<<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE>>
NÚMERO 145 ANNO VII
PRIMERA PLANA
¿Quién y para qué se determina las normas de convivencia, el comportamiento centrado, correcto y bien visto por la sociedad ?
Excéntrico, según la RAE, es aquella persona que se comporta de forma rara o poco común, por lo que llama la atención.
En muchos casos son apartados de la sociedad por sus rarezas o considerados enfermos peligrosos por simple miedo (desconocimiento) a lo diferente (pero todos somos diferentes) y, en ocasiones, encerrados en instituciones psiquiátricas de donde salen de vez en cuando o permanecen el resto de su vida por el bien de todas las personas decentes o consideradas como tal.
Veamos algunos ejemplos:
Gérard de Nerval, gran poeta romántico francés, pasó media vida en estas instituciones. Solía pasear por las calles de París acompañado de una langosta viva que llevaba atada con una cinta de seda azul. Arruinado y desequilibrado según su psiquiatra, se ahorcó de una verja de la rue de la Vieille Lanterne o calle de la Vieja Linterna. Para entonces, ya había escrito su famoso soneto "El desdichado", en el que se define como: "Soy el tenebroso -el viudo-, el desolado / príncipe de Aquitania de la tierra abolida / mi única estrella ha muerto, mi laúd constelado / transporta el negro Sol de la Melancolía".
El fulgurante Rimbaud, tras escandalizar a la sociedad francesa con poemas como el famoso "Vocales" y amoríos con Verlaine, poeta simbolista casado y padre de familia, renegó de la literatura y marchó a África, donde vivió comprando y vendiendo esclavos y especias hasta que la enfermedad lo derrotó.
Virginia Woolf, como Pessoa, escribía de pie. Durante un verano creyó que los pájaros cantaban en griego y que Enrique VIII le gritaba improperios tras unos arbustos.
Isaac Newton, según cuentan, estaba obsesionado con el número tres y jamás estrechó la mano de nadie.
Es famosa la anécdota que representa a Nietzsche hablando con un caballo, pero en su descargo debemos recordar que la sífilis había invadido su portentoso cerebro.
El doctor Conan Doyle, padre del muy racional Sherlock Holmes, creía en las hadas y los espíritus y estuvo casado con una médium.
El gran escultor austriaco Oskar Kokoschka esculpió una estatua a tamaño real de su amante Alma Mahler, cuando ella le abandonó, para poder soportar su ausencia.
Lovecratt, H.P. para los amigos, el escritor estadounidense que creó al tenebroso Ctulhu, redactó más de cien mil cartas durante su vida con una media de cincuenta cuartillas cada una. Sin duda alguna sus corresponsales eran personas muy pacientes.
Pierre Loti, alias literario de monsieur Julien Viaud, escritor y oficial de marina francés, rememoró en su vivienda de Rochefort algunos de los escenarios y paisajes que contempló durante sus viajes profesionales, que incluyen un baño turco, un salón de té argelino y una pagoda japonesa
Alfred Jarry, afortunado creador del "tirano absurdo" Ubú Rey y de la patafísica, ciencia "dedicada al estudio de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones", se paseaba por las calles de París con sendos Colts 45 en el cinto y retaba a carreras ciclistas a los participantes en las primeras ediciones del Tour de Francia.
Por contra, la sociedad acepta en su seno -llegando a encumbrar a algunos hasta su gobierno- a personas tan centradas como Atila, Gengis Khan, Alejandro, Calígula, Nerón, Heliogábalo, Hitler, Stalin, Franco, el camboyano Pol Pot y sus jemeres rojos, Idi Amin, los presidentes del apartheid sudafricano, la dinastía norcoreana, Pinochet, Ríos Montt, Videla y sus colegas militares, Trujillo, Duvalier, Obiang, Daniel Ortega, los hutus, el presidente usamericano Harry S. Truman que ordenó lanzar las bombas atómicas sobre Japón, etc, etc etc, sin olvidar a sus imprescindibles colaboradores religiosos, judiciales y militares. Juntos desarrollan la encomiable tarea de mantener sumisa, so pena de cárcel o exterminio, a esa sociedad que los soporta en dictaduras inhumanas y criminales o los vota graciosamente en elecciones más o menos democráticas sin dejar de sufragar todos los caprichos y privilegios a que tienen derecho, por lo visto, por sus cargos y responsabilidades (que nadie les ha pedido que ejerzan).
