martes, 17 de enero de 2023

chafardero 183

 <<EL NUEVO CHAFARDERO INDOMABLE

NÚMERO 183   ANNO IX>>




PRIMERA PLANA

Ángel Alcázar de Velasco vivió entre 1909 y 2001. Fue un español de pelo en pecho. Licenciado en Filosofía y Letras en Salamanca, afiliado a Falange y la CEDA, trabajó como novillero y periodista. Relacionado con el ministro de Exteriores franquista, Serrano Suñer, espió para los alemanes desde la embajada española en Londres, informándoles de los movimientos navales británicos; aunque parece ser que se dedicó más a disfrutar la vida que a facilitar informaciones importantes a los nazis. En 1935 entró en la Abwehr, el servicio secreto alemán, para el que trabajó durante la IIª Guerra Mundial y proyectó un plan para volar el peñón de Gibraltar que mereció el respaldo del almirante Canaris, jefe supremo de la marina nazi.

Por esas fechas se presentó en Madrid el japonés Yakichiro Suma, nombrado ministro plenipotenciario en España por su emperador. En 1942 creó la “Red To” para espiar a los Estados Unidos a través de ciudadanos españoles instalados en Usa, a la que se incorporó el citado Álcazar (sin Pedrín); mientras seguía informando a los nazis. La red permaneció operativa hasta 1944 y suministró mucha información a los nipones, lo que mereció el beneplácito del emperador. Llegó a contar con veintiún miembros en Usa, aunque algunos autores rebajan esta cifra. La prensa norteamericana publicó varios artículos que señalaban a la embajada nipona en Madrid como un centro de reclutamiento de espías con destino a su país . Las autoridades usamericanas permitían su actividad por la mala calidad de sus informes. Para evitar que el contraespionaje usamericano conociese sus informaciones, algunos espías eran periodistas y escribían sus mensajes con tinta invisible dentro de sus artículos.

Poco a poco, y dado su elevado coste (unos seis millones de la época), los japoneses fueron perdiendo la confianza en Álcazar de Velasco hasta que, en la fecha ya citada de 1944, la red desapareció. Yakichiro Suma regresó a su país, donde fue depurado, expulsado del Cuerpo Diplomático y encarcelado. Liberado en 1951,  fue presidente de la Unesco en Japón en sus últimos años.

En cuanto a Alcázar de Velasco, trabajó como periodista en varios diarios nacionales tras la IIª Guerra Mundial. Falleció en Galapagar.


¿QUÉ OCURRIÓ EN ESTOS DÍAS?

- Las Comunidades de Madrid, Aragón y ambas Castillas han reducido su gasto en protección social desde que se instauró el Ingreso Mínimo Vital.

- La Comunidad gallega celebra siete campeonatos de caza de zorro el 7 de enero cuando la temporada (de caza) termina el 6.

- La policía municipal de Sevilla detiene a un niño de siete años que circulaba en una moto de cross de 50 cc solo por una calle hispalense al...¡carecer del seguro obligatorio!

-  Aumentan los robos de faros de coche por su utilidad para acelerar el crecimiento de las plantas de marihuana.

- Sancionado un policía nacional por compaginar su trabajo con el de actor porno.

- Una sevillana alquila una valla publicitaria en la que aparece vestida de torero para exigir a la Sanidad andaluza que la opere de una rotura de vértebra diagnosticada hace un año.

- Reabre el Hospital Zendal: Once médicos, sesenta y dos enfermeras y sesenta y cuatro auxiliares de enfermería para doce paciente.

- El régimen talibán decapita maniquíes femeninos para reducir la lujuria masculina.

- "Para evitar infecciones bacterianas, no chupeis los grifos". Cartel de la biblioteca de la Universidad de Murcia.

- ANUNCIO: Pinto casas. No voy a domicilio.






OLDIES

"Ill Wind", Lonette McKee, otro clásico del jazz de los años 30 (ya saben de qué siglo).

https://www.google.es/search?q=ill+wind+lonette+mckee&sxsrf=ALiCzsba8i-bRrFXxNfUEzPMs3deNS4btQ:1672415872013&source=lnms&tbm=vid&sa=X&ved=2ahUKEwjg_d7P2qH8AhV0VaQEHdA6CyAQ_AUoA3oECAIQBQ&biw=1280&bih=569&dpr=1.5#fpstate=ive&vld=cid:a1df0d4b,vid:f9nOjTbdPKQ



LITERALIA



LAS BALAS DEL CAÑÓN

(Basado en hechos reales, creo)


Mi amo, el cónsul de Francia, me compró en el mercado de Zanzíbar, cuando yo tenía quince años y él era un joven aristócrata que recorría el mundo para completar su educación.

De regreso en París, mi señor sufrió graves reveses económicos que le obligaron a aceptar un puesto en la carrera diplomática y a concertar un ventajoso matrimonio con Mlle. Evangeline du Puyssell, rica heredera de Nancy.

Tras varios años ocupando cargos secundarios en ciudades poco importantes, su nombramiento como cónsul honorario en Argel representó su primer destino significativo, el comienzo de una singladura que debía culminar en la riqueza absoluta y en un lugar destacado en la corte junto a su majestad el Rey.

Sin tiempo para despedidas, preparé el voluminoso equipaje y nos embarcamos en la goleta “A SANTA COMPAÑA” rumbo al puerto norteafricano, mientras mi señora emitía lánguidos suspiros y se preguntaba:

  • ¿Qué será de nosotros en tierra de infieles?

Pensamientos semejantes ocupaban mi cerebro, cuando los hombres del pachá Hadji Hassan irrumpieron en el palacio de mi amo –que, pese a llevar seis años en la ciudad, aún necesitaba el auxilio de un dragomán para comprender la jerga de estos bárbaros. Por desgracia su fiel Yusuf ben Jakob estaba visitando a su madre y no pudo valerse de sus servicios en una situación tan delicada como la presente y yo tenía prohibido hablar en público por mi fama de correveidile desde que participé a mi ama las infidelidades de su esposo, mi señor- y, entre gritos histéricos y golpes de cimitarra, nos sacaron a la calle; donde nos reunimos con un centenar de franceses, encadenados de pies y manos, que soportaban en silencio los insultos y amenazas de la encolerizada multitud. El eunuco Abdul –al que conocía desde que coincidimos en el mercado de esclavos- nos despojó de nuestras vestimentas y nos engrilló tras el último de la fila. A pesar de la emasculación, sus lascivas manos se detuvieron excesivamente en el cuerpo adolescente de mi querida Desireé Alphonsine, primogénita de mi amo. Custodiados por una treintena de jenízaros armados hasta los dientes, fuimos conducidos hasta el palacio-fortaleza de Hadji Hassan.

Una vez allí, formamos en el gran patio y, mirando fijamente al sol, esperamos la aparición del almirante Hassan. Instantes después, su cadavérica figura descendió las escaleras de mármol que partían del Salón del Consejo embutido en una túnica verde con filigranas doradas que adornaba con una daga ricamente enjoyada.

  • ¡Por fin, nos vemos las caras, “Mediomuerto”! – exclamó el Jefe de la Guardia Consular, Jean de la Vallette, descendiente directo de aquel Gran Maestre de la Orden de Malta del mismo nombre.

Un centinela le atravesó con un certero golpe de alfanje.

Hadji Hassan nos comunicó que estaba cansado de que la armada francesa, anclada frente a la bocana del puerto desde hacía ocho días al mando de un viejo camarada de mi señor, el marqués de Duresne, bombardease la ciudad y, en consecuencia, había decidido darle un escarmiento.

Ante nuestro asombro, pidió voluntarios para intervenir en la sorpresa que había preparado a los sitiadores. Ninguno de nosotros movió un dedo. A una señal apenas perceptible del pachá, el imponente eunuco Abdul liberó al hijo menor del finado La Vallette y le condujo hasta el interior del palacio. Poco después, oímos un grito desgarrador. Aunque nos temíamos lo peor, mantuvimos la tranquilidad. Cuando el joven regresó junto a nosotros con semblante pálido y caminando dificultosamente, nuestra sospecha se tornó certeza.

Abdul nos pasó revista uno por uno, mientras apartaba a sus elegidos y señalaba un punto indeterminado de las murallas.

  • ¿Cuántos tienes? – le preguntó Hassan.

  • Dieciocho, ¡oh, gran pachá! – respondió el castrado.

  • Con el vicario, hacen diecinueve y el último será...

Mi amo nunca ha sido un hombre especialmente afortunado, pero aquella mañana de 1683 la desgracia se cebó con él. “Mediomuerto” reparó en su figura –habían sido presentados durante la gran fiesta que mi señor ofreció en su palacio con motivo de la toma de posesión- y le señaló con su dedo huesudo.

  • ... el cónsul, como máximo representante de su país en nuestra humilde ciudad, y su esclavo, de reserva.

  • ¡Esto es un ultraje! – protestó mi señor, al sospechar, que no comprender, el significado de sus palabras.

Por mi parte, dueño de nada, acepté tan fatal decisión.

  • A los demás, los enroláis de remeros en mis galeras y las mujeres... completarán mi harén particular. Más tarde, exigiremos un buen rescate por ellas.

Los infieles secundaron sus frases con una gran carcajada y, seguidamente, cumplieron sus órdenes sin rechistar. La esposa de mi amo se despidió con expresión atemorizada. Nos encerraron en un lóbrego calabozo desde el que oímos parlamentar a voces a Hassan con el valeroso Duresne. Cuando cesó la conversación, sentimos descender rápidamente unas escaleras y descorrerse el cerrojo que sujetaba la puerta de nuestra cárcel a los sólidos muros de la fortaleza. Entraron cuatro jenízaros y cogieron a uno de nosotros; que se resistió con uñas y dientes hasta que un certero golpe en la cabeza lo privó de conocimiento.

Ayudamos a subir al vicario hasta el estrecho ventanuco situado a nivel del suelo y, desde tan privilegiada atalaya, fue informándonos de los acontecimientos tal y como iban sucediendo.

  • Lo están atando y amordazando – señaló el religioso.

  • ¿Qué más, qué más? – le interpelamos, corroídos por el miedo y la curiosidad.

  • Lo han cogido entre cinco verdugos y le han introducido un... ¡Oh, no, Dios mío!... ¡Es demasiado terrible para ser verdad!

Después, cayó fulminado al húmedo suelo.

Estábamos peleándonos entre nosotros, intentando alcanzar la ventanilla, cuando un horrible estrépito nos paralizó por completo y despertó al sacerdote.

  • Ahí va la primera, ¡perro francés! – exclamó, triunfal, Hadji Hassan.

Cuando bajaron a por el siguiente, el vicario ya nos había comunicado la suerte que nos esperaba. Creyentes o paganos, nos encontraron arrodillados, rezando el rosario. Habíamos comprendido, en un instante brutal, que la crueldad es un pozo sin fondo y que, tal vez, no debería ser considerada como un atributo humano; sino como un triste vestigio animal.

A medida que fueron llevándose a mis compañeros, fue desapareciendo nuestro miedo y aumentando nuestra fe religiosa, que, tal vez, sea otra forma de temor.

Cuando sólo quedábamos el vicario, mi amo y yo, nos subieron juntos hasta las murallas de la fortaleza; donde, por fin, nos enfrentamos al gran basilisco que sería nuestra última morada.

Nos amarraron concienzudamente y, tras concederme el dudoso honor de ver morir a todos mis compañeros, introdujeron al religioso en el gran cañón. Cuando sus restos se esparcieron por el mar Mediterráneo, un sudor frío nos recorrió el cuerpo.

Antes de que le metieran en el ánima, el cónsul, mi amo, preguntó a Hadji Hassan, que hablaba francés correctamente:

  • ¿Qué has hecho con mi familia?

  • Todavía nada – respondió el sanguinario.

Sus hombres volvieron a estallar en grandes carcajadas.

  • ¿Crees que mi amigo, el marqués de Duresne, cederá a tus pretensiones? Ya has matado a diecinueve y su postura se mantiene inalterable.

Sin contestarle, subió a las almenas y explicó al sitiador que el cónsul sería la siguiente bala del cañón. Un fraile renegado que hacía las veces de muecín tradujo a mi amo el terrible mensaje. Tras unos tensos instantes, escuchamos la voz del marqués:

  • Tú ganas, ¡sarraceno!... No puedo sacrificar a mi camarada.

La flota maniobró hasta despejar la bocana del puerto. Lentamente, se fue alejando hasta que sus gallardetes se perdieron en el horizonte.

Entonces, “Mediomuerto” ordenó a sus hombres:

  • ¡Adentro con él!

Un último estruendo rasgó el silencio de Argel.









CRÓNICA DE SOCIEDAD (urbi et orbi)


Visha Kanya (Doncella Venenosa) era un tipo de asesina hindú experta en el uso de tóxicos y venenos que se cita en textos tan antiguos como el Kalki Purana, en el que se afirma quie podía matar con la mirada y las relaciones sexuales. Parece ser que le suministraban pequeñas dosis de veneno desde muy pequeña para que su cuerpo se volviese inmune a él. Forma parte de la mitología y el imaginario sagrado hindú.

El Tacuinum Sanitatis es un manual sobre salud basado en un texto anterior del médico árabe ibn Butlan llamado “Tablas de Salud”. Está escrito en latín y profundamente ilustrado. Incluye un herbario y secciones dedicadas a la respiración, el ejercicio, el descanso y la salud mental, así como la primera imagen de una zanahoria, planta desconocida hasta entonces.


Según la mitología sumeria, la diosa Ki creó con la costilla del dios Enki una diosa llamada Nin-Ti o mujer de la costilla. La Biblia (Génesis 2-3, 21-22) dice: “Hizo Yavhé Dios caer sobre el hombre un profundo sopor y, dormido, tomó una de sus costillas cerrando en su lugar con carne, y de la costilla del hombre tomada formó Yahvé Dios a la mujer y se la presentó al hombre”.

Los llamados “knocker upper” fueron profesionales ingleses e irlandeses que existieron entre finales del siglo XIX hasta 1920 hasta que los precios de los despertadores fueron asequibles para la mayoría de los ciudadanos. Su trabajo consistía en presentarse en la vivienda de sus clientes y despertarles para que no llegasen tarde a sus empleos. Para ellos, solían usar varas para llamar a las puertas, palos largo de bambú para alcanzar las ventanas y los pisos altos e incluso pequeñas cerbatanas para lanzar guisantes con el mismo fin. Cobraban semanalmente y no abandonaban el domicilio del cliente hasta que éste se había levantado del lecho.


- La Daga rompeespadas se utilizó desde la Baja Edad Media hasta comienzos del Renacimiento. Su función era atrapar la espada del contrincante e impedirle usarla correctamente.



Los urinatores o urinantes fueron la primera unidad de buceadores conocidos en la Historia. Aparecieron durante el siglo IV a.C en el Imperio Romano y actuaron por última vez en el 195 d.C durante el asedio romano a Bizancio (actual Estambul). Sus misiones principales consistieron en el sabotaje de navíos enemigos y transmisión de mensajes secretos y en clave. Su única arma era un cuchillo. Se sumergían con lastres de piedras y una esponja impregnada en aceite que iban exprimiendo, mientras descendían, para producir una película que mejorase su visión submarina. Avanzaban a pulmón libre, aunque también empleaban odres llenos de aire y rudimentarias campanas unidas a un tubo fabricado con intestino de res que finalizaban en vejigas flotantes que les suministraban el aire. En tiempos de paz, recuperaban las mercancías caídas de los barcos durante su carga y descarga en los puertos. Cobraban según la profundidad a que debían sumergirse y la dificultad para recuperarlos.


FRASE DEL DÍA (sea el que sea)

La publicidad de un producto es más importante que el producto.- (Marshall McLuhan, teórico canadiense de la comunicación)

CONTRAPORTADA


FATA MORGANA

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