<<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE>>
NÚMERO 134 ANNO VII
PRIMERA PLANA
LA CORRUPCIÓN COMO SISTEMA POLÍTICO:
El 9-M fue un día divertido. "Socialismo o libertad" proclamó la innecesaria Ayuso tras disolver la Asamblea capitalina y dimitir como presidenta al desconfiar de su socio Ciudadanos tras presentar estos una moción de censura con el Psoe en Murcia para arrebatar el gobierno murciano al partido innombrable por "la insoportable corrupción existente" según los firmantes, de los que tres se desdijeron posteriormente por 76000 € y coche oficial en una reedición del "tamayazo" madrileño. "Socialismo o libertad" proclamó la innecesaria Ayuso, dirigente del partido que aprobó la ley mordaza.
Por la tarde, el Secretario General popular, Gª Egea, leyó una declaración, plagada de mentiras, en la que afirmó, entre otras genialidades, que "Cs -ese partido del que usted me habla- se ha desenmascarado por fin y se presenta como los radicales de izquierda que son (¿ya no recuerda la foto de Colón, o es que Arrimadas, que también estuvo presente en aquella efeméride, ha traicionado el legado del gran Riverita?), que es una irresponsabilidad presentar una moción de censura, cuando el país padece una pandemia severa -ahora se acuerda- y que los españoles tienen que soportar dos pandemias: la sanitaria y Sánchez". Tampoco parece recordar las medidas de su colega Ayuso en las que primaba la economía sobre la sanidad pública, o su negativa a cerrar perimetralmente la Comunidad -por ineficaz-, cuando ha cerrado perimetralmente diversas zonas de la región.
Días atrás la señora Ayuso acusó al gobierno "sociocomunista" de convocar unas elecciones autonómicas en Cataluña -cuando sólo puede hacerlo la Generalitat- en plena pandemia. Días después, la misma señora Ayuso convoca elecciones en Madrid en plena pandemia, aunque, en una entrevista tras las elecciones catalanas, afirmase: "Si hubiera convocado yo elecciones, me llamarían insensata y tipa peligrosa". No hace falta que las convoque para que muchos madrileños ya sepan que, amén de otras cualidades, es insensata y peligrosa para todos los españoles en general.
Entretanto, el señor Aguado, su socio Ciudadano, se escandaliza por la decisión de la expresidenta y comenta que "ha perdido la cabeza", afirmación que permite comprender que el aludido debe ser de comprensión lenta o un hombre optimista. Para perder algo hay que tenerlo antes.
Por otro lado, el patriota que vive de la patria, el señor Abascal, pide en Murcia "salir a la calle contra una gigantesca traición" -incurriendo, tal vez, en un delito- que, en su opinión, representa la moción de censura ya citada, un mecanismo legal, presentada por Ciudadanos y el Psoe contra el gobierno conservador de que su partido Vox forma parte. ¿También consideraría traición una moción de censura, si la hubiera presentado él o su organización? ¿Se hará responsable el español Abascal de los posibles altercados que produzcan sus falsamente indignadas palabras? Nuestro idioma posee muchos adjetivos para calificar el comportamiento de este individuo y sus correligionarios. Que cada cual elija el suyo, pero cabe recordar que uno de los dirigentes de Vox, la señora Monasterio, considera la esclavitud, tal y como aprendió en la finca cubana de su familia, un buen sistema laboral.
Consumada la compra de los tres exdiputados murcianos que apoyaron la moción en un principio, algunos han aplaudido movimiento tan poco democrático, pues parecen importar más los intereses creados y la corrupción institucionalizada que denunciaban los promotores de la moción, como los miles de pozos de agua ilegales que jalonan la región y permiten convertir un territorio seco en la llamada "huerta de Europa", como el existente en la propia sede del gobierno regional.
Entonces, ¿para qué sirven los votos, si los politicastros se ocupan luego de alterar los resultados según su conveniencia?
"Recobrar nuestra herencia arrebatada / por ladrones de vida hace mil siglos", escribió el gran Octavio Paz.
P.d.- Pablo Iglesias abandona el Gobierno para ser candidato a Madrid. Ayuso se apunta el tanto de dicho abandono, mientras los votantes conservadores se aprestan a votar contra su enemigo público número uno. Algo habrá hecho bien el señor Iglesias para merecer tan alta distinción.
Y García Egea equiparó el transfuguismo con la dignidad.
¿QUÉ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?
- El ángel de la guarda del exministro Fernández Díaz pide la baja por exceso de trabajo.- (El Jueves).
- Jesucristo denuncia a la Iglesia por utilizar su imagen sin pagarle derechos de autor.- (" ").
- La iglesia ortodoxa de Chipre acusa de glorificar a Satán a la canción que representará al país en Eurovisión.
- La Comunidad de Madrid gastó 18.000 euros en patrocinar un curso privado de periodismo taurino.
- Venezuela emite un billete de un millón de bolívares cuyo valor real es medio dólar.
- El ministerio de Educación afgano prohíbe cantar a las alumnas de 8 a 12 años en presencia de hombres por que considera que están perdiendo el tiempo.
- Una empresa rechaza a una estudiante en práctica porque "no tiene vestuarios ni baños para mujeres".
Una agente de la Benemérita detiene a un rayador de vehículos, mientras rayaba el de la agente con ella dentro,
- Un juez declara nulo un contrato del gobierno del PP en Talavera de la Reina por adjudicarlo a la madre del concejal de Transparencia.
- Muere por COVID el diputado brasileño que propuso una ley antivacunación.
- Vox propone poder registrar a los hijos desde el momento de la concepción (así, estén atentos al momento).
OLDIES
Asfalto fue un cuarteto madrileño que practicaba un rock con matices sociales en sus letras. Tras unos años de éxito, se escindieron en dos grupos: Topo, con el guitarrista y cantante Lele Laina, y José Luis Jiménez, bajo; mientras que los otros dos miembros originales mantuvieron el nombre del grupo. Perdieron los cuatro. Ofrecemos dos de sus temas b ad emblemáticos.
Capitán Trueno: https://www.youtube.com/watch?v=MZOgRkIzIgQ
Días de Escuela: https://www.youtube.com/watch?v=kkMcqt5o0Hk
LITERALIA
LOS VIAJEROS
Serafinito Navascues era un hombrecillo muy pintón. Medía metro cincuenta y dos y calzaba un treinta y seis, vestía elegantes trajes a medida, siempre llevaba una petunia en el ojal de la chaqueta, lucía un cuidado bigotillo y una prematura alopecia que ocultaba con un borsalino negro. Trabajaba en un negociado de un ministerio como administrativo de primera, donde comía entresemana. A la salida, caminaba hasta su cercano domicilio, la antigua casa familiar, una vivienda con cinco habitaciones, dos baños completos, una amplia y luminosa cocina, un salón-comedor y una coqueta sala de estar donde guardaba su gran tesoro: una reproducción a escala de los Picos de Europa por la que circulaban durante el día sus grandes amores: cuatro trenes en miniatura, un mercancías, un alta velocidad, el rápido de las cinco y el expreso de Cangas, en el que se había producido un execrable crimen que investigaba el sagaz inspector de policía Claudio Bustos -alter ego de Serafinito- por viajar casualmente en él hacia su tierra natal.
Hombre apreciado entre las mujeres por su simpatía, elegancia y caballerosidad en el trato; no lograba, sin embargo, que ninguna permaneciese demasiado tiempo a su lado, espantadas por su obsesión ferroviaria, que consideraban infantil y enfermiza; aunque les explicase que su padre nunca le permitió jugar con el tren que le regaló al cumplir los seis años. Resignado, vestido de maquinista o de jefe de estación con su llamativo uniforme, su sombrero rojo y su estridente silbato, pasaba las tardes recorriendo sus montañas favoritas a bordo de convoyes que atravesaban túneles, viaductos imposibles y puentes inverosímiles. En otras ocasiones, era el fogonero que paleaba carbón del tender a la siempre hambrienta locomotora como un inflexible revisor que multaba a los viajeros sin billete, un adinerado burgués que viajaba a la playa de Llanes con toda su familia, la criada y la cocinera, o el ya citado inspector de policía. No se aburría nunca; podía ser cualquiera y todos, artista secreto. Su vida era plena y feliz, aunque incomprendida. Rondaba los cincuenta y seguía soltero, viviendo solo, huérfano absoluto, aunque... siempre estaba acompañado.
Con motivo de su cumpleaños, se regaló un convoy formado por una poderosa locomotora negra -chocolatera las llamaban en su infancia- y cuatro vagones de madera con asientos del mismo material. Lo bautizó como “el tren turístico de la sierra” por recorrer una maqueta de las estribaciones de Guadarrama que instaló en una de las habitaciones. En él viajarían montañeros, esquiadores, familias enteras con sus cestas de mimbre llenas de tortillas de patata y filetes empanados y una nevera portátil con el vino y la gaseosa, turistas extranjeros, sacerdotes y médicos itinerantes que atendían varios pueblos de la zona y la señorita Petunia Garcés, una hermosa joven que trabajaba como secretaria en el mismo ministerio que él. Por supuesto, la citada señorita -ya rebasados los treinta- ignoraba que subiría al nuevo convoy, incluso desconocía su existencia; pero Serafinito tenía pensado invitarla a su casa para mostrárselo; pues había sabido, por una conversación en la cafetería ministerial, que visitaba con frecuencia las estaciones ferroviarias de la capital para extasiarse con los fascinantes trenes que entraban y salían de ellas. También vivía sola en la vivienda familiar. Era silenciosa, coqueta y educada. Tenía unos prodigiosos ojos glaucos que tenían encandilados a todos sus compañeros.
Un luminoso día de mayo Serafinito le regaló una violeta, su flor preferida, y la invitó a merendar. Minutos después de reunirse en una céntrica cafetería de la ciudad, hablaban como viejos conocidos de su gran pasión, aunque no la llevó a su casa hasta la cuarta cita por respeto y timidez. Cuando ella contempló la gran maqueta de los Picos de Europa y los cuatro trenes recorriéndola simultáneamente entre pitidos y columnas de humo, se desmayó y derrumbó hacia el suelo; aunque Serafinito estuvo atento y la recogió entre sus brazos. Cuando se recuperó, Petunia lo miró emocionada, con grandes arreboles en sus mejillas; él, reconfortado. Eran almas gemelas. Después, llegaron a la habitación donde circulaba el ferrocarril serrano y se montaron en él. La tarde transcurrió tan rápida y emocionante que, cuando quisieron darse cuenta, había anochecido. Petunia habló de llamar un taxi. Serafinito, siempre galante, le ofreció uno de los dormitorios. Ella comentó que le parecía precipitado, él insistió con tono caballeroso, ella aceptó. Pasaron su primera noche bajo el mismo techo Cuatro días después, vivían juntos. Petunia alquiló su piso para contribuir a la economía de la nueva familia. Viajaban por las costa cantábrica todas las tardes de verano: Sangenjo, Luarca, San Sebastián, Zarauz, Santander, Gijón, Vivero... En invierno, ocupaban asientos en el tren turístico hasta los pueblos de la sierra. Poco después, adquirieron su primer ferrocarril conjunto, que circulaba por una vía instalada cerca del techo, compuesto por una espectacular locomotora Henschel V8 azul y plata -que reproducía, con su silbato, “El tesoro de los nibelungos” en homenaje a la nacionalidad de la máquina, mientras recorría la vivienda- y tres vagones Pullman. En el ministerio, se comportaban como los probos funcionarios que eran; grises y apáticos ; pero, en la intimidad de su hogar, desbordaban alegría, audacia, imaginación... Pronto quisieron trascender las fronteras nacionales, visitar lugares recónditos y míticos en trenes legendarios. Subieron al Transiberiano, al Glacier Express, al Blue Train que une Ciudad del Cabo con Pretoria, al Orient Express que hizo famoso Agatha Christie, al Hiram Bingham que asciende hasta Machu Pichu, al lujoso Maharajas Express, al The Ghan australiano y al California Zephyr que acerca Chicago a San Francisco.... Entretanto, seguían con malsana atención las pesquisas del inspector Bustos para esclarecer el execrable crimen cometido en el expreso de Cangas. Inventaban historias, personajes, nuevas y arriesgadas rutas que no podían compartir con nadie por miedo a que los tildasen de locos peligrosos.
Serafinito y Petunia siguieron viviendo juntos sin casarse, aunque compartieron muchos viajes en coche-cama, aparentando ser ciudadanos ejemplares para evitar sospechas. En la calle eran comedidos y educados; en la intimidad, intrépidos y mundanos, saltando de una aventura a otra, de una identidad a otra, de un ferrocarril al siguiente, embriagados por tantos misterios y maravillas, niños eternos.
CRÓNICA DE SOCIEDAD (urbi et orbi)
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El político Cánovas del Castillo afirmó, en cierta ocasión, que el artículo 10 de la Constitución (de la época) debía reformarse y sustituirse por este otro: “Son españoles... ¡todos aquellos que no pueden ser otra cosa!”.- (Pedro Voltes)
El presidente norteamericano William McKenzie King (1874-1950) tuvo tres afectos principales en su vida: su madre, un compañero de estudios que pereció ahogado y un perrito enviado por su madre desde el más allá para reconfortarle. .- (" " "(.
Un periodista neoyorquino apostó con varios amigos que obtendría firmas de personas famosas y solventes para pedir al presidente la tontería más grotesca. Tres días después, presentó cien firmas de personas respetables que solicitaban una pensión para la viuda del soldado desconocido.- (" " ").
En la universidad de Alberta (Canadá), se patrocinó un programa de cinco años para conseguir que las ovejas levantasen pesas.- - (" " ").
El Reglamento del Departamento de Consumo de California de 1973 señalaba que “a fines de las presentes normas, el tiempo presente incluye el pretérito, y el futuro, el presente; el género masculino al femenino, y el femenino, al masculino, y el singular, al plural”.- (" " ").
- Tácita Muda es la diosa griega del silencio, antes llamada Lara , hablar, una náyade que denunció las lúbricas intenciones que el gran Júpiter albergaba hacia su hermana Yuturna. En agradecimiento a su amor fraternal, el rijoso dios supremo le arrancó la lengua y la condenó al silencio eterno en la ultratumba.
FRASE DEL DÍA (sea el que sea)
"En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo", afirmó con razón el gran Valle-Inclán.
CONTRAPORTADA
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