¿No somos todos algo excéntricos?
¿QUÉ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?
- Un contagiado de COVID19 es detenido tras disfrazarse de su esposa para poder volar.
. CitizenGo, plataforma internacional ultraconservadora creada por HazteOír, recoge firmas contra Epi y Blas y los muñecos Lego por "apoyar la agenda radical LGTBI".
- El PP denuncia la declaración de persona non grata a Abascal en Ceuta que salió adelante gracias a la abstención del Pp.
El líder mundial Pablo Casado afirma durante el Congreso de su partido en Baleares que "en las islas no se habla catalán, sino mallorquín, menorquín, ibicenco, formenterés, etc". El Estatut de Baleares reconoce el catalán como la lengua oficial de la Comunidad.
- La Comunidad de Madrid pide al gobierno central que baje el IVA de la tauromaquia.
- El parlamento gallego bautiza una de sus salas con el nombre del falangista -Antonio Rosón que declaró la guerra la República en Lugo.
- La Agencia de Protección de Datos resuelve con una sanción a Podemos por "mala colocación de las cámaras de vigilancia" tras la denuncia presentada por un ataque con cóctel Molotov a la sede del partido en Cartagena., pues "las cámaras deben estar orientadas hacia el espacio particular, evitando intimidar a vecinos colindantes , así como controlar zonas de tránsito sin causa justificada".
- TVE repone "Verano Azul"...
- Condenada una empresa por incluir a un menor de trece años en una lista de morosos.
- Roba joyas y dinero de las colectas de varias iglesias valencianas trepando por sus fachadas.
El presidente usamericano Biden borra un tuit con un mapa de Marruecos en el que no aparece el Sáhara.
OLDIES
Le bautizaron como Richard Wayne Penniman en Georgia, hijo de un destilador ilegal de whisky, lo que no le impedía ser un ferviente adventista del Séptimo Día (¿a partir de cuál?). Cuenta la leyenda urbana que le expulsaron del seminario donde estudiaba para ordenarse por escandalizar con sus ritmos provocadores en el ógano Hammond del templo. Considerado "La reina del rock'n'roll" (las malas lenguas opinaban que prefería los pantalones a las faldas), Little Richard es famoso por sus espléndidas cazadoras llenas de pedrería y por haber compuesto clásicos como:
Tutti Frutti (cuya letra dice, entre otras sugerencias: "Tutti frutti , buen culito / si no entra, no lo fuerces / puedes engrasarlo para facilitarlo", y hasta ahí traducimos por si hay ropa tendida); https://www.youtube.com/watch?v=ZSx91WBQLpg
Long Tall Sally https://www.youtube.com/watch?v=jqxNSvFMkag
"Womp-bomp-a-loom-op-a-womp-bam-boom!
¿Queda claro?
LITERALIA
LA MUJER DEL BLUESMAN
Tenía trece años la primera vez que vi a mi musa… y el encuentro sacudió mi adolescencia como un mazo sacude del golpe el bronce de una campana y lo hace vibrar. Pero yo vibraba a ritmo de blues.
Para ser sinceros, tenía trece desde hacía ya algunos años, porque si hubiera contado mi auténtica edad me habrían hecho pagar entrada completa en aquel antro de blues que se hacía llamar “salón de baile”. Y no había otro sitio en el insignificante pueblucho de la América profunda donde vivía, Twist, Arkansas, en donde uno pudiera escuchar a los verdaderos bluesmen. Los que cantaban y tocaban en los famosos locales de la Calle Beale de Memphis, a unos 40 kilómetros de mi irrelevante villorrio. A veces teníamos la suerte de que viniera un Elmore James, un T-Bone Walker o un Muddy Waters, pero lo más frecuente era que actuaran músicos todavía no muy conocidos, como el inmenso Howlin' Wolf o la estrella de aquella noche, Riley de la calle Beale. Y nadie tocaba mejor la guitarra de blues que Riley, ni estiraba como él las notas de sus cuerdas hasta lo místico y sobrenatural. Ni lo habría jamás, por supuesto. Ignoraba qué tipo exacto de bazofia musical oirían los blancos en sus locales, pero con seguridad no sería nada comparable. Porque, por supuesto, el tugurio-salón de baile de Twist era un local de negros. En el año 1949 nadie nos habría llamado afroamericanos, y de haberlo hecho alguien le habrían aplicado la justicia blanca para negros de forma fulminante, sin dejar de reírse a carcajadas en ningún momento, claro está.
