<<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE
NÚMERO 187 ANNO IX>>
PRIMERA PLANA
Reescribir algunas novelas de Roald Dahl como pretende Puffin Book y la Roald Dahl Story Company para incluir un lenguaje más inocuo es una aberración, lo que demuestra que a los editores miembros de la Society les importan más las ventas que la literatura. La censura degrada la obra y a quien la ejerce. Por ejemplo, "enormemente gordo" se convierte en "enorme", "hombres pequeños" en "personas pequeñas" o "hembra formidable" por "mujer formidable". También se han cambiado frases como: "aunque esté trabajando de cajera en un supermercado, o escribiendo cartas a máquina para un hombre de negocios" por "aunque trabaje como científica de alto nivel o dirija una empresa", o "navegó en tiempos pasados con Joseph Conrad. Fue a África con Ernest Hemingway y a la India con Rudyard Kipling" por "fue a las haciendas del siglo XIX con Jane Austen. Viajó a África con Ernest Hemingway y a California con John Steinbeck" según informa la prensa seria. ¿Qué tienen contra Conrad y Kipling los irresponsables de la editorial? También resulta curioso que los hayan sustituido por una autora inglesa y otro norteamericano (aunque tan admirables como los otros dos). La primera conclusión que se me ocurre es que cada día hay más estúpidos e ignorantes que no saben ni leer en medios calificados culturales. La segunda es que deben haber pagado un buen dinero a los perpetradores de semejantes barbaridades y que nunca serán auténticos escritores si practican la censura con tanta saña e ineptitud. Me pregunto si alguna otra editorial yanqui como la que nos ocupa se atreverá a cambiar novelas de Henry Miller, Charles Bukowsky o el divino marqués por ejemplo. En ese caso, debería dejar muchas páginas en blanco.
Parece ser que esta iniciativa surge desde el momento en que una plataforma televisiva decidió hacer nuevas versiones de clásicos de Dahl como "Matilda" o "Charlie y la fábrica de chocolate" tras comprar los derechos a los hijos del escritor por 586 millones de euros. Parece que los analfabetos directivos de la misma consideran discutibles, o directamente condenables, algunas expresiones incluidas en los libros del autor galés y que adquirir sus derechos de explotación audiovisual también incluye cambiar a su gusto los textos para enviar a sus espectadores un mensaje más inclusivo o inocuo. ¿Acaso esos espectadores son niños de dos años? ¿También retirarán la violencia y las matanzas de las otras series que emiten en su plataforma? Es decir, volvemos a la misma hipocresía de siempre.
"Debajo de la aparente estupidez hay verdadera estupidez" escribió Eduardo Galeano en su "Libro de los abrazos" y no le faltaba razón.
¿QUÉ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?
- Cinco licitaciones de los ayuntamientos de Écija (Sevilla), Utebo (Zaragoza) y Escalona (Toledo) y de la Universidad Pública de Sevilla incluían los nombres de los ganadores en los pliegos de condiciones.
- La Consejería de Cultura de Castilla y León, en manos de Vox, otorga el premio de las letras a Sánchez Dragó (sin comentarios).
- "Ya os dije yo que taba malu" puede leerse en una esquela.
- Una mujer llamada María del Mar desea abandonar la iglesia católica y el obispado la bautizó como María del Mal.
- El Congreso de Montana aprueba retirar de los planes educativos del Estado el estudio de la ley de la gravedad.
- El juez localiza por fin a Pablo Casado y podrá citarle como imputado (quizá le haya ayudado la comida que mantuvo el expresidente popular con su sucesor en la madrileña Taberna del Alabardero).
- El Supremo considera que un interés del 23'9% en las tarjetas revolving, que permiten aplazar los pagos, no es usura.
- La derivación de pacientes a la privada deja a un hospital andaluz sin operaciones para formar a los cirujanos.- (eldiario.es).
- El Congreso usamericano aprobó en 2011 que la pizza es verdura por...¡llevar tomate!
OLDIES
"Angelou", un clásico del gran Van Morrison incluido en el elepé "Into the Music" de 1979.
https://www.youtube.com/watch?v=Z-R9Z87taUw
LITERALIA
UN AMOR JUVENIL
Cristóbal Marqués había trabajado como vendedor de seguros durante tres décadas. Con cincuenta y ocho años, vendieron su empresa a una multinacional que prejubiló a toda la plantilla para sustituirla por personal más joven y barato.
Aquella noche se acostó a las diez en punto como siempre tras una cena frugal, mientras recordaba el viejo aserto de su abuelo materno según el cual no había comida más tonta que la cena, pues siempre te levantabas en ayunas. La televisión no emitía nada interesante. Se lavó los dientes, mientras se miraba al espejo. Estaba orgulloso de aparentar menos años de los que tenía. Después, se metió en la cama y leyó algunas páginas de un libro considerado novela negra por los entendidos. A las once en punto, como siempre, apagó la luz de la mesilla. Antes de dormirse, recordó que el relato comenzaba con la desaparición de una hermosa joven llamada Diana Parker en el trayecto entre el domicilio familiar y la universidad distante unos diez kilómetros. Tenía veintitrés años, melena rubia rizada sobre los hombros, un rostro atractivo y un cuerpo sinuoso -Cristóbal Marqués concluyó que a esa edad todas las mujeres son preciosas- según informaba el “Wacahoota Mail”, periódico local. A la mañana siguiente, un detective de tercera, Mike Strong, recibió una llamada en su mortecino despacho. El angustiado padre de la joven, el industrial del caucho Emmett J. Parker, quería contratarle para encontrar a su hija; puesto que la policía consideraba que, tras una fiesta salvaje, estaría borracha y desorientada, como sucedía a muchas universitarias como ella, y, por tanto, no había motivos para preocuparse. Como necesitaba la pasta para comer y pagar los alquileres de su oficina y su apartamento, aceptó el encargo sin discutir.
Su primer movimiento consistió en entrevistar a todas aquellas personas cercanas a la desaparecida: sus padres, el citado Emmett y Charlotte Perkins, su hermano John, la criada Ma Reilly, el chófer Dunlop y el jardinero Peter Spring. Después, prosiguió con sus compañeros de clase y sus profesores. Los primeros confirmaron que la vieron salir del domicilio familiar a las ocho y veinte de la mañana en su vehículo y los segundos, que no la vieron durante toda la jornada. El tercer paso fue hablar con la policía para que le comunicarán algún detalle de su investigación como el lugar donde habían encontrado el descapotable de la joven. El inspector encargado del caso, antiguo compañero de instituto de Mike Strong, se lo dijo en recuerdo de los viejos tiempos. Por tanto, se trasladó hasta el kilómetro 8'300 de la carretera de los olmos o Elms Road. El automóvil seguía allí. Telefoneó al señor Parker para que enviase una grúa a recoger el auto, ya que la policía no lo consideraba una prueba relevante; aunque en el interior permaneciesen el bolso, los zapatos y los libros de la desaparecida. De aquel punto partían tres senderos: uno llevaba a la cascada McKinney, bautizada así en honor de su descubridor, el trampero Jeremiah McKinney; el segundo llevaba hasta la vieja mina de Pete el Tuerto, abandonada hacía muchos años tras agotarse el filón, y el tercero terminaba en la laguna de Dixie, a la que solían acudir los lugareños a hacer picnic y cazar patos. Se decidió por este último. Tras veinte minutos de agradable paseo encontró un viejo granero que parecía abandonado, pero podía ser un buen lugar para esconder a una joven secuestrada. Se acercó con cautela, escudriñando los alrededores; pero no vio nada sospechoso. Se detuvo ante la enorme puerta del edificio, cerrada con una cadena y un candado nuevos. Caminó hacia su derecha y, de repente, doblando la esquina, apareció una figura ataviada con una especie de hábito negro con capucha y el rostro cubierto por una máscara blanca inexpresiva. Sin tiempo a reaccionar, le golpeó en la cabeza. Todo se oscureció alrededor de Mike Strong.
Cuando despertó, sintió un gran dolor. Al intentar palparse para buscar alguna herida, descubrió que estaba encadenado a la pared de un cuartucho húmedo, mal iluminado por un ventanuco abierto en la parte más alta del muro norte. Acercó la muñeca izquierda hacia sus ojos para ver la hora, pero su reloj había desaparecido; por tanto no sabía cuánto tiempo llevaba allí. Cuando sus ojos se acostumbraron a la semipenumbra reinante, descubrió junto a él a una hermosa joven desnuda, también encadenada a la pared, que parecía responder a la descripción de la desaparecida. Intentó despertarla o hacerle saber su presencia, pero la mujer no reaccionó a sus pataditas en las piernas. Más tarde, aunque estaba consciente no podía precisar el tiempo que había transcurrido desde que se despertó, entró la figura que había visto en el exterior, al menos vestía y se cubría la cara como ella, del granero; aunque tampoco podía afirmar que se encontraba en su interior y que no hubiese más de una persona disfrazada. Se acercó hasta la joven y la manoseó con lascivia y cobardía. Ella tampoco reaccionó, por lo que el detective dedujo que debía estar drogada o desmayada. Luego se encaró con el investigador, sacó una llavecita, y le liberó de los grilletes. Apuntándole con una pistola con silenciador, le ordenó que le siguiese. Recorrieron un largo pasillo que terminaba en una pequeña cocina, donde se acomodaron frente a frente. La figura enmascarada le ofreció una cerveza, y, sin dejar de apuntarle, dijo:
Son las cinco y media.
Mike Strong comentó:
¿Como?
Son las cinco y media – repitió una voz metálica.
Mike Strong observaba aquella careta inexpresiva, mientras intentaba comprender el significado de sus palabras. Luego, preguntó por el baño; pues, en realidad, Cristóbal Marqués se había despertado con ganas de orinar y había mirado la hora en el despertador que tenía en la mesilla. Eran las cinco y media de la madrugada. Se dirigió al servicio para satisfacer su necesidad. Después, volvió a acostarse. Recordó que había abandonado la lectura de una novela titulada “La venganza del proscrito” en el momento en que el detective Mike Strong escuchaba las palabras de una figura vestida con una especie de hábito negro con capucha que mantenía el rostro cubierto con una careta blanca sin expresión. Cristóbal Marqués supuso que sería el proscrito aludido en el título. Le contó al detective la típica historia de un amor juvenil entre él y Diana Parker que creyó eterno y los padres de ella improcedente por su diferencia social: ella era una joven heredera y él... un simple aparcero, que la policía le detuvo por merodear la vivienda de la joven, que luego se vio involucrado en un asalto a mano armada, un motín en la peninteciaría y un intento de violación durante un permiso que alargó su condena, que había regresado tras reducirle la pena por buen comportamiento para reanudar su historia donde la había dejado y ella le había rechazado, alegando que pertenecía al pasado y ahora solo quería ser médico y salvar vidas y él... no pudo soportarlo, había luchado mucho para llegar hasta allí... Se volvió loco. La única luz de su vida se había apagado para siempre... Al día siguiente de esa conversación con Diana interceptó su vehículo, cuando se dirigía a la universidad, le administró formol y la trasladó a ese viejo granero propiedad de su padre. Mike Strong señaló que la joven le había rechazado, que tenia derecho a hacerlo, y él la había secuestrado y violentado. El proscrito gritó que era suya, que se habían jurado amor eterno y permanecerían juntos para siempre... tras incendiar el granero. Luego, añadió que había llegado la hora y apuntó a la cabeza del detective. Entonces, oyeron acercarse el sonido de una sirena o algo parecido.
Son las nueve de la mañana, son las nueve de la mañana... – repitió la voz metálica del despertador.
Cristóbal Marqués se desperezó, mientras se preguntaba por la suerte del detective y la joven secuestrada, pues aún le quedaban unas cien páginas para terminar la novela. Podía suponer que la policía llegaba antes de que disparase el proscrito, que el investigador se abalanzaba hacia él para dificultarle el tiro o que lograba reducirle, reanimar a la joven y liberarla antes de que llegasen los agentes, siempre y cuando el sonido que oyeron acercarse correspondiese a coches-patrulla; pero eran meras especulaciones que no podría concretar hasta que finalizase el relato. Luego, se incorporó, y dirigió al baño; donde se lavó la cara y las manos. En pijama, caminó hasta la cocina para prepararse un café bien cargado. Entonces, sonó el teléfono. Tras descolgar el auricular, escuchó la voz de un tal Emmet J. Parker que quería contratarle para que encontrase a su desaparecida hija Diana.
CRÓNICA DE SOCIEDAD (urbi et orbi)
- En 1903, el gobernador civil de Madrid, don Juan de la Cierva y Peñafiel, prohibió que las mujeres usarán sombreros en las butacas de los teatros, porque los espectadores sentados detrás no podían seguir la función; lo que provocó una protesta femenina encabezada por la condesa de Requena, Gloria Laguna, que obligó a suspender la norma y permitir que las mujeres lucieran sombreros en los espectáculos musicales.
- “Se subastaban esclavos incorregibles en la Sala de Alcaldes (actual Palacio de Santa Cruz) y para el servicio doméstico en las cercanías del Palacio Real y la Plaza Mayor”, señala el historiador José Miguel López García en su libro: “La esclavitud a finales del Antiguo Régimen, Madrid 1701-1837”. También señala que: “España fue la cuarta potencia que más ganó con la esclavitud, que hubo 6000 esclavos en el Madrid del siglo XVIII, que Felipe V percibía el 25% de los beneficios anuales de la compañías esclavistas, que Carlos III tuvo 20000 esclavos en América y 1500 en España y creó una Casa de Negros dentro del palacio en la que residían sus esclavos domésticos a los que se otorgó el apellido Borbón como Joseph Carlos de Borbón, pintor de Cámara con cuadros en el Museo del Prado”. Añade que: “durante el Siglo de Oro (siglos XV-XVII) se marcaba a los esclavos con el signo que aparece en la fotografía y representa una S y una I y significa sine iure: sin derecho, o, según otros, es clavo, y que puede verse en la iglesia de san Ginés y otros monumentos religiosos y civiles de la capital”. Sobre el mismo tema recomendamos la exposición del Museo Antropológico titulada: “El gran experimento. ¿El fin de la esclavitud?”.
- Afirmó Cánovas, en cierta ocasión, que el artículo 1º de la Constitución había que reformarlo y sustituirlo por este otro: “Son españoles ... ¡todos aquellos que no pueden ser otra cosa!”.
FRASE DEL DÍA (sea el que sea)
Corrige al sabio y lo harás más sabio. Corrige al ignorante y tendrás un enemigo.- (A. Einstein).
CONTRAPORTADA
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