domingo, 21 de noviembre de 2021

chafardero 151

 <<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE

NÚMERO 151   ANNO VII>>





PRIMERA PLANA

El titular de un periódico digital informa de que: "Sánchez lleva gastados 47.435 € en halcones para expulsar a las palomas de La Moncloa"; lo que podemos entender como que a los  responsables del diario les resulta intolerable semejante dispendio, tal vez por ser colombófilos o contrarios ideológicamente al presidente, si bien los alfaneques llevan actuando en la sede gubernamental desde 2016; lo que implica un gasto anterior del que nada dicen, quizá por tratarse de antepasados de las aves actuales, ser cosas del pasado o por proximidad con el presidente anterior. En todo caso, fijarse en un gasto tan menor en comparación con el presupuesto nacional parece más propio de alguien obsesionado con el actual mandatario que de un auténtico informador.

También cabe preguntarse si el celo demostrado por el plumilla en este asunto se debe a que las rapaces actúan en La Moncloa, símbolo del poder político que algunos consideran usurpado por el presidente Sánchez; pues también cabe suponer que los halcones que intervienen en otros lugares públicos como los aeropuertos, por ejemplo, tendrán su presupuesto y nada se dice al respecto en la reseña periodística; aunque siempre puede ser que los falcónidos de La Moncloa sean más valiosos que sus colegas aeroportuarios.

Preguntado el Halconero Mayor de La Moncloa, señor don Restituto Costumero, natural de la localidad pacense de Garrovillas, por las funciones de sus gerifaltes,  respondió que las habituales. Apremiado por el plumífero Serafín Pisaverde, aclaró que "vuelos de inspección aérea al amanecer y al atardecer y vigilancia personalizada, captura y eliminación de todas aquellas palomas -pues solo han sido contratados para erradicar a estas aves- que carezcan de audiencia con el señor presidente". Ante la sorpresa del gacetillero, añadió que "esta última condición incluye a todos los tipos conocidos de paloma desde la zurita a la mensajera, pasando por la tórtola y la torcaz".

Dado que esta interviú no aparece en el articulo señalado, hemos tenido conocimiento de la misma por la estrecha amistad que nos une con el citado Pisaverde por haber compartido estudios desde la guardería hasta la Facultad de Ciencias de la Información. El reportero añadió como posible causa de la exclusión de su entrevista "la supuesta querencia hacia el inquilino de La Moncloa que denotan las palabras del señor Costumero según el director de su periódico".

Antes de abandonar las instalaciones palaciegas, el redactor intentó recabar la opinión de las causantes de semejante despilfarro público, es decir, las palomas; pero sólo obtuvo de ellas un zureo indignado.






PRIMERA PLANA ALTERNATIVA

España, un ente abstracto, y muchos españoles, abstractos también algunos, están de enhorabuena. La Roja, la única, la gloriosa, la selección campeona de todos y todas, el deporte patrio por antonomasia, estará en el Mundial de Qatar. El hecho de que su juego sea gris, horizontal y ramplón es secundario; el hecho de que la posesión del balón parezca más importante que marcar gol también es accesorio. ¡Somos España! Aquí nacemos para jugar mundiales de fútbol y deslumbrar a nuestros rivales con el brillo de nuestro escudo, la letra muda de nuestro himno nacional y la gallardía incomparable de nuestros jugadores (algunos enrolados en equipos extranjeros, mercenarios modernos). ¡Vamos al Mundial! Por unos minutos, nos olvidamos de la electricidad, el gas, los carburantes, la inflación, la reforma laboral, la ley mordaza, el Covid, el volcán de La Palma, las luchas intestinas del PP, las diferencias entre los socios de gobierno, el chantaje "democrático" de nacionalistas e independentistas, el odio de Vox,  las mentiras de la prensa amarilla, los abusos sexuales de la Santa Madre... Por un momento, el país, sus habitantes, vivió en éxtasis; pues el fútbol, el deporte rey, es el mejor bálsamo para todos los problemas patrios, reales e imaginarios (o eso queremos creer).







¿QUÈ SUCEDIÓ EN ESTOS DÍAS?

- Un decano de la Universidad de Vigo pierde unas elecciones en las que era el único candidato.

- "Una guía laboral del Ayuntamiento de Marbella ve en la prostitución una salida laboral para la precariedad de mujeres migrantes".- (elplural.com).

“España no va bien con usted, pero España volverá a ir bien cuando lleguemos otra vez el Partido Popular a rob... a resolver la crisis y la quiebra que usted ha producido, como siempre”.- Pablo Casado durante una intervención parlamentaria.

- Multado por poner una cámara en el coche para filmar a quienes se lo rayan.

- La Xunta programa actos en honor de la actriz María Casares no sea una desconocida.

-


OLDIES

"Kashmir", Led Zeppelin. Tensión, drama, ambiente, genio.





LITERALIA




PERTINAX





Eddy McGregor –Eduardo Martínez en la nómina del MOPU, donde dormita de ocho a quince p.m.- era el contrabajista oficial del muy noble “ROGUE’S LIFE QUARTET” (“Cuarteto de vida pícara”), formación musical integrada por siete miembros adicta al jazz en todas sus variedades y expresiones, que nació de la primigenia tuna de Ingenieros Submarinos de la Universidad Central.

Durante los fines de semana, actuaban en tugurios infectos, cuchitriles innombrables y otros antros de perdición llenos de macarras y mujeres “brutalmente apetecibles”; un ambiente siempre entendido y una densa humareda que incomunicaba a público y ejecutantes. Pero una de las características fundamentales de todo artista que se precie debe ser la fe ciega en sus posibilidades, especialmente si no las tiene.

Divorciado y padre de dos gemelos –a los que podía una vez al mes-, su exiguo sueldo de funcionario público le servía, únicamente, para satisfacer la draconiana –según su abogado- y miserable –según el de ella- pensión que debía pasar, por sentencia judicial en firme, a su excónyuge.

En el último mes habían escaseado los conciertos –“temporada baja”, según su agente, que se llevaba un 25% de su caché-; mientras que habían aumentado las exigencias crematísticas de su exmujer. La ropa de marca resulta más cara cada día y los niños no quieren ponerse otra cosa. ¡Se desprestigiarían ante sus amigos! En consecuencia, se había visto obligado a empeñar a su fiel “Cugat”, un contrabajo italiano fabricado con madera de cedro libanés – el último que quedaba en pie, según le advirtió el avispado vendedor-adquirido por trescientas mil pesetas en el zoco de Bou Saada tras tenaz puja con alguien que dijo llamarse Julius Evola, el afamado mago particular de Mussolini, Benito pro patria mori.

Triste y cabizbajo, se dirigió hacia el sombrío negocio de antigüedades que regentaba en la céntrica calle del Doblón el ratonil Abram Door, ropavejero diplomado y mecánico de mecheros solares. El simpático –para su familia- y despreciable –para sus clientes- anciano –había compartido pupitre con el errático Ahasvero, tal y como parecía demostrar un marchito diploma que enseñaba orgullosamente a todos sus visitantes- le ofreció ocho mil quinientas veintitrés pesetas con sesenta céntimos a cambio de su querido instrumento. Con una sonrisa falsamente dura, Eddy abrió la mano, entregó el contrabajo y guardó los billetes. Volvió a la calle dispuesto a ocultar sus penas en un proceloso mar de alcohol.

Con el amanecer, se descubrió borracho perdido y abrazado a la cabeza disecada de un Miura en “La taberna de Lagartijo” y, lo que era peor, tan pobre como antes de empeñar su herramienta de trabajo. Dando tumbos, saludó al nuevo día con la melodía de “Ornithology” –aunque faltase el admirado saxo de Charlie Parker- y se dirigió hacia el cercano domicilio de Gabriela, percusionista invitada del muy noble “Rogue’s Life Quartet”.

Gruñó desganadamente a la portera, agazapada en su tabuco, y ascendió hacia el tercer piso; dejando el quejido de los escalones de madera como única memoria de su paso.

Llamó al timbre con fuerza y precisión; de lo contrario, la potencia no habría servido para nada. Un gallo emitió su kikirikí triunfal; aunque hubiese amanecido un par de horas antes. Eddy comenzó a tararear un kirie, mientras dudaba entre derribar la puerta o esperar su apertura apoyado sobre la barandilla metálica de la escalera. Pasaron los minutos y la escena no cambió. Recuperó la vertical y presionó nuevamente el timbre, que liberó un sonido quejumbroso próximo a la censura. Después, oyó, por este orden, una blasfemia, un bostezo, unos pies arrastrándose por el suelo y el descorrimiento de cuatro cerrojos. La puerta se entreabrió hasta que una cadena enganchada al marco se lo impidió. Una mujer semidesnuda, semidormida, con los ojos semicerrados, se asomó por el hueco resultante de la ya citada apertura. La aparición murmuró:

  • ¿No es muy pronto para mirar el contador del gas?

  • Gabriela, soy yo, Eddy.

  • Ah, sí, el contrahecho.

  • No, mujer, no. El contrabajo.

  • Sí, bueno..., yo me entiendo, creo.

  • ¿Me invitas a un café?

  • ¿Ya han puesto las calles?

El gallo anterior volvió a cantar, reincidiendo en su confusión horaria.

  • cuánto añoro las sanas costumbres de Sibaris, donde mataron a todos los gallos para poder dormir a pierna suelta – comentó Eddy.

  • ¿Cómo? – preguntó una Gabriela entumecida.

  • ¿Qué hay del café?

  • Pasa, pasa. Tienes todo lo necesario en la cocina.

Quitó a tientas la cadena y abrió la puerta de par en par. Una brisa gélida, invisible y, por tanto, traidora, le obligó a arrebujarse bajo la escasa ropa que llevaba encima. Eddy cerró tras de sí y siguió a la mujer hasta el interior de la vivienda. La inquilina se desnudó en silencio, se metió en la cama y se acurrucó bajo un edredón nórdico decorado con alegres escenas sátiras. Instantes después, roncaba satisfactoriamente. Tras prepararse la infusión, Eddy se sentó en una vieja mecedora, que, con el vaivén, sonaba igual que una reunión vespertina de chicharras, es decir, igual que el muy noble “Rogue’s Life Quartet”, cuando ensayaba en los bajos de la parroquia de san Enervadito de Chinchaysuyo, localidad peruana famosa por los grandes mistagogos que nacieron en ella; sin que nadie haya sido capaz de explicar tan sorprendente fenómeno hasta la fecha. A cambio del local, amenizaban los oficios religiosos con piadosos “negros espirituales”. Encendió la cadena musical, enchufó los auriculares y se dispuso a disfrutar una grabación en directo de Thelonius Monk. El persistente ruido de fondo le rememoró el bullicio de la juventud –quizá, la infancia o algún otro parque jurásico perdido en el limbo de los milenios-, los inocentes juegos de la Casa de Campo con sus amiguitas del barrio, los plácidos escarceos bajo los arbustos en las cálidas noches de verano con las cada vez menos niñas, los baños bajo la luz de la Luna –serena y llena- en la piscina del chalet de Tachito –su primo más odiado- junto a Marisa, la fiel y abnegada sirvienta familiar. El persistente ruido de fondo le despertó de un breve, pero profundo, sueño. Descubrió que el vinilo se había terminado y la aguja chocaba contra el final de los surcos. Levantó el brazo del tocadiscos, se quitó los auriculares y apagó la cadena estereofónica.

Miró hacia la calle y pudo ver comprar el periódico y los churros a los domingueros. Como no tenía ninguna prisa, se desvistió con lentitud y, después, se introdujo en la cama, junto a Gabriela; quien, al notar el calor de otro cuerpo, se arrimó a él. Con movimientos precisos, se puso sobre ella y, mecánico, cumplió con la obligación conyugal que ya no debía a su señora. La mujer roncaba satisfactoriamente.

Un potente grito le sacó de sus ensoñaciones.

  • ¿Qué haces en mi cama? – le preguntó Gabriela.

Eddy abrió los ojos, reconoció el lugar y se estiró en silencio. Después, la besó en los labios. La mujer le rechazó e insistió en su inquisición.

  • ¿Qué haces en mi cama?

  • Nada. Ya lo he hecho. Nunca supuse que haría el amor con un maniquí sonoro.

  • ¿Cómo?... ¿Qué tú y yo...?

  • no, yo; porque tú sólo roncabas.

  • ¡Entonces, me has violado, cerdo!

  • ¿Por quién me has tomado?

  • Por lo que eres: un degenerado.

  • Resulta tan enternecedor conocer la existencia de personas que te aprecian sinceramente. He estado bebiendo toda la noche para olvidarme de mi bancarrota irreversible y, como vives por la zona, decidí hacerte una visita.

  • Pero te pareció poco y te metiste en mi cama.

  • Te veía tan desamparada.

  • Desamparada, no, ¡Imbécil! Sólo dormida.

  • ¡Qué más da!

  • Luego, entonces, tengo razón. Aprovechaste la situación para poseerme sin permiso.

  • Tampoco hay que exagerar.

  • ¡Mariconazo, impotente!

  • Me abrazaste con fuerza y yo entendí que...

  • ¿Yo?...Ni aunque fueses el último hombre en el mundo.

  • El caso es que consumé un viejo sueño.

  • Pues ya puedes largarte con viento fresco a tu casa, recoger el contrabajo y reunirte con todos nosotros en la iglesia. Tocamos esta noche en “El crápula enmascarado” y tenemos que ensayar el repertorio. Nos pagan diez mil a cada uno y dicen que acudirán los directivos de un nuevo sello musical. ¡Podemos consagrarnos definitivamente!

  • Tengo un pequeño problema: dada mi precaria situación económica, he tenido que empeñar mi instrumento.

  • Entonces, ¿con qué...?

  • El contrabajo, Gabriela, el contrabajo.

  • ¡Perdona, chico, pero son demasiadas emociones juntas!

  • Telefonearé a Damián por si conoce alguna tienda donde alquilen instrumentos baratos.

  • Deja en paz al líder y desempeña al querido “Cugat”.

  • ¿En domingo?

  • Los prestamistas siempre están dispuestos para hacer negocios.

  • Quizá, pero dime de dónde saco ocho mil quinientas veintitrés pesetas con sesenta céntimos para rescatar el contrabajo.

  • ¡Jolín, qué exactitud! Ni que hubieras acudido a un usurero.

  • No, se llama Abram Door y vestía un efod.

  • ¿No estaría leyendo el Talmud por casualidad?

  • No, una epístola apócrifa de san Pablo a los jerosolomitanos. Por lo viso, es de allí.

  • ¿De dónde?

  • De Jerosolomi.

  • Nunca he oído nombrar esa ciudad.

  • Por esa razón la epístola es apócrifa.

  • ¡Claro, no había caído!

La mujer saltó de la cama y abrió un cajón de la cómoda. Contó algunos billetes y se los entregó al hombre.

  • Hay diez mil. Ya me lo darás, cuando puedas.

  • Si quieres cobrarte en carne, yo...

  • Prefiero a Carmina, la vecina de enfrente.

  • ¿NO me digas que eres lesbiana?... ¡Estáis todas chavetas!

Eddy se vistió rápidamente y se dirigió hacia la calle. Se despidió con un:

  • ¡Lástima, tienes un buen culo!

  • ¡Piérdete, imbécil!

Bajó los peldaños de tres en tres, alegre y cantarín. En su alocado descenso, casi aterriza sobre doña Resignación, viuda de un general gloriosamente fallecido en el Barranco del Lobo; mientras se aliviaba en una letrina. La mujer, elata y vocinglera, le recriminó duramente por su inconsciencia y temeridad, pero Eddy ya había ganado el portal y paraba el primer taxi que vio pasar, en el que atravesó la ciudad hasta llegar a la tienducha de Abram Door, antiguo rabino en Gaza-Cisjordania.

Tal y como había afirmado Gabriela, el local se hallaba abierto; pues el día del descanso era el sábado y no, el domingo. Penetró en el interior y, con grandes voces, gritó:

  • ¡Devuélveme a “Cugat”!

imperturbable, el anciano respondió:

  • No soy taxidermista.

  • Me refiero a mi contrabajo de cedro libanés.

  • ¿Tiene el resguardo y, sobre todo, el dinero?

  • Por supuesto.

Le entregó el boleto y el prestamista se dirigió hacia la trastienda. Eddy destilaba optimismo y buen humor ante la pronta recuperación de su estimado instrumento.

Arrastrando los pies, Abram Door llegó hasta él y le devolvió el justificante.

  • lo he vendido hace un par de horas a un profesor de la Orquesta Nacional.

  • ¿Cómo? –vociferó Eddy-. ¿Cómo ha osado venderlo?

  • Porque era mío. Recuerde que le presté una buena cantidad a cambio.

Medio loco, paseó a lo ancho de la tienda –cada tres zancadas, daba la vuelta-, abrumado por la desgracia.

  • ¿Dónde encuentro un instrumento semejante a estas horas? Toco a las diez en punto.

  • Hombre, puedo venderle uno japonés que abandonó en depósito un titiritero ambulante. Se lo dejaré barato, porque hace unos ruidos muy extraños.

  • ¿Cuánto es barato para usted? – le espetó Eddy.

  • Si comienza insultándome, olvidaré la transacción.

  • ¿Cuánto pide por el contrabajo?

  • Siete mil quinientas.

  • Enséñemelo.

El anciano regresó a la trastienda. Eddy encendió un pitillo para mitigar la espera, para sentir que transcurría el tiempo y asumir que todo seguía su curso natural.

De nuevo junto a él, Abram Door le mostró un instrumento desconchado con dos solitarias cuerdas en el mástil y múltiples rozaduras en la caja.

  • ¿Tiene cuerdas de recambio?

  • De crin de caballo húngaro. Dicen que son las más resistentes. Quinientas cada una.

  • ¿Usted no será judío por casualidad?

  • ¿Yo, yo?... Soy un ciudadano respetable que pagara religiosamente sus impuestos.

  • Bueno, bueno, no se altere. Pelillos a la mar, ¿eh?

  • ¿Se queda con el contrabajo?

  • ¡Qué remedio! Pero, dado su deplorable estado, tendrá que rebajarme el precio y regalarme el cordaje.

  • ¿Cuánto ofrece?

  • Cinco mil por todo el lote.

Una serie rítmica de golpes salió del instrumento, ante la sorpresa de Eddy y la desolación del prestamista.

  • ¿Qué ha sido eso?

  • Ya le avisé sobre los extraños ruidos que emitía.

  • ¿No tiene otro? Me resultará difícil concentrarme en la música, si escucho un guirigay semejante.

  • Sólo tengo éste.

  • ¡Está bien!... Ahí van las cinco mil.

  • Me está robando y usted lo sabe, pero, en el fondo, soy un sentimental.

  • Sí, hombre, sí. Es usted el buen samaritano.

  • No lo dude, caballero.

Cerraron el trato y Eddy pudo completar las cuerdas del instrumento. Después, se dispuso a afinarlo, aunque los extraños sonidos no cesaron durante dicha operación.

  • ¡La paz sea contigo! – se despidió el anciano.

  • ¿No podría ser una quiniela de quince aciertos? – respondió Eddy.

Después, regresó a la calle y buscó alguna casa de comidas. Descubrió un restaurante cercano –CASA “EL PARQUE”. COMEDOR ECONÓMICO-. Se acomodó en una mesa frente al televisor y pidió el plato del día. Recostó el instrumento contra una silla y, fumando, esperó la comida. Un camarero calvo y con bigote le sirvió, sucesivamente, un plato de lentejas, un bistec con patatas fritas, un plátano de Canarias, un café solo, una copa de pacharán y la cuenta, que ascendió a ochocientas pesetas.

Abandonó el local y se dirigió a su domicilio, sito en la periferia de la ciudad. Apoyó el instrumento sobre la pared y se tumbó en la cama, tras poner el despertador a las nueve en punto de la noche. Al rato, dormía profundamente.

Le despertó el insistente repiqueteo del teléfono.

  • ¿Quién es? ¿Se ha terminado el mundo? – preguntó a través del cable.

  • ¿Piensas venir, imbécil? –gritó Damián, el trompetista líder del grupo-. Son las nueve y media y sólo faltas tú.

  • ¡He debido dormirme! – se disculpó.

  • ¡Vaya, no me había percatado!

  • Dame cinco minutos.

Cogió el instrumento y bajó a la calle. Paró otro taxi y le dio la dirección del “CRÁPULA ENMASCARADO”. Cuando llegó al local, los restantes miembros del muy noble “Rogue’s Life Quartet” ensayaban sobre el angosto escenario del bar.

Saludó con la mano y se reunió con ellos.

  • Este no es “Cugat” – afirmó Damián.

  • Cuando llegué, ya lo habían vendido.

La secuencia de sonidos extraños reapareció durante la conversación.

  • Me recuerda los “relojes de la muerte” – comentó Emiliano, el pianista del grupo, doctor en Entomología por la Universidad de Uppsala.

  • ¡Este tío siempre está diciendo chorradas! – protestó Blas, el batería.

  • Tienes el cerebro corroído por el gusano de la ignorancia – atacó el teclista.

  • ¡Que te den, gilipollas! – se defendió el otro.

Como el local ya estaba medio lleno, las diez de la noche en el reloj de carillón situado tras el mostrador, el dueño del bar les pidió con delicadeza que...

  • ¿Empezáis o qué?

La actuación transcurrió con normalidad durante los dos primeros temas; pero, en el tercero, los sonidos provenientes del contrabajo se hicieron más nítidos y enérgicos.

  • ¡El reloj de la muerte, el reloj de la muerte! –repitió el entomólogo, para terminar-. ¡Te han timado, Eddy!

El aludido, que no comprendía nada al igual que el resto de los presentes, siguió tocando; mientras intentaba disimular el nerviosismo que le provocaban ruidos tan desagradables.

La catástrofe sobrevino durante un gran “solo” del pianista, mientras ejecutaban una composición de Duke Ellington. Un estruendo impresionante reclamó la atención de todos los reunidos, incluidos Eddy y el ejecutante. Del contrabajo, sólo quedaban las cuatro cuerdas, que colgaban lastimosamente entre las manos del intérprete. La madera de la caja y del mástil había quedado reducida a un miserable montón de polvo sobre la tarima del escenario.

Emiliano, el entomólogo, abandonó el piano y corrió hacia los restos; de los que sacó un pequeño insecto de unos tres centímetros de longitud y dos más pequeños, de color blanco. Triunfal, se los mostró a todos sus compañeros; después, al estupefacto público.

  • Te había avisado, Eddy.

  • ¿De qué estás hablando, majadero?

  • Del Anobium pertinax, familia de los coleópteros.

  • Encantado – comentó Blas.

  • Vulgarmente, se le conoce por carcoma. Sus larvas –señaló los dos insectos albos- se alimentan de madera, como la de tu contrabajo. El adulto, por su parte, es el que producía los extraños ruidos que salían del instrumento al golpear su caparazón contra la caja para estimular a las hembras de su especie.

  • ¿Por qué me ha tocado a mi? ¿Por qué no le sucedió nunca a Pau Casals?

  • Porque era violonchelista, idiota.

Damián se aproximó al micrófono y pidió disculpas al respetable por verse obligados a suspender la actuación tras el incidente del contrabajo. Podían seguir tocando sin él, pero no querían herir la susceptibilidad de Eddy. Guardaron sus instrumentos y se acodaron en un rincón de la barra. El dueño del local, a regañadientes, les pagó la mitad de lo convenido y les invitó a una consumición.

En ésas estaban, cuando se reunió con ellos un joven barbado con tonsura; aunque, como más tarde les explicó, se trataba de simple calvicie. Se presentó como:

  • Heliodoro Rodríguez, director artístico de MEDIOS NUEVOS, un sello independiente dependiente de una gran multinacional que ha nacido con el firme propósito de promocionar las nuevas músicas. Vuestra actuación me ha entusiasmado – concluyó.

  • ¡Gracias! – afirmó Damián, el líder.

  • ¿Podrías repetir la rotura del contrabajo en cada actuación? –preguntó a un aturdido Eddy-. En el rock, ya lo han hecho genios como Hendrix o Pete Townsend; pero nunca en el campo del pop. ¡Sería una innovación explosiva!

  • ¿Pop? – preguntó Damián, el líder.

  • ¡Claro! Vuestra música es pop, minimalismo, new age.

  • Pero... nosotros hacemos jazz.

  • ¡Nada que no se pueda arreglar con un buen productor! Mañana a las doce os quiero ver en esta dirección – les tendió una tarjeta- dispuestos a grabar vuestro primer elepé.

  • Sólo tenemos ocho canciones bien ensayadas.

  • ¡Da igual! Lo único importante es el número del contrabajo.

  • Mañana no puedo ir a esa hora. Trabajo hasta las tres – comentó Eddy.

  • Pues, si no puedes acudir a la cita, tendrás que dejar el grupo – afirmó Heliodoro Rodríguez, el nuevo líder.

  • ¡Ya era hora de que tuviéramos un motivo! – señaló Blas, el batería.

  • ¿No pensaréis dejarme en la estacada ahora que hemos triunfado? Estamos juntos desde la universidad.

  • Me debes ocho mil quinientas veintitrés pesetas con sesenta céntimos. Así que... procura estar mañana a la hora fijada – le recordó Gabriela.

Su primer disco, titulado “Pertinax”, contenía doce canciones en las que destacaba una base rítmica que imitaba el sonido de las carcomas macho al golpear su caparazón contra la madera de sus escondites. Fue un rotundo éxito de ventas y “THE MUTANT WOODWORMS” (“Las carcomas mutantes”) encabezaron las listas de éxitos durante cuarenta y cinco semanas seguidas.



CRÓNICAS DE SOCIEDAD (urbi et orbi)

- El Código Penal de 1949 recogía el delito de adulterio  y el uxoricidio por honor. Por tanto, consideraba delito de adulterio sólo en caso de que fuera la mujer la infiel y otorgaba al marido el derecho a matarla para defender su honor. Su artículo 428 señala que: "El marido que, sorprendiendo en adulterio a su mujer, matare en el acto a los adúlteros o a alguno de ellos o les causase cualquiera de las lesiones graves, será castigado a la pena de destierro".  Si les produjese lesiones leves, quedaría exento de pena. Por otro lado, el marido podía ser infiel cuanto quisiera y con cuántas quisiera o pudiera; pues sólo podía ser condenado en caso de amancebamiento a prisión menor, mientras que la amancebada o querida recibiría la misma pena o el destierro. Justicia divina que dicen.

- Dadas las malas condiciones en que trabajaban los copistas en los monasterios medievales, era bastante frecuente el robo de manuscritos; por lo que sus autores solían incluir, al principio o al final de sus textos, maldiciones contra los ladrones como la encontrada en la biblioteca del Monasterio de Sant Pere de Barcelona: "Para aquel que roba, o pide prestado un libro y  a su dueño no lo devuelve, que se mude en sierpe la mano y lo desgarre. Que quede paralizado y condenados todos sus miembros. Que desfallezca de dolor, suplicando a gritos misericordia y que nada alivie sus sufrimientos hasta que perezca. Que los gusanos de los libros le roan las entrañas, como lo hace el remordimiento que nunca cesa. Y que, cuando finalmente descienda el castigo eterno, que las llamas del infierno lo consuman para siempre". O "Si alguien roba este libro que muera hasta la muerte, que se fría en una sartén, que la epidemia y la fiebre lo devoren, se pudra en la rueda y sea ahorcado. Amén". O la existente en la biblioteca de la Universidad de Salamanca: 





- Xosé Velo -Pepe Velo para los amigos- fue un nacionalista gallego que fundó, en su juventud, las Mocedades Galeguistas, junto al poeta Celso Emilio Ferreiro, integradas, a su vez, en el Partido Galeguista, cuyos miembros fueron fusilados o exiliados  tras el triunfo franquista. En el caso de nuestro protagonista, emigró a Caracas tras ser encarcelado por los vencedores y obligado a enrolarse en la División Acorazada Brunete, de donde pasó a un batallón de castigo en Guinea Ecuatorial por desertor. En Venezuela ejerció como profesor y atendía a otros emigrantes como médico y dentista. Fundador del DRIL (Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación), ideó un plan -la "Operación Dulcinea"- , junto al capitán de marina luso Henrique Galvao, para denunciar ante el mundo las dictaduras española y portuguesa. Con ese fin, organizó el secuestro de un transatlántico -el "Santa María"-  de 20000 toneladas de desplazamiento que cubría la ruta entre Sudamérica y la península Ibérica. Rebautizado como "Santa Libertade" por los veinticuatro asaltantes, ondearon la bandera lusa por carecer de pena de muerte en ese país como castigo a su acción. Con él pretendían llegar hasta las colonias africanas de España y Portugal e iniciar allí la revolución.  Corría el año 1961.  Detenidos por la VI flota norteamericana, tras considerar finalizada con éxito su misión, navegan hacia Brasil, donde Pepe Velo y su hijo Víctor se instalan en Sao Paulo, y fundan la editorial Nós que dirigió hasta su muere en 1972 por un cáncer de pulmón.





FRASE DEL DÍA (sea el que sea)


"Trata siempre con la misma indiferencia al éxito y al fracaso, esos dos impostores".- (Rudyard Kipling)-


CONTRAPORTADA






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