La actuación de Riley ya había terminado y ahora estaban en el escenario grupos locales, ambientando el oscuro maremagnum de brazos y piernas danzantes que llenaba la pista. Yo entretanto me había perdido por el piso superior, donde estaban los camerinos de los artistas. En parte por mitomanía (quería ver el camerino de Riley) y en parte por seguridad. Igual les sorprendería saber lo salvajes que podían ser alguno de los patanes grasientos del lugar cuando se encontraban frente a una muchachita negra, supuestamente menor y supuestamente inocente, cuando es evidente que está sola y ha venido sin acompañamiento de familia o amigos.
Encontré sin demasiado esfuerzo el camerino que buscaba. Parecía vacío… y tenía la puerta entreabierta… como invitando a hacer lo que yo naturalmente hice, abrirla de par en par. Y entonces la vi.
Nunca antes ni después en mi ya larga vida se ha visto mi sensibilidad tan conmocionada. Si me hubiera encontrado a la Reina de Saba con su séquito de abanicadores y acompañada de leopardos domesticados mi sorpresa habría sido menor. Allí estaba, yacente sobre un sofá, desnuda, magníficamente hermosa e inerte, rodeada de botellas de alcohol en algunos casos con restos de alcohol... Criatura sublime… Venus de obsidiana. ¡Cuánta belleza! ¡Qué perfección de formas! ¡Qué voluptuosas curvas! ¡Qué maravilla de piel oscura y refulgente! ¡Qué suerte tenía el cabronazo de Riley por disfrutar aquel regalo de los dioses!
Sí ya sé que posiblemente mis gustos no sean del todo convencionales. A otras chicas de mi edad les gustan los chulillos fanfarrones y alborotadores, sin excluir las que sienten debilidad justamente por los patanes grasientos. A mí en cambio me gustan… otras cosas. El blues, por ejemplo. El blues y la belleza.
No sé cuánto tiempo estuve en éxtasis contemplando el sueño de la sensualidad hecha materia tangible. Posiblemente mucho. Pero sí que reaccioné cuando empecé a sentir calor. No el lógico calor interno provocado por la situación, sino otro claramente externo. Y abundante, lo que no dejaba de ser extraño porque estábamos en diciembre.
Cuando volví la vista de nuevo al pasillo por el que había entrado comprendí la situación. En la escalera que comunicaba con la pista de baile había humo y fuego, que venían desde abajo. El local ardía.
Conocía aquel tugurio, y conocía un acceso por donde podía bajar hasta la cocina, desde donde probablemente se podría escapar. Pero no podía dejar allí a mi musa, a Cleopatra silenciosa y durmiente, y menos con tanto alcohol. Afortunadamente soy una mujer fuerte, así que cargué con ella sobre mis brazos (sí, la toqué, pero eso no lo puedo contar) y abandoné el camerino mientras el incendio empezaba a adueñarse de él.
Conseguí llegar con mi preciosa carga hasta la cocina, pero la salida estaba bloqueada por unas vigas que se habían desplomado desde el techo. No tenía otra opción que intentar salir por la puerta principal, esquivando como pudiera las llamas y protegiendo si fuera menester con mi menudo cuerpo el inconsciente esplendor que llevaba a cuestas.
Fue cuando trataba de escapar de la pista de baile entre llamaradas que volví a encontrar a alguno de los patanes grasientos de quienes anteriormente me escondiera. Estaban peleándose por los suelos como cafres, vaya vd. a saber por qué tontería y, peor aún, esparciendo el fuego. El salón de baile estaba caldeado por barriles con queroseno ardiendo (sí, eran así de brutos), y el par de zotes lo habían estado volcando por toda la pista en su violento afán de demostrar que eran más bestias que su adversario.
Creo que ni me vieron entre el humo y la refriega, y desde luego yo nada hice por llamar su atención, ¡y menos llevando en brazos a mi hermosura silente mas no insensible! Me había alejado ya lo suficiente de ellos y estaba a punto de lograr escapar cuando divisé otra figura entre las llamas. Se estaba asfixiando, y estaba ya pidiendo ayuda entre toses desde el suelo, incapaz de levantarse. Probablemente estaba perdido y no sabía por dónde huir. Me acerqué a él.
No es frecuente que la bondad se vea recompensada en este mundo, y menos de forma inmediata. Pero a veces ocurre. A mí me ocurrió, aunque sólo de forma inmediata. ¿Saben quién era aquel infeliz? ¡Riley! ¡El bluesman! ¡El de las notas alargadas y místicas! ¡El que nos había hecho palpitar hacía un rato con su “Three o’clock blues”! En fin, que tuve que sacar a uno con cada mano. No era cuestión de permitir la muerte de ninguno de los dos. Cuando Riley se recuperó me agradeció educadamente el haberles salvado a los dos, y me preguntó mi nombre. Yo pensé “y ahora es cuando me va a dar pases para su próximo concierto, o me va a ofrecer algún trabajillo acompañando a la banda, o me lo va a gratificar en metálico (menos probable), o...”. Pero, ¿gratificación?, ¿reconocimiento? Ni por asomo. Al final se portó como un cabrón. Ni pases, ni trabajillo ni nada. Únicamente me preguntó mi nombre, y se lo dije, con lo que realmente yo le di a él más de lo que él me dio a mí.
Volví a ver muchas veces más a Riley, aunque ya sólo en el escenario. También a su belleza de ébano, pero se fue haciendo cada vez más difícil a medida que se iba haciendo famoso. Al poco ya no era Riley King, sino Beale Street Blues Boy King, pero era muy largo para nombre artístico, así que se convirtió en Blues Boy King, y finalmente en B.B. King.
Pese a lo ingratamente que se portó conmigo (jamás mencionó, por ejemplo, la nimiedad de que le salvé la vida) nunca dejé de ser una rendida amante de su blues. Le vi sudar, gemir y conmocionarse en sus conciertos infinidad de veces. No sé si me hubiera gustado que me reconociera; realmente no sé qué me habría gustado de él aparte de su embriagadora música. ¿Ser la mujer del bluesman? ¿Y podría yo competir con la belleza de ébano, con las sucesivas bellezas de ébano que le acompañaron a lo largo de su vida? Probablemente no.
Pero al menos me cabe la satisfacción de que ellas, todas sus bellezas de ébano, llevan algo mío. Llevan mi nombre. Porque desde el día del incendio de Twist todas las guitarras Gibson de B. B. King se han llamado Lucille. Y Lucille soy yo. Algo es algo.
(Texto de Enrique Gª Segovia)
CRÓNICAS DE SOCIEDAD (urbi et orbi)
- Anuncio en "El Heraldo de Castellón" .durante el período en que el gobierno republicano se instaló en Valencia (aunque es una simple coincidencia que nos sirve para datar el reclamo).
Es una estatua de bronce de Jesús Cristo sumergida a 25 metros de profundidad en la bahía de San Fruttuoso (Liguria), cerca de Portofino, en 1954; en el mismo lugar donde pereció ahogado el buzo Darío Gonzatti. Conocido como "El Cristo del Abismo", mide 2'5 metros de altura. Existen otras estatuas similares en otros países del mundo.
FRASE DEL DÍA (sea el que sea)
"Están seguros. Son correctos sin llegar jamás a ser amables, y son inteligentes y cultos, aunque no tienen verdadero interés por nada. En eso se convierten los seres humanos , cuando cambian la vida por la mera existencia y renuncian a la ambición en aras de la seguridad".- ("La hermana pequeña", Raymond Chandler).
CONTRAPORTADA
Enrique Gª Segovia, 1958-2021
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