viernes, 22 de diciembre de 2023

candiliterario 11

CANDIL L ITERARIO Nº 11



(continuación Capítulo VIII)


Martínez aparcó el coche y se dirigió hacia el portal donde supuestamente vivía el sospechoso. Pulsó el botón correspondiente en el portero automático. Respondió una voz grave y avinagrada.

  • ¿Qué quieres, colega?

  • Policía. Quiero hablar con... Ernesto Valcárcel.

  • ¡Joder, joder, la pasma tú!... Yo no he hecho nada.

  • Sólo quiero hablar. Déjeme subir.

Pero la puerta no se abrió. Entonces, el policía probó otra estrategia. Volvió a pulsar en el portero automático, pero un botón diferente al anterior. Contestó una señora de avanzada edad por la voz.

  • ¿Qué desea?

  • Cartero publicitario. ¿Me abre, por favor?

  • ¡Ya va!

La puerta se abrió y Martínez accedió al interior del edificio. Subió hasta el tercer piso y, cuando se disponía a pulsar el timbre, descubrió la puerta entreabierta. La empujó levemente y entró. Sentado en un sillón desvencijado, descubrió a un hombre de unos treinta años, en pantalón de pijama negro y camiseta de tirantes que alguna vez fue blanca.

  • ¿Quién eres tú?

  • El policía que llamó antes y al que no abriste la puerta.

  • Me asusté, tío.

  • Sólo quiero hacerte unas preguntas.

  • ¿Sobre qué? Yo no sé nada, estoy limpio.

  • ¡Como todos!... Nuestro laboratorio ha encontrado dos huellas tuyas en la vaina de una espada.

  • ¿Dónde?... ¿Qué es una vaina?

  • La funda, leche.

  • Las únicas vainas que conozco son las judías verdes.

  • ¡Vamos bien!.... ¿Cómo lo explicas?

  • ¿El qué?

  • Tus huellas en la vaina.

  • ¿Vaina, espada?... ¿De qué me hablas, tío?

  • De la espada que han robado hace unos días del museo arqueológico.

  • ¿Desde cuándo tenemos uno?

  • Este tío está colgado.

  • Sí, tío. Me han pasado un material de primera.

  • La encontraron en un taxi.

  • ¿Un taxi dices?... ¿Lo conducía un tío muy raro que conduce fatal?

  • Puede ser.

  • Creo que lo cogí en... Callao, aquí cerca, porque me había salido un curro en... Legazpi. Sí, eso, en Legazpi. Cuando me senté detrás, noté que me molestaba algo. Entonces, la encontré. Era preciosa, tío, pero, como soy honrado, se lo dije al taxista y me respondió que sería de su hijo; así que la dejé donde estaba. Cuando llegué a mi destino, pagó mi jefe y se acabó la historia.

  • Entonces, ¿eso es todo?

  • Te lo juro, tío... ¡Por mi madre!

  • Sabía que no sacaríamos nada por este lado -comentó Martínez en voz baja-. ¡Hemos terminado!... ¡Qué tengas un buen día!

  • Tú también, colegui.

  • No soy tu colega.

Martínez descendió hasta la calle, subió al coche y condujo hasta la Ribera de Curtidores, donde aparcó cerca de la estatua de Cascorro. Después, consultó una libreta donde había anotado la dirección de varias tiendas de antigüedades.

La primera era: EL BLASÓN

Propietario: Eustaquio Cienfuegos

Fundación: 1974

Dirección: Calle de San Dalmacio, l6

Resultado: negativo.


Después entró en: LA CORNUCOPIA

Propietario: Ginés Entralgo

Fundación: 1983

Dirección: Calle de Carlos Arniches, 25

Resultado: negativo


La siguiente visita fue a: LA PANOPLIA

Propietario: Federico Santos

Fundación: 1948

Dirección: Calle del Carnero, 32

Resultado negativo.


La cuarta fue: LA ESPADA TOLEDANA

Propietario: Marmeto Novillo

Fundación: 2004

Dirección: Travesía de los Cabestreros, s/n

Resultado: negativo.


A la quinta tampoco: ESCUDERO E HIJOS

Propietario: Germán Escudero

Fundación: 1962

Dirección: Calle Mira el Sol, 15

Resultado: negativo.


El sexto afortunado fue: LA CUEVA DE ALIBABÁ

Propietario: Mustafá ibn Mohamed Said

Fundación: 1992

Dirección: Calle de las Amazonas, 8

Resultado: negativo


Después vino: LA MODERNIDAD

Propietario: Remigio Bienvenido

Fundación: 1981

Dirección: Calle de la Paloma, 19

Resultado: negativo.


Sobre las doce de la mañana, hizo un alto en una taberna. Pidió un vaso de vino y un pincho de tortilla, que consumió sentado, pues tenía los pies molidos de tanto andar de aquí para allá sin ningún fruto. Después, encendió un cigarrillo y leyó la prensa deportiva hasta la una, hora en que salió a la calle para reanudar la tarea.


Entró en: LA ARMADURA FELIZ

Propietario: Eduardo Retama

Fundación: 1969

Dirección: Calle de Calatrava, 22

Resultado: negativo.


A continuación: EL GALEÓN

Propietario: Anselmo San Telmo

Fundación: 1958

Dirección: Calle del Humilladero, 4

Resultado: negativo.


El siguiente fue: SEFARAD

Propietario: Simeón Leví Aberman

Fundación: 2007

Dirección Calle de la Sierpe, 10

Resultado: negativo y una aljorca para su mujer


Desde aquí se dirigió a la calle de la Ruda, donde degustó hasta el vicio un maravilloso cocido, regado por un recio tintorro de Navalcarnero. Luego, convertido en un hombre nuevo, regresó al vehículo, abrió el maletero, sacó una manta que llevaba siempre para imprevistos y se acomodó en el asiento trasero, donde durmió una siesta reparadora hasta la cinco de la tarde, hora de apertura del comercio.

Minutos después entraba en: EL ALFANJE

Propietario: Guzmán de Buendía

Fundación: 1978

Direc­ción: Calle de Luciente, 6

Resultado: negativo.


Siguió con: LOS TRES MELLIZOS.

Propietario: Rafael, Gabriel y Miguel Mora

Fundación: 2001

Dirección: Calle de los Irlandeses, 15

Resultado: negativo


Cruzó la calle Toledo y visitó tres tiendas que quedaban entre la Fuentecilla y el antiguo mercado de abastos.

En primer lugar entró en: EL ESCABEL

Propietario: Damián de la Cruz

Fundación: 1994

Direc­ción: Calle de Santa Ana, 9

Resultado: negativo


Luego: EL ZAGUÁN

Propietario: Rafael Torrente

Fundacíón: 1989

Dirección: Calle Mira el Río Alta, 17

Resultado: negativo.


La última fue: LA LORIGA

Propietario: Sierva del Señor Cifuentes

Fundación: 1963

Dirección: Callejón del Mellizo, 21

Resultado: negativo.


Harto de las visitas, recordó que Reme vivía en aquella calle y decidió telefonearle. La mujer se alegró de oírle y le invitó a una cena informal. Después, Martínez llamó a su legítima para comunicarle que volvía a tener vigilancia nocturna. Ella se lo agradeció colgándole.


 

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