sábado, 9 de diciembre de 2023

candiliterario 7

EL CANDIL LITERARIO

Nº 7



 



CAPÍTULO IV





Hasta el día siguiente no se conoció públicamente la sustracción de la famosa espada (aunque algunos de los visitantes del museo, desalojados con malas maneras por la autoridad tras el robo, pudieron transmitir la noticia a sus familiares y amigos), cuando la ciudad apareció empapelada con el siguiente cartel, obra del preclaro comisario Hontanares.


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<<ES LARGA Y AFILADA

PENETRANTE Y TENAZ

METÁLICA Y LETAL

FA MOSA Y PRECIADA

SE RECOMPENSARÁ CUALQUIER INFORMACIÓN

DIRECCIÓN GENERAL DE SEGURIDAD

PUERTA DEL SOL

PREGUNTEN POR TENIENTE REGAL>>

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Toda esa semana el Registro de Entrada de la Dirección General, que dirigía el citado oficial, se llenó de testigos que aseguraban haber visto o encontrado lo que fuera que había desaparecido; pues el pasquín no aclaraba demasiado su naturaleza. Durante esos días los cuatro agentes encargados de entrevistarlos y el teniente soportaron situaciones como:

  • Yo la tengo – dijo un joven ataviado con vaqueros rotos, una camiseta negra con el dibujo de una calavera y una gorra con la visera hacia atrás, mientras mostraba una gran navaja.

  • ¿Dónde la ha encontrado?

  • Eeeh... tirada en el suelo... Es de Albacete.

La faca, en efecto, tenía grabada la frase: “Recuerdo de Albacete” en sus cachas.

  • No es lo que buscamos. ¡Gracias por su colaboración!

  • ¿Y la recompensa?

  • Sólo para quien encuentre el objeto que queremos.

  • ¡Policías de mierda! – se despidió el joven.

O aquélla en que una señora bien vestida de voz grave se presentó con una enorme barra de hierro.

  • Estaba tirada en una obra – afirmó.

  • Tampoco nos sirve – señaló el agente.

  • Cumple las condiciones del anuncio.

  • ¡Un momento!... Yo la conozco... Te conozco, mejor dicho... Tú eres Jeremías Pérez “El escalador”.

  • Me confunde con otra persona, agente.

  • ¡De eso nada!... Te detuve hace una semana por hacer un escalo en una sucursal bancaria.

  • Insisto en que se confunde.

  • ¡Alto ahí!... ¡Atrapad a ese impostor!

Pero la señora ya corría a toda velocidad con la falda levantada hacia la calle.

O esa otra en que un hombre de mediana edad, pulcramente vestido, preguntó por el teniente Regal. Pasó a su despacho, y le mostró una daga muy enjoyada, mientras le decía:

  • Los cien euros son míos. Es lo que buscan.

  • Pero... si es de plástico – afirmó el teniente tras inspeccionar el puñal.

  • ¿Y qué?

  • Que el cartel señala que es un objeto metálico.

  • ¡Qué exigentes se han vuelto!

  • ¡Buenos días, caballero!

  • Conde Raimundo de Rocafort para usted.

  • Y yo soy mariscal de campo, no te digo.

  • ¡Impertinente!

  • ¡Farsante!

O aquella en que apareció un caballero disfrazado de bandolero, patillas incluidas, con un trabuco que parecía auténtico y capaz de disparar. El agente que lo atendió le requisó el arma, mientras le tomaba declaración.

  • ¿Dónde lo ha encontrado?

  • Es mi herramienta de trabajo.

  • ¿Cómo dice?

  • Hasta ayer mismo era portero en el restaurante “Las Cuevas de Luis Candelas” sito en la Plaza Mayor.

  • ¿Le han despedido?

  • Ha entrado un nuevo socio que pretende cambiar el ambiente del local y nosotros, mi compañero y yo, sobramos.

  • Lo siento, pero no es el objeto que buscamos.

  • He ido al paro y resulta que no me habían dado de alta en la Seguridad Social. Quince años que he perdido para mi pensión.

  • Comprendo su situación, pero no puedo hacer nada.

  • Necesito esos cien euros.

  • Siga buscando el objeto perdido.

  • Al menos podría dar más detalles sobre él.

  • El cartel lo ha redactado un comisario que considera suficientes los aportados.

  • ¡Menudo lumbreras!... Puede ser cualquier objeto.

  • Se lo comentamos, pero no se puede razonar con la superioridad. Yo no le he dicho nada, pero se trata de un arma blanca bastante grande.

  • Una espada entonces... ¡Claro, de la que hablan los periódicos!

El falso bandolero abandonó la Dirección General entre suspiros y palmadas en la frente. Entonces aparecieron dos agentes que traían detenido a un hombre que protestaba enérgicamente.

  • ¿El despacho del comisario Hontanares? Dice que lo conoce.

  • 352, segundo piso... ¿Qué llevas en la mano?

  • Parece la vaina de una espada. Estaba en el asiento trasero de su taxi.

  • ¡Nos vamos acercando! - comentó el teniente Regal.

Al día siguiente presentó un parte de baja por estrés y depresión tras treinta años de inmaculada carrera.



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