recogido en un moño italiano. Adalberto tragó saliva. Su amiga se dirigió a su habitación, de donde regresó con un conjunto similar.
Subieron a un taxi y se trasladaron hasta el hotel. El receptionista debía conocer a las mujeres, pues las saludó con gran familiaridad. Les entregó una tarjeta y se despidió hasta el día siguiente. Adalberto supuso que su turno terminaba antes de que salieran.
Cogieron un ascensor hasta el piso doce. Un largo pasillo con habitaciones a ambos lados apareció tras abrirse la puerta del elevador. Las mujeres avanzaron por él con paso decidido. Adalberto las seguía contrito y callado.
Abrieron con la tarjeta la puerta del fondo y accedieron a “la cafeterías negra” -como la llamó Maripi-. Adalberto reconoció una pequeña pista de baile redonda con una barra en medio que identificó enseguida como el escenario donde actúan gogós, boys y demás exhibicionistas ligeros de ropa o sin ella. Pensó que, aunque desaprobaba esa clase de espectáculos, podría invitar un día a sus amigos y divertirse inocentemente con las bailarinas. Se aproximaron a la barra del bar, donde pidieron dos martinis secos y una cerveza al camarero, que ambas mujeres saludaron con gran familiaridad.
  • ¡Hola, Ricky!
  • ¡Buenas tardes, Vampirellas! - respondió el mozo.
  • ¿Vampirellas? - interrogó Adalberto, quien conjeturó que el mono podía ser una especie de uniforme del grupo.
  • Es el nombre de nuestro grupo. - respondió la inspectora.
  • Vamos a enseñarle el local a nuestro amigo – comentó Maripi por su parte.
  • Como si yo no estuviera – comentó el barman, mientras fingía secar unos vasos.
  • Resérvanos el próximo sábado . ¡Lo pasaremos bomba! - anunció la inspectora.
Las dos mujeres, seguidas por Adalberto, recorrieron el local; mientras le informaban de los usos -evidentes, por otra parte- de las diferentes zonas del mismo. Adalberto se interesó especialmente por varias puertas que permanecían cerradas.
  • ¿Aquí que hay?
  • Estancias en las que puedes practicar algunas fantasías – respondió, enigmática, la inspectora.
  • ¡Son muy divertidos! - completó Maripi.
    La inspectora abrió una de las puertas con la tarjeta, mientras Maripi decía a Adalberto:.
  • Cariño, mi despedida de soltera será inolvidable para los dos. Toda la ciudad hablará de ella.
  • ¿No acabaremos en comisaría, verdad? Recuerda que tengo un prestigio.
  • ¡No seas rollo!
La inspectora abrió la primera puerta. Adalberto contempló la tópica y típica mazmorra sadomasoquista pertrechada con todos los adminículos imaginables y desconocidos para él. Del conjunto, le atrajo una capucha de cuero sin ninguna abertura -¿cómo respiraría el usuario?, se preguntó- y una pera de agua. Como si adivinase sus pensamientos, la inspectora Ballesteros afirmó:
  • Dentro de muy poco podrás utilizarlos. El agua fría recorriéndote las tripas es una sensación muy estimulante – añadió.
  • Pero... ¿escucharán los gritos?
  • Para evitarlo se inventaron las pelotas de goma; aunque no suelen hacer falta.
  • Cada cual está muy ocupado en divertirse y divertir a los demás – completó Maripi..
Adalberto comenzó a sospechar que el vocablo “divertir” encerraba actividades diferentes a las habitualmente relacionadas con un simple entretenimiento.
La siguiente puerta remedaba el triclinio de una villa campestre romana. Las paredes estaban decoradas con escenas de baile, acrobacias y juegos al aire libre en las que sólo aparecían hombres desnudos. Adalberto preguntó si jugaban a la gallinita ciega. Las dos mujeres sonrieron en silencio.
La tercera puerta representaba una cámara funeraria con varios ataúdes, grandes cirios negros y numerosas botellas llenas de un líquido rojizo. Maripi Civantos de la Esparraguera comentó que las sensaciones dentro de un féretro eran más intensas de lo normal. La inspectora añadió que había pasado momentos muy dichosos dentro de alguno; aunque no aclaró a qué los dedicó. Maripi reconoció que le encantaba la sangre fresca.
La cuarta puerta recordaba un restaurante japonés -incluso había varios cocineros de esa nacionalidad preparando sushi, nigiris (arroz cubierto de pescado crudo), tatakis de atún y okonomiyakis, una especie de tortilla según los expertos-. Adalberto no despreció una taza de sake junmai (arroz koji y agua) según le explicó uno de los nipones.
Maripi lo agarró del brazo y le señaló una gran mesa horizontal, mientras añadía:
  • Aquí celebramos el nyotamori y el nantaimori según sea mujer u hombre la persona sobre la que se come. Tendrás el placer de probarlo en vivo.
  • Será un menú completamente vegetariano – añadió la inspectora entre las carcajadas de ambas mujeres.
  • ¿El qué? - interrogó un preocupado Adalberto Rabazas.
  • ¿No conoces, cariño, la costumbre japonesa de comer sobre el cuerpo de una mujer desnuda?
  • Había oído hablar de ello.
  • En mi despedida, lo haremos sobre el cuerpo de un hombre: el tuyo.
  • Por eso será un banquete vegetariano – insistió la inspectora.
Adalberto captó el mensaje y aceptó que podría ser una experiencia gratificante, sobre todo si las comensales se parecían a sus dos acompañantes.
La quinta puerta escondía un gran establo con varias cuadras, balas de paja, bridas y divertos tipos de bocados. Las mujeres la llamaron “sala hípica”. Adalberto ignoraba que a Maripi le gustase la equitación.
  • ¿Qué hay en la siguiente puerta? - inquirió Adalberto.
La inspectora la abrió para que descubriese variass chozas similares a las existentes en los poblados africanos. En su interior había lechos rudimetnarios, antorchas (apagadas en ese momento) y numerosos objetos oblongos de diferentes tamaños y grosores sobre una repisa a modo de altar. La policía denominó al conjunto: “El templo de la tribu”. Adalberto tragó saliva antes de preguntar:
- ¿Qué hay en la última puerta?
  • Los servicios – respondió la inspectora.
  • ¿En serio?
  • En realidad es una habitación multidisciplinar, podríamos decir – intervino Maripí.
  • En efecto. Puedes encontrarte todo tipo de polvos – bromeó la inspectora.
Grandes carcajadas secundaron sus palabras. Adalberto seguía intranquilo, aunque reconoció que cierta excitación comenzaba a nacer en su interior.
Regresaron a la calle. El recepcionista debía haber terminado su turno, pues no estaba en su puesto; por lo que devolvieron la tarjeta a su sustituto. El trío se despidió en la puerta del hotel. La inspectora Ballesteros prometió a Adalberto que el sábado por la noche probaría sus esposas. Luego se adelantó para que la pareja pudiera despedirse. Maripi le besó en ambas mejillas, mientras decía.
  • Te divertirás mucho, cariño.
  • ¿No me dolerá?
  • ¡Relájate y disfruta!... Conocerás a mucha gente guapa e interesante... Vivirás experiencias que jamás habías sospechado.
  • ¿Legales?... ¿Las has probado todas?
  • E inventado otras. Desde que vengo aquí soy una mujer más abierta – admitió Maripi.
  • ¿Cuándo es la despedida?
  • Ya lo has oído: el próximo sábado.
  • Estaré asustado hasta que termine.
  • ¿Por qué?... En cuanto cojas confianza, lo disfrutarás más.
  • ¿Cuántos hombres habrá?
  • Tú solo, cariño, para nosotras seis. ¿No te quejarás?

Adalberto fue mesa, jinete y montura de las Vampirellas, aunque la más atrevida fue la inspectora Ballesteros, quien le mostró el estimulante efecto de una pluma de faisán sobre zonas sensibles hasta que la imploró que lo dejase terminar.




OLDIES

The Runaways fue una banda rockera femenina usamericana fundada en los años setenta y  liderada por la guitarrista y cantante Joan Jett, del que ofrecemos sus temas "Rock'n'roll" y "School Days".

https://www.youtube.com/watch?v=QqCgEn-zG4A
https://www.youtube.com/watch?v=8v-8c3T7J18

CRÓNICA DE SOCIEDAD (urbi et orbi)

- Los centímanos (o Hecatónquiros) eran hijos gigantes de Urano y Gea, la primera pareja divina de la historia, dotados de cien brazos y cincuenta caras. Su hermano Cronos los rescató del Tártaro, donde los había arrojado su querido padre, para que le ayudaran a derrocarlo y castrarlo. En agradecimiento, su hermano los devolvió al Tártaro, de donde los sacó Zeus para que lucharan junto a él contra los Titanes que pretendían usurparle el Olimpo. Eran tres: Briareo o Egeo (de quien toma su nombre el mar homónimo), Giges y Coto. Vivieron felices, comiendo perdices, en sus palacios a orillas del río Océano.

- Pasar sesenta días pasando frío como consecuencia de una guerra podía tener sus ventajas para la población civil. También perder algún miembro casi vital por hipotermia. Otras condiciones  requeridas eran: ser alemán y estar vivo ( o casi) entre noviembre de 1941 y abril de 1942. El premio era la llamada "Medalla de la Carne Congelada" que entregó el régimen nazi a muchos combatientes y civiles que participaron en la Operación Barbarrossa en el frente ruso durante las fechas ya señaladas. Su nombre oficial era Ostmedaille o "Medalla de Oriente" o "Medaille Winterschlacht im osten 1942/1942", es decir, "Medalla del Frente Oriental". Muchos tullidos la lucieron con orgullo sobre sus pechos.


- En 1567, el Papa Pío V promulgó la bula "De salutis Gregis Dominici", en la que recordaba a todo el orbe cristiano que "acudir a las corridas de toros, matar toros y correr toros a pie o a caballo era un espectáculo vergonzoso, por lo que quedaba terminantemente prohibido", añadiendo que, "quien se saltara la orden, sería excomulgado y quien muriera en el transcurso de esos espectáculos sería privado de sepultura eclesiástica". El entonces monarca español, el azote de herejes Felipe II, gran amante de los toros, guardó la orden en un cajón y si te he visto no me acuerdo. En 1989, el Papa Juan Pablo II  reincidió en la prohibición y la consiguiente excomunión para los desobedientes. Como todos sabemos, su amenaza cayó en saco roto. De hecho, partidos que se definen como católicos defienden la tauromaquía como uno de los más altos valores patrios, lo que demuestra su ignorancia y mala praxis cristiana. Los altivos toreros  se santiguan al salir a la arena,  pidiendo ayuda divina
para salir indemnes de su pelea con el astado, ignorantes de que están contraviniendo una orden de su representante en la Tierra. (cita facilitada por un antiguo estudiante de Teología reconvertido en bon-vivant).

- En 1177, el rey Fernando II de León donó a los templarios el castillo de Ponferrada, una antigua fortaleza romana conocida como "Interamnium Flavium"..- ("El legado templario", Juan Gª Atienza).

- Los monjes benitos del monasterio de san Pedro de Montes eran propietarios de aquellas laderas inhóspitas que abarcaban los lugares de Peñalba, Valdueza, Compludo y el Valle del Silencio, camino de las altas cumbres tradicionalmente sagradas del Teleno y la Aquiana, muy cerca de cuya cima se conserva un lugar llamado Campo de Danza donde debieron celebrar rituales paganos (y algún que otro aquelarre, añadimos) en determinadas épocas del año.- (" " ").

- En Baeza, provincia de Jaén, prometieron al evangelista san Marcos lidiar un toro si libraba a los vecinos de los bandoleros, la langosta y los infieles.

- El melodeón es un instrumento perteneciente a la familia de los aérofonos de lengüeta libre.  Su afinación no es doméstica.

- Los anillos para el pene  se inventaron en China. Estaban hechos de párpados de cabra que conservaban las pestañas intactas. Aumentaban la erección de los hombres, mientras que las pestañas daban placer a las mujeres en sus zonas más sensibles.
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"Cristo de El Escorial", de Bienvenido Cellini. (fratello de Benvenuto).




FRASE DEL DÍA (sea el que sea)

Como los malos toreros, los dentistas siempre pinchan en hueso.- (E. Jardiel Poncela)




CONTRAPORTADA









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