CANDIL L ITERARIO Nº 11
(continuación Capítulo VIII)
Martínez aparcó el coche y se dirigió hacia el portal donde supuestamente vivía el sospechoso. Pulsó el botón correspondiente en el portero automático. Respondió una voz grave y avinagrada.
¿Qué quieres, colega?
Policía. Quiero hablar con... Ernesto Valcárcel.
¡Joder, joder, la pasma tú!... Yo no he hecho nada.
Sólo quiero hablar. Déjeme subir.
Pero la puerta no se abrió. Entonces, el policía probó otra estrategia. Volvió a pulsar en el portero automático, pero un botón diferente al anterior. Contestó una señora de avanzada edad por la voz.
¿Qué desea?
Cartero publicitario. ¿Me abre, por favor?
¡Ya va!
La puerta se abrió y Martínez accedió al interior del edificio. Subió hasta el tercer piso y, cuando se disponía a pulsar el timbre, descubrió la puerta entreabierta. La empujó levemente y entró. Sentado en un sillón desvencijado, descubrió a un hombre de unos treinta años, en pantalón de pijama negro y camiseta de tirantes que alguna vez fue blanca.
¿Quién eres tú?
El policía que llamó antes y al que no abriste la puerta.
Me asusté, tío.
Sólo quiero hacerte unas preguntas.
¿Sobre qué? Yo no sé nada, estoy limpio.
¡Como todos!... Nuestro laboratorio ha encontrado dos huellas tuyas en la vaina de una espada.
¿Dónde?... ¿Qué es una vaina?
La funda, leche.
Las únicas vainas que conozco son las judías verdes.
¡Vamos bien!.... ¿Cómo lo explicas?
¿El qué?
Tus huellas en la vaina.
¿Vaina, espada?... ¿De qué me hablas, tío?
De la espada que han robado hace unos días del museo arqueológico.
¿Desde cuándo tenemos uno?
Este tío está colgado.
Sí, tío. Me han pasado un material de primera.
La encontraron en un taxi.
¿Un taxi dices?... ¿Lo conducía un tío muy raro que conduce fatal?
Puede ser.
Creo que lo cogí en... Callao, aquí cerca, porque me había salido un curro en... Legazpi. Sí, eso, en Legazpi. Cuando me senté detrás, noté que me molestaba algo. Entonces, la encontré. Era preciosa, tío, pero, como soy honrado, se lo dije al taxista y me respondió que sería de su hijo; así que la dejé donde estaba. Cuando llegué a mi destino, pagó mi jefe y se acabó la historia.
Entonces, ¿eso es todo?
Te lo juro, tío... ¡Por mi madre!
Sabía que no sacaríamos nada por este lado -comentó Martínez en voz baja-. ¡Hemos terminado!... ¡Qué tengas un buen día!
Tú también, colegui.
No soy tu colega.
Martínez descendió hasta la calle, subió al coche y condujo hasta la Ribera de Curtidores, donde aparcó cerca de la estatua de Cascorro. Después, consultó una libreta donde había anotado la dirección de varias tiendas de antigüedades.
La primera era: EL BLASÓN
Propietario: Eustaquio Cienfuegos
Fundación: 1974
Dirección: Calle de San Dalmacio, l6
Resultado: negativo.
Después entró en: LA CORNUCOPIA
Propietario: Ginés Entralgo
Fundación: 1983
Dirección: Calle de Carlos Arniches, 25
Resultado: negativo
La siguiente visita fue a: LA PANOPLIA
Propietario: Federico Santos
Fundación: 1948
Dirección: Calle del Carnero, 32
Resultado negativo.
La cuarta fue: LA ESPADA TOLEDANA
Propietario: Marmeto Novillo
Fundación: 2004
Dirección: Travesía de los Cabestreros, s/n
Resultado: negativo.
A la quinta tampoco: ESCUDERO E HIJOS
Propietario: Germán Escudero
Fundación: 1962
Dirección: Calle Mira el Sol, 15
Resultado: negativo.
El sexto afortunado fue: LA CUEVA DE ALIBABÁ
Propietario: Mustafá ibn Mohamed Said
Fundación: 1992
Dirección: Calle de las Amazonas, 8
Resultado: negativo
Después vino: LA MODERNIDAD
Propietario: Remigio Bienvenido
Fundación: 1981
Dirección: Calle de la Paloma, 19
Resultado: negativo.
Sobre las doce de la mañana, hizo un alto en una taberna. Pidió un vaso de vino y un pincho de tortilla, que consumió sentado, pues tenía los pies molidos de tanto andar de aquí para allá sin ningún fruto. Después, encendió un cigarrillo y leyó la prensa deportiva hasta la una, hora en que salió a la calle para reanudar la tarea.
Entró en: LA ARMADURA FELIZ
Propietario: Eduardo Retama
Fundación: 1969
Dirección: Calle de Calatrava, 22
Resultado: negativo.
A continuación: EL GALEÓN
Propietario: Anselmo San Telmo
Fundación: 1958
Dirección: Calle del Humilladero, 4
Resultado: negativo.
El siguiente fue: SEFARAD
Propietario: Simeón Leví Aberman
Fundación: 2007
Dirección Calle de la Sierpe, 10
Resultado: negativo y una aljorca para su mujer
Desde aquí se dirigió a la calle de la Ruda, donde degustó hasta el vicio un maravilloso cocido, regado por un recio tintorro de Navalcarnero. Luego, convertido en un hombre nuevo, regresó al vehículo, abrió el maletero, sacó una manta que llevaba siempre para imprevistos y se acomodó en el asiento trasero, donde durmió una siesta reparadora hasta la cinco de la tarde, hora de apertura del comercio.
Minutos después entraba en: EL ALFANJE
Propietario: Guzmán de Buendía
Fundación: 1978
Dirección: Calle de Luciente, 6
Resultado: negativo.
Siguió con: LOS TRES MELLIZOS.
Propietario: Rafael, Gabriel y Miguel Mora
Fundación: 2001
Dirección: Calle de los Irlandeses, 15
Resultado: negativo
Cruzó la calle Toledo y visitó tres tiendas que quedaban entre la Fuentecilla y el antiguo mercado de abastos.
En primer lugar entró en: EL ESCABEL
Propietario: Damián de la Cruz
Fundación: 1994
Dirección: Calle de Santa Ana, 9
Resultado: negativo
Luego: EL ZAGUÁN
Propietario: Rafael Torrente
Fundacíón: 1989
Dirección: Calle Mira el Río Alta, 17
Resultado: negativo.
La última fue: LA LORIGA
Propietario: Sierva del Señor Cifuentes
Fundación: 1963
Dirección: Callejón del Mellizo, 21
Resultado: negativo.
Harto de las visitas, recordó que Reme vivía en aquella calle y decidió telefonearle. La mujer se alegró de oírle y le invitó a una cena informal. Después, Martínez llamó a su legítima para comunicarle que volvía a tener vigilancia nocturna. Ella se lo agradeció colgándole.
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