martes, 14 de julio de 2020

chafardero 111

<<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE>>
NÚMERO 111  ANNO VI




PRIMERA PLANA
En la civilizada Roma imperial, la plebe -el conjunto de los ciudadanos- se divertía en el circo con las luchas entre gladiadores, o estos contra fieras, y, de vez en cuando -gracias a la prodigalidad imperial con ocasión de alguna victoria importante o la inauguración de algún Circo Máximo por ejemplo-, con el martirio de algunos cristianos sin llegar al ensañamiento; salvo en el caso del muy criticado Nerón por emplearles como antorchas humanas durante los fastos de  las lupercales en su Domus Aúrea. En el circo y las carreras de cuadrigas, la plebe -el conjunto de los ciudadanos- se divertía, insultaba, amenazaba, exigía sangre y muerte; aunque nunca empleó sus pulgares para pedir la vida o la muerte de un luchador vencido como nos han contado las películas. Durante el primer milenio, resultaba muy corriente perdonar a ambos combatientes. Sin embargo, los dos milenios siguientes se caracterizaron por la ejecución del vencido, lo que provocaba el delirio del graderío. La diversión se basaba en el sufrimiento ajeno incluso antes del divino marqués. En tiempos del gran Justiniano, las dos facciones del hipódromo -azules y verdes- llegaban a las manos y las armas por defender a sus campeones, y, durante los reinados de los sucesivos Austrias, eran frecuentes las peleas entre astados y fieras salvajes, tigres especialmente, en los cosos taurinos patrios. 
No obstante, la Humanidad ha madurado mucho desde entonces.
Hoy, en nuestro civilizado mundo, no hay peleas de gladiadores. Unos lo aprobarán y otros las extrañarán; pero... tenemos los deportes, especialmente el fútbol, el deporte rey, el deporte de las masas (antes llamada plebe), en cuyos estadios-circo se confunden proletarios y burgueses, políticos y carteristas, derechas e izquierdas, rojos y azules. Escondidos entre la multitud, algunos osados insultan, amenazan, golpean, exigen la muerte de  aquellos que  defienden otros colores distintos a los suyos; cuando no se citan en el exterior los más forofos y radicales para dirimir sus diferencias deportivas con la mayor violencia posible, llegando hasta la muerte de alguno en determinadas ocasiones. Muy lejos, en todo caso, de la brutalidad de los antiguos gladiadores o los festejos en las plazas de toros.
¡Somos afortunados!... Nuestra actual civilización es muy superior a la Roma Imperial, no sólo por haber derrotado su paganismo con nuestro Dios verdadero, sino por haber sustituido las crueles matanzas de sus circos por nuestros incruentos deportes.



¿QUÉ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?

- La presidenta madrileña justifica las aglomeraciones en los andenes y vagones del metro con la siguiente reflexión: "en el metro viajan los madrileños y en la región hay muy pocos contagios" para añadir que "la responsabilidad depende de la Consejería de Transportes en manos del tránsfuga Garrido".
- La Junta de Andalucía considera posibles focos de infección a cientos de inmigrantes temporeros, pero no a los miles de visitantes extranjeros que espera este verano.
- El mayor proveedor de mascarillas (5 millones) al hospital de Ifema fue la empresa VIN DORÉ  24K S.L. especializada en vender bebidas alcohólicas -entre ellas ginebra con polvo de oro- y representación de futbolistas.
La Junta de Castilla y León deja sin renta garantizada a una familia con tres hijos por presentar la solicitud el día que le indicó la Dirección General de Familias al entender la Gerencia de Servicios Sociales que lo hizo antes de lo debido.
- Prohíben a un hombre acercarse a su perro tras agredirle a puñetazos.
- Un cliente abandona un bar de Oviedo, porque todos los camareros llevaban mascarillas con la enseña nacional.
- Una jueza condena a Europastry, empresa catalana principal productora  nacional de pan congelado, a readmitir a un empleado al que despidió por tener más de 50 años.










OLDIES
Ten Years After, grupo british de rock'n'roll  creado en 1966 por el guitarrista y cantante Alvin Lee -considerado el más rápido del Oeste- y el bajista Leo Lyon. Su tema más conocido es el extenso "I'm Going Home" que los encumbró en el festival de Woodstock. Lo incluimos por su brevedad.





LITERALIA


EL DESTIERRO

                                                                (Basado en un hecho real)    



Mi salvador, fray Martín del Último Suspiro, a quien el Altísimo guarde muchos años para que pueda terminar su elevada misión; limpiar este país de corruptos y pecadores, seguidor acérrimo del desaparecido fray Tomás de Torquemada –gozosamente ganado del judaísmo a la verdadera fe-, descansa nuevamente en mi humilde morada de la Alcaicería, en pleno corazón del barrio árabe granadino, tras otra semana agotadora llena de juicios y piras purificadoras. Su indiscutible fama de hombre de gran probidad nació allá por 1530, cuando intervino como fiscal del Santo Oficio en el auto de fe seguido contra la campana de La Contraviesa, que repicó sin intervención humana un Día de Difuntos, y contra Manuel Padilla y su bella hija María de la Purísima Encarnación –de la que continuamos enamorados todos los varones de la ciudad, ya seamos gentiles o cristianos-, acusados de llamarse realmente Isaac y Rebeca de Antequera.

Todo comenzó, según revela el expediente incoado al efecto y al que tuve acceso por mi condición de Hermano de la Cofradía de la Santa Llaga, cuando el cura y el corregidor del citado pueblo, alarmados por el vocerío que habían organizado los vecinos al oír el imprevisto repique de la campana de su iglesia, subieron hasta el campanario con los oídos protegidos con cera virgen y no hallaron ningún ser vivo en su interior; aunque sí, muchos excrementos animales y una tea aún caliente. Aunando sus fuerzas, lograron detener el atronador baile de la campana. Convencidos de la actuación del Maligno en tan inusual acontecimiento, descendieron a tierra y convocaron a todos los lugareños en la Plaza Mayor; donde, tras comunicar sus hallazgos, aprovecharon la ocasión para acusar a Manuel Padilla de ser el judío Isaac de Antequera, residente a la sazón en la mencionada localidad alpujarreña, y de haber pactado con Pateta1; aunque los vecinos se negaron a apoyar semejante imputación, pues sabían que el edil trataba de vengarse del hombre por haberle negado la mano de su hija –lo que nos permitía seguir albergando esperanzas a los demás, que aún no la conocíamos-; mientras que don Ambrosio, el párroco, era célebre por su desmedida ambición y podía ver en este asunto una buena oportunidad para progresar en la jerarquía eclesiástica.

Aunque fray Martín presentó quinientas treinta y ocho pruebas incriminatorias contra los acusados, logradas mediante los métodos tan caros a la venerable organización que representaba mi benefactor, también se incluyeron las declaraciones de Currito, el monaguillo local, según las cuales “mientras probaba el vino de misa, observó cómo subían hasta el campanario con una antorcha prendida el Sisebuto y la Engracia con intenciones poco claras (para él)”. También reconoció que “poco tiempo después, mientras barría el interior del templo para el servicio de completas2, vio bajar corriendo de la torre a la ya citada pareja y, tras ellos, a la bandada de murciélagos que anidaba en el campanario desde tiempos inmemoriales, como era de conocimiento general, chillando como locos y chocando contra todas las columnas del edificio hasta que lograron salir por la puerta principal; mientras la campana no cesaba de sonar con inusitada violencia. Aunque le extrañó el inusual comportamiento de los animales, siguió realizando sus tareas”; lo que podría explicar de forma bastante lógica el origen de tan excepcional tañido, pues, si pensamos en el susto que debió provocar en los animales colgados del techo del campanil la aparición de la pareja con la tea encendida, podremos entender su sobresalto y su ansia por salir de allí como alma que lleva el Diablo, perdón, el Innombrable, y, por ende, los subsiguientes choques contra las paredes de la torre y contra la campana; haciéndola sonar sin... intervención humana.

Cuando el padre del monago, como corresponde a un hombre de bien, se presentó ante el corregidor y el párroco para informarles de las escenas que había presenciado su retoño, estos se negaron a escucharle, alegando que “el caso ya estaba fuera de su jurisdicción, pues habían enviado al presunto hebreo y a su primogénita hacia la capital fuertemente custodiados por gente de armas, no fuera que interviniera el Innombrable en su favor”.

La campana fue descendida tras bando severísimo y encerrada en uno de los establos del edil hasta que el Tribunal de la Santa Inquisición le transmitió las instrucciones pertinentes para el traslado hasta sus calabozos.

El día señalado para el juicio toda la ciudad se vistió con sus mejores galas y sus habitantes compitieron en lujo y magnificencia en las gradas habilitadas frente a la catedral, desde donde siguieron el largo proceso con total comodidad. Tampoco faltaron a la cita los vendedores de refrescos, fruta del tiempo, horchata y agua potable.

Desde que les sacaron de la mazmorra, los tres acusados permanecieron de pie tocados con el habitual capirote amarillo y encadenados a sendos postes; salvo los instantes en que los sayones del Santo Oficio desgarraron con hierros candentes las carnes del confeso Isaac de Antequera para enardecer a la concurrencia, que no escatimó injurias y amenazas, aunque lo reintegraron rápidamente a su lugar por miedo a una muerte prematura y, sobre todo, indeseada; mientras la hermosa Rebeca preguntaba a voces si no habían torturado bastante a su pobre padre y qué placer degenerado -¡tan hermosa y tan confundida!- encontraban en el sufrimiento ajeno. Entre sollozos e hipidos, terminó reconociendo su pacto con el Innombrable y con quien deseara el Santo Tribunal, presidido por el dominico fray Venerando de las Doce Tribus. Como no podía intervenir abogado defensor alguno, fray Martín presentó sus conclusiones y pidió la pena capital para los reos y la deportación de la campana; a lo que accedió la presidencia entre la cerrada ovación de todos los presentes, salvo... dos. El secretario leyó la sentencia por la que “se condenaba a morir en la hoguera al judío llamado Isaac de Antequera y a su hija, la hermosa Rebeca, por haber mantenido comercio con el mismísimo Diablo”; mientras que la indómita campana “sería enmudecida por desprendimiento de badajo y desterrada a las tierras que existen allende los mares”.

Sin embargo, los hechos no terminaron tal y como he relatado; pues, si bien es cierto que Isaac de Antequera murió en la pira proclamando su inocencia a los cuatro vientos, mientras los aguadores hacían su agosto entre los acalorados espectadores, su hermosa hija Rebeca –de la que seguimos enamorados todos los varones de la ciudad- se salvó del fuego exterminador, porque el corregidor de La Contraviesa logró hacerle su esposa y adueñarse de las posesiones de su extinto padre tras mantener una conversación privada con mi salvador, descendiente del Profeta por vía paterna, al que conocí bajo el nombre de Abdullah ben Muhamad. La campana fue embarcada en el galeón “NUESTRA SEÑORA DE LAS VICTORIAS”, que partió del puerto de Huelva hacia Nueva España; donde llegó seis meses después. Con gran pompa y colorido, la instalaron en el palacio del virrey de México; donde continúa, según mis últimas noticias.



NOTAS:

1. El diablo

2. Ultima parte del oficio divino, conque se terminan las horas canónicas del día.




CRÓNICA DE SOCIEDAD (urbi et orbi)

(Puente de Segovia y alrededores hacia 1670).


- A los gladiadores que no luchaban con suficiente intensidad se les marcaba con  un hierro candente o se los fustigaba para recuperar el brío  El encargado de esta misión eran los lorarios o incitatores.

- El empresario organizador de las luchas de gladiadores era el editor. Tenía la potestad de otorgar el perdón o misssio al gladiador vencido, una vez que había arrojado su escudo y extendido el dedo índice de la mano con que lo sujetaba. Si el combate se celebraba en Roma, eran las Vestales quienes decidían el destino del vencido.

- Una vez finiquitado el gladiador, aparecían en la arena del circo dos personajes cómicos: uno disfrazado del dios Mercurio y el oro de Dis Pater, un dios infernal. El primero llevaba un hierro candente para comprobar la muerte del vencido. Si se estremecía al aplicarle el hierro, le daban martillazos en la cabeza hasta que no se movía, Si, por el contrario, permanecía inerte, le propinaban tres mazazos en la cabeza.. Después, lo subían a una litera y lo conducían hacia el Averno, el infierno romano, por la Puerta Libitinensis..

- El spoliarium - de donde provenga la palabra expolio tal vez- era el lugar donde, bajo la arena, se desvestía y desarmaba al gladiador muerto; aunque antes lo degollaban de nuevo -el vencido condenado a muerte sufría esa muerte o le atravesaban el corazón con una espada en caso de no poder moverse- para certificar su muerte y  extraían la sangre que, luego, embotellaban para venderla; ya que se consideraba remedio contra la esterilidad, la impotencia, o la epilepsia. 

- El vencedor recibía la palma de la victoria y un manto púrpura. Después, daba una vuelta a la arena para recibir las vítores y aplausos del gentío que le arrojaba premios desde el graderío en una ceremonia que ha perdurado hasta nuestros días.

- Una leyenda afirma que el apóstol Santiago estuvo predicando por tierras aragonesas ante la indiferencia general. Harto de  ser ignorado, rogó  la intercesión de la Virgen María, residente en Palestina por entonces, para que le ayudase en su empresa. Transportada por dos ángeles como en otras ocasiones, se le apareció sobre una columna. Tras consolarle, le sugirió que construyese una iglesia sobre dicha columna o pilar. Muchos años después el sacerdote y teólogo Juan de Ferreras escribió una monumental Historia de España en la que afirmaba que la estatua de la Virgen del Pilar no era fruto de un milagro mariano, sino del taller de un imaginero borgoñés; lo que provocó una Real Cédula del rey Felipe V, por consejo de su confesor, que ordenaba el arrancamiento de las páginas en que constaba semejante aserto, herético a todas luces; pues perjudicaba las intenciones eclesiásticas de convertir la iglesia del Pilar en un rentable centro de peregrinaje. Otra leyenda afirma que el sepulcro de granito que contenía los restos del citado apóstol Santiago llegó flotando por el mar desde Tierra Santa hasta Iria Flavia en la ría de Pontevedra; de donde fue trasladado  a la actual Santiago de Compostela. ¿Cómo podía flotar un sepulcro de piedra? Cuestión de fe. ¿Regresó el apóstol a Tierra Santa sin saber que volvería a aquellas tierras años más tarde? Cuestión de fe? De saberlo, ¿por qué no se trasladó hasta las costas gallegas para fundar un templo bajo su advocación? Cuestión de fe. ¿Cómo sabía el sepulcro de piedra que debía vararse en la costa pontevedresa?... Por el GPS que llevaba incorporado..

- El Palacio de la Moncloa perteneció a la Duquesa de Alba -comprado por la corona tras su fallecimiento- a la que Goya pintó vestida y desnuda -¿antes y después?-. En su época, fue salón literario y escenario de sus numerosos amoríos, aunque estaba casada como mandaban las buenas costumbres. La citada Maja se llamaba María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo  -¿les recuerda a alguien?-. También fue propiedad suya el Palacio de Buenavista en Cibeles, actual Cuartel General del Ejército.. Solía vestir a sus criadas con los mismos vestidos que lucía María Luisa de Parma, reina consorte de Carlos IV, a la que unía una estrecha enemistad. Al exhumar el cadáver  de la duquesa para trasladarlo desde la capilla familiar a la Sacramental de San Isidro , se descubrió que le habían cortado los pies para poder  introducirla en el féretro, dada su elevado estatura para los estándares de la época.




FRASE DEL DÍA ( sea el que sea)


No todo el mundo puede ser cocinero, pero cualquiera puede ser presidente del país.- (María José San Román, chef del restaurante alicantino "Monastrell").




CONTRAPORTADA